EL MAR

 

 

a mi mujer y a mis dos hijos_

 

 

 

 

 

 

 

 

Mar, mi mar, mi sobre-mar,

tus grandes ondas, como los grandes sueños,

nunca se apoyarán en tierra.

 

 

 

1

 

Con paso impuesto navega la noche,

Dolor de agua,

Fondo infranqueable de las palabras

Qué amargo en medio de ti mi silencio.

 

2

 

 

Tu hermoso acorde roto en acantilados

muestra el rostro joven de onduladas canas,

quema el verde incienso entre los pinos

este aroma se derrama agrio en las colinas

y a bocanadas dulces las saladas aguas.

 

 

 3

 

 

Pasan jóvenes sonrientes,

miran si miraran pero ignoran;

tú, que a la vida llenas,

puedes pasar por muerto,

quizás nunca hayas estado vivo

para ellos.

 

 

 

4

 

 

Potro verde que

con las risas de niño corres llanuras.

Unos obreros juegan

hacen saltar piedras que rebotan

y ríen ruidosos, saltan sus risas sobre tus risas,

Desaparecen como guiños sobre tus aguas negras.

 

 

 

 5

 

 

Pueblos amargados,

subidos a la llanura de las altas cuestas,

fardos blancos de las espumas,

recargados de tristeza

tus enormes entrañas asesinas.

 

 

 

6

 

 

Veo a tu gran cabeza asomada,

la gruta oscura de tu azulado vientre

menea tus ojos, rubio como un toro brillante,

cegado de furia y vacilante.

 

 

7

 

 

La última sangre se extingue,

en el viento danzan hombros de cristales,

sudores fríos de la muerte,

la luna hinca sus cuernos en tu frente.

 

8

 

 

Mares de olor de azahar,

y de dorados frutos

caídos como prietos soles,

fríos como palabras

también a oleadas,

como los sacados polvos de rosas marchitas,

en rubias pisadas sobre tu arena.

 

Sinsentido de la hora triste,

melancólico es el fruto de la naranja,

a toda costa quiero estar alegre,

pero estoy en tus grandes murallas derribadas,

golpes rítmicos sentidos sin razón.

 

 

 

9

 

 

 En este día de frescas vestiduras,

del húmedo olor a sombra de tus salinas

mar dulce,

yo afirmaré que únicamente se ha hecho al hombre,

porque toda otra cosa respira como una bestia

y que le parta un rayo.

 

Levántame fiera tus puñadas de furor,

y luego, con más furor, ofréceme tus aguas quietas.

.

 

 

10

 

  

El ruido del agua sobre las rocas,

puedo entresacar de este bullicio algo,

pero son solamente materia contra materia,

necesitaré siempre la preciosa voz humana.

 

Todas mis voces necesitan otras voces;

a veces el hombre cree que las cosas le hablan,

pero entonces lo mejor es ir al médico;

porque las cosas materiales guardan un silencio exquisito

a nuestras torpezas.

 

 

 

11

 

 

 Ay, si todo se me durmiera en un mar durmiente,

si todos mis sueños soñaran solamente

si luego esa mar me despertara

y me hiciera comprender que todo ha sido un sueño,

solamente.

 

 

 

12

 

 

Entre las rocas oscuras,

se mueve una sombra verde

en las ondas del presente

todo el pasado se apura.

 

Olor a sal de la mar,

mar que la mar derrumba,

con escupitajos y gritos

de ultratumba,

blancas campanillas canta,

la mar es novia incipiente,

con su amoroso vientre

Enteramente entregada

en su espuma se entretiene,

y, llena su oculta mar que en la mar se deshace,

con inefable ternura

me arrastra su línea imaginaria...

a su hondura.

 

 

 

13

 

 

Estando muy cerca del mar,

el mar es lo único en que creo,

y lo amarro a mis ojos,

con cabos duros lo tengo,

y lo desato en mi orilla,

y lo abandono a mis puertos.

 

Qué fácil, qué marinero,

llevo a la mar por dentro.

 

 

 

 14

 

 

Con el día todas las cosas vuelven oscuras

nuevamente, rechinan en la arena las barcas

y arrastran en los hombros las pesadas cargas,

costosamente.

Todo parece que pesa y duele.

 

Ligera la mar chapotea en sus aguas recién bañada.

 

 

 

 15

 

 

Mar, en el nuevo tiempo seré tan joven como tú.

 

 

 

 16

 

 

Insúflame el aliento de la bravura

Empújame hasta que toque el cielo,

sea yo por ti tan valiente como el primero

y déjame luego en tu calma profunda.

 

 

 

17

 

 

Sinuoso reptil verde

que se acerca a la orilla,

dice mar y supura

pústulas de pus amarilla

 

No eres mar, ni dios ni barca,

que en ti la felicidad está podrida,

me suenan a ruidos tus palabras

Y nunca es bella tu ira

 

 

 

18

 

 

 Volver a quienes nos desterraron

es desterrarnos a nosotros

hundir nuestra fuerza en el marasmo del absurdo.

¿Pero seríamos capaces de desterrarlos a ellos?

 

 

 

 19

 

 

Sin espuma,

roto en ti

sin olvido,

en tu oleaje invisible,

pronto me impregnarías

de una vieja tristeza;

prefiero no mirarte.

 

 

 

20

 

  

La soledad en la nostalgia crece

sobre un horizonte encorvado,

vestido de la tristeza, siempre enlutado;

si se mira atrás sus espacios están doblemente iluminados.

 

 

 

 21

 

 

Aventurero, oleaje de la revolución,

bandera azul de conquistadoras patrias,

rubisqueas la desesperanza y ofreces

con tus verdes manos una tinta cargada

de una historia que simplemente amamos.

 

Vencedor irreductible de todo lo quieto,

reposas con sabiduría sobre tus costas cristalinas.

 

A mí, el sol y el viento,

acompáñeme la briosa brisa,;

tengo anhelos de libertad,

cabalgar sobre los sueños,

llegar

al confín de todos los mundos

y volver de ellos,

como el mar,

pues amor es lo único que vuelve

en el conocimiento,

A las doradas costas de la verdad.

 

 

 

22

 

 

Único,

entre los continentes,

la libertad ganada día a día,

a la materia,

oradas la petrosidad

y la haces fina arena,

e igualdad de la tierra.

Una tierra igual,

de un solo nombre,

unos hombres iguales

para un solo hombre.

 

 

 JOSÉ MARÍA TORRES MORENILLA

 

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