LOS POEMAS DEL SER ( 2008 - 2022) José María Torres Morenilla Nunca te hice un poema Escribo en el contramuro, el contrafuerte, la tinta indeleble, el hombre transparente, tin-tin y la nada, corriendo más que yo, escribo para leerte, para saber de ti, para seguir huyendo, escribo por huir, desde lo más remoto mi alma se complica e implica en lo que siente rotura del cristal que la protege, excelso, y por esta herida fluye sin cesar, corriendo, corriendo como un río, a galope, cuesta abajo, a la aventura. Nunca te escribo a ti, escribo para seguir viviendo, por seguir... La vida siempre estuvo cerca Mi vida es un reproche, hay veces que miro atrás y estoy de cuerpo presente, un río de amor ha discurrido sin que yo lo sienta, llamé amor a mi asesino y hermano a mi devorador, he sido para mí plenamente el peor impostor. Me llora el alma del gran hombre oculto y acabado, la buena prosa hablada con que se escribe el amor. He dejado pasar a muchas muchachas para mí pintadas, sin volver la cabeza, ni seguir sus sombras. Nítidamente entiendo que he perdido el tiempo, la verdadera poesía es algo que ocurre raramente. Todo se desvanece como agua Desde el tórrido desierto de la vida como agua que la lluvia niega y la prodiga, como el azul del cielo que se llena de ardor y en sus cálidas sombras no me cobija, todo se desvanece como agua que no deja de caer, aunque se niega, y en los ríos, que al Sol brillaban ahora el tórrido desierto señala secos los surcos antiguos arañados por las ilusiones. La vida son etapas A veces tengo que escribir para recordar las cosas, así lo hice siempre pero hoy lo reconozco quiero escribir lo último que considere bueno porque es bueno escribir para cambiar el sitio, como la vida misma que hubiera sido hecha en etapas sucesivas, hay que pasar la página, una vida vivida donde todas las salas hubieran cerrado puertas y me hubiera quedado dentro; es bueno escribir y quedar sin recuerdos, no volver a vivir el pasado, sino vivir lo nuevo, haber gozado antes con las otras cosas y, superado el tiempo, encontrar nuevas las que lleguen que merecen tener vida y su propio tiempo, porque la vida no es una sino etapas sucesivas y los recuerdos son muertos que solo viven escritos. La piedra Dura costra habitada por mi ser indefenso, digan lo que me digan seré de piedra, un día puedo salir y hacerme solo de carne, la carne que me habita ahora por dentro, dentro de mí está intacta, es incorruptible, no como esas momias que hablaban con los dioses y los dioses se reían de sus dientes podridos, ni como los vencejos que solo son gritones, ni como la bella aurora que siempre estará muda, sino carne habitada por sueños y por deseos que se desata sola sin que yo me lo proponga, pues mi carne espera a una buena amante, que también sea de carne y no sea de piedra, las piedras solo sirven para tapar cadáveres. Los rincones del jardín Nunca me iré de allí, de aquellos momentos blancos en que el narciso hiere de pureza a la nube, del instante más sereno en que plácido estuve contemplando tus ojos que ocuparon mi llanto. No me iré nunca de ti, aunque tú ya no estés, de tu nombre sacado a lo más hondo del verso, de mi borrado amor que se quedó como eterno, del viento tan tranquilo que en mi suspiro até. Me quedaré mirando los jardines que sueñan con ser solo un jardín de una ciudad ruidosa, los árboles que ocupan sus pies con tiernas rosas, las palabras que pueblan indelebles un poema. No dejaré de amarte en la nada absoluta, mi sangre solo escarcha se encenderá de gozo, te tendré con mis manos mirándote a los ojos, seré tu compañero del alma que se ajunta. Me sorprendió el rellano de la tierra en el campo, la claridad del alba cuando amanece y muere, la llegada del sol que al bajar su luz sostiene su calor inmutable como un tierno regalo. Se quedarán los días en que estuvimos juntos, tú y yo, tan solos, unidos por nuestro amor, tan llenos, cuando supimos hacer de nuestra nada un tiempo que dejó para siempre un recuerdo impoluto. No dejaré de estar en ese mundo que amé, el que me mantuvo niño a pesar de mis años, el que me sorprendió con su belleza, instantáneo, al que dí el corazón y su corazón robé. Seguramente el río que al pasar dibujaba nuestros cuerpos desnudos en riberas amantes con algo de lo nuestro quedará en esos mares juntándonos otra vez y borrando nuestras lágrimas. No dejaré de amarte, ni dejaré de estar. Rincones de mi jardín la luna llena caracolas de su alegría y de su pena, el agua, con su armonía, pone una alfombra de su clara simpatía de bella sombra; en mi jardín se quedan por todo el día los versos que son las hojas de mi poesía. Antinoo Pobre Antinoo tan triste y desvalido para el emperador hispano destino de sus añagazas, recogido como fruto esencial y perfumado, adorno de las virtudes, reclamo de la belleza, cuando acabó su vida saltando sobre las aguas pacíficas lo acogieron y en sus jades lo ocultaron, su amo lo hizo dios, como a los simples mortales, para que fuera adorado por la devota flaquencia, más le hubiera valido envainar su vieja espada y dejarse de ironías respetando su memoria. Los nuevos Están sin llamar, están sin ser, son muchos, son todos, es la virtud, poderosos y ruidosos, aunque benévolos, un ejército se ha levantado sin ser convocado, estaban en nuestros genes y salieron silenciosos, subieron sobre nuestros hombros nos traen la nueva virtud del cuerpo poderoso, la complacencia del alma sin recovecos, la inmortalidad soñada que es un presente único, nos acompañan como los dioses nos habitaban, beben nuestro aire y auxilian nuestros sueños, son los ángeles renovadores de la nueva patria, llenan nuestras calles, el mundo ruborizan. La mirada más pura Perdóname agua por no haberte dejado brincar contra las rocas, perdóname rayo por no entender tu lenguaje sublime entre las nubes, perdóname noche por no saber sacar tus secretos brillantes, y tú, fragante mar, abierto como la gran flor esculpida, perdóname también, pues sois lenguaje sublime y nunca os entendí, los hombres desgraciadamente duramos muy poco y nos cuesta aprender las cosas sutiles y sencillas de la naturaleza nos vamos sin saber nunca qué cosa es auténtica pureza y todas las cosas repiten y una mil veces qué es pureza... El viviente El camino anda con mis pasos, el paisaje se mueve conmigo, el universo estrellado gira macroscópicamente con mis ojos, sostengo las sagradas columnas de la creación en mi mente, los ríos se me humillan a los pies frescamente me lisonjean con besitos grises vestidos de la luz, mis pasos son agasajados por el polvo del camino, el universo, con todo su enorme peso, dentro de mí es liviano, todo cabe en mí, el infinito incluso, pues yo soy el que vive. El jardín Me espera mi jardín sembrado de mis sueños, un arbolito tiembla en medio de los bosques, los bosques poderosos están todos cubiertos, la maleza se oprime y estruja sus ladrillos, bajos las hojas muertas el escarabajo escarba, todo está en silencio en medio del jardín, una oruga se siembra y se esconde en el lodo, canta el grillo grato como cincel escondido, en medio de los bosques el agua se amansara, las hormigas se van cada cual a su aventura y la hermosa lagartija luce su cola verde, la vid que se solaza viste roncos zarcillos, el abedul se enhebra y la acacia se expande abre sus brazos verdes como fuegos artificiales, las dulces celestinas se hacen las remolonas, qué placido el aligustre comparte sus racismos y la palmera cierra sus persianas de espinas, en medio de los bosques el arbolillo sueña los bosques son oscuros y todos tenebrosos, mi jardín al contrario siempre es apacible sufre la herida ávida de la luz contemplada, los perfumes me llegan a bocanadas tibias, cualquiera de mis plantas me regala sus flores y sus olores muestran a qué saben sus bocas, los caracoles suben sobre la higuera áspera y con dientes de sierra mondan sus tallos negros, también las campanillas llegadas desde fuera a veces en el jardín lo llenan de matojos, las margaritas caen como bosques minúsculos, el verdadero bosque es una ciudad repleta, temible en su interior y llena de avaricia. Las ilusiones perdidas A quienes lloraron sin tener que llorar a los que levantaron y luego hundieron sin ningún motivo a todos cuantos han padecido el dolor insoportable de la humanidad, a los pocos que honraron y luego los deshonraron a los que luego dejaron perdidos en la oscuridad, a los pobres que habitaron la tierra tras de las puertas, a los que vistieron viejos y alimentaron mal, a los niños que heredaron la ruina de la tierra, a los que huyeron del mundo y el mundo los encontrará, a los que habitan el desierto poblado por los fantasmas, aquellos que se ilusionaban y quebrantaron fatal, en fin a mis compañeros, del alma y del sonido, amigos hombres, amigos, ya sabéis lo que es llorar. El Concierto en Palacio Yo convoco a los músculos cansados, a los generosos brazos que perdieron su vigor, a los patios redondos que bullen como las esferas, a las sombras cerradas que miran al exterior, desde el corazón arrancado con fuerza a la piedra al ámbito seguro del imperioso cetro, vosotros, los que os unís en amorosa música sublime y generosa, que se exalta y se achica, vestidos con los áureos uniformes del tiempo, temblad, como los ecos que cuchichean en los rincones y sonoros os acercan las preguntas del hombre, oíd cómo se sufre viviendo en la belleza, que los sueños crecen en los malos tiempos, entre fronteras ahítas de imperios sobre imperios; desde fuera, el ciprés se inclina ceremonioso y os contempla sublime su eternidad viviente, los coros de los bosques, la veterana agua os cercan y os musitan las voces de los hombres encerrados en el círculo fatal de la desdicha, en tiempos generosos de todas las malas cosas, para ellos bien vale que os vistáis solemnes, ¡ y suene la algarabía de la música, debajo de las estrellas...! Galopa el mar Galopa el mar en el corazón que es alegre como galopa la luz en el rostro que la mira, y se desata en la playa la ola que la aniquila, como el polvo que se eleva al viento donde lo mece y las espumas que asoman y el olor a mar que tienen como en el cielo las aves se maretean desde arriba y la paz que nos llega y el silencio cuando vibra, como galopa la sangre en el cuerpo y lo estremece así me vengo a mi mar sin salir de mi camisa a galopar con la savia de la divina poesía, a descargarme de vicios y todas mis calamidades, a soñar que estoy soñando desde todas mis edades, a soto viento y marea, como galopa la brisa. La voluntad de amarte Si notas en la nostalgia que te falta mi muerte, si aún guardas para mí un hermoso saludo, yo volveré hacia ti si conservo la suerte de seguir tu llamada bajo invisible escudo; no dudes en nombrarme y de seguir pidiendo que acuda para ti con mi enamorado aliento, yo seré esa cosa que te ama sintiendo deseos de unirse a ti como hoja del viento: no soy más que amor, y amo tu nombre, en la perdida senda de las cosas del mundo, soy la serena verdad, el amor profundo, la ardiente voluntad de ser solo tu hombre. Llámame cuando las fuerzas me abandonen del todo, renaceré de nuevo para amarte solamente, volveré a llenar tu soledad, pero a mi modo, con mi apostura y mi alma, mi soledad y mi mente. Amor concatenado Estoy en ti cada segundo, cada segundo, sereno, estoy contigo, estoy contigo llenando a este mundo, este mundo contigo lo consigo. Te quiero tanto que nada me separa, no me separa el tiempo o la distancia, me distancio de ti y estás como más clara, la claridad de tu alma es mi abundancia. Te quiero mía y más que mía te quiero, te quiero en locura y a mi modo, no hay modo de dejarte si me muero, yo muero de tu amor que lo es todo. Los besos Al caer de los ruidos y de la tarde; con sabor agridulce, siguen tiernos, adornados de tus pechos inconmovibles, son tus manos enlazadas a mis sueños, y el olor de tus campos invisibles; dibujados en mi rostro me han dejado el reguero del amor que a mí me diste, aún me suenan silenciosos y están mojados de los fluidos de mi vida que persisten; son tan tuyos que me aturden y me ciegan, como ayer que en tus ojos me perdiste, son tus besos las cadenas que me llevan al paraíso de tu amor irrebatible. El beso Un beso no es una flor ni es sustancia, ni es mi dolor pero tiene mi fragancia es solo tuyo y en él se acaba mi alma, a la tuya la recibo llenado de gran calma, un beso me sale hondo y me habita lo imposible desatado de mi mundo que siempre estuvo invisible es huracán templado y con sonido más hondo fluido de mis entrañas que guardaba en el fondo, sella tu boca y palpita como corazón rajado, flor que no es flor, ni aroma, dolor que nunca ha dañado, y a veces, más amoroso, simplemente es gozoso de esos que te saludan, te acompañan y te ayudan. La canción de la derrota Yo venzo con pudor y con mi honra sobre el paso gris de mis versos sencillos, yo venzo con valor pues he podido resistir al desencanto de la prosa. Y lo hago riguroso y a diario, sin máculas de tiempo o vanidades, con ilusión de escribir para dejarme retazos de mi vida y mi ideario. ¡ Fue tan duro crearme una poesía, tan doloroso fue que siendo niño dejé de crecer, por creer que me valdría perder el tiempo para servir a mi sino! Era como estar maldito de desganas, de no tener en nada lo que vale, de perderlo todo y quedar en nada. Los que más me querían aborrecieron de mí un arte que no tenía futuro, pero, las cosas son así, ahora de viejo ya veo que me he guardado lo más puro. El amigo Amigo, tienes derecho, yo te lo doy, a levantar del mundo una mirada, a pasar por la calle del mañana, a vestirte de hombre el día de hoy; tienes derecho al mar y a su aventura, a derretir la nieve con tus manos, a besar la fragancia de un bocado que el amor te convida en tu fortuna; tienes, por ser quien y eres y quien no, a desnudar las sombras con tu sombra, a caminar derecho en la rotonda de un mundo tan redondo como el sol; también tienes derecho a un nombre, tan sonoro y rotundo como el tuyo, a llamarte con tu amor, el más profundo, a sentirte orgulloso como hombre; quizá en los sueños que ocupan el universo, en la gran noche de todos los empeños, tendrás derecho a ser sobre lo eterno, y a brillar en la soledad sobre lo más negro; mas, aunque todas las cosas te faltaran, aunque te sobren el desamor y los desprecios, aunque te encuentres pobre en la palabra, solo por ser tú y nada más que por eso, tienes derecho, amigo, yo te lo doy, a ocupar un espacio único en el que estoy lleno de ti, y de todo tu pensamiento. La guerra de las palabras Bien, bien, una guerra de palabras, una clámide silenciosa sobre el acero montada; suenan las chirimías y las voces centelleantes, se levantan humaredas y las luces chirriantes, se encienden los colmenares sobre las colinas henchidas, se abajan los pensamientos y las miradas perdidas, nada es consecuente así, pues nada sigue un hilo, aquello, lo más hiriente, será lo más conseguido; pasa un arroyo sereno, ajeno a la pelea, también alumbra un lucero que contempla lo que sea; se adivina, lejanamente, que el mundo había esperado una guerra de palabras sobre el mundo levantado; se apagan los viejos cines llenos de humos que huyen, se acomodan en los asientos las voces de los querubes; la gran montaña nevada brilla con senos picudos, gravillas para sus faldas y para sus vergeles rubios; picos, palas, oros, lienzos, sobre el amanecer de plata brincan rudos los aspavientos. Silencio tan capital, sobre la escena gigante, repetir lo que se ha dicho es a veces lo importante. Sin par, sin tregua, sin fin, que la guerra es la guerra, el oro será el botín de aquel que se lo merezca. Ah, qué descanso sereno duerme plácido el que vence, la eternidad es el premio que concede a sus valientes. Mi casa Suave, con luna llena, feliz y brillante, está mi casa cogida en esta tarde; cruzan por ella surcos de oscuros vuelos de nubes errantes, perdidas entre los sueños; los cipreses coronan las estrellas del cielo, se quejan con perfumes de olor a incienso; detrás, por la escalinata que no se sube, está mi casa más llena incluso de tu mirada; entre las cuatro paredes finjo y me multiplico; mi casa, que estuvo bañada en tu alegría, cuando llega la noche en su techo oscurece, entre las tres y las cuatro seguidas pienso en ti y tú no estás. Colorín, colorado En la solemne traza de una lira suena tu canción, ay amor, que sola es la desdicha de no tener tu amor; un precipicio se abre bajo mis pies tremendo es ver que quería mirarte y solo estuve cayendo; en la púrpura del mar bulle una copla, es blanca y llena de sal como tu boca; alivia el corazón solo pensarte, me alivio con el dolor de no mirarte; colorín colorado, este cuento habrá acabado. Eres el Sol Solo un Sol entre sombras me enamora y me enciende en su luz que no se agota me llena y me inflama con sus ondas y renace de nuevo a todas horas, tú eres el Sol, no tengas nada en cuenta si solitario transitas por el mundo tu caminar es una hermosa siembra vivero de alegría, lecho fecundo, me miras y no dejas que te mire, de mí se esconde el más bello de todos, una estrella titila como Circe en el gran Universo de los cosmos, eres el Sol y calientas a mi alma con tus rayos vivificas mi cintura oro me das, me das vida y galanura en tu cielo esplendoroso que te ensalma. El Sol cuando amanece Ardiente Sol que en la montaña luces tu disco alegre de radiantes brasas, canícula estival, Tierra que abrasas con paso inmortal y en rigor conduces; brillante espejo de tu escudo aduces lo más de ti que en el albor enlazas, dorada siembra, irresistible, pasas, fúlgido fuego de esplendentes luces. Borra el cielo su azul en cuanto piensas en tu bella Tierra a la que enamoras, eres su reloj sin pausa y sin horas, y en sutiles rayos, en paz, comienzas a unir tu rostro y tus llamas intensas con que, enamorado, a tu amada adoras. Los versos afortunados Qué encontró el marinero en la proa que divisa, vino de una mar lejana y el marinero la mira vestida de azul de plata, las mangas por las rodillas, bajando la escalinata de la divina poesía; qué le dijo el marinero que a ella le dio la risa, nerviosa por tener celos, llorosa porque la mira, la mar tumbada de lejos besada está por la brisa y un olor dulzón a nuevo embadurna la marisma; navega sobre los sueños la realidad que es la vida, qué suerte del marinero, desabrochó su camisa y la llenó con sus besos y en su vientre la rocía, mientras le regala el mar y el mar, a golpes, su estima. No ser De un tiempo a esta parte ando perdido, por donde digo que entro estoy salido, a donde digo que voy nunca he venido; no me encuentro a mí y nunca acabo, por más que busque en mí en mí trascabo, parece que me estoy colgado a un clavo, no soy yo el que soy si es que lo he sido, por más vueltas que doy no doy conmigo, rebusco en la memoria y en lo querido, pero ando como errante sin mí de amigo, que no soy del todo yo es evidente, aunque lo sea ante otros y para mi gente. La vida fue una pesadilla Un día, ya cansado, en la remota estancia, de la mágica presencia que está en un rincón, despertaré, de pronto, será solo un momento, e, inesperadamente, solamente seré yo. Sentimiento Sentimiento, sentimiento, ríos de las lágrimas, manos del viento, el amor es una locura que se duele con mirarle, un fuego que no se apaga, ¡ un desastre! ¡ un desastre!; para que no haya el amor hay que matarle, matarle, soledad que no está sola, vida que está en otra parte, sentimiento, sentimiento, pasear contigo por los paseos desnudos, llevarte a los rincones de su mundo y hablarte con su cuerpo y con su mente. Quiere irse de mí y entrar en ti, parar en ti, porque la vida es dicha, gozar tus atributos y tus sonrisas y no acabar de amarte, aunque nos pongan fin. Tú, mi cantor Tú, mi cantor, ven a mi alma, ya se iluminan las sombras en pequeñeces, lejanamente el sol parece comenzar, ven, mi cantor, de notas bien timbradas, tus melodías armoniosas calientan mi corazón; la palabra es un río que no para en la muerte, por barrancos, con saltos, se mueve entre montañas, la palabra es la fuente que emana como agua, ven, dulce cantor, de las horas rosadas, de las remotas noches de un inmenso vivir, ven, camino feliz, lleno de mis pisadas, con la soledad de tus hombros en tu mirada; llena nuestros valles de tus canciones, las flores te prestan su apresto durmiente, su sonora campana el sol reluciente, las guirnaldas de amor que atan los prados; que todo habría dormido menos tu canto, no hay mejor manera de despertar: cantando, cantando el dulce son que no tiene ritmo, el dulce fluir del llanto del invencible amor, en la luciente oscuridad de la pureza, del latido de la palabra y su quietud brillante. El canto del sol Yo vengo esplendoroso y bien vestido, pues soy un bien nacido, yo vengo luminoso y espercojado, apenas he pintado en el cielo más azul mi blanco ilusionado, yo soy el sol, nacido de lo más alto el único y sereno gobernador, a todo lo que se mueve atraigo, es mi persona redonda plenitud de mi corona, apenas paso y todo lo oscuro saco revelado, yo soy la luz que os acaricia quemando, la soledad más llena, la eterna juventud que brilla en el cielo como una patena, el escudo bien limado, irresistible acimut, el sol soy, día a día, desde el orto al ocaso. La piel Mi piel me llena con su agua caliente, me baña en su lágrima encendida, me lleva por la muerte y por la vida, se llena en mí y en mi cuerpo se siente. Me lleva a ti y de ti hace su antojo, quiere tener en ti lo que en mí regala, quiere pasar su mano por tu cara y besar en ti sin acabar sus ganas; desesperadamente, quiere amarte, enteramente en ti vestir la sudorosa fuente, consumir en ti los sueños de su frente para morir del todo y sin que haya muerte. Quiere mi piel cogerte de la mano y pasear contigo por los paseos desnudos, llevarte a los rincones de su mundo y hablarte, hablarte con sus ojos y con su mente. Quiere irse de mí y entrar en ti, parar en ti, porque la vida es dicha, gozar de tus atributos y tus sonrisas y no acabar de amarte aunque le pongan fin. El tiempo de un enamorado Cuando reí, cuando pasé por fuera, cuando mejor estuve y fue contigo, cuando quise morir, y aún prosigo, cuando perezca al cabo y cuando fuera. Cuando estando tan solo no tuviera ni ganas de abrazarte como amigo, cuando me encuentre mal, como un castigo, cuando me muera dentro y no me muera. Cuando me escriba versos de la muerte, cuando estando ya muerto y acabado me asome con el alma para verte, será tiempo de amor si en lo callado de lo más mío de mí, y por tenerte clame por ti mi voz de enamorado. Estaba solo por verte Mi vida me ha pasado a veces muy de frente, como si se acostaran en mis sienes morenas, dos estrellas tan verdes como la misma muerte, han derramado fragancias de siglos achicharrados; yo estaba solo por verte, solo por verte; como en la vieja película cabalga el solitario por la llanura extensa se agota parda mi voz, entre montes y duermevelas, el mar secado de fuente, se derrite mi cansancio como la música tenue, transito por un espacio, emblandecido, sin luz. Contra el oficio de escritor Dudo que en pulcra verdad quepa mentira ni que en ociosa quietud el viento advierta, que en calladas palabras se abra una puerta que se allegue a la paz o que anticipe ira. Lo dudo todo, nada sé de la vida, solo escribo con sudores de mi pluma, que fluyen como río bañado en bruma, cantando por cantar, tinta perdida. El mundo es otra cosa, más parlanchín, como sacado a la alegría y al conjunto, en barras de los bares, charlador junto a la amistad del momento y su trajín, el mundo anda y su sonido está a mi lado, ni incomoda mi alma, ni la ha callado. * Vivir es la verdad, aunque no dure, pensar es vivir y no lo parece, escribir es usar la vida sin que se apure el fluido del ser, pero verdad perece. El río Creo que el río se equivoca de tanto querer andar, de pasar de los vivos, de solo estar por estar, de bajar por las ruideras, de llegar solo hasta el mar, de no quedarse en la tierra y buscar, solo buscar; creo que el río se equivoca hasta de suspirar, de amarse tan continuo, de no estar por no estar, de ser tan descuidado con la palabra mirar, por no saber de esfuerzos y solo querer virar; creo que el río se equivoca cuando se pone a llorar, cuando nada puede hacerse y solo sabe cantar: no me cantes río lejano que nunca conmigo estás, tan sinuoso y repleto, que de mi jamás sabrás, que te llevaste lo bueno y al mundo dejaste atrás, no me cantes tan extraño, déjame también en paz. Neutros Más veloz que la luz, mucho más lejos, un racimo te llega del beso que me has dado, mucho antes de mí en ti has estado, la gracia que yo di son tus gracejos. Más pareces tú mía que yo tuyo, pues el amor es así de ocurrente, cambia las cosas, su tiempo es diferente, más que la mariposa vuela el capullo. Creyeron los hombres sabios hacer el mundo, que ni Dios Creador hizo del todo, aprendan estos sabios que no hay modo de acabar de entender lo más profundo y antes que ellos el hombre más sencillo las cosas sabe, admírense esos hombres de ignorancia y del amor al que no gana su ganancia sino saber perder, que ésa es la clave. Han cerrado tu casa me han puesto una muralla de silencio, un muro de silencio que se escucha aterrador, unas calles vacías donde ya no bajan pájaros, unas plazas abiertas que escapan hacia el cielo, me han cerrado tu alma ya solo puedo verte en tu ventana lúcida cuando llega la noche y escucho tus latidos tus latidos laten en mí y me dan la fuerza una fuerza poderosa escapa a todas las horas me han cerrado tu cara te recuerdo en la foto parada con mis manos en la ventana abierta donde solo baja el sol en el ruido del agua cuando abro los grifos en el agua transparente bajando por mis manos me han cerrado tu boca yo solo puedo oírme andando solitario voy de balcón en balcón de terraza en terraza tratando de encontrarte apretada en mis muslos cuando serenamente recordar es placer me han cerrado tus ojos y ya no puedo verme en el fondo de un beso ni puedo escucharme en tu respiración, tampoco salto alegre al compás de tus senos ni en tu vientre descubro el rostro de mi vida me han cerrado tu templo y nunca te visito, ni te adoro, ni emplazo, estamos olvidados como pinturas muertas que yacen acumuladas en sótanos umbríos nadie puede vernos, ni oírnos, ni callarnos me han cerrado tus alas y unas viejas persianas te ocultan pobremente solo me quedan versos y los versos se mueren cuando ya no pueden verte, ni besarte, ni amarte, solo calles solitarias prohibidas para mí. Hablar no es decir Mi niña ha hablado, no es lo que ha dicho, hablar no es decir, hablar es estar al lado de otro, meterse en el otro, las palabras son latidos del corazón del alma, salen de una en una, aunque lo hagan deprisa y llegan a la otra alma y le dejan su perfume, la palabra como la yerba huele a agua y a tierra, mi niña ha hablado y me lo ha dicho: hablo y yo al oírla he sido un hombre feliz, ya hablamos, cuando dos amantes rompen un silencio hay amor, hoy el amor ha hablado en los labios de mi niña, porque hablar solo es amarse. El lector de la noche En esta hora de la noche no suena nada, leo tus versos y derraman su cristal insonoro, tus palabras que fluyen como arroyo armonioso que me hablan seguras entre húmedos surcos, su armonía tiene el brillo de los oscuros fulgores; en la noche el poema nunca saca de dudas, ni resuelve el problema del diario vivir, solamente acompaña como estrella lejana que se acerca al instante en la hora tranquila y discurre tan plácido, al albur de sus formas; lo recoge la noche, me lo devuelve intacto, nunca perece el tiempo en las horas dormidas ni la palabra grita para sobrevivir. La vida es un baile No se me olvida el baile de una música que dentro de mí bailaba, de las palabras que yo unía para ti y tú las desatabas. Yo nací cantando y por cantar nací, fue así como aprendí a querer y fue pasito a pasito como aprendí a vivir, para volverte a ver, para volver, he de bailar un baile que la razón no vuela, pues sólo el amor es capaz de unir lo que en la larga vida siempre será mi espera. La vida es así Y pensar que al final yo voy a ser unas palabras, pocas, pero bien escritas, que no parecerán escritas por mí, al final no seré yo exactamente, que nunca estuve escrito. Y no es justo, no es justo que abandone el camino y no sea mi yo del todo, nunca acicalado, que sean, si lo son, las palabras mis sucesoras, ellas, que nunca supieron contar mi alegría, que jamás se entristecieron con mis lágrimas, se olvidarán de mí y ningún cielo me recogerá, porque a nadie le importo, la vida es así, no la he inventado yo. Te regalo mi silencio Te regalo mi silencio para que escribas, para que oigas de mí lo que se calla, para que encuentres música en sus páginas, para que sepas hablar como él habla; te regalo mi silencio, que no se escucha, que vive solo en mí como con alas, y con sus alas vuela y no se acaba, ni se interrumpe solo, solo es alma; te regalo mi silencio, que no está escrito, nunca dicen mis cosas las palabras, callan lo que más quiero y yo callaba cuando sobré en la vida, y yo sobraba. Aleas Quizás, por mí, desde la verde estancia, el arroyuelo suene, quizás no suene, quizás el silencio de la verdad lejana aún me lleve a donde nunca lleve y yo me vaya yo me vaya como arroyo para mirarme luego, y más lejano aún, desde el mañana, en nada quede, en nada quede yo si cuando las cosas cambien todo quede de mí y yo sea nada. Tú De pronto, tú. Ni el abismo ni la montaña, ni siquiera el arroyo que nace desconsolado, ni el horizonte redondo del infinito, ni las nubes fugaces y sus dibujos, ni el hábil canturreo del pájaro temeroso, tú, y nada más que tú, un momento siquiera, cristal único, irrepetible ser. La vida Vida, qué eres tú que tan bien me tienes, que eres más vida aún cuando me duermes y más vida serás cuando me dejes, que te acomodas a mí y me sostienes, que vives solo por mí, que me quieres, pues sin ruido me animas y sometes, no te agotas del todo y fluyes tenue unida a mí en lo llano y lo solemne, que corriges mi cuerpo y lo mantienes, porque, fiel y callada, en mi alma creces y el infinito ensanchas indeleble, en un rincón de mi ser, vida tú eres lo más fiel de mí, mi amante siempre. La piel fina Mañana tendré la piel tan fina que cualquiera de mis palabras me causará dolor, incluso la poesía, todos sabemos que la poesía es un ejercicio frívolo que sus palabras son oropeles, imitaciones del oro auténtico, de la verdad, hasta esas palabras en tiempos de tribulación pesan dolorosamente leerlas, qué palabras decir , entonces, que puedan ser leídas cuando me encuentre triste, cuando se encuentren tristes los hombres cualquier hombre, de nada vale estar contento con un poema si el poema es un alfanje que se clava doloroso en el pecho amoroso de un hombre triste, por eso aquellos poetas que solo juegan a decir cosas sin sentido son los buenos hombres que contribuyen a la felicidad ajena, la vida es muy importante, no tenemos que darle ninguna importancia para que fluya por sí misma y nos acompañe en los malos momentos. La calle La calle se llena de la madrugada quieta vacía de gentes que caminan de dos en dos, de uno en uno, de cabeceantes bicicletas de la duda, de las lámparas torcidas del contenedor, de la farmacia oblicua y el lento discurrir del taxi, de ti y tu silencio maldito que tanto daño me hizo, la calle huele a calle y mi poema no huele a nada, un poema perfumado para ti desde mi estro, donde si hablo de todo de nada conozco, la calle me pinta, me deja pintado, me muestra la vida y la vida pasa de manera distinta a mi poema, no me extraña que nadie quiera escribir cuando está vivo. porque vivir es tocar la calle del deseo, acariciar su piel y decirte, encendidamente, me consumo en tu fuego, en tu fuego brillo con luz propia, la que me gusta gastar. Mi yo callado A mi yo le falta el huesecillo que hace hablar, el que tenían los neardentales y los dinosaurios, ergo, mi yo auténtico no dice ni palabra, aún callado sabe más que yo, no lo contradigo, va a lo suyo y llena mi vida de cosas imprescindibles, quizás la palabra es el vestido de la razón, aunque algunos la tomarán por la razón misma, el vestido pacato que tapa nuestra desnudez, y si algo se ha inventando bien es la desnudez, pero mi yo ni siquiera va desnudo, está callado. Demasiado tarde para ser tan pronto He dejado al muchacho de los vaqueros azules escriba mis poemas, los muchachos son muy buenos poetas aunque no lo reconocen, una nube cristalina los mira de frente todos los días y da brillo a su ojos, son tímidos y rebeldes, humildes y ocupados, ayer mismo eran niños, la juventud que es rama poderosa, entró en sus cuerpos y los ocupa alegre, van de prisa siempre y dejan atrás los humos de las grandes ciudades, llenan plazas y barrios y sitios candescentes bajo el rojo sol de la fuerza y en los rellanos beben, beben feroces, los líquidos plácidos fermentados, todos quieren besar a un tiempo y sobre las aceras grises forman sus grupos, he dejado al muchacho de los vaqueros azules escriba mis poemas me hacía falta cambiar, tener nuevas palabras, las palabras atan y solo los muchachos saben desatarlas con sus lenguas brillantes, con sus manos esculpen senos maravillosos besados ávidamente y son tan poetas que ni un polvo sacan a los caminos secos y viejos, gratitud, el joven recorrido por la ciudad dormida y el silencio de su humildad. La rana El silencio aporrea la puerta del cielo y el cielo insiste, insiste en venir cada día, cada día me solazo pensando en ti, vida mía, desde hace muchos años, yo también insisto aunque de ti sólo venga el silencio y el silencio aporree mis ventanas para que yo te mire te mire en mis paisajes de adentro, aquellos que son oscuros como los ojos de un ciego y me pongo ciego aporreando la puerta de tu paraíso, que está vacío, que está muerto, que ya no existe, te lo llevaste jugando a la otra parte de la vida y solo puedo visitarlo como un turista en mi tierra, te lo llevaste todo, hasta mis ganas de sufrir, lo hiciste como la brisa que nos roba el cariño, suave y acariciadora y con la otra mano se lleva la felicidad, como lo hace la belleza que suele huir de nosotros, como la propia riqueza que siempre fue esquiva, no sé por qué digo esta cosas si tú no oyes y por qué parece que te las diga a ti, que nunca me oíste, croac, croac, la rana salta al charco y lo hace en inglés para que nadie la entienda. El niño Alegre mi alegría mi alegría suene y hasta la calle se llegue, con el Sol, que calienta a la tierra y me caliento yo, trota el agua que borbota en la fuente de mi patio y la parra se alborota de uvas doradas que enciende y antes las escondió, cuando el gato se estira arqueando su barriga y me mira de soslayo, distanciado y con sopor, qué alegre la alegría siento jugando con mi pelota, chuto contra los rincones, rompo mis pantalones, canto, grito, doy pavor, en peligro los balcones, enciendo los nubarrones de los mayores gritones que nunca son como yo. El autoengaño En estos tiempos de siempre hay gentes de siempre, nos hablan con las mismas palabras y hacen los mismos hechos, la gente nace sabiendo estas cosas, ¿ por qué mentirles? ¿ todavía quedan los que nos os conocen y queréis engañarlos? Pensáis, nos saldremos con la nuestra porque somos inteligentes, pero la inteligencia casi nunca sabe nada del todo y menos del futuro, lo vuestro es el mal, todavía no estáis acostumbrados a vuestro mal. Los versos de Peter Pan Que no crezcan mis versos, ni maduren que no se hagan señores con barriga, que no fumen puros ni colillas que no canten oscuros cuando sufres, que se hagan violetas adormecidos, oro fino de piel y de sonido, grifos mudos de ser y con atino, te hagan reír también entre suspiros, que te devuelvan rosas con mis manos que te den la palabra y los recibas, que se escriban de pie, aunque con prisa, que pesen como la nada y sin trabajo, que te digan adiós, se vayan pronto, que los eches de menos en ese instante, el vacío de los versos sea lo constante, duren solo un momento sin más logro, no quiero madurar ni hacer maduros sino locos de amor y de contento, alegres como los niños, siempre risueños, vivos como la mar, en lo más puro, y luego vuelen también y los olvides, si nacieron de un día se mueran pronto, son versos que se agotaron, como un soplo, que los recibas tú es lo que piden. Lluvia de verano El otro día, ayer, yo estaba cobijado en la chamuza gris oliva de una lluvia atroz que caía dolosamente sobre mi cabeza, cobijado y meado, atrapado en la dura tela gris oliva que me ponía una piel de hipopótamo y me daba una figura atroz, yo la oía tamborilear, a la lluvia, sobre el duro pellejo acartonado, retumbar dolosamente sobre mi cuerpo hirsuto, creía morir, de siempre me ha dado miedo esa lluvia atroz que baja dolosamente sobre los inválidos cuerpos y los machaca, creí morir, agonizar, lastimar el hirsuto pellejo blanco, lleno de lluvia, atormentado por los cielos que son verdaderos infiernos y al tiempo, en el tiempo de los desmayos, creí desmayarme de tanto dolor soportado de quienes viven arriba, arriba es el lugar donde han vivido todos los que me atormentaron, empezando por los porteros del chamuzo alto, era impresionante ver que la lluvia desdibujaba los divinos cipreses y se reía de todos nosotros, niños, aves y cipreses, un nauseabundo olor a tierra mojada, culos mojados, garrafas mojadas, cipreses mojados subía escaleras arriba, una lluvia atroz todo lo ocupa, cuerpos y almas, vivos y muertos, escaleras y senderos, plazas vacías, fuentes llenas pero sigue impertérrita demostrando que la que manda es ella y puede maltratar a los que viven abajo, ¿ no queríais agua? ¡ pues toma agua! todo el agua posible y la imposible, estáis malditos, llorad con la lluvia, mis lágrimas bajaban y la lluvia las desalaba, llegaban a la comisura de los labios y la lluvia se las tragaba, la lluvia me caía sobre el pernil como si yo me estuviera meando, chorrillos cristalinos convalecientes de apenas brillo, era inconmensurable, devastadora, canora, opípara, secundaria, trementina, atroz, atroz, atroz, seguramente vacía y no dejaba de caer, con el mismo tono, el ritmo atroz, bajando, bajando, llenando, vaciando, signo de la altura, nunca había visto llover tanto, ya podía morirme tranquilo, nunca después podría repetirse, lluvia de verano. El jardín abandonado Jardinero, si tu jardín dejaste solo, en medio de los mundos, distante y olvidado, aún crecieron las rosas del otoño tan preciosas y sutiles como has dejado; siguió el limón llenando de tersura la mañana, y sumisa la celinda se desnudó los labios; tal cual dejaste y más crecido espera, en el rincón la paz que solamente es tu canto, que vuelvas a las flores y a los frutos, que aún te sueñan, y encuentres tu jardín, para cuidarlo. Ya no vendrás Ya no vendrás, no llamarás, no oiré tus pasos al pasar, no me dirás había mucho tráfico, no acabarás en la mesa después de llamarte, no me nombrarás, ya no estaré en la otra parte, no asumiré que fuiste para mí lo deseado, no asumirás que siempre me tuviste a tu lado, no me tendrás no esperarás no suspirarás, no querrás que tarde o que me pierda luego, ni luego te arrepentirás y me dirás te quiero. Aire Aire que en mi boca duele, cargado está de mi pena, de la soledad del pecho que en mi corazón se encierra, aire que me da y no queda, que me nubla la mirada, que me llena de las lágrimas, que me embebe de añoranzas, soltado está de mi alma, aire y soledad, soledad tan mía, que en el aire está. La verdad es más deleble que el humo Otrora, hace tiempo, un día seguramente ayer, no lo recuerdo con el tiempo vivo el olvido y le llamo recuerdo, seguramente vivo una apóstrofe, una mentira atroz vestida de poema, vivo oculto, en la parte de los otros, ¿ podría entender que soy yo en todo momento? creo que no, el mundo es complejo y yo soy complejo, no me gustan, de verdad, todas las cosas que me gustan, hay que reconocer que en el gusto ajeno el gusto tiene mal gusto, aquí o allá, unas pinceladas, unos acordes, unas palabras, aciertan, a cuentas gotas con pocas gotas otros aciertan, lo cierto es que al final le pediré unos pocos segundos más a la vida, al fin, el mundo se parará y yo disfrutaré mi ser auténtico. Amor rima con deseo Con mi mano partí toda mi dicha rota, en cada región de amor se me enconó la vida, rondé al amor, pero sonó sin nota, llenose el aire de mi soledad herida. ¿Se pena acaso, amor, estando tan sumido en el deseo de amar, si sólo estoy herido y no es amor lo que el deseo se deja? Yo sigo enamorado, estoy comprometido a no dejar de amarte y a mi deseo estoy unido. Dualidad del amor Tú que vistes, habitas y desarraigas, tú que siembras, seduces, como encoges, tú, que en la negrura hembra te echas a despelote, tú, que eres tú, y nada más que tú, tú, ¿ me entiendes?, mi mundo se hace nuevo y en este mundo estrecho desde tu anchura seguramente yo, que en nada estoy creyendo, por ti vuelva a creer. Poema de la rosa Una rosa no es rosa si es la rosa, si su fragancia suena más que huele, si se describe rosa, si no vuele parada en el jardín de cualquier cosa; una rosa no es rosa si tú me quieres, si me devuelves el aire de tu esencia, si te haces de rosas a mi querencia, si me regalas rosas, y me prefieres; jamás será la rosa la simple rosa que acaricia mi alma con su arrullo, ni la rosa será el amor tuyo cuando te miro exánime desde mi prosa; que mi rosa es poema desbaratado, todo lleno de amor y rotas hojas, rosas de mi dolor, en flor sacado, perfumado jardín de mis congojas; y la rosa eres tú que andas y picas con tu pasito en flor de enamorada, la rosa es el manjar con que salpicas mi alma loca a tu alma atada. No sabes nada Todo el tiempo me queda para escribir, vivo para dejar mi huella impresa, antes que el tiempo nazca, antes que venza, vivo para dejar mi sin vivir. Quiero que se fomente una quimera que salga pronto en mí la bienvenida, quiero coger el mundo para mi vida, para que siga pronto lo que él quiera. Canto para gritar - canto le llamo- pinto con mis sonidos y mis palabras, surco la Primavera con mis ventanas, abro la dicha al pronto para ese canto. Lloro, si es que llorar es suplicarte, por un amor antiguo que llevo dentro, abro las dos ventanas del pensamiento, río por no llorar tanto de amarte. Quiero que me acompañes en esta noche, salga tu corazón unido al mío, beses en mis recuerdos y con tus guiños alegres a mi alegría con tu derroche. Callo, que solo risas mueve mi canto, ríes y no suspiras si viene el alba, olvidas que yo por ti te di mi alma; nunca sabes de mí, no sabes nada. El corazón se enamora Del aire, en la razón, en la nada traspuesta llevo una corola puesta de tu esencia sutil, eres la primavera, del cielo, en la tormenta, el ruido de los rayos y el silencio gentil; eres, de no sé dónde, el amor que me has dado, que regalas, hermosa, solo con tu vivir, los cielos estrellados que ensimisman y me llenan, la plácida caricia del viento más sutil, eres mi noche oscura que atravieso sin miedo, que de mí traspasa tu grande corazón, los días sin escarcha, la mañana más clara, que haces alegre y alivias todo a mi alrededor. Te miro Te miro como la música que me mira transparente, como te miro tapada y me desnudas al verte, enamorado, alado, poético, evanescente... como te mira la noche que se desnuda al tenerte, anclado en las esmeraldas de tus pechos incandescentes, corriendo en ti con los ríos de mis ojos insaciables y valientes. El silencio El silencio se acumula día a día, instante a instante el silencio construye su montaña; al principio parece como la nada, indolente y poco peligroso, pero su densidad llegará a pesar con el tiempo, como cuando niños abríamos los brazos al correr y tocábamos las formas del aire, voluptuosas y densas; entre tú y yo hemos puesto por medio demasiado aire, mucho espacio silencioso, como una brisa de silencio, y hará su enorme montaña que nos separará por siglos, que nos llevará al olvido si no lo rompemos antes con la palabra. Las flores Yo quisiera regalarle al pobre hombre un ramito de flores, ya sé que suena mariquita, pero las cosas que regalamos a los hombres importantes son algo mariquitas: una medalla, un discurso, un espantoso abrazo y a estos otros hombres no les regalamos nada. Las flores en unas manos trabajadas son más frágiles, sus colores son mucho más hermosos, el poco perfume de las flores de los hombres de a pie no huele a casi nada, parece que son más flores, más distintas a la vida y nunca les regalaron flores a esos niños que miraban secos y admirativos, que nunca fueron niños del todo, con la gravedad del hambre: cuesta mucho llegar a ser hombres tan mal alimentados y siempre han estado a nuestro lado, no hay que irse a África, un ramito de flores solamente sacado a mi tiempo, un poco de humanidad tampoco me viene mal. El rosal de cristal Cogeré tus momentos más felices y en mí haré vivirlos para siempre, regaré con mi agua a tu huerto, donaré con mis ojos lo imposible; cantaré tus canciones más escritas con un gusto indecible por lo nuestro, me haré amor, me haré tu siervo, quien decline para ti lo increíble, tendrás mi pecho y mi corazón sangrante, la clara luz que alumbra tu camino, tendrás mi voz, mi cuerpo dolorido, tendrás mi fe, mi mundo incambiable; también tendrás tus horas más pacíficas, aquellos tus momentos, los más solos, el paisaje callado, una palabra en paz, yo creo que al final vas a tenerlo todo. Por ti, por ser quien eres y no eres nada, para un mundo infeliz nunca a tu lado, porque todas las injusticias se han juntado, se hará justicia de una vez, será cantada. Del álamo en la pradera Todo es virtud, del álamo en la pradera, en el viejo bosque con árboles verdecidos, en la paz de los cielos en silencio mecidos, en la llana verdad que en el alma se uniera; todo es virtud, de una infancia repleta de buenas intenciones e ilusionados sueños, en la fe que tuvimos en los suaves empeños por ser los mejores y por llegar a meta; mas luego, pronto, de la mano del tiempo, trocó la vida entonces su rumbo equivocado, cambiaron las cosas llenadas por el pecado de crecer por crecer y jugar por pasatiempo; estando en nada, virados en la fortuna, lo justo quedó atado en un lejano centro, aquello fueron montes en demasiado adentro, apenas vislumbrados de tan alta tribuna; bajó la mar, mucho más honda y llana, y más quedó sin agua y mucho el cielo puesto, falsa inquietud de aquel centro dispuesto, referencia de mundos en alma casquivana. El patio verde Querido amigo: en los grandes días me acuerdo de ti, cuando tengo algo que decir siempre quiero que seas tú el primero en oírme. Hoy tenía una necesidad que arrastro hace tiempo: ser yo mismo. Liberar mi hombre interior y lo hago con mi poesía, para que me valga a mí y valga para todos: que ésa es la poesía. Es por esto que hoy he escrito esta poesía necesaria, la libertaria poesía que quite los disfraces del mundo íntimo. Ataco en profundidad al meollo de todas nuestras desgracias: no ser quienes somos de verdad. Un abrazo y mi poema, para mí que logrado por esencial y con ritmo clásico que es el auténtico *** Una cosa es segura, yo me pierdo en la amplia geografía menuda, extensa del interior de mí, de mi pereza, en que al buscar en mí nunca me encuentro. Pasajero de mí, en mí navego, por nada tengo al mundo mío de lo íntimo, extraño soy de mí, pequeño y mínimo, sin referencias en nada, yo me mantengo. Algún día, una vez, extrañamente de abigarradas nubes ocultado un rayo de la luz interior he sacado que me sorprende a mí mínimamente. ¿Seré valiente el día que conmigo sea el más fiel y mejor de mis vasallos, trocaré toda duda y levantando la voz en mí no me dé por vencido? He de liberar en mí al hombre íntimo que me soporta en más y al que hago menos, cambiar las vestiduras de lo ajeno por las mías propias que en la mentira asfixio. "Difícil poema, desgarrado, intimista. Es como arrancar la piel del alma, cuando todavía algo de piel queda y el sufrimiento no es el despellejamiento mismo, sino la piel que todavía agarrada se aferra, sabiendo que a jirones habrá de desprenderse, como las hojas en otoño van cayendo poco a poco, aun cuando alguna pegada aferrada se quede por un tiempo –mínimo- a su rama. Alfonso Colodrón." Te miro Te miro cuando pasas y me asombras, la lividez del rostro, última pena, cuando no se si vas o si regresas, cuando mi alma está enterrada o muerta. Te miro y no dejo de seguirte, soy como un fiero león, montado en celo, soy el oscuro burdel de los deseos. Entonces me espabila, de pronto, una mirada, nos encontramos en puntos llenados de infinitos, callamos como perros escarmentados y nos ponemos a proseguir los hitos, Y en ellos estás tú también, es ya cansino que hayas muerto y te hayas ido sin llamarme, y que sigas aún tú, tan distante. Contra mí también Se desata el poeta lujurioso y acostumbra a cantarte enamorado, es poeta de tumba y de pecado, cantador de la noche envidioso, suena oscuro su desgarro en que esconde los mil sueños que ha roto el destino, es humano y aún se cree divino por el humano afán que a vanidad responde, es poeta de un día y de un saber, ligero como la nube que huye, canta sonoro en río que fluye sin más meta que ser, y solo ser. El Sol Ríe, alma, riendo como el sol cuyo pecado mayor es ser hermoso, redondo y atento padre nuestro, allá en los cielos esplendente, lleno de luz; ríe, alma mía, que estás muy triste todavía, recién salida a la vida para brincar de gozo en el espacio ganado por el verdadero amor. La alegría La dicha es una palabra que se queda en el alma, que revolotea segura en oscuros rincones del tiempo, es una plegaria que ha sido escuchada y que de pronto salta como fuente interior; una lluvia infinita riega los campos secos, sobre los viejos olmos caen cortinas de amor, se lavan las palabras, las oraciones fluyen, ya todo es primavera tan llena de color. La dicha es una estancia que estuvo ocultada desde remotos tiempos de una vida anterior y que de pronto sale y ya todo lo cambia: ¡ de verdad soy dichoso, así lo siento yo! Poema de un amor delirante Sombras sobre mi pecho, mi amor contrito, sobre mi amor la dicha, sobre mi bien lo escrito, sobre la duda brisas, sobre la brisa el mar, sobre la mar los días, sobre los días la sal, sobre todas las cosas saber que tú me vienes con tus alas fragantes con tu baile caliente, que no me duela ayer con sus hirientes rosas, que no me duela amarte, ahora, a todas horas, y que luego me olvide serenamente y no me quede en ti, que no me quede. Mi teléfono me dice no a todas las horas Desnudo y brillante como un cisne negro, como un calcetín echado en el desván de la cantante calva, conectado a la central del miedo, habla consigo en silenciosos universos, juega al ajedrez con números noctámbulos, a veces suena, " perdone, me he equivocado", es mi alma contraria que me roba mi retrato, yo hablo hasta por los codos con carcajadas sonoras, hablo y hablo, me atasco al hablar, sueno como un reloj, tic, tac, alegre como un trino, tengo timbre de mujer, me desnudo a los amigos, abro mis piernas, podrían cogerme de cualquier parte sin que les apartara mi mano, decididamente no soy un teléfono negro tocándose los huevos. Las sufridas mujeres Si yo alguna vez quisiera enamorar a una mujer me pondría al revés, la cabeza en el suelo los pies en el aire mirando el firmamento, la mujer es todo lo contrario del hombre o el hombre es lo contrario de la mujer, si yo pienso blanco diría negro, si yo pienso negro diría cualquier color menos el negro, pero no siempre lo he sentido así, yo era un brutote hablando en femenino, hasta mis caricias más íntimas tenían más de mí en solitario que de amante, ellas me sufrieron, a las mujeres les gusta sufrir, qué raras son, me sufrieron con placer y lascivia, creo que pensando en otro pues una cosa que nunca dije es que la mujer es infiel por naturaleza, lo dicho, la cabeza en el suelo los pies en el corazón. El arte desnudo Desnudo, totalmente desnudo, a espaldas de todas las ciudades en gran silencio, desnudo y grande con fuentes y con arroyos, con nubes in marchitas que van evaporándose por las colinas, desnudo de claridad inquebrantable frente a los astros, vestido solo de mí, de mar y de arena, desnudo de soledad, de hambre y de llanto, de tanto penar la vida por los senderos rotos, desnudo como los cables picoteados por las águilas, alto del todo, allá en el aire, volando plácidamente, desnudo como las sombras y como el agua refrescante, cayendo plácidamente de mi lluvia ligera, casi de lluvia, desnudo en las mañanas antes que el sol me vista de otredad y solo me quede en mí, como mi arte. El sueño Quedó dormido Amor entre las aguas, unido al infinito tan cerca está del cielo, un sueño tan profundo en su rostro aparece, como un niño llenado que alimentó una diosa, quedó dormido Amor y es trascendente el tiempo detenido entre sus alas tenues, dulzura de sus labios, de la fragante prosa que dúctil la almohada a su rostro sostiene, toda la estancia álgida su palacio parece pues entre las blancas sábanas Amor se duerme. Ah perfección, belleza, alma, han de acusarte entre todo esto en que resaltas, perseguir en tus ojos tan lúcidos, para no verse a sí mismos, para no verte. Al amigo común No seas más por mí ni por la muerte ni lleves en ti mi luz tan apagada no acabes por mi mal por no ser nada, pues digno eres de ti, pese a tu suerte. Paradigma de lo bello y de lo fuerte te lucieron como estatua iluminada en palacios de terrores, dueños de nada, te adornaron como joya para verte. Aquí eres rey y en mis poemas mandas paradigma de hombre por perfecto mis palabras alumbras y las agrandas. En aguas procelosas de lo recto habitarás el espacio que tú expandas en lo hondo y común del buen afecto. Oda a la alegría Oh alegría vuelve a mí vestida de mí, dame de nuevo tus horas insulsas, tus desnudos integrales, la grata caricia del aire cuando no sabe mi nombre, los espíritus altruistas que son buenos con todo el mundo, dame de nuevo amor que parezco esperarlo y sobre todas las cosas, tú, alegría, ese inmenso ser blanco tan parecido a la bóveda celeste cuando la ocupa el sol. Bien pensado nos es tan caro estar alegres como el estar tristes y por el mismo precio la virtud de la alegría es poderosa, ella nos cura, redobla nuestra inteligencia, nos hace ser mejores. Antinoo El amor te ha vestido y coronado el celo, ha medido contigo todas las perfecciones, te puso la libertad sobre tus ojos tristes y un canto te acompaña de melódicas voces, el amor se ha reunido con los sabios señores y ellos no opusieron ninguna exigencia, te encontraron perfecto te dieron rienda suelta y tú, en libertad, te hiciste más y más grande, el amor dibujó las inexistentes alas que parecen volar tras de tus hombros plenos, ha rozado en tu alma el mejor de los vuelos, pero te dejó desnudo en la temible noche, nunca bastó el amor para hacer un futuro, y el pasado solo dio un fuego compasivo, todas las aguas juntas contra ti fabularon y en sus mecidas ondas acabaron tu sueño. Solo Compañero, cómo puede ser que el tiempo te haya cambiado tanto, recuerdo cuando me picaba tu mirada y me inquiría algo que yo no entendía, no entendía tu tribulación, ese meneo oscuro de tus ojos avergonzados la palabra que llenaba tu boca in marchita y la vergüenza que te daba mirarme a los ojos, son el tiempo en que el hombre se siente inseguro, seguramente niño, lo sabías, sabías que yo era un enjambre de palabras siniestras donde los cuervos graznan y las palomas huyen, como buitres, amansadas sabías que lo sabías, pero yo era un procaz de sueños insensatos, acurrucado siempre en la nostalgia del corazón, huyendo por Granada, y un dulce colmenar me cubría con sus llantos, es cierto que las persianas suenan llorosas cunado llueve al mediodía cuando del sol solo hay luz, no el dulce picor de su calor siniestro, compañero, me dejaste traspillado en tus sueños insensibles, adormecido de ti, empapado de ti, corneado de ti, seguramente cadáver, oye cómo el mar cruje como si quisiera decir algo, todo es mentira, no habla el mar, solo yo hablo y solo hablo cuando escribo, escribo tan deprisa que pongo el final al principio y cuando llega el final ya no queda nada, ya no queda nada de ti, ni de mi, ni del viento ni de la escarola con ajos quemados, solo las palabras, palabras fritas y refritas, fritanga del sopor y la desolación, nunca fue después igual. Poema de los amores Qué hermosos tus cabellos, planchados, como míos, la rubia cabellera que cae sobre tus hombros, la dulce manera tuya de mirarme tan plácido, y, sobre todas las cosas, la vieja costumbre aquella de contarme tus cosas, seguramente estás en tu mejor momento, después nada volverá a ser nada parecido, que la vida se va y nunca vuelve la vida y si vuelve nunca es vida, por eso me enamoras y me hincas tu hermoso precipicio donde vuelo sin alas, sin alas se menea el viento de la ira y huye también, todo huye, todo escapa por el alero del tejado se cae la teja y la paloma asesina saca su vientre oscuro y vuela como si nada, el cielo está manchado de palomas oscuras que vuelan ruidosamente, solo tú me miras como un plácido lago azul lleno nítidamente de paz, la paz infinita que habita en tus ojos y en el brillo de tus cabellos sobre tus hombros lúcidos. La noche interminable Oh noche amorosa que de mí haces amante, noche atribulada que acercas mi amor y le convences, cálida noche de caricias infinitas, sobrada mía, abundante, noche temible del ser ignorado que soy yo mismo, trémula noche, tibia y blanca, incontenible noche, acurrucada conmigo, mi niña de infinitos besos que luego pronto olvido en los oscuros días, infinita noche arrastrada por los viejos tiempos, como brillante lucero que denuncia las sombras, grandiosa noche de rincones silenciosos, escrita sin palabras, donde yo me recojo y disfruto recordando, donde yo triunfo como amante entre sus sábanas y nadie puede quitármela porque de nadie es. La nada Que nada de lo dicho lo diga luego en mente, de nada la ocasión en medio del domingo, mariposee por turbio en su cristal insípido; nada que se ha dicho esté de vuelta en la página vuelta; si el cartero que llamó mil veces, troceó mi vida de tiempos inservibles, de acompasadas muertes, escribir no es morir cuando se escribe muerto. Mar, devuélveme tus olas del gusto y el papel garabateado de los finos cuchillos, o tú, las tardes subidas a los altos cielos oscuros, con tus astros protectores de escondidas cavernas. Vida del pinar, verde reloj que dibujas ilusiones con grandes risotadas sobre pequeños montes y a socavones llamas entre las mismas calles. Un seco calor de agua baña al domingo; bórrame memoria aquellas horas largas de números inexactos, enseñados a sangre, tan pronto el precipicio de la rutinaria estera: soñar en los brazos del sueño, sueño en el sueño, hasta pasado mañana por lo menos, mañana no, si hoy estoy de fiesta. Besar para olvidar tus besos domingueros; letal la tarde que la noche inicia, si la canción mascada se sienta oblicuamente, con los pies mojados por una lluvia, enfrente. Ni así, ni si nadando en manojos de dedos te encuentro sola. Yo te llevaba con siglos puestos, dentro de mi, seguramente con ganas de salir con tanta fuerza que hasta lo dulce duele de la dureza inaudita llamada amor. Mañana es muerte sentada sobre nada. El pozo El pozo se llena de las cosas que dejamos, me refiero al gran pozo donde tienen cabida nuestras vidas, también estarán las cosas que no hice, las que no escribí, las que no fui yo, por simple matemática es lo posible, también las que yo hice, también lo que escribí aunque cada vez se parecerán menos a mí, mis hechos no son del todo míos, las cosas mías son las que pudieron ser, incluso las imposibles, seguro saben esto los sabios. Cuando duele amar Se me viene un poema que no tiene palabras, que no sabe lo que dice ni qué decir, que habla por que habla, que solo piensa en ti, se me escapa un poema a modo de mis lágrimas, como el llanto y la pena no lo sabe decir, en el cuerpo me duele y me duele en el alma, que solo piensa en ti, se me viene un poema que es una plegaria que digo entre dientes, sin decir, la rutina del cuerpo que desgrana palabras, que solo piensa en ti, se me suelta un poema dotado de la gracia, que baila con la música, es un decir, y olvida que no olvida, que solo piensa en ti. El jilguero Ligero jilguero volando sobre el suelo, girando y corriendo alegre en sus colores en el aire dibuja elipses de jardín, por la huerta y los prados en fuentes por riberas, sin peso sus pasos cortitas sus fronteras en el ciprés enseña su culito gris, al lado de la gente como la gente misma, suspiros en el cielo, colores pespuntados, el amarillo fuerte y el rojo carmesí, piquito bien armado, cantos esmerados, parándose en la rama, saluda el caballero, oscura su levita, quitándose el sombrero se inclina ante mí. Las grandes contradicciones Estamos acostumbrados a ser llevados por gentes sencillas de gran corazón, pero que tienen tal lío en la cabeza que nunca nos llevará bien si no es a la locura, gentes que dicen amar el bien y aman a los malos, que se dicen decentes e inclinan la cerviz a los indecentes, que se dicen limpios de corazón y solo miran a los indeseables, esa buena gente tiene su lucecita en nuestros pechos y alguna vez tuvieron nuestras lágrimas deslizadas como centellas, pero solo nos llevaron a locura y la locura no tiene cura. Las playas seductoras del amor y sus goces Esta tarde que tan plana resplandece en una mar tranquila, tan última y azulada, tiene goces de amor, quietud y alas rozadas por el azul, que en bien padece. Posado forzosamente entre las nubes por un amor que huyó, en un camino hecho de plata y de rosadas pubes se va mi amor en esta tarde herido. Tengo mi pecho alzado a lo valiente, puños tengo de acero en mi caricia, un lupanar de hielo y por delicia que no te tiene a ti de frente a frente. Tengo la herida en tan ruidoso goce quebrado mi dolor gorgoteando un claro derroche de poesía manando, en tu recuerdo, a la menor que roce. La tierra que yo piso Me fluye y me confluye con el uso, me usa en sus jardines y sus paisajes, los priscos, los apriscos, las veredas, los surcos, los guijarros y sus valles me tiene sobre el mundo anchamente me lleva dulcemente en su canción, me sube, me enaltece, me encabrita, me brilla con su luz y en buena sombra me da la fresca paz de su delicia llenándome de pecho el corazón. El único poema Variopinto lugar lleno de escarcha que en las salobres siembras sembró mi ruta, buscando para hallar lo que trabaja un día a otro cortar el dulce junco y unir el desbarate de palabras, aquí la arena seguida como el tiempo cayendo siempre vaciándome el alma, aquí rotunda la vida va seguida en dulces notas se cae por la alambrada, todo es voz y el gran fonema hundido en mares de pleamar hundido siguiendo el surco del único poema. Aire En el hueco del aire están todos los mundos clásicos que fueron, las ollas vacías, las ollas llenas, el tufillo del hambre, los buenos versos que Ovidio y otros dejaron, están los pliegues de las faldas, las planchas calientes, los muslos lustrosos los pechos encendidos, en el hueco del aire están las cosas que se fueron, no los busquéis en las tumbas todas iguales, nada queda de los hombres que pasaron en la tierra, todos se fueron al aire y el aire los acogió, les dio cobijo por un momento secó sus lágrimas, la vida es un colosal monumento construido por ellos, seguramente perdió lo más maravilloso de sus colores, la intacta vida que hace agradable los días y las noches, también las lágrimas que en esencia son arte, arte que llora por la humanidad que muere se muere sin dejar rastro, no busquéis sus tumbas, las tumbas solo se llenan de la falta de un hombre, en el aire vuelan todos los rostros clásicos, el aire los recogió el día que faltaron y en el aire están las cosas que la tierra desprecia. Sindéresis del espacio Deletrear el universo y el espacio, el frío atroz que reina por el orbe el negro sol que ocupa todo el orden, la voz callada que clama por abrazos, volar, y sin caer, seguir volando, abrir los brazos y esconder el rostro, seguir, seguir, pues solo estando ocupamos un lugar sobre los astros, cada palabra, cada piel contiene el polvo solitario de los caminos, la grandeza del ser, el gran vacío que a todos conduce en lo silente, la vida es un hartazgo de belleza, sostiene la grandeza en temas que nadie esculpe y nadie contiene. Sindéresis del arte lírico Beatíficamente me pudro en armonías, anhelos llevo prendidos no sé los siglos, paso de las batallas contra los istmos, poso en lo más melifluo de la poesía; abundo en la abundancia de la escasez, por precipicios tengo mi gran constancia, son mis palabras hijas de mi mudez, y hasta mi tiempo pierdo con gran ganancia, trato de ser afable y me contengo aunque de pronto estalle con gran estruendo, hijo del rayo soy lengua de fuego lo que amo diluyo y voy perdiendo, un día es a otro cabal en todo, el reloj interior marca mis ritmos, yo me creo autor de lo que escribo y hasta lo raro en mí lo escribe otro. El ángel guerrero y escritor Oh sombras del país que no conozco, aliento húmedo de barros sin barrera, cálidas alas de nube y primavera, rincones solos en que paseo mis ojos. Oh luna encendida brillándome en el rostro, extracto de un jardín, aséptica en su esfera, limpieza que aún me dura y en su lugar me espera, para vivir mi vida, para gozar mi gozo. Carámbanos y nieves sortean la cuartilla, paisajes de cristal y de los fríos pausados, picachos en los montes, riachuelos en la orilla, donde me encuentro a gusto entre versos trabados, ignorancia de mi ser, la soledad que ensilla un brioso corcel, sobre el hacer, montados. Persigo sombras Persigo sombras, negrores sin figura, humo persigo y quiero atar mi cuerpo, campos tan blancos llenan el firmamento, perfiles tienen las rosas de mi musa; lo etéreo es vano y no tiene sentido, el fin lo ponen las hadas de mis versos, huyen de mí, y a mí me dejan preso del sueño que he tenido desde niño, ser y no ser como es campo las flores el ojo de los buitres huele su objeto lo peor es no ver que solo es un eco la ilusión tan falsa que huele a nubarrones. Oh linda mariposa volando desterrada por los antros tan anchos descubiertos, palpitando en su fulgor y solo ansiada, alegre como el sol, entre sus blancos vuelos. Mi barca Mi barca no navega, sino que está en el mar, a veces como que sueña y baila sola al compás, solo se deja llevar y las ondas la levantan, estremecida la empinan y al pronto plana la agachan, de aquí para allá, en volandas, diría que solo se agita, no tuvo nunca un destino, yo creo que la tengo ahíta, o quizás ya no lo esté y el tiempo me la detiene sobre el vientre de la mar con dura fragancia tenue, huele a madera podrida y a la pintura roída, mi barca no se estremece porque es dura de molla pero en conjunto es un cuerpo que parece meditar, incluso en tardes verdosas creo que canturrea además como canciones que borra cuando cuchichea al trasmallo tanto para animar como para callar cantando, seguramente ha perdido su vida entera en el mar, otra barca en su lugar hubiera viajado más y aprovechado su cuerpo visitando otros cuerpos, pero mi barca es muy parca, apenas es un velero que si le gusta nadar no lo hizo con blancura, las sábanas a toda vela, inclinada a la aventura, por eso digo que está solamente sobre el mar, sin ser libre en su destino apenas sin menear por la mano solitaria que se encallece en los puertos, abracadabra, en el mar, que se ha tragado a sus muertos. El último No solloces de amor, no tengas pena, levántate de amor sobre ti mismo, sube por tu mar angustioso, bebe el amargo sorbo de la desdicha, encuéntrate llorando una vez más, necesitas ser el último de tus traidores, levanta tu cabeza y escupe lejos, atrévete a nacer, ahora, ya mismo, vivifica tu aliento en tu memoria, esculpe una figura única irrebatible, los campos que te esperan, la plácida luz, recoge de la vida los frutos inexpugnables, de las gentes su odio, de ti la indiferencia y lucha por ti mismo con todas tus fuerzas, sé el último de tus traidores. Zenobia Zenobia era una novia de amor bendita, veladores de hierro, olas y brisas, alondra en corredores, fiel a su planta, educada y tan bella, rosa que encanta, vestía como las novias de blanco excelso y para los poetas era un buen verso, salpicada de gracia, con su chispita se reía de los otros y de Afrodita, reina y señora y soberana, encantaba salones con su prestancia. Las nubes Una nube pasaba y otra venía y una, la más lejana, se detenía, venían sedosas, siempre calladas, llenas y blancas se paseaban, una mano invisible las desgarraba y otra, de oscuro sino, las condesaba: ¡ ay, qué tormenta avisa un viento furioso, contra la puerta!, suena un gran trueno... que nos recuerda a todos el día primero, mientras las nubes, antes altivas, sobre la tierra caen, como cortinas. Desengaño amoroso Cállate corazón, aún poderoso, gritas, ahogas, asfixias mi grato corazón, cállate cuando vuelas por paisajes ignotos, con el presente atado en la desilusión que fuiste mi tormento por no dejar de amarte, que apuraste mi tiempo sin nada de tu amor, que me llevaste mudo, llenado de palabras que me dolían y duelen de amargo sinsabor, cállate corazón y escribe solamente de lo bueno del mundo, del aire o del sol que son cosas que pasan, furtivas, en el presente que nunca tuvo nadie y solo tengo yo. La llama amorosa Ya liba de azul el sol dorado derretido y sobre la mar vuelan las alas de la espuma, a por la miel van las obreras aguerridas, en campos del amor bullen premuras. ¿ Dónde estás tú, mi amada, llamada antes que en la lejana aurora sangrara el sol? Pues todo ama y es amor, y yo estoy solo, la soledad me pesa como una carga repleta de manzanas mordidas toda una noche entera. Ya llama Primavera y yo no puedo oírla, echado como estoy sobre la misma espera. Las lágrimas Las lágrimas se mojan en las miradas se cambian por palabras que tapan con su agua se llenan de la música e inundan de dolor ocupan en los rostros los ojos embellecidos se ríen las desgracias no tiene precisión son unos mundos bellos que han perdido el suelo el agua sagrada que desunió el amor se dicen y no expresan se cantan y no se hablan se secan con el tiempo y queman con su ardor. La novia in marchita 40 años de novia y al fin me caso, de blanco como las aguas de la mar por las orillas, más vieja es la mar que mi poesía, no más tranquila, más suspira el mar, mucho más se agita, cultiva algas moradas y peladillas y siegue siendo el mar, la mar, cosa magnífica. Más de 40 años de novia y al fin me caso, me caso como hicieron los antiguos, sin lunas de miel, ni paisajes, ni fotos, sin comerme los postres de toda buena boda, sin algaradas, ni nubes de arroces, con los pies en la tierra y por delante, ( podría aprovechar para morir también). Más, 40 años, cómo pasa el tiempo, quién lo diría si ayer mismo empezó mi noviazgo, tendremos que adoptar un niño, niño yo te adopto y te adapto a dos vejestorios, a dos lunas de miel de miel hurgadas, a dos colinas blancas sin ningún picacho, en fin que no me he muerto del susto pero casi. La mariposa Mariposa de papel, volando a saltos deprisa, en las flores detenida para las flores beber, insecto de la delicia, de colores presumida con ojos puestos al revés, vienes desde las cornisas y salpicas e irisas el jardín de mi edén, ay mariposa alada, en colores encerrada, alegre y siempre contenta cómo ha podido ser que antes que el hombre naciera la mariposa tuviera la alegría de nacer. El dulce pájaro de la juventud A Zizz, el viajero del músculo Cuando te das cuenta que no eres nada de lo que creías, cuando le das la vuelta al espejo y miras una imagen torcida, cuando te dicen que tus temores fueron más ciertos que tu vida, cuando te mueres, joder, de un golpe y sin ventanas, entonces los árboles vienen con sus brazos a llenarte de sus risas, y te besan en los ojos y te secan la frente y te dejan sus pañuelos: estás jodidamente muerto, te cayó la tapia empujada por el viento, te sepultó la sonrisa a plomo de un sereno, te dio un tomatazo un asesino, y en la bandera de tu pecho una camisa blanca flamea, uncida trágicamente a tu destino, tus pantalones solamente corren en tus piernas y en los insinuados arcos iris un pájaro, llamado juventud, se vuelve opaco, gris como un cuchillo, y vuela, vuela... a tu patria. El amor es incansable No se cansa mi amor de más amar ni se agota del todo si agotado, no me deja vivir si ha comenzado, no me deja ni amar ni disfrutar. Me suspira y me tiembla al mirar y me ciega y me nubla si mirado, se me tumba en mi lecho a mi lado y no cesa de amar ni al despertar. Me suplica y me lleva a amarlo todo una brizna en el aire solivianta, una perdida sombra es su acomodo. La belleza y fealdad une y encanta, más que amor es señor sabelotodo que me empuja y me pesa como manta. El amor El amor nunca cabe en un pecho, como fuego entusiasmado quiere ser, llegar alegre al amado, romperse contra los sueños, estallar en los deseos, ocuparse por querer, quiere cantar y está mudo de tantas palabras lleno, gozar, libre, en el cielo, infinito del azul, liquidarse como verso en la corriente de un río de aguas frescas y tan limpias, donde todo es esplendor, quiere soñar y despertarse, el alma para arrancarse y volverse a diluir, quiere ser para estarse, del amado acompañarse para morirse o vivir, es un sueño deseado que acaba de despertar, alumbre no iluminado, orillas del río Amar, por eso, cuando rotundo, se llena todo su ser, el amor parece ido asomado a la mirada, se llena de la otra mirada feliz por dejar de ser. El corazón de los valientes El hombre valiente conoce al mundo y sabe acariciarlo, no lo modela a su antojo solamente lo cuida, tiene detalles viriles llevándolo de su mano, en la fiereza del monte en el profundo mar en el vacío de las estrellas, un corazón valiente se me antoja sagrado es el vínculo indetectable del hombre y la eternidad, así cuando muere ningún cobarde supo darle sepultura. La ciudad escapada La ciudad ha escapado por cada una de sus aceras, se mueve libremente con aspecto dichoso, miles de ríos le salen y confluyen sin confundirse, están todos porque ninguno lo está, si acaso alguno que hace tiempo perdió el norte y vaga queriendo ser mirado sin ser visto, la ciudad se hace más grande sin ensanchar sus calles se viste juvenil y ha crecido su altura, no choca contra sí, solamente se diluye en el tiempo. A mi musa Yo escribo para amar y si me canso reposo sobre el brazo del olvido, yo soy viejo rufián que no descanso, corazón de niebla, de belleza huido, te tengo para verte y contemplarte, para mirarte tengo las dos varas que mido, la una, exuberante, se vanagloria en tu arte, la otra desperdicia un gran amor vivido, te quiero por gustar con elegancia, para elegirte me entiendo el elegido y no soy más que tú con más prestancia, ligeramente anciano, encanecido. Escribir ahora Llega un momento que escribir no es un arte ni una profesión ni siquiera aquello que fue otras veces, escribir, ahora, es un ejercicio físico, escribo para hacer músculos, levanto palabras, busco la belleza en mi cuerpo de hombre, como el viejo sabor a mar en el vientre de los peces, es algo delicado, y al tiempo viril, escribir me hace más fuerte. Desnudez Desnudo, de cintura para arriba, arrimando el hombro a las cosas de la vida, seguramente turbio en contadas horas también opaco y si me apuran siniestro madrugando en los mendrugos suspirando en los suspiros, montado sobre sí cuanto antes y con exceso a veces transparente y otras veces callado es pintura sacada a las primeras horas del día, un corazón fiel lo esculpe sordamente nunca entiendo del todo que ese soy yo muchas veces. El hombre de ahora Quién diría que aquel niño rubio, tan pálido y frágil sería luego el hombre delgado de hoy, tan lleno de vitalidad, un campo hirsuto y fértil, una palabra amable, llena de matices, una profunda respiración azul cuando fumas y todo el atlántico en un vaso de cristal si bebes, multiplicas el oro de tus genitales, engendras vida a cada paso a cada palabra, verdaderamente haces felices a tus amigos. Espinos y alambradas A los que murieron en las pateras Erial del amor, noche de espinos, mi corazón lastrado por doce caninos, doce figuras dulces, llenas de alba, doce manos abiertas de lirios y agua. Miran tus ojos verdes ramos de estrellas y es la corona al viento tu cabellera, vistes vientos suaves y entre tus trenzas caen cascadas de luces, gritos de sedas. Ara de los vergeles, dame tu abrazo, que quiero morirme pronto en tu regazo; dame tus pechos y volaremos juntos, llenándonos de la noche, como difuntos, que el alba llegue y nos encuentre Aurora fundidos en un cuerpo solo y un alma sola. El puño apretado ¡ Oh silencio dame tu cristal denso de la verdad! verdad dame las llamas claras de tu agua, agua dame la virtud donosa que ama a todo lo viviente, viviente dame tu luz ensoñada, tu atardecer agotado y luminoso, luz dame tu cuento frito, tus parábolas del ojo ciego, ceguedad escríbeme todos los nombres que has olvidado, olvido déjame a tu hijo escalando por los riscos inaccesibles, altura dame tu suelo para que se echen al vuelo mis sombras, sombras acordaos que sois la dulce siega que mi siega os segó. N.Y. Cuántos años pasé queriendo estar contigo, tan ciudadano me hice que me olvidé tu mar, yo hubiera paseado a la luz de tus puertos y en las mullidas aguas te hablaría sordamente, oh ciudad tan hermosa, tan grande y descuidada de agrestes oficinas y aguas embotelladas, tan cálida en verano, tan fría los inviernos, de esquinas rebosantes y andares ligeros, me hubiera serenado leyendo a tus escritores con ellos yo tendría tu humano corazón, de hormigón armado se elevan puros sueños y en grandes cristaleras reluce nuevo el Sol, cuántos años pasé amándote con furia, con el deseo más blanco y el negro trabazón de una luz proyectada que estremecía al mirarte por un niño en el cine que en tus calles jugaba. Cuando el ayer era una montaña Quizás se lo debía, habida cuenta el tiempo que estuve con ella, aunque tampoco estoy seguro de haberlo hecho bien, había muchas más cosas, era enorme y yo solo un niño, el humo del cigarro se escapa ahora de mí cachondeándose, no es lo mejor que he escrito, tengo el arrepentimiento ante la obra, se lo debía, ahora parece que es ella la que me lo debe, el tiempo es maraña de cosas inservibles, mejor me callo, en cierto modo yo era feliz entonces, también con ella, he disfrutado su ritmo solemne y apabullante, pero ya soy otra persona, ¿ debería ser el otro de entonces? ¿ seguir siendo yo sin perder ninguno de mis ápices, estar en la cumbre del todo? esa obra es poca cosa y la posteridad un cuento chino, la colilla del cigarro ahora apagada acaba todo su cachondeo, me preocupa ser con dignidad, disfrutar de mí, me arrepiento de no haberme obsesionado conmigo, ni ella, con toda su enorme grandeza, merece mi ensimismamiento. Pocos son y ninguno lo es de este mar profundo solo puede sacarse profundidad que es un concepto, no alegoría, ni modo, ni sustancia, tan solo la distancia enorme que puede suponer la muerte, cuanto más adentremos el corazón del hombre más necios parecemos, pues que todo hombre acaba de nacer ayer mismo y lo sostiene el cuidadoso amor que lo lleva por los hombros, el que juega con él por los paseos y le hace sonreír; hombres, no es que no améis al hombre sino que no sabéis hacerlo, amar es un principio equivalente, paradigmático, secuencial, necesita corregir y ser corregido y sobre todo disfrutar, solazarse en el amor es ser clemente con los hombres y querer para todos ellos la gran felicidad, que nadie tuerza el gesto ante cualquier hombre, pues todo hombre es digno de ser amado si somos inteligentes. El hombre que estuvo más cerca Se acerca un hombre que me llega del olvido, hace años lo olvidé en una tormenta, su rostro no me mira ni yo lo miré nunca, sus ojos son mis pensamientos, sus besos lo fueron míos, me dejó un corazón que es de lo más discreto, podría decirle, sin faltar a la verdad, no te conozco, hemos vivido tan cerca que así es imposible conocernos, dicen que en la piel del Sol uno se muere de frío, cuando las lágrimas le cegaron parecíamos estar aún más cerca, pero las celosas mujeres llegaron para destruir el embrujo, habíamos edificado una casa que no la destruyera el viento. Los días especiales Tengo la sensación de que no volverán aquellos días especiales, los días en los que pasaban cosas extraordinarias, no que fueran importantes, cosas que ocurrían inesperadamente, las buenas cosas que nunca se esperan, porque hace ya mucho tiempo que no tengo esos días especiales, días para regalar a la gentes para las que yo escribo, esas personas que son sensatas en los manicomios, amantes en los infiernos, triunfadoras de la poesía aunque fracasen, gentes que ha merecido la pena no conocerlas, pero intuirlas, pensarlas, quizás viendo un personaje del teatro o de la televisión, con las que me siento solidario, de la misma especie, del mismo ser. El amante enfebrecido Ay pajarillo alza tu vuelo, aléjate de mí yo suelo amar y amar tanto que no me canso de amar ni de mirar, ser músico nunca me hubiera cansado, tenerte conmigo en cada pensamiento de sobar tu nombre enfebrecido y de estar por ti y para ti a diario, extiende tus bellas alas de un color excitante y con el blanco purísimo de tu plumaje alza el vuelo, no haya jaulas para un ser tan hermoso. La voz que tiembla La voz tiembla cuando estamos solos y el mundo nos acompaña, este mundo acompañante qué difícil es ignorar y más saberlo, la emoción es uno grande de los sentimientos, tiene voz de cantante y el trémulo ser que un día nació de un vientre, habita dentro del alma junto los triglicéridos y la testosterona, también del corazón, la cuna andante de los sentimientos, la voz te tiembla y yo me siento más unido a ti, tienes tanta vida que me contagias tu fragilidad, es el momento de gozarte, para luego olvidar del todo que eres la belleza. Los poemas olvidados Esa voz que me habla es el yo que me habita, un día cantó y hoy lo hace por otro, cuesta dejar de ser el yo que hablaba ex cátedra, desde el oscuro vértice de las palabras de otros, llevamos sobre nosotros la otredad amurallada, el auténtico ser apenas si tiene espacio entre la ley y el pueblo, nos hace, nos deshace, nos lleva y nos trae en el desconocimiento; por eso, al olvidar mis versos, me rescato doblemente, tengo nuevo rostro, otra voz me desacostumbra, otro sentir, también un dolor vago que no sé localizar exactamente, el extraño picor que juega a equivocarme, no me da vergüenza estar en la ingle de los pueblos y que ellos me lleven hacia el amor o hacia el desagüe, solamente el campo, los árboles, el río, me hacen libre con su palma de la mano llena de arrugas, la constante y cristalina seguridad de las piedras, el sonoro vacío que dejan los vientos y los rayos, mis poemas olvidados. Voy de muerto en la muerte Ahora que sé escribir me tengo que morir, ahora que me leo bastante y me corrijo con arte, tengo que dejar de hablar para irme a otro lugar donde nos mientan con gusto aquellos que nos dan disgustos. en fin, qué se le va a hacer, no me lo puedo creer, me iré con toda las prisas cuando caiga la cornisa, y me dé en toda la cholla, esto de la muerte amigo no será ninguna broma, pero me correré de gusto al daros un buen disgusto, a los que decís amarme y solo sabéis matarme como los dioses ancianos que todos han olvidado. Nada más despertar Al despertar del día volvemos a nacer, podemos borrar en la noche los días anteriores, son como frutos, algunos tan malos, que se deshacen y van a parar con sus huesos y pieles a la basura, cada día nos renovamos y cambiamos de nombre ponemos el que más nos gusta, miramos las mujeres que nos apetecen, cada día morimos en nuestros brazos, que no es cerrar, ni huir, ni cambiar, sino volvernos polvo, el polvo enamorado de la libertad. Ser por ser Ser para no ser y no encontrar la dureza del no ser, ser también, y es hora de decirlo, la quintaesencia: el mundo maravilloso, hermoso del pensamiento, un ruido azul turquesa entre los montes azules, yo mismo en cuclillas colgándome faroles y palabras agarrotadas, el dulce olor a esencia derramada la primavera frugal en las esquinas del alma, corriendo por praderas dulcemente frescas, al tuntún del silencio, a veces un zumbido, hago proposición de mis partículas elementales, la fosforescencia de la fotosíntesis, hoy pensé en mi casa, la puerta, al abrir, me abro, al entrar me entro, cada habitación es mi cuerpo en decúbito supino, siempre pasó algo atrevido y placentero, la luna de los espejos reflejando mi ser, ¿ soy yo o no soy yo?, pienso en los libros... Silenciosamente Otra vez mañana me habré ido esta vez para siempre, se quedará el paisaje, los árboles cautivos, también las aves, no me olvidaré los peces, sin peces no tengo amigos, resonarán los aires golpeando las puertas, es manía muy antigua el dejarlas abiertas, se entonarán las nubes encendidas de rojos y el sol tan rutilante te cegará los ojos y yo ya me habré ido, esta vez para siempre sin volver del olvido, habrá días alegres que cantarán canciones, las calles solitarias que amanecen tranquilas y sonará en la fuente el agua que desperdicia, todo será igual a como hubo sido, repicarán campanas, se jugará en las escuelas, los mares llenarán turistas y clientelas por la ciudad encendida subirá su luz tan blanco como el ocaso brillará el grisú y yo me habré ido y todos, bien con mal, desde la misma gente, no quedará jamás ni rastro de ponerme, tal como vine me fui, silencioso, sin ruido. El goce de la vida La vida sigue pisándonos el cuerpo dejándonos sus pasos de huellas inhabitables, largos caminos, salidas, bocacalles, y el ancho mar, inmenso, intransitable, la vida sigue con su dolor en el viento saltando cumbres, esquinas, en las ciudades, su espíritu fugaz, de hombres, acumulable, se balancea y no la escucha nadie; la vida escribe por el oído ajeno, que no calibra y piensa mal si hace, la que trabaja rudimentariamente, la que nos lleva perdidos a sus finales, oh vida escasa, fragancia de la rosa, escrita en tablas y rota en sus murallas, vida de paz conforme están las cosas, tan bella es como pronto acaba. Paradoja de doble sentido Impensado mi otro yo se va conmigo de mis ojos su vista es más alcance, de su tiempo el amor imponderable, al rigor de la verdad y de su abrigo, otro ser, otro aire, el pensamiento puro e inmarcesible vive dentro, si por dentro yo manejo los detalles él por fuera me dirige como nadie, vino en mí mas por mí nunca me vino, que ya contaba antes su presencia, se hizo yo, mas pronto fue advertido que no lo es en nada en esencia, mi otro yo se insacula en mis manos, sobre el cuerpo describe lo profundo más que yo y siendo de este mundo yo le dejo seguir mientras me acabo. Rueda dentada que gira por el espacio En la vida de un hombre un año equivale a otro año, y todos los años juntos apenas son un año, hemos pasado el tiempo tirando cosas arriba que luego caen, impepinablemente, sobre nuestras cabezas, cuando somos conscientes y radicales con nuestro ser somos felices, porque vivir plenamente nosotros mismos es lo deleitable, aseados, bien vestidos, decididos, constante el ejercicio físico, no hay gozo mayor para el hombre que gozar su existencia, y no permitir, jamás, que otros la mancillen con sus tonterías. En aquellos tiempos En aquel tiempo yo respiraba, cosa que no era poco en aquellos tiempos opresores, también comía y disfrutaba el sexo, era un tiempo hermoso para mí, fragante para mi flor nueva, para mi mente clara, pasaban nubes, terrores, furor y fuego y de aquellas cenizas saqué sonrisas, lo que tampoco es poco reír ante los malos tiempos, ¿ habré aprendido la lección y no escucharé a las negras nubes, los terrores y el furor del fuego? ¿ sabré solo quedarme con mis sonrisas, con la fragante flor nueva de mi pensamiento? ¿ o tendré piedad de los malos, que me suele pasar, y pondrán su bota sobre mi cabeza a la menor ocasión? Sin hacer nada Sin la palabra, tan solo con el cuerpo, en la penumbra de la noche un día me dí de bruces con la melancolía, crucé mis dedos a modo de anticuerpo, me cachis en la mar el mar está solo, abruptamente verde como un olivo, seguramente tiembla, de terror vivo y solo con bramidos espanta el dolo, sin la palabra, tan solo voy viviendo, contando las partículas que me hacen, el equilibro exacto, la paz que pacen, mi solución es vivir hasta muriendo. Un dios distinto En aquellos tiempos yo era un hombre serio, todas las gentes me parecían superficiales, algo estúpidas, incapaces de estudiar completamente una teoría científica, nada escrupulosos con la buena ciencia, me decían que eran mis hermanos y yo no los quería ni como primos, les gustaba el fútbol, las mujeres y hasta la fría cerveza, menos mal que los tiempos cambiaron y me hicieron un estúpido más, ahora todos me parecen sabios, lo cual también es sospechoso, el espíritu del genio que nos habita y explica un poema de mil maneras, el mismo que hace que en la paradoja la partícula sea y no sea al tiempo, me temo influya en mi ánimo y algo me quiera decir con sus intrigas, porque es lo cierto que el mundo sigue con sus tonterías, solo que yo echo de menos a mi antiguo hombre, sabía estudiar y nunca era superficial. Mínimo quantum posible En aquellos tiempos había un dios que habitaba la tierra, distinto, orondo, brillante como la piel de una manzana, sabía distinguir el bien del mal y nos lo decía, nos decía qué debíamos hacer para ser felices y lo creíamos, en aquellos tiempos los hombres eran creyentes que es modo de ser sabios, se peinaban al gusto de los dioses y caminaban con soltura, cada hombre parecía el arquitecto del Partenón, en cada hombre había la brillante disquisición del mínimo quantum possible, conocíamos el remoto espacio de lo más pequeño, el peso del alma, todo esto nos permitía soñar y crear nuestros propios dioses, algunos austeros y otros no tanto, en los hermosos cotos figuras mitológicas, de poca imaginación, vagaban etéreamente, fueron tiempos magnánimos cuyos esqueletos aún permanecen y en las dulces tardes, en los círculos de los vientos, se oyen como un murmullo, sus pechos nos descubren las mágicas mujeres. La araña En el viejo oscuro jardín las flores centellean y placidamente se entregan a los juegos amorosos, una fragancia sutil hace que la vida sea útil, mejora los dorados brocados del jardín, y la dulce estancia se alfombra de sus cosas humildes, una araña se pasea con cuidado, tened cuidado de ella. Algo he hecho mal Me ha bastado lo poco y aún lo mucho sobró, no he sido hombre de elocuencias y grandes monumentos, me basta la escasa biblioteca de un río que baje cristalino casi pidiendo permiso y no palabras y más palabras, los atracones de obras de arte, algo he hecho mal cuando leo mis muchos poemarios, todo lo mucho cansa y en mi caso hastía, sobradamente sé que en la Naturaleza no hay sitio para la soberbia. El poema instantáneo Un poema breve nunca sale del corazón, es una pizca, una centella, una estrella fugaz, parece bellísimo, estremecedor, porque es veloz, enciende la luz en los párpados, si yo me lo digo es como un beso átono que me doy, también necesito besos, quizás sea lo único que necesite, amarme enteramente, con todo mi cuerpo, como si pasara los labios por mi pecho y me diera un gusto seco que me divida en dos: a una parte estoy yo y amara a mi otra parte, y el culo se me partiera de tanto amor. Los dueños Te visten y te desnudan, todas las noches desnudan tu cuerpo que orondo se estremece y se exalta, todos los días te cubren el rostro, como si la vida sintiera vergüenza de la desnudez, y con sus palabras, todas las palabras, taparan tus tetillas erizadas y tu respiración, la vida siente reparos de las manos ávidas y las miradas a las ingles, lo más importante es taparlo todo con las palabras aunque las palabras sean el semen que eyaculó la noche. La huerta ante mí siempre Escribo para mí, cuánto te quiero, las tardes tienen un campo rubio lleno de sol, abajo el río, pequeño, medio oculto, de hábiles profundidades, discurre buenamente defendiendo a sus peces, los árboles se llenan de moradas ciruelas, un humo quebrado sube y se desvanece, escribo para ti, no me interrumpas, pongo cara de sapo sabihondo, escucho atentamente en la esquina del jardín el trajín de los hombres, no quiero alargarte el poema, quiero que sea veraz, la verdad es una ofrenda fragante para la amada, en este caso tú. El teatro romano En las gradas del teatro titilan las margaritas, aquí estuvieron miles de gentes que oyeron estremecidas las trágicas palabras de los autores clásicos, la vida entonces tendría un mágico argumento, los versos fueron el fundamento de una buena teoría, en las gradas del teatro hoy titilan las margaritas, el cielo se embellece y las palabras apenas si se leen escritas. Los oscuros ríos Cuando llega a la ciudad el río cambia de cara, aún en lo farragoso del día atormentado ralentiza su cauce, bajo el puente mira al pasajero que lo contempla y se hunde levemente en la sombra de los arcos, no precisa de Sol ni de viento, se la traen floja, es un río ciudadano que ha conocido a miles de sinvergüenzas, esos hombres que mienten desde niños y son unos golfos, su filosofía es simple: no pasar dos veces por el mismo sitio, tampoco ser transparente, en la ciudad está mal visto, ni oler demasiado mal como huelen las acequias, pero si alguna vez veis un pez en estos ríos ciudadanos contempláis a un héroe, con esto lo digo todo. Espacio Oh espacio que me acoges en tus divinos brazos y restituyes mi alma en mayestática esencia, oh luces y penumbras acogedoras tendidas sobre mí abriéndome al espacio, oh silencio que me acompañas íntimamente, más adherido que mis huesos, mi sostén. Los ríos coronados ¿ Cuantos chinarros estarán río arriba, entre las blandas hojas de las aguas del río, pellizcados por pececitos que mordisquean sus vellosidades? Nadie escribe la historia de los ríos, realmente, con paciencia, yo sí, porque los amo y no les quito ojo, me gustan los ríos, la languidez de sus aguas, hasta el runruneo sobre la poza me suena insinuante, los ríos son todos excelsos y merecen la corona de las hojas de sus árboles, están llenos de la fragante cultura, la que siendo de todos nunca es vulgar. La nueva ciudad Ciudad en rectas proyectada, ventana que nadie abre muro borrado, campos y más campos, lluvia de cristales rotos, ciudad amontonada donde se pasean los cadáveres que acumula rincones y cubos paralepípedos, ciudad proyectada en volúmenes discordes, ojos que nos miran, bocas que nos tragan, polvos y más polvos, gentes famélicas, abrigos rotos, sin un solo mural digno de verse, con borrones y manchas, pisoteada por los cielos, meada por los perros, su música es el canto agudo de las sirenas, que nunca duerme del todo y nunca se levanta, de ladrillos podridos y de caras pálidas oh ciudad que siempre vive en barrios extremos y se baña en los oscuros socavones que la socavan, que es un grito anónimo de macetas no regadas, con bares que se hunden en la oscura soledad y campos improvisados del fútbol por chiquillos que se entregan al juego como a un deber inconcluso, ciudad parada, en medio de los campos, la pobreza se exhibe, las grietas no se tapan, también la paz destruye la ciudad hasta con saña. Las oscuras iglesias En las oscuras iglesias los oscuros rincones rezan oscuramente, el polvo de los siglos desenterró a sus muertos y una oscura fragancia es salvífica oración, por esos rincones muestro mi dolor profundo, la caricia que el viento nunca acarició, los rostros que se fueron, las risas que se perdieron, los momentos atentos que prestaron atención, cuando yo veo a un pobre andrajoso siempre lo pienso nació un día, una madre lo tuvo en sus brazos, lo amamantó, qué fácil es entonces que los oscuros rincones recen una oración por los que se quedaron solos, tan solos como Dios. La cultura Me gusta pararme ante las grandes cosas, la naturaleza, y no lo digo por ser un lugar común, siempre me asomé a su grandeza desde los altozanos, ya fueran bosques, mares o tierra solo, hablar con el mundo vital y único, frente a lo inmenso y no esperar que me devuelva el pensamiento, el pensamiento suele hablar consigo y contestarse, ya sé que parece locura, pero es cierto que nos hablamos solos, basta que ese mundo enfrente sea callado y sea tan grande que subir y contemplarlo sea un acto de cultura. La herida Tengo una zanja en mi corazón, tanto tiempo la llevo que no me doy ni cuenta, seguramente llora en mis horas ocultas, lamento de una fiera o de una constelación, es una llaga luminosa que enciende la oscuridad, la llama fría que me quema como el fuego, tengo un dolor hondo que ni le pongo nombre, me parte el pecho en dos y no me alivia, seguramente una mano asesina me dio un tajo, otra mano asesina podría meter en ella sus cinco dedos y tocar el piano sobre mis pálidas costillas. El espejo Yo me miro en el espejo y el espejo me mira, me regala el infinito, la luz proyectada que vive tras las cosas, el inmenso tiempo que contiene el instante, si le acerco mi aliento se le nublan los ojos hasta el espejo me ama. La caricia La caricia es la grafía del corazón en las antenas de los insectos, la sublime cultura. La cabeza de cristal Cuando los asesinos se enamoraron la muerte fue de cristal, una cabeza de cuarzo que gira mayestática entre los rayos sólidos que muestra el gran vacío de toda cabeza hueca, crisálida del mundo rueda por otros mundos, los visionarios telescopios la tomaron por una estrella pero solo es un lamento de la cristalizada materia, gira mayestática con todas las constelaciones, ni el frío la entumece ni el calor la acojona, luego, derramada, más valiosa que el oro, se hace agua yo la bebo, la bebo insustancial por mi sueño atormentado hasta que mis entrañas gritan por el dolor de sus pinchos. Homero Siéntate en mí, dame las hundidas perlas de tu no mirada. El hombre He crecido sabiendo día a día que soy pequeño, entre las grandes casas de enorme edificios, las carreteras altas sobre los curvos puentes, la enormidad me cubre con su abismo a mis pies, hasta las mismas gentes me hacen más pequeño, he crecido hacia abajo, el gran mundo redondo desde los cielos gira, me hace aún más pequeño, disminuye mi ser: se crece cuando sabes que nunca serás grande y es inútil el empeño, se crece al revés. Poema de amor Soy inmaduro pero contigo maduro al instante, crezco por donde más me gusta, me hago un hombre duro como el pedernal y al tiempo mi boca es un manjar líquido, saco reservas del aire y al instante me las bebo, tu amor es insaciable a ciertas horas, que otras no, soy tu soldado, chavalillo de los pantalones de punta, que roza el cuello de tus piernas, y presumido, creo que tú no te enteraste del todo, somos como los amantes que nunca se enteran del todo. El hombre que perdió su nombre Hubo una vez un hombre, que no era muy hombre, el pobrecillo quería pasar por ser hombre pero nunca engañó a los maliciosos, que torcían la mirada al nombrarlo y nunca le hicieron un hueco en sus charlas, ese hombre se murió como todos, también aquellos que le escarmentaban, y luego, cuando ya no hubo remedio, desde el otro mundo santísimos doctos le dijeron: fuiste tonto, los que te torturaban con saña penaban en ti sus pecados ocultos, digamos para terminar que las mañanas limpiaron sus heridas. La ciudad En una ciudad pasa de todo pero como los buenos escritores todo lo cuenta fácil, las gentes sufren, charlan y padecen en sus piernas, las esquinas hacen de la vida una prostituta llevadera, la ciudad es el poema insuperable, millones y trillones de buenos versos, cuando el sol pasa por ella, con discreción admirable, hasta la lluvia se civiliza cuando llega a la ciudad, me gusta la ciudad, me da en las ingles su baño de inteligencia, me lo sube todo, hasta el coeficiente intelectual, porque me deja pisarla y olerla y ser el que soy. La ciudad La ciudad es el museo de los poemas, ningún poeta llega a ser nunca un gestor de poemas como lo es la ciudad, nada escapa a los presentimientos en una ciudad tan grande, detrás de los cristales escapan como lágrimas que lloran luminosas en el frío cristal, la estancia dibujada por las rectas de los muebles en su techo hay una enorme calavera verde que escupe un perfume sanguinolento de esta mañana mismo, de un día negro y noches de cristal. Mi amigo Apuesto a un amigo, y a un amigo sobre otro amigo, amigo de amistad líquida, de virtud sometida, de campo inexplorado, amigo tan ruin que me lo quita todo, hasta los buenos pensamientos y que se agacha y me ofrece sus dos senos diminutos, amigo de las virtudes incontroladas, de los seráficos vientos y de las noches luminosas, de las jugosas palabras en el bar, donde la soledad se echa un pulso contra los suelos sucios, tengo un amigo valentón que opone su pecho bárbaramente, y su barba escuece solo al mirarla, mi amigo embraguetado, padre de mi alma, por las esquinas de mi corazón sentado, con muchas tardes a cuestas y muchas sombras penetradas. La felicidad estalla sin avisar He mirado al mundo como un espejo a veces rutilante, otras entendía que me quedé solo en los días más tristes, ahora pienso que la felicidad estalla por sí sola, la vida es un yo multiplicado que exige neutralidad, el fracaso de unos nunca dejó de ser también mi fracaso, las heridas que me muestran me duelen en lo más hondo. El Sol Escribo porque el Sol da en las paredes del cementerio y me entristezco: la vida es efímera, cualquier hombre merece vivir un poco más, ¿ De qué le vale al arrogante Sol ser tan poderoso si todas sus criaturas acaban muertas? Escribo, porque de pronto me brota la tristeza y no es por mí, nunca me escribo a mí, escribo para ti, súbitamente. El respeto Cada ser de este mundo es una constelación, a veces titubeante como el insecto por el jardín, el respeto se cartografía en la indiferencia y en la libertad, respetar es no hacer lo innecesario ni gustar lo superfluo para saborear el fracaso ajeno, todo ser es centro de un universo y lo arrastra por el jardín, solo el ojo sabio sabe romper el respeto con su mirada amorosa. El banco Echo de menos la soledad de un banco que se siente conmigo y que descanse... El arte de repartir Alguna vez alguno dio su parte y en parte por ser parte otra parte dio, no es del todo cierto que el que todo reparte reparta todo del todo si alguna parte dio, que en esto de partir parte con parte no fue el todo la parte que alguna vez se dio, es más, y con razón lo digo, quien la dio, aún teniendo ante sí todo, de parte a parte, estando de su parte la mejor parte quedó. Soledad es la raíz de todos los árboles Si cuento mis amigos me cuento un cuento, mis amigos no cuentan si mi patria huye, un consejo de dar siempre fue de recibir, plañideras me lloraron por surcos interminables, sus rastros por los paseos de las fuentes hoy secas, todo está solo en la soledad de las ciudades, los gritos no gritan, las miradas no miran, amarga es la estancia de los dioses desocupados, oh plomo derretido en las calaveras sin nombre, augusto paseo de cipreses por caminos empedrados, las capas voladoras, a galope tendido, el duro sonido de los cascos acerca a un amigo, la tarde se extiende como una esmeralda fulgente. Mi río eres tú Oh río por quien pasaste tantos los años, tantas las gentes y te llevaste tanto de aires, tanto de sol, herida de agua bajaste por las riveras, alegre tu paso hermoso con pies tan fríos y el alboroto de tus piedras tan sabio y lento y escurridizo, río de tantos años y tantos pueblos, sabio, silente, acompañando por los resquicios, tierras labradas y gran hartura entre las nubes que dibujabas en días calmosos y reventabas con juventud, el río de todos, generaciones te contemplaron, se animaron a hundirse en ti y te bañaron sus carnes cálidas, trémulas, alborotadas y tan gozosas de tenerte a ti, entre tus brazos, tan tiernos siempre y tan fríos, del mismo amor que abre caminos y se desviste por tus senderos que has recorrido, desde siempre mi río eres tú. En tu pecho se mueve el Universo En las ventanas de tu pecho se abre el universo, son todos los astros juntos y ninguno lo es, el gran sol oculto y negro lo engendra, sus días no son miles, ni son más, ni un solo día, bellamente salen los astros y duramente son bellos, corazones de piedra y gases en fuego se consumen, giran impávidos nunca pueden huir, pues todo es contingente, y tú, la más hermosa, ¿ te paseas triste en tu hermosura? Abre tus pecho y siente fúlgidamente la caricia de su vuelo, te besarán las tetillas los gruesos labios de tu amante y brotarán de tu pecho como bulliciosos astros los ágiles espeluznos del mejor de tus amantes. El camino El paseo se adentra imperceptible en mí, por mi cuerpo camina como un compañero. Virilidad Cada día que pasa soy más viril, de niño apuntaba maneras, la defensa a mis hermanas, era algo ínclito, que habitaba mis genes, ahora, cuando la vejez para mí es también recia, hago mis ejercicios físicos a diario y ordeno ascéticamente mi armario, los trajes bien alineados, las camisas sin arrugas, visto y calzo solo cosas de hombre, rechazo la ambigüedad en las formas y en el fondo, lo viril es un paseo del alma en busca de lo honesto, la verdad alimenta mi cerebro y mis músculos, tomo partido por la marcha a buen ritmo, que es una manera de no traicionar a mis huesos. Lo pasado no es ser La misma suavidad que tiene hoy forzosa es dureza inquebrantable mirar el ayer pasado infranqueable en la virtud en que viviendo estoy. La misma senda y el alma me la doy, quebrada estampa de un mundo insuperable, será presente mas nada es inmutable si está cargado de lo que en ser no soy. Por mis dichas y amores irresolutos por tanto azar cambiante entre las gentes el universo dio partidos impolutos. Mas radical y por seguir a los entes de un lado a otro fui de fiesta a lutos, para acabar en cosas intrascendentes. La carretera Al mundo se va por una carretera ancha, que sube y baja, se esconde y aparece, con tantas curvas como rectas definidas, recodos y paradas, con bares para camiones y un paisaje que cambia y en cada cambio quiere aparecer mejor, más bello, más hondo, más regalado al viajero, con casuchas del sexo y viejos cortijos vacíos, con pobres animalejos que acaban muertos atropellados y unas nubes grises que parecen amenazantes y son pacíficas, al mundo se va siempre por los mismos sitios por donde van los mismos hombres entre señales idénticas, hacia los mismos lugares donde el pasado espera en esos instantes de felicidad que se sienten como dolorosos, pero el dolor no duele, asfixia, nos deja descontentos de nosotros mismos y en ese dolor tomamos la carretera con los viejos bríos, rejuvenecemos al pasar por los sitios que la juventud pasó, nos esperan las cosas viejas de siempre que nos hacían jóvenes, como si nada hubiera cambiado, porque el mundo nunca cambia, aterra pensar que no pueda cambiar y que sea otro mundo, el aterrador mundo de los otros cuyas verdades son inhabitables porque los poetas vivimos mucho de los sueños y los sueños, aunque se repitan, siempre dicen algo distinto, ofrecen un destino en la ancha carretera, la que va al mundo. El paisaje Cuántos paisajes vienen de los hombres, la carretera callada, la tierra varada en el mar, la mirada de los perros, incluso la puesta del sol, vienen de los desengaños, del miedo que dan los hombres, la humanidad doliente de todos tiempos, la luz que apagan; cuántos paisajes nacen adentro de nosotros, solitarios y pacíficos son jardines edificados por la soledad y la indiferencia, donde debió estar amor estuvo la incomprensión, donde la fe la duda, el hombre nos lleva a sus paisajes desterrados donde hay paz y el silencio nos abriga con sus callados brazos todavía calientes. Yo escribo al borde del abismo Al límite de un hombre muy limitado, en el infinito insaculo de la fosforada y en la alta profundidad de una olla vacía, escribo y me sale un rollo en el que me convierto, me lío y doy vueltas sobre lo mismo como esas mariquitas del jardín que se hacen pelotas, mi gran sabiduría fue encerrarme en mí, como si el mundo acabara mañana: Oh muerte escribe en mí tus manos frías, llévame a la frialdad total que habitan los astros, a la oscuridad remota, al límite del ser, para que entienda de una vez la violencia de los hombres. ¡ Oh hermosas ninfas, rescatadme! Si ayer pasara por mi calle ni le hablara, yo me iría a la otra acera al momento, ayer fue un pasado cruento, mató mi alma, y me dejó incruento, si ayer me viera ni lo viera, huiría de él como de un maldito, me alejaría aún más lejos, al infinito, que el ayer me matara y me doliera, yo fui un niño feliz y desde entonces se atravesó un borrico en mi vida, me persiguió, me calumnió enseguida, me quitó la moral e hizo incruento. ¿ Qué es un Ser que nunca fue temido, que hasta los niños se sentían valientes al ofenderlo, un judío sin raza, un sabio lento paseando por un ayer que lo hizo incruento? ¡ Oh hermosas ninfas, rescatadme! preguntadme por las esquinas si quiero vuestro amor, donadme, todas vosotras sois para mí una flor, con mucho quiero gozaros hasta hartarme. Que el pasado se me muera, y el mundo alegre, más ligero lo digiera, yo escupe lejos y el ayer se me olvide para siempre. Oh tú mi sol en campo en mí llevado, aliento y alma en mi poesía escrito, oh tú mi bien, excelso tan bendito, dentro todo de mí, mi bien amado. Tan grande como bello e inaudito, portento en uno de la virtud has juntado el oro que regalas en aro descrito y el halo de armonía que te ha lanzado. Oh sol que repetido haces historia y traes y llevas por el campo atrevido el trono de los dioses en tu gloria, que a la Tierra llenas encendido del calor que da vida en tu victoria sobre las sombras, sobre la luz uncido. El gran misterio soy yo mismo Dentro o detrás de mí, en alguna parte vive un ser de verdad que a veces siento es mi yo y no es mi yo, parte en mí incruento, que generosamente oculta su gran arte. Mi yo sabe vivir sin mí y aunque reparte su vida con la mía, no es Dios ni es mi cuento, sino lo más completo de mí mi aliento que de verdad me hace entero y me comparte. Saber que yo no soy yo en adelante parece como locura desatada, pero es el misterio y lo importante. El no saber de mí me da ganada una vida, que oculta a un ser gigante el que a ratos soy, y no es buscada. El hombre que vino de la eternidad Me refiero al hombre que vino de la eternidad para morir, para gozar de una muerte incluso matemática, para tener un ramillete de cosas buenas que solo tienen los mortales, la libertad, la valentía, los días perdidos, el amor, la astuta ignorancia que pasa por ser inocente. Me conformo Yo me conformo, si miro alrededor yo me conformo, con ser como la rosa, que es efímera, con soñar con las sombras, con dormir por el día, con recoger en mi frente todo el frente dorado de la poesía, con sembrar con mis pasos el triste paso de un hombre, con mirar la belleza que a los grandes inspira, con mirarte a los ojos, con oler tu perfume, con oírte, reír, con callar, con morir, también, que la vida me cansa y me da miedo perderte... Tu cuerpo Tu cuerpo lo recrea mi mirada, que te envuelve y se queda totalmente acabada, que muero por mirarte y por sembrar mi fuego, tu cuerpo lo mueves como un reloj oculto, cambiándole de horas y de mundos, como un río que subiera a la montaña, como una luz quemada que, en medio de la noche, se consume y me baña, tienes el perfume de los bosques ancestrales, llenados de malezas y de sublimes paisajes, urdidos en las estepas y en los terrores viejos, bajados a los ríos tranquilos, y a las rojas mesetas, tu cuerpo es la soledad, la gran poesía hablada la noche trasnochada, el lupanar, el delirio de mi mundo, tanto querer estar, tanto quererte, que mis días ya no cuentan... El amor El amor es un sinfín, una espera, llamaradas y fuegos en primavera, una caricia, una delicia, un sorbo de amargo vino a toda prisa, es un volcán, ¡ ja, ja, ja!, el no va más, unas manos cogidas para pasar a otra vida, un beso que nunca acaba una larga mirada, es un paseo, aprovecho que te veo, es la locura que con otro amor se cura, es el deseo, ¡ espera!, que me lo creo... Y nada más. ¡ Me he vuelto a enamorar!. El amante de la luz Quiero pintarte el cuerpo con mis deseos poner en el lugar de otro mi corazón, besarte tierno sobre las espaldas hundir sobre tu pecho mi idolátrica voz, quiero quererte joven y como un negro potro que al pronto se levante y encabrite las patas amar frenéticamente, lo inquieto es el amor, saborear tus besos sentir su empalago que brille austeramente la luz en mi rincón, sin despertar dormirme reposar en tu pecho, y acompasadamente navegar como un soplo en la blancura alada de nuestra juventud por el momento breve que nos junta a los dos, que luego, jubiloso, después de haber amado sentir que he reposado y que he nacido nuevo, brillar, ya sin deseos, como brilla la luz en un ocaso leve tal como muere el sol. Me gustas tú Me gusta la consonante que no pesa, la clara luz que escrita sigue clara, me gusta verte, por una vez, en mi vida, me gusta que me guste a quien yo gusto, gústame de una vez por todas y al principio este gusto que me sale inconocible, esa crepitación del ser ese indecible gusto de ser gozado imperceptible, me gustas tú, y es hora te lo diga, como un jardín en medio de la tarde, como un verso atorado que se sale, como una noche errada de regustos, y cuando esté de gusto resabiado, con cara de partida moribundo que me guste la muerte y me guste mi olvido, a la sazón mis versos derretidos todos de un gusto amargo. Complacido. Quiero que me nombres Quiero que te siembres en esta tarde, y que al posar tu cuerpo, sobre mí, desnudo, sobre mi pecho escribas con tus uñas afiladas el instante más puro. Quiero que me nombres y que mi nombre suene, que se llene la tarde de mi nombre, tuyo, quiero unir mi deseo de amor a tu deseo, que me tengas también, que estoy cansado, y deseando recibirte al otro lado del mundo. Quiero ponerme serio, grave, rudo, dejar que mi barba te escueza y te arañe, quiero notar la suavidad de tu piel, quiero en ti como hembra desearme, vaciarme del todo, que estoy acumulado, y de una vez, amarte y desamarte. Me tienes paliativo, errático, trasunto, me tienes fornicado, hurtado, moribundo, estoy, por ti, levitado y cornudo, pon tu pelo de seda, inconsistente y rubio, sobre mi vientre, mi sexualidad y mis muslos. Otoño Esta dulce estación, benigna en una hora, plácida la luz, del hombre su recuerdo, este pasar al lado de la tierra y sembrar con amor las paradas del tiempo, me acerca a ti, pues estuve separado y en lo más recóndito mío en ti me hallo, yo soy el hombre tan simple y educado tú eres la mar eterna de los versos; yo soy el hombre que nunca ve las cosas si no es con tiempo y cuando la vida cambia, tú eres la dicha , el sol, la imagen ancha de la divinidad total, incorrupta y el alma. Por eso ahora, que vengo nuevamente a respirar en ti el perfume de los bosques, en ti hallo mi sol, en ti mi hombre alegre por tu fuerza, mi día y mis noches. Un hombre Un hombre con todo lo que llevo, con todo lo que soy aunque lo ignore, con todo lo que quiero y no lo soy, con todo lo que quise o me lo crea. Un hombre para bien y para mal, para seguirme a mí aunque me pierda, cuando me acabe al fin, cuando me muera, porque lo quiera así aún no lo sea. Sin más pena ni gloria que el pecho ansía, ni más ventura que ser o seguir siendo, con la fortuna al revés, y aún perdiendo, el hombre del que nací y al que voy. Capaz de estremecerme con el llanto, más si no es mío aunque por mí lo sea capaz de cantar a otro y en el encanto callar también si la palabra afrenta. Saber que nada sé y esto sea mucho, para vivir al cabo en consecuencia, sentir que fui y aunque la muerte venga mirar la vida con alegría interna. ¿ Soy yo así o no lo he sido nunca? ¿ mi yo nació enterrado entre mis músculos' ¿o soy aquel que aunque no lo entienda prosiga y siga en la feroz contienda? Descanse pues sobre mis versos ahíto, parándose ante mí toda la enmienda véngase la paz como postrera hacienda y sea el que sea como mío lo crea. Dejadme Dejadme al fin cantar con la grandeza que dentro de mí encuentro al mundo, con la profunda verdad, con la llaneza de amar y solo amar lo más profundo; dejadme al fin soñar con mi poesía, toda llena de música no frustrada, relente de vivir, mi alma amada, dejadme ser feliz, por solo un día; yo quiero encontrar el ancho vuelo que hacia dentro de mí hace lo grande, mi corazón ya tiene alas, tiene el cielo, es veraz y locuaz, que no se ablande; yo quiero musitar con voz sentida la exclamación más pura hacia lo bello, quiero cantar con goce, me va en ello haber sabido vivir en esta vida. Canción solitaria Yo soy del coro de hombres que hablan solos, que solos se pasean y solos van a dormir, tan solo estoy que hasta estarlo me da pereza, mucho me pesa estar toda mi vida en mí, a veces busco y escudriño de otro modo por si aflorara un amor para mí, mas pronto vuelvo a mi soledad cantada, mejor estoy solo que mal acompañado, ¿ a que sí? El amor se sienta en el dintel del jardín Qué fragor tiene la herida de las flores y mansedumbre de amor callado tienen, la presencia inhabitable que sostienen todo el profundo amor que al mundo ponen y qué bella es la flor del pensamiento esa que adorna las risas de las bellas, que saca luz y belleza a las estrellas, la que sostiene el poder del Universo, ¡ tengo una flor, por ti tengo un te quiero, tengo una rosa blanca, guardada y dura, tengo un perfume a sal, mi empuñadura por ti se eleva al viento cuanto yo puedo! El juglar Yo no quiero cantar sino ponerme, dejar mi sueño, mi sangre alborotada, dejar mi carne, mi dolor, dejar mi entraña, a mí dejarme hablando con el alma, yo no quiero hacerme bello ni aún eterno, sino fugaz en el tiempo y predecible, quiero ser yo y como yo oírme diciéndome verdades sin más trampa, no quiero el ejercicio fortuito, ni la voz quiero para acallar la vida, quiero ser un torrente entre mentiras, auténtico, veraz, el ser posible, para cantar, por susurrar, callando, entre mis versos habitarme silencioso con el tiempo de ser un ser dichoso sencillamente hablando, y conocible. Los versos Madre mía cuántas palabras usamos los poetas y la vida es un soplo, una fantasía que nadie puede atar y nadie puede coger, los poetas somos unos inútiles metidos en la vaciedad, tantas palabras son una grosería, el ejercicio menos poético, la verdad se insinúa, el verso bueno no es explícito, por eso voy a dejar de ser poeta, para escribir poesía como lo hicieron muchos tomados por extravagantes pero que eran auténticos, sin versos vomitados. Tus lágrimas lloro Tus lágrimas lloro y me atropellan, tanto me amaste que aún muerto me amas, tanto suspiraste por mí que un río de lágrimas sale, la vereda se retuerce, los árboles se rebelan, las viejas torres retroceden, tanto me amaste que hasta mi amor se olvida y por amarte llora, llora tus lágrimas, desesperado lloro ante tu muerte. A esta hora del día solo quiero seguir siendo el que fui, amar lo que amé, aborrecer lo que odié, levantarme sin más peso de mí que lo justo, vestirme con poco y adornarme con nada, entero y verdadero, único, no es poco lo que pido, me conformo con ser menos. La chica de la foto La chica de la foto parece aturdida, quizás en otro tiempo fue mi inspiración, la que me dio sus besos y olvidé en mi olvido, sus muslos serenos y su boca abundante, sus abrazos calientes, su alegría y su sabor, la chica de la foto es mi sola caricia me regala frescura, sonrisa a mi dolor, yo la paso en mi pecho y siento su delicia y su honda mirada vive en mi interior me hace ser de nuevo saliendo de mis hombros y se acuesta conmigo y duermo con su amor. El error acierta cien veces Estoy en uno de esos tiempos aniquiladores tan poético como el inconsciente, es un día sin fijos, prefijos, ni sufijos, en el que la vida pasa por una calle cerrada, en una ciudad cerrada, por un país del error y en el que recuento mis equivocaciones, que deben ser muchas según me pesa el alma, estoy de puntillas ante el filo de la navaja, quiero ser yo otro siendo yo mismo, suele pasar que el hombre razona mucho en la locura, y lo hago desde la severidad del arrepentido, aunque ciertamente y aunque parezca mentira acerté cuando erré. La tierra que yo piso Cuando la ando solo me fluye y me confluye con el uso, me usa en sus jardines y en sus paisajes, los priscos, los apriscos, las veredas, los surcos, los guijarros y sus valles me tiene sobre el mundo anchamente me lleva dulcemente en su canción, me sube, me enaltece, me encabrita, me brilla con su luz y buena sombra me da la fresca paz de su delicia: Redonda Tierra llenas a mis pasos, paras para mí tu vieja historia y giras como un sol únicamente llenándome los pechos de tu abrazo, sagrada sacias tus labios en mi frente. La fuente Canta la fuente debajo como por dentro, bebe el agua la fuente de su canción, brinca llena de espumas dando saltitos, revienta pompas de aire, a lo guasón, suena a fuente nueva que parlotea con sus burbujas blancas de gris latón, brilla al sol y le guiña pícaramente, hace subir los ojos del lindo amor, si me la miras tú, yo te lo miro, una fuente nos sale del corazón. El único poema Variopinto lugar lleno de escarcha que en las salobres siembras sembró mi ruta, buscando para hallar lo que trabaja un día a otro cortar el dulce junco y unir el desbarate de palabras: aquí la arena seguida como el tiempo cayendo siempre vaciándome el alma, aquí rotunda la vida va seguida en dulces notas se cae por la alambrada, todo es voz y es gran fonema hundido en mares de pleamar hundido siguiendo el surco el único poema. El orden Admirad a los hombres que lo hacen perfecto, cubiertas sus necesidades, sus polvos mágicos, y sus móviles les suenan disciplinadamente, admirad a los hombres que son admirables tienen hijos y nietos y blandas almohadas, zapatillas calientes y batas sin fatiga, veranean en verano incluso en el invierno, viajan en aviones, a ciudades remotas, una canita al aire, un soplo sobre los ojos, sus equipos triunfadores, sus botas relucientes, admirad a los hombres de políticas perfectas, siempre puestos al día, consecuentes, doctos, fueron unos pajeros cuando debieron serlo, votan inteligentes a los tontos progresistas, en fin, reconozco que no soy del orden, alguna vez hice las cosas bien, seguramente, admirad a esos hombres aunque se hayan muerto. R.I.P. La memoria Oh grandes olas del ayer que fermentáis el grandísimo mar que muere dentro, ay aguas oscuras e infecundas que dentro de mí oscuro me hacéis. En esto de vivir diariamente lo vivo vive y lo que no no muere, no es lo mismo estar alegre y confiado que piar por un pasado que fue horrible. La insoportable levedad del ser Hay gentes que suelen dejarnos sus motos otros sus pecadillos veniales y los más su gran afición al fútbol, quién me dejara a mí que estoy vagando de mí, no me encuentro cuando estiro mis brazos, cuando corro y el viento se hace espeso, me da en el rostro como otros rostro, me palpa las manos con su dureza, pretendo volar, estoy como una moto, en aquellos días los días amanecían radiantes y mi mente no dejaba de pensar, chun, chun, chum, chum, qué buenas maneras de ser bueno, la tranquilidad me la dio tener un lugar en el mundo. Poco y nada o mucho al mocho, Poco, nada y mucho al mocho, debo conformarme con ser el que soy y seguir siéndolo, que es no dejar de ser, en la vida nos acostumbramos a vivir en los otros, a mirar para arriba si ellos dicen arriba o a dejar de ser, o no haber sido nunca, si nos ignoran, pero nunca somos más ni menos que ser solamente, por esto yo sigo escribiendo sin ponerme nota y cuando me la puse siempre debió ser alta, es mi mundo, mi necesidad de ser, mi substancia, algo tan invariable conmigo como mi sangre, a los otros puede manchar pero a mí me da la vida, si yo dejo de escribir los truenos y los relámpagos la música escandalosa ocuparía su sitio. Madrigal a Madrid Arroyo que a pedregales viste de oros, patria entre montañas, luces intactas, voces que en los pájaros suenan a flautas, campos de romerales, agua muy clara, olmos sobre las sombras de sus riberas, aires sutiles y frescos entre sus jaras, castillo que las edades no han rebajado, nubes que en sus alturas se hacen más blancas. Ay flor, que en mis brazos te sientas campo rubio y orondo de un jardín que celeste encaprichas mi alma y a mi alma sostienes, Ay luz, repentina, de la carne tan solo de mi carne completa que de mi te viniste, y allegaste tan pronto y me hiciste feliz. A mi niño Se me ha perdido un niño en la noche, se me ha perdido la noche de ser un niño, por las estrellas se oye su vocecita, su voz me llena de estrellas y de alegría, me llama en los jardines y en las calles, llamo a un niño que es mío y nadie lo sabe, se esconde entre sus risas y sus miradas, tiene cara de ángel entre sus dos alas. Si me oyen hablar, como en sueños, a mi hijo, que no me despierte nadie, que no se ha ido. El albañil Hago una casa de adobe, con salivilla y con barro, unto en las mamparas y fijo bien los marcos, mezclo con la arena y embadurno las paredes, subo por las fachadas y las piernas de las mujeres, llego hasta un buen día en que luce el sol, el sol todo me lo apaga con su gran esplendor, rasco en los recodos y mido bien los codos, de todos los albañiles soy el más sordo. Pedrito el Pimpollo Lector de T.S. Eliot Poeta dí la verdad tu madre era una puta un gran putón vestida de prostituta, una mujerzuela que se vendía por un duro y por un duro te arrastraba de los pelos, tu padre era más dulce cuando te pedía el culo y en el culo te metía su polla ceremoniosa, luego fuiste tú el gran columpiado, colgado de cualquier sitio, incluso un comunista y pasabas por alto todas las atrocidades mutuas hasta las chanclas te hundiste en el barro, maricón de perro viejo y novio acalambrado corriéndote de gusto con las miasmas estéticas, dí la verdad de una puta vez, tu madre era una puta. Sobre todo la nada En medio de la nada quiero ponerme, de nada quiero hacerme en medio mío, quiero poner por medio mi tronío, quiero quedarme en nada por tenerme. No ser más de lo que nada soy, ni estar de más dentro de mí en poco, no tenerme nunca más por quien no soy, ni quererme más de más aunque sea poco, sino cambiar en todo y en cada parte, en llevar desde ahora, como un espejo, por delante de lo mío antes lo anejo sin querer ser yo más ni con más arte. La nada me pesa con dolor insufrible, ser nada es para mí como la muerte, mi carga más pesada, es ver sin verte, lo peor de mi todo, in asumible. Pero es paz también y es mucho fruto, salir al campo y recibir caricias, las primeras del sol que son delicias que el universo acerca impoluto, luego del campo y de la hermosa tierra, de tanta flor sacada a lo estéril, buscar a la mujer aunque sea esméril, delicia es tanta como de sierra; quedan pues muchas las cosas y los hombres, que todo sea un lugar lleno de asombro, asómbreme pues hombro con hombro de lo mucho que son todos sus nombres, y con lo poco, que lo poco también es, si con grandeza, pasar desapercibido, una proeza que buscan los animalejos por no ser presa, lleguemos pues a nada, sin pereza. Todo es vida y la vida ayuda a vivir que es lo mejor de todo, a respirar la vida y al acomodo de las cosas sencillas, sin más duda. El agua Dame la claridad del agua y su sino de cristal, su llanto que sin pena pasa y su alma de metal, dame los alambres que enredan los versos del más allá, las palabras, los recuerdos, su sencillez elemental, que no huele, que no piensa, y que sabe a la verdad, dame el agua somnolienta que no deja de soñar, que canta entre veredas y no la calla ni el mar, que susurra como amiga y no se cansa de amar, que se levanta sin ruidos y que llueve sin parar, que todo lo ocupa y entra y se desborda en la paz, mansa como una cordera, violenta como el vendaval, dame el agua y su tormenta, es la misma eternidad. Matar a un ruiseñor Se cayó el pajarillo, la tierra rezuma una oscura tristeza de un día sin Sol aunque lo esté, y de las horas que se secan en la oficina. Se cayó el cantor, el silencio puso veredas en la mirada, y una oración en la boca traidora que a la inocencia pudo llamar pecado. La vida La vida que me enseña amar, tan bella, que tan profunda exhala lo mejor, la vida se ha cruzado cual centella y me ha dejado en el alféizar una flor. Yo bebo el elixir de su locura, de su dorado néctar la belleza, me embriaga amor con su delicadeza, prendado quedo della y su hermosura. Quiero cantar al sol de mis amores, a la patria ardiente de mis pasiones, quiero encender en mí unas canciones alegres, luminosas, de colores. Estoy enamorado, ¡ ilusionado! me gusta esta vida y su premura, para acabar del todo, bien amado, en su fuente luminosa de agua tan pura. La noche desvelada Mi corazón volando en dulce compañía, las horas pasa y su dolor atenúa, la noche cubre con silencio la alegría y su sopor de sombras al sueño lo adecua; no paso, sin pasar de un modo a otro, ni miro, pues mirar sería imposible, al callado vivir sereno me acomodo y al tiempo que discurre en lo indecible; la dulce compañía es mi desvelo, su nombre es nada y para mí lo es todo; mi corazón es modo de llamar a lo que quiero, volar es para mí leerlo solo; cualquier poema empieza, de repente, y al poco para y la razón se ofusca si luego sigue, de manera indeleble, cambiará de rumbos en otras rutas; mas es igual, del mal lo menos, pues si digo a veces cosas sin sentido las leo después como un preciado nuevo que habla más lo ajeno que lo mío; ¡ ay noche tan lunática y repetida! que en las paradas horas me detienes, pues parezco buscar en mí la vida para encontrarla luego en lo de siempre; este rostro de la nada es tan bello, tan dulce y bueno parece al nuevo día que es mi amigo del alma y son sus versos su regalo precioso de poesía. Aquello que me llamó Me llama la inspiración: ¡ ya voy!, le contesto yo y entre vueltas y revueltas, escribo lo que os escribo que en nada es parecido, de aquello que me llamó. Si el poeta es muy grande, no tan grande el escritor, incapaz de expresarse, con maestría y donaire, sin salirse del guión, de aquello que me llamó. Pero en raras ocasiones gana más el escritor al cantar con belleza, sin utilizar la fuerza, la perfecta evocación, de aquello que me llamó. Poema al agua Grata y sonora amiga que acompañas, que vienes alta y morirás profunda, hermosa levedad de la montaña, que cantas clara y con tersura juntas, madre de madreselvas y de juncos, delantal de los musgos y los helechos, aromática y tan fresca en tus pechos para beber de ti en lo más puro, por tus veredas el aire se humedece, lo llenas de fragancia inmaculada, grata es tu voz que de la piedra arranca la sinfónica unidad que nos sostiene, hermana de la luna, prima del cielo, bondadosa regadora de los campos, semilla abierta, errática en tus lechos, fecundas tierras con virginales pasos, mi boca te ha besado, en ti he bebido, el corazón tuyo del astro diste, el alma para cantar con que naciste llenó todo mi amor en ti seguido, natural es tu enseña y es tu surco de sequedad el mar que has conquistado, viajera inquebrantable, lo ha llenado tu esencia en luna de tu espejo pulcro. Últimos poemas incorporados: Madrid, septiembre 23, 2022 *** Otras obras CUENTOS RÍO DARRO, AL ENCUENTRO DE GRANADA LOS POEMAS DE LA ALHAMBRA DIBUJOS DE TORRES MORENILLA DIBUJOS A LÁPIZ © José María Torres Morenilla, prohibida la reproducción total.