Versos en castellano
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DIMES Y DIRETES
de
A mi amigo José Miguel de Mena Calles
I
Daos cita mentirosillo
que en este mundo traidor
el que gana es mejor;
al contrario que en amor
do el pícaro sabidillo
se hace siempre el perdedor
II
Por una mala ventura
cierto día oposité
al ministerio de Gracia
y desde ese día quedé
con una cara muy dura
y una Justicia muy lacia.
III
Al pan pan y al vino agua,
que es de sabios no saber,
razonar mucho es de locos,
de estar desnuda en enagua,
del lento tiempo el correr,
como lo mucho es de pocos.
IV
Vestidos están de lázaro espulones,
de muchas mijadillas alimentados
y el Imperio actual así ha crecido;
que el pícaro sabedor de antiguos sones,
cántalos muy seguro y ya ganados
donde el amor sufrió, él perecido.
V
Qué buenos devienen malos
cuando encerrados entre rejas
de muy razonadas quejas
protestan los duros palos.
Mas esas fueron razones
nunca por ellos oídas
cuando quebrantaron vidas
por muy mezquinas pasiones.
VI
Vida, en ti el ingenio y la fortuna crecen
en muy distantes sitios:
donde manó fortuna secó sabiduría.
mas en los frescos versos corren frescos los ripios
y juntos luego perecen
en el ancho y oscuro mar de palabrería.
VII
Reuniéronse por miles pensadores
y ante un verde césped asistieron
al inmarcesible arte del meneo
de una pelota entre veinte jugadores.
Pasada entre dos palos, con gran jaleo,
de esa maravilla, enloquecieron.
VIII
Busca el hombre la idea de cada cosa habida
y nunca atrapa
la más mínima razón llamada hombre.
No es tan fugaz la luz que nos asombre
de la común razón llamada vida,
si en la partida de ese entorno escapa,
pues sombra es, sombra del hombre.
IX
Quizá creas por red más dolorosa aquella
que para otros con mucho ardid urdimos
y en la que al fin por nuestro pie caemos.
Mas esta red somos nosotros y así nos conocimos
nunca será la más temible ella
sino la que al buen amigo hacemos.
X
Donde el bueno dijo DIGO
El malo puso HECHO.
XI
Atento el saqueador, con gran fiereza,
revolverá tu hacienda en grande agravio,
que es de esta locura el hombre sabio
y muy trabajador lo hizo su pereza.
XII
Regresaron por miles agitadores
y ante el verde césped asistieron
al inmarcesible arte del meneo
de una pelota entre veinte jugadores.
Esta vez no pasó, cesó el jaleo,
y aquellos vinieron luego en pensadores.
XIII
Consuelan a tu enemigo tus tristezas
cristal también parece el falso llanto
donde corre tu lágrima insentida.
así te vea el de miradas aviesas
y entienda por tu mal lo que es un canto
con que pagaste por salvar tu vida.
XIV
Decirnos sois libres en estos días,
aún nos suena a nuevo, aún desata
la íntima verdad de que pendemos.
Tantos temores viejos, tantas las vías
del oscuro miedo al que el poder acata,
que libres, lo que se dice libres, nunca seremos.
XV
Donde el malo dio razones
nunca hubo soluciones.
XVI
A un claro, verde, del bosque
yo fui feliz con mi amor.
allí corrieron las fuentes,
corrido cantó el ruiseñor,
corrieron las altas nubes,
corrió el más claro Sol,
los vientos corrieron frescos,
pero el más corrido fui yo.
XVII
Apenas si presentidas
crecen las flores sencillas
por la sierra de Madrid.
¡Venid muchachas, venid!
Quedaos alegres, perdidas,
llenando de maravillas
a la Sierra de Madrid.
XVIII
A veces un burro, de los que no quedan, queda...
muy quieto,
alzado, atento, espera...
¿Qué esperarán los burros en estos versos?.
Nunca después pasó nada,
enteramente,
vuelve de nuevo a su yerba,
burro y contento.
XIX
Bajaba melancolía
por la sierra de Madrid.
Como goticas de anís
resbalaba espesas nieblas
que despacito caían
en lo ido y por venir.
En esto que un pastorcillo,
de los que en los cuentos andan,
viola llegar así,
alegre le quitó los velos
y la besó en todos ellos
y la hizo sonreír.
Después salió el sol,
como es costumbre,
cuando tuvo que salir,
como generosa lumbre
que empina las altas cumbres
y las hace relucir,
a modo del pastorcillo
de la Sierra de Madrid.
XX
Donde el bueno ha razones
Puso el malo soluciones.
XXI
Vigilad por estrecho y mucha cuita,
no os suceda aquello del timo y sus timadores,
que el primero que engañó,
engañado acabó por tontorrones.
Como en la línea más recta
ruedan las bolas sus curvas,
la mirada del bobo es aviesa
y es muy boba la de astucia.
XXII
Fueron los hombres todos
excelentes profesores:
de los buenos estudiamos
con alegría sus lecciones,
de los malos aprendimos
con sus palos y sus dolores.
XXIII
Siempre salvó justicia al justo,
como injusticia condena
a justos e injustos atados
a una misma cadena.
XXIV
Inés te mira a los ojos
y su mirada te sale,
sale, sale.
Es un principio de óptica:
donde el rayo no entra
sale, sale.
Y aunque cierre sus ojazos
solo con estarte cerca
sale, sale.
Esto último no es tal ciencia:
Por donde dice que entra
sale, sale.
XXV
No es ruidosa la prudencia
ni tampoco es de estos tiempos
cuando lo fugaz es ciencia
y todos los sabios lentos
XXVI
Dan los bobos
muchas razones al malo
como al bueno
muchas razones le dieron.
Pero son bobos, seguro,
que siendo distintos dos
las mismas razones fueron.
XXVII
Yo he visto trabajar con las orejas
a quien sus manos muy ociosas quiso.
Yo he dicho que lo he visto y no lo he viso
que siempre fue dolor menor que quejas.
XXVIII
Atentos, seguís, es generoso el fruto
que por regalo ofrece el más avaro,
el don gratuito suele salir caro,
y perdedor se hace el más astuto.
XXIX
Qué larga, qué larga fue
la falda de mi Inés.
Cómo la podría meter
de la cintura a los pies,
al derecho y al revés
con sus plises y sus bies.
Qué larga, qué larga fue
la falda de mi Inés.
XXX
De nada sacó Dios al mundo todo,
de ese mundo sacó el hombre el dinero,
si gratuito fue el mundo a lo primero
el hombre lo hizo nada de ese modo.
XXXI
Donde natura puso con más ardor el gusto
metió la muerte fría un grande susto.
Juntas las dos cosas tan por estrecho fueron
que nunca por separado se comprendieron.
Así, donde con más dolor virtud ha penado
con más ruidosos gritos rió pecado.
De esta guisa,
lágrimas lloramos todos llenos de risa.
©José María Torres Morenilla- Madrid 6-12-1988
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