LOS POEMAS DEL SER
(2008 - 2024)
Nunca te hice un poema
Escribo en el contramuro, el contrafuerte, la tinta indeleble,
el hombre transparente, tin-tin y la nada, corriendo más que yo,
escribo para leerte, para saber de ti,
para seguir huyendo, escribo por huir,
desde lo más remoto mi alma se complica e implica
en lo que siente rotura del cristal que la protege, excelso,
y por esta herida fluye sin cesar, corriendo, corriendo
como un río, a galope, cuesta abajo, a la aventura.
Nunca te escribo a ti, escribo para seguir viviendo,
por seguir...
La vida siempre estuvo cerca
Mi vida es un reproche,
hay veces que miro atrás y estoy de cuerpo presente,
un río de amor ha discurrido sin que yo lo sienta,
llamé amor a mi asesino y hermano a mi devorador,
he sido para mí plenamente el peor impostor.
Me llora el alma del gran hombre oculto y acabado,
la buena prosa hablada con que se escribe el amor.
He dejado pasar a muchas muchachas para mí pintadas,
sin volver la cabeza, ni seguir sus sombras.
Nítidamente entiendo que he perdido el tiempo,
la verdadera poesía es algo que ocurre raramente.
Los rincones del jardín
Nunca me iré de allí, de aquellos momentos blancos
en que el narciso hiere de pureza a la nube,
del instante más sereno en que plácido estuve
contemplando tus ojos que ocuparon mi llanto.
No me iré nunca de ti, aunque tú ya no estés,
de tu nombre sacado a lo más hondo del verso,
de mi borrado amor que se quedó como eterno,
del viento tan tranquilo que en mi suspiro até.
Me quedaré mirando los jardines que sueñan
con ser solo un jardín de una ciudad ruidosa,
los árboles que ocupan sus pies con tiernas rosas,
las palabras que pueblan indelebles un poema.
No dejaré de amarte en la nada absoluta,
mi sangre solo escarcha se encenderá de gozo,
te tendré con mis manos mirándote a los ojos,
seré tu compañero del alma que se ajunta.
Me sorprendió el rellano de la tierra en el campo,
la claridad del alba cuando amanece y muere,
la llegada del sol que al bajar su luz sostiene
su calor inmutable como un tierno regalo.
Se quedarán los días en que estuvimos juntos,
tú y yo, tan solos, unidos por nuestro amor, tan llenos,
cuando supimos hacer de nuestra nada un tiempo
que dejó para siempre un recuerdo impoluto.
No dejaré de estar en ese mundo que amé,
el que me mantuvo niño a pesar de mis años,
el que me sorprendió con su belleza, instantáneo,
al que dí el corazón y su corazón robé.
Seguramente el río que al pasar dibujaba
nuestros cuerpos desnudos en riberas amantes
con algo de lo nuestro quedará en esos mares
juntándonos otra vez y borrando nuestras lágrimas.
No dejaré de amarte,
ni dejaré de estar.
Rincones de mi jardín la luna llena
caracolas de su alegría y de su pena,
el agua, con su armonía, pone una alfombra
de su clara simpatía de bella sombra;
en mi jardín se quedan por todo el día
los versos que son las hojas de mi poesía.
Las rutas escarpadas
Por las rutas que escarpadas asomaban
vi sus vides a veces tan sencillas
abocarse a lo más bajo de la vida,
saludarme la brisa como en llamas
Allí solía venir a mí muy excelente
el viento que se blandía cual divisa
brillaba el sol, mas delicadamente,
acostábase en mi rostro su sonrisa.
Oh rutas que en lo escarpado veis
quebrar por las montañas vuestros pasos,
razón de ser de versos hoy extraños
de alocadas horas que en lo actual vivéis.
La vida es pura, mansa y tan sencilla
que ni corta ni pincha en este mundo,
sufridora también, y en lo profundo,
os dará su verdad, cuando es perdida.
Así pasé mi tiempo y me guardé
su recuerdo más hermoso en mis liras,
no digáis son altivas aunque soné
con el timbre ruidoso de mis rimas.
Amor es una ruta que, escarpada,
os asalta por caminos en lo oscuro,
dentro está vuestra alma, solapada,
y al pronto se deja ver, en lo más puro.
Qué decir de este mundo tan auténtico
que vive más por dentro que por fuera
si os lleva a todos a su dulce encuentro,
lo que en certeza sois, cual no lo fuera.
Como un campo que explícito os contempla
así sois de verdad, enteramente vuestros,
maravíllense el sol, los vientos y las vides
de vuestro ser real y os den su encuentro.
El jardín
No se queja mi jardín cuando lo talan
y la sombra que huye salta al cielo
en el cielo se pierde con las rosas
y cayeron a plomo troncos gruesos.
Un jardín me creció sin darme cuenta
cada parte de él era mi parte,
cada flor no era flor que era mi vida
admirable canción para animarme.
Qué sencilla inarmonía fue creciendo,
rodeándome su guerra de bondades
con su aliento fugaz me saludaba
y a espetadas de su olor supo encontrarme.
Efímero, fugaz y aún corpulento
abriame sus brazos, poderoso,
esquivo en lo oculto y ambicioso
me esperaba, estoy cierto, para amarme.
Me amó un jardín y a mí me hizo suyo,
me exigió los cuidados e hirió con espinas
a veces me avisó muy tenuemente
con perfumes alados de sus bridas.
Qué pensaría, si estando otrora
tan cerca de mis cosas se hizo ajeno
y como ajeno me miró y sin embargo
todo su mundo dio estando enfrente.
Mil veces mil eran sus cosas
y a cada cual distinta eran uno
no llamaré sus nombres, es mi gente,
mi poblado veraz siempre tan puro.
El viento desde fuera le empellaba
daba golpes a sus ramas tan sufridas,
y sonaba mi jardín tan diferente
al silencio tan locuaz que era su vida.
Jamás tendré un jardín, es un milagro,
unir tanta belleza en cada parte,
mi amigo se está perdiendo, ya no vuelve,
el más humilde de todos era el más sabio.
No llegarán los pájaros a su alboroto
ni dormirá en sus ramas el crudo invierno,
tendrán que esperar al nuevo dueño
que levante un jardín, para su asombro.
La vida me dio un jardín sin darme cuenta
por un momento el mundo fue mi consuelo,
amigo mío del alma, quien es más bueno,
yo sé y él sabe pues me conoce
que me perdí un jardín, lo que más quiero
La novia in marchita
40 años de novia y al fin me caso,
de blanco como las aguas de la mar por las orillas,
más vieja es la mar que mi poesía,
no más tranquila,
más suspira el mar, mucho más se agita,
cultiva algas moradas y peladillas
y siegue siendo el mar, la mar, cosa magnífica.
Más de 40 años de novia y al fin me caso,
me caso como hicieron los antiguos,
sin lunas de miel, ni paisajes, ni fotos,
sin comerme los postres de toda buena boda,
sin algaradas, ni nubes de arroces,
con los pies en la tierra y por delante,
( podría aprovechar para morir también).
Más, 40 años, cómo pasa el tiempo,
quién lo diría si ayer mismo empezó mi noviazgo,
tendremos que adoptar un niño,
niño yo te adopto y te adapto a dos vejestorios,
a dos lunas de miel de miel hurgadas,
a dos colinas blancas sin ningún picacho,
en fin que no me he muerto del susto pero casi.
La canción del novio
Belleza dame la paz,
dame las cuatro esquinas del arte,
dame la historia seguida,
dame la unidad de la vida,
dame la claridad de amarte;
belleza dame el consejo,
dame la brocha del tiempo,
pinta en mis ojos lo bello,
la eternidad de mirarte.
Y entre las pobres canciones
de un poeta derruido,
dame los tristes senderos
por donde tú sola has ido;
dame la música callada,
que dentro de mí sostiene
todas las pocas palabras
con que la vida me quiere.
Belleza dame el sentido
más profundo de vivir,
aquello que es grato y querido
que hace hermoso lo sentido,
belleza dame tu sí.
La rana
El silencio aporrea la puerta del cielo
y el cielo insiste, insiste en venir cada día,
cada día me solazo pensando en ti, vida mía,
desde hace muchos años, yo también insisto
aunque de ti sólo venga el silencio
y el silencio aporree mis ventanas para que yo te mire
te mire en mis paisajes de adentro,
aquellos que son oscuros como los ojos de un ciego
y me pongo ciego aporreando la puerta de tu paraíso,
que está vacío, que está muerto, que ya no existe,
te lo llevaste jugando a la otra parte de la vida
y solo puedo visitarlo como un turista en mi tierra,
te lo llevaste todo, hasta mis ganas de sufrir,
lo hiciste como la brisa que nos roba el cariño,
suave y acariciadora y con la otra mano se lleva la felicidad,
como lo hace la belleza que suele huir de nosotros,
como la propia riqueza que siempre fue esquiva,
no sé por qué digo esta cosas si tú no oyes
y por qué parece que te las diga a ti, que nunca me oíste,
croac, croac, la rana salta al charco y lo hace en inglés
para que nadie la entienda.
El jardín
Me espera mi jardín sembrado de mis sueños,
un arbolito tiembla en medio de los bosques,
los bosques poderosos están todos cubiertos,
la maleza se oprime y estruja sus ladrillos,
bajos las hojas muertas el escarabajo escarba,
todo está en silencio en medio del jardín,
una oruga se siembra y se esconde en el lodo,
canta el grillo grato como cincel escondido,
en medio de los bosques el agua se amansara,
las hormigas se van cada cual a su aventura
y la hermosa lagartija luce su cola verde,
la vid que se solaza viste roncos zarcillos,
el abedul se enhebra y la acacia se expande
abre sus brazos verdes como fuegos artificiales,
las dulces celestinas se hacen las remolonas,
qué placido el aligustre comparte sus racismos
y la palmera cierra sus persianas de espinas,
en medio de los bosques el arbolillo sueña
los bosques son oscuros y todos tenebrosos,
mi jardín al contrario siempre es apacible
sufre la herida ávida de la luz contemplada,
los perfumes me llegan a bocanadas tibias,
cualquiera de mis plantas me regala sus flores
y sus olores muestran a qué saben sus bocas,
los caracoles suben sobre la higuera áspera
y con dientes de sierra mondan sus tallos negros,
también las campanillas llegadas desde fuera
a veces en el jardín lo llenan de matojos,
las margaritas caen como bosques minúsculos,
el verdadero bosque es una ciudad repleta,
temible en su interior y llena de avaricia.
Las ilusiones perdidas
A quienes lloraron sin tener que llorar
a los que levantaron y luego hundieron sin ningún motivo
a todos cuantos han padecido
el dolor insoportable de la humanidad,
a los pocos que honraron y luego los deshonraron
a los que dejaron solos perdidos en la oscuridad,
a los pobres que habitaron la tierra tras de las puertas,
a los que vistieron viejos y alimentaron mal,
a los niños que heredaron la ruina de la tierra,
a los que huyeron del mundo y el mundo los encontrará,
a los que habitan el desierto poblado por los fantasmas,
a aquellos que se ilusionaban y quebrantaron fatal,
en fin a mis compañeros, del alma y del sonido,
amigos hombres, amigos, ya sabéis lo que es llorar.
El Concierto en Palacio
Yo convoco a los músculos cansados,
a los generosos brazos que perdieron su vigor,
a los patios redondos que bullen como esferas,
a las sombras cerradas que miran el exterior,
desde el corazón arrancado con fuerza a la piedra
al ámbito seguro del imperioso cetro,
vosotros, los que os unís en amorosa música
sublime y generosa, que se exalta y se achica,
vestidos con los áureos uniformes del tiempo,
temblad, como los ecos que cuchichean en los rincones
y sonoros os acercan las preguntas del hombre,
oíd cómo se sufre viviendo en la belleza,
que los sueños crecen en los malos tiempos,
entre fronteras ahítas de imperios sobre imperios;
desde fuera, el ciprés se inclina ceremonioso
y os contempla sublime su eternidad viviente,
los coros de los bosques, la veterana agua
os cercan y os musitan las voces de los hombres
encerrados en el círculo fatal de la desdicha,
en tiempos generosos de todas las malas cosas,
para ellos bien vale que os vistáis solemnes,
¡ y suene la algarabía de la música, debajo de las estrellas...!
Amor concatenado
Estoy en ti cada segundo,
cada segundo, sereno, estoy contigo,
estoy contigo llenando a este mundo,
este mundo contigo lo consigo.
Te quiero tanto que nada me separa,
no me separa el tiempo o la distancia,
me distancio de ti y estás como más clara,
la claridad de tu alma es mi abundancia.
Te quiero mía y más que mía te quiero,
te quiero en locura y a mi modo,
no hay modo de dejarte porque muero,
yo muero de tu amor que lo es todo.
Los besos
Los besos que me diste aún besaron
como el fluir del aire y de las aguas,
como los colores rojos desangrados
al caer de los ruidos y de la tarde;
con sabor agridulce, siguen tiernos,
adornados de tus pechos inconmovibles,
son tus manos enlazadas a mis sueños,
y el olor de tus campos invisibles;
dibujados en mi rostro me han dejado
el reguero del amor que a mí me diste,
aún me suenan silenciosos y están mojados
de los fluidos de mi vida que persisten;
son tan tuyos que me aturden y me ciegan,
como ayer que en tus ojos me perdiste,
son tus besos las cadenas que me llevan
al paraíso de tu amor irrebatible.
Un beso no es una flor ni es sustancia,
ni es mi dolor pero tiene mi fragancia
es solo tuyo y en él se acaba mi alma,
a la tuya la recibo llenado de gran calma,
un beso me sale hondo y me habita lo imposible
desatado de mi mundo que siempre estuvo invisible
es huracán templado y con sonido más hondo
fluido de mis entrañas que guardaba en el fondo,
sella tu boca y palpita como corazón rajado,
flor que no es flor, ni aroma, dolor que nunca ha dañado,
y a veces, más amoroso,
simplemente es gozoso
de esos que te saludan,
te acompañan y te ayudan.
La canción de la derrota
Yo venzo con pudor y con mi honra
sobre el paso gris de mis versos sencillos,
yo venzo con valor pues he podido
resistir al desencanto de la prosa.
Y lo hago riguroso y a diario,
sin máculas de tiempo o vanidades,
con ilusión de escribir para dejarme
retazos de mi vida y mi ideario.
¡ Fue tan duro crearme una poesía,
tan doloroso fue que siendo niño
dejé de crecer, por creer que me valdría
perder el tiempo para servir a mi sino!
Era como estar maldito de desganas,
de no tener en nada lo que vale,
de perderlo todo y quedar en nada.
Los que más me querían aborrecieron
de mí un arte que no tenía futuro,
pero, las cosas son así, ahora de viejo
ya veo que me he guardado lo más puro.
El amigo
Amigo, tienes derecho, yo te lo doy,
a levantar del mundo una mirada,
a pasar por la calle del mañana,
a vestirte de hombre el día de hoy;
tienes derecho al mar y a su aventura,
a derretir la nieve con tus manos,
a besar la fragancia de un bocado
que el amor te convida en tu fortuna;
tienes, por ser quien y eres y quien no,
a desnudar las sombras con tu sombra,
a caminar derecho en la rotonda
de un mundo tan redondo como el sol;
también tienes derecho a un nombre,
tan sonoro y rotundo como el tuyo,
a llamarte con tu amor, el más profundo,
a sentirte orgulloso como hombre;
quizá en los sueños que ocupan el universo,
en la gran noche de todos los empeños,
tendrás derecho a ser sobre lo eterno,
y a brillar en la soledad sobre lo más negro;
mas, aunque todas las cosas te faltaran,
aunque te sobren el desamor y los desprecios,
aunque te encuentres pobre en la palabra,
solo por ser tú y nada más que por eso,
tienes derecho, amigo, yo te lo doy,
a ocupar un espacio único en el que estoy
lleno de ti, y de todo tu pensamiento.
La guerra de las palabras
Bien, bien, una guerra de palabras,
una clámide silenciosa sobre el acero montada;
suenan las chirimías y las voces centelleantes,
se levantan humaredas y las luces chirriantes,
se encienden los colmenares sobre las colinas henchidas,
se abajan los pensamientos y las miradas perdidas,
nada es consecuente así, pues nada sigue un hilo,
aquello, lo más hiriente, será lo más conseguido;
pasa un arroyo sereno, ajeno a la pelea,
también alumbra un lucero que contempla lo que sea;
se adivina, lejanamente, que el mundo había esperado
una guerra de palabras sobre el mundo levantado;
se apagan los viejos cines llenos de humos que huyen,
se acomodan en los asientos las voces de los querubes;
la gran montaña nevada brilla con senos picudos,
gravillas para sus faldas y para sus vergeles rubios;
picos, palas, oros, lienzos,
sobre el amanecer de plata brincan rudos los aspavientos.
Silencio tan capital, sobre la escena gigante,
repetir lo que se ha dicho es a veces lo importante.
Sin par, sin tregua, sin fin, que la guerra es la guerra,
el oro será el botín de aquel que se lo merezca.
Ah, qué descanso sereno duerme plácido el que vence,
la eternidad es el premio que concede a sus valientes.
Mi casa
Suave, con luna llena, feliz y brillante,
está mi casa cogida en esta tarde;
cruzan por ella surcos de oscuros vuelos
de nubes errantes, perdidas entre los sueños;
los cipreses coronan las estrellas del cielo,
se quejan con perfumes de olor a incienso;
detrás, por la escalinata que no se sube,
está mi casa más llena incluso de tu mirada;
entre las cuatro paredes finjo y me multiplico;
mi casa, que estuvo bañada en tu alegría,
cuando llega la noche en su techo oscurece,
entre las tres y las cuatro seguidas pienso en ti
y tú no estás.
Colorín, colorado
En la solemne traza de una lira suena tu canción,
ay amor, que sola es la desdicha de no tener tu amor;
un precipicio se abre bajo mis pies tremendo
es ver que quería mirarte y solo estuve cayendo;
en la púrpura del mar bulle una copla,
es blanca y llena de sal como tu boca;
alivia el corazón solo pensarte,
me alivio con el dolor de no mirarte;
colorín colorado,
este cuento habrá acabado.
Eres el Sol
Solo un Sol entre sombras me enamora
y me enciende en su luz que no se agota
me llena y me inflama con sus ondas
y renace de nuevo a todas horas;
eres el Sol, no tengas nada en cuenta,
si solitario iluminas este mundo,
tu caminar es una hermosa siembra
llena de tu alegría, amor fecundo;
me miras y no dejas que te mire,
de mí se esconde el más bello de todos,
una estrella titila como Circe
en el gran Universo de los cosmos;
eres el Sol y calientas a mi alma
tus rayos vivifican mi cintura
oro me das, mi vida y galanura,
el cielo esplendoroso que te ensalma.
Oh tú, mi Sol
Qué quemadura en mi alma
qué dentro de mí me quemas,
qué dentro de mí me abrasas,
cómo con tu fuego tienes,
cómo con tus llamas atas,
cómo con tu luz enciendes,
cómo con tu ausencia faltas
y cuando de repente vuelves
qué gran parada la noche
recibe al Sol que la ama.
El Sol
Ardiente Sol que en la montaña luces
tu disco alegre de radiantes brasas,
canícula estival, Tierra que abrasas
con paso inmortal y en rigor conduces;
brillante espejo de tu escudo aduces
lo más de ti que en el albor enlazas,
dorada siembra, irresistible, pasas,
fúlgido fuego de esplendentes luces.
Borra el cielo su azul en cuanto piensas
en tu bella Tierra a la que enamoras,
eres su reloj sin pausa y sin horas,
y en sutiles rayos, en paz, comienzas
a unir tu rostro y tus llamas intensas
con que, enamorado, a tu amada adoras.
Los versos afortunados
Qué encontró el marinero en la proa que divisa,
vino de una mar lejana y el marinero la mira
vestida de azul de plata, las mangas por las rodillas,
bajando la escalinata de la divina poesía;
qué le dijo el marinero que a ella le dio la risa,
nerviosa por tener celos, llorosa porque la mira,
la mar tumbada de lejos besada está por la brisa
y un olor dulzón a nuevo embadurna la marisma;
navega sobre los sueños la realidad que es la vida,
qué suerte del marinero, desabrochó su camisa
y la llenó con sus besos y en su vientre la rocía,
mientras le regala el mar y el mar, a golpes, su estima.
No ser
De un tiempo a esta parte ando perdido,
por donde digo que entro estoy salido,
a donde digo que voy nunca he venido;
no me encuentro a mí y nunca acabo,
por más que busque en mí en mí trascabo,
parece que me estoy colgado a un clavo,
no soy yo el que soy si es que lo he sido,
por más vueltas que doy no doy conmigo,
rebusco en la memoria y en lo querido,
pero ando como errante sin mí de amigo,
que no soy del todo yo es evidente,
aunque lo sea ante otros y para mi gente.
Un día, ya cansado, en la remota estancia,
de la mágica presencia que está en un rincón,
despertaré, de pronto, será solo un momento,
e, inesperadamente, solamente seré yo.
Sentimiento
Sentimiento, sentimiento,
ríos de las lágrimas, manos del viento,
el amor es una locura
que se duele con mirarle,
un fuego que no se apaga,
¡ un desastre! ¡ un desastre!;
para que no haya el amor
hay que matarle, matarle,
soledad que no está sola,
vida que está en otra parte,
sentimiento, sentimiento,
ríos de lágrimas, manos del viento.
El Sol para empezar
Tú, mi cantor, ven a mi alma,
ya se iluminan las sombras en pequeñeces,
lejanamente el sol parece comenzar,
ven, mi cantor, de notas bien timbradas,
tus melodías armoniosas calientan mi corazón;
la palabra es un río que no para en la muerte,
por barrancos, con saltos, se mueve entre montañas,
la palabra es la fuente que emana como agua;
ven, dulce cantor, de las horas rosadas,
de las remotas noches de un inmenso vivir,
ven, camino feliz, lleno de mis pisadas,
con la soledad de tus hombros en tu mirada;
llena nuestros valles de tus canciones,
las flores te prestan su apresto durmiente,
su sonora campana el sol reluciente,
las guirnaldas de amor que atan los prados;
que todo habría dormido menos tu canto,
no hay mejor manera de despertar, cantando,
cantando el dulce son que no tiene ritmo,
el dulce fluir del llanto del invencible amor,
en la luciente oscuridad de la pureza,
del
latido de la palabra y su quietud
brillante.
La canción del Sol
Yo vengo esplendoroso y bien vestido,
pues soy un bien nacido,
yo vengo luminoso y espercojado,
apenas he pintado en el cielo más azul
mi blanco ilusionado,
yo soy el Sol, nacido de lo más alto
el único y sereno gobernador,
a todo lo que se mueve atraigo;
es mi persona redonda plenitud de mi corona,
apenas paso y todo lo oscuro saco revelado;
yo soy la luz que os acaricia quemando,
la soledad más llena, la eterna juventud
que brilla en el cielo como una patena,
el escudo bien limado, irresistible acimut,
el Sol
soy, día a día, desde el orto al ocaso.
Mi piel me llena con su agua caliente,
me baña en su lágrima encendida,
me lleva por la muerte y por la vida,
se llena en mí y a mi cuerpo lo siente.
Me lleva a ti y de ti hace su antojo,
quiere tener en ti lo que en mí regala,
quiere pasar su mano por tu cara
y besar en ti sin acabar sus ganas;
desesperadamente, quiere amarte,
enteramente en ti vestir la sudorosa fuente,
consumir en ti los sueños de su frente
para morir del todo, sin que haya muerte.
Quiere mi piel cogerte de la mano
y pasear contigo por los paseos, desnudos,
llevarte a los rincones de su mundo
y hablar, hablarte con sus ojos y con su mente.
Quiere irse de mí y entrar en ti,
parar en ti, porque la vida es dicha,
gozar de tus atributos y tus sonrisas
y no acabar de amarte aunque nos pongan fin.
El tiempo de un enamorado
Cuando reí, cuando pasé por fuera,
cuando mejor estuve y fue contigo,
cuando quise morir, y aún prosigo,
cuando perezca al cabo y cuando fuera.
Cuando estando tan solo no tuviera
ni ganas de abrazarte como amigo,
cuando me encuentre mal, como un castigo,
cuando me muera adentro y no me muera.
Cuando escriba los versos de la muerte,
cuando estando ya muerto y acabado
me asome con el alma para verte,
será tiempo de amor si en lo callado
de lo más mío de mí, y por tenerte
clame por ti mi voz de enamorado.
Mi vida me ha pasado a veces muy de frente,
como si se acostaran en mis sienes morenas
dos estrellas tan verdes como la misma muerte,
han derramado fragancias de siglos achicharrados;
yo estaba solo por verte solo por verte;
como en la vieja película cabalga el solitario
por la llanura extensa se agota parda mi voz,
entre montes y duermevelas, el mar secado de fuente,
se derrite mi cansancio con la música más tenue,
transito por el espacio, emblandecido, sin luz.
Contra el oficio de escritor
Dudo que en pulcra verdad quepa mentira
ni que en ociosa quietud el viento advierta,
que en las calladas palabras se abra una puerta
que se allegue a la paz o que anticipe ira.
Lo dudo todo, nada sé de la vida,
solo escribo con sudores de mi pluma,
que fluyen como río bañado en bruma,
cantando por cantar, tinta perdida.
El mundo es otra cosa, más parlanchín,
como sacado a la alegría y al conjunto,
en barras de los bares, charlador junto
a la amistad del momento y su trajín,
el mundo anda y su sonido está a mi lado,
ni incomoda mi alma, ni la ha callado.
*
Vivir es la verdad, aunque no dure,
pensar es vivir y no lo parece,
escribir es usar la vida sin que se apure
el fluido del ser, pero verdad perece.
El río
Creo que el río se equivoca de tanto querer andar,
de pasar de los vivos, de solo estar por estar,
de bajar por las ruideras, de llegar solo hasta el mar,
de no quedarse en la tierra y buscar, solo buscar;
creo que el río se equivoca hasta de suspirar,
de amarse tan continuo, de no estar por no estar,
de ser tan descuidado con la palabra mirar,
por no saber de esfuerzos y solo querer virar;
creo que el río se equivoca cuando se pone a llorar,
cuando nada puede hacerse y solo sabe cantar:
no me cantes río lejano que nunca conmigo estás,
tan sinuoso y repleto, que de mi jamás sabrás,
que te llevaste lo bueno y al mundo dejaste atrás,
no me cantes tan extraño, déjame también en paz.
M
un racimo te llega del beso que me has dado,
mucho antes de mí en ti has estado,
la gracia que yo di son tus gracejos.
Más pareces tú mía que yo tuyo,
pues el amor es así de ocurrente,
cambia las cosas, su tiempo es diferente,
más que la mariposa vuela el capullo.
Creyeron los hombres sabios hacer el mundo,
que ni Dios Creador hizo del todo,
aprendan estos sabios que no hay modo
de acabar de entender lo más profundo
y antes que ellos
el hombre más sencillo las cosas sabe,
admírense esos hombres de ignorancia
y del amor al que no gana su ganancia
sino saber perder, que ésa es la clave.
El jardín talado
No me acostumbro a ser,
ni quiero seguir estando
ni llenar de luz mis pasos.
Talaron mis árboles
cortaron mis manos
subieron las tapias.
Se hicieron espinas
cenizas quedaron
tan verdes subían.
Pero vino el viento
desde lo lejano
y acercose el sol
En la antigua era
se cogían la mano
el sol y la brisa.
No me acostumbro a ser
ni quiero seguir estando
ni estrujar con luz mis pasos.
La cuartilla escapa por la tapia
La cuartilla escapa por la tapia blanca,
tórrida la luz,
el cielo abrasa
la raíz de la tierra,
desaparece cuando empieza
y lo mata,
nada más nacer...sube y lo mata.
déjame tu escalera de aluminio,
para subirme al tejado, quiero ver las calladas
horas inclinarse ante el cielo, cuando escapa
la tapia del vecino en la hora helada.
- Soy tu amigo, oscuro, vomito sombras
y espumas jabonosas y os he oído a todos,
estáis conchabados, meados por el bolímbraco.
-Esto no tiene sentido, dice la dama rubia.
Adiós, amigo
Lo mejor del amor es que nos deja libres,
si los amantes son libres pierde su nombre amor.
A la amistad le pasa lo mismo,
si la amistad se disfruta, la no amistad se disfruta más.
Como la fama, que solo sirve para envanecer;
lo que la noche engulle y acalla ruidos.
El hombre no famoso se parece al hombre invisible,
puede estar en todos los sitios y en ninguno está,
gozar la vida corriente y nadie le importuna,
y si fuera corto de estatura mejor.
Mejor es ser bajo que impropiamente alto,
conformarse con su ser es el ser.
El mundo te pone donde quiere,
pero tú nunca serás ese,
tu verdadero ser está dentro
no diré que es más valiente ni es más sutil,
sino que habita entre nieblas y no lo conoces tú,
¡ como para que el mundo lo conozca!
A veces aparece, por las vueltas que da la vida,
y tú mismo te sorprendes, ¡ pero ese eres tú!
siempre lo has sido, antes de nacer incluso.
La balanza
No creáis que existe una balanza
donde se pesan las buenas cosas que hacéis,
ni que el buen hacer os hará más justos,
no sé si habéis observado
que cuanto mejor lo hicisteis
peor se portaron con vosotros,
hasta en vuestra casa de padres justos,
o con vuestros amores que no os entendieron,
los amigos... casi todos los días la balanza quiebra,
y aunque os divierta que os premien vuestras faltas
lo cierto es que más veces se os castigará por nada,
por eso digo el mundo es injusto, como a propósito,
y serán más las veces que sufra el justo
que las que goce el malvado ¡ y ya es decir!
Desengaño amoroso
Cállate corazón, aún poderoso,
gritas, ahogas, asfixias mi grato corazón,
cállate cuando vuelas por paisajes ignotos,
con el presente atado en la desilusión
que fuiste mi tormento por no dejar de amarte,
que apuraste mi tiempo sin nada de tu amor,
que me llevaste mudo, llenado de palabras
que me dolían y duelen de amargo sinsabor,
cállate corazón y escribe solamente
de lo bueno del mundo, del aire o del sol
que son cosas que pasan, furtivas, en el presente
que nunca tuvo nadie y solo tengo yo.
La llama amorosa
Ya liba de azul el sol dorado derretido
y sobre la mar vuelan las alas de la espuma,
a por la miel van las obreras aguerridas,
en campos del amor bullen premuras.
¿ Dónde estás tú, mi amada, llamada antes
que en la lejana aurora sangrara el sol?
Pues todo ama y es amor, y yo estoy solo,
la soledad me pesa con su carga repleta
de manzanas mordidas toda la noche entera.
Ya llama Primavera y yo no puedo oírla,
echado como estoy sobre la misma espera.
Han cerrado tu casa
me han puesto una muralla de silencio,
un muro de silencio que se escucha aterrador,
unas calles vacías donde ya no bajan pájaros,
unas plazas abiertas que escapan hacia el cielo,
me han cerrado tu alma
ya solo puedo verte en tu ventana lúcida
cuando llega la noche y escucho tus latidos
tus latidos laten en mí y me dan la fuerza
una fuerza poderosa escapa a todas las horas
me han cerrado tu cara
te recuerdo en la foto parada con mis manos
en la ventana abierta donde solo baja el sol
en el ruido del agua cuando abro los grifos
en el agua transparente bajando por mis manos
me han cerrado tu boca
yo solo puedo oírme andando solitario
voy de balcón en balcón de terraza en terraza
tratando de encontrarte apretada en mis muslos
cuando serenamente recordar es placer
me han cerrado tus ojos
y ya no puedo verme en el fondo de un beso
ni puedo escucharme en tu respiración,
tampoco salto alegre al compás de tus senos
ni en tu vientre descubro el rostro de mi vida
me han cerrado tu templo
y nunca te visito, ni te adoro, ni emplazo,
estamos olvidados como pinturas muertas
que yacen acumuladas en sótanos umbríos
nadie puede vernos, ni oírnos, ni callarnos
me han cerrado tus alas
y unas viejas persianas te ocultan pobremente
solo me quedan versos y los versos se mueren
cuando ya no pueden verte, ni besarte, ni amarte,
solo calles solitarias prohibidas para mí.
El jardín abandonado
Jardinero, si tu jardín dejaste solo,
en medio de los mundos, distante y olvidado,
aún crecieron las rosas del otoño
tan preciosas y sutiles como has dejado;
siguió el limón llenando de tersura la mañana,
y la sumisa celinda desnudó sus labios;
tal cual dejaste y más crecido espera,
en el rincón, la paz que solamente es tu canto,
que vuelvas a las flores y a los frutos, aún te sueñan,
y encuentres tu jardín, para cuidarlo.
Que no susurre.
Dejadme no cantar, que no susurre
ni a media voz siquiera,
que me quede mirando sin mirar,
mis ojos en las riberas,
en las cumbres serenas,
para pasear, sin dar un solo paso,
dejadme no sonar, lira sin manos.
El silencio
El silencio es la brisa que se escucha en Otoño,
que nos deja un reflejo de una mar interior,
las ideas, los recuerdos, los calores y los miedos,
el llegar a la nada de la oscura estación.
El silencio está denso, lleva siempre el lamento
de una tierra lejana a la que dijimos adiós,
tiene tacto de música, de melodía añorada,
de paisajes vividos con el mayor amor.
No desdeña ni olvida, ni del todo calló,
dejó que tu ribera se llenara de cosas,
que te complementaras en el mundo exterior,
pero estuvo al acecho de volver cuanto antes,
de reemprender el camino de los versos utópicos,
la utopía nunca calla, es la inspiración.
PICAPÚAS
El paso a dos,
bellísima manera
de ser cojos los dos.
*
Encina adusta,
llamita dura,
lengüita amorosa
tiznada cacerola.
*
Mater tua, spiritu, animosa,
valle, río, sol, hermosa,
stella, canción, pura,
coral, luz, cintilla, Alleluya!
*
Ni poesía que no se cante,
ni música que no se baile,
ni moza que no nos quiera,
ni una copa vacía de un buen Ribera.
*
Os asomo a mi ventana
con mis ojos enamorados,
soy el niño que os llama
con sus ojos y callado.
*
La tristeza
Qué facilidad tenía yo entonces para sentirme triste,
de qué súbita manera salían las lágrimas,
el tiempo me ha secado, me ha hecho otro,
dentro de mí no siento la fragilidad de mi alma,
todo sucede como si no me hubiera pasado,
permanezco impasible, insensible a mi dolor,
pero duele, estoy seguro, en algún lugar mío,
no en mis ojos, ni en mi pecho, quizás en los otros,
me duele ahora más el dolor ajeno y me rebela,
no lloro, ni estoy triste, me rebelan las desgracias.
La gran Justicia de la vida es que la vida sigue,
seguirá idéntica para todos los siguientes,
acompañada del Sol que hará el mismo recorrido,
seguirá calentando las carnes estremecidas
y los valientes despertarán alegres a la batalla
con el mismo arrojo por vivir, nada se para.
*
Yo sé los que gustan y los que no,
es un secreto que solo sé yo,
y los pongo los primeros
por causar admiración,
siempre he sido de esta forma...
Tengo que dejaros a todos,
sois magníficos, pero tengo que dejaros,
he de ir hacia el camino intransitable
que nadie ha seguido ni lo pueda seguir nadie,
seguramente no tendré las cosas que me gustan,
ni siquiera los proemios ni las alegorías
ni los cuchicuchis que las madres bajan sus niños,
pero lo antiguo no me vale ni siquiera como esfuerzo.
Voy de muerto en la muerte
Ahora que sé escribir
me tengo que morir,
ahora que me leo bastante
y me corrijo con arte,
tengo que dejar de hablar
para irme a otro lugar
donde nos mientan con gusto
aquellos que nos dan disgustos.
En fin, qué se le va a hacer,
no me lo puedo creer,
me iré con todas las prisas
cuando caiga la cornisa,
y me dé en toda la chola,
esto de la muerte amigo
no será ninguna broma,
pero me correré de gusto
al daros un buen disgusto,
a los que decís amarme
y solo sabéis matarme
como los dioses ancianos
que todos han olvidado.
Poema de la rosa
Una rosa no es rosa si es la rosa,
si su fragancia suena más que huele,
si se describe rosa, si no vuele
parada en el jardín de cualquier cosa;
una rosa no es rosa si tú me quieres,
si me devuelves el aire de tu esencia,
si te haces de rosas a mi querencia,
si me regalas rosas, y me prefieres;
jamás será la rosa la simple rosa
que acaricia mi alma con su arrullo,
ni la rosa será el amor tuyo
cuando te miro exánime desde mi prosa;
es mi rosa un poema desbaratado,
todo lleno de amor y rotas hojas,
rosas de mi dolor, en flor sacado,
perfumado jardín de mis congojas;
y la rosa eres tú que andas y picas
con tu pasito en flor de enamorada,
la rosa es el manjar con que salpicas
mi alma loca a tu alma atada.
Todo el tiempo me queda para escribir,
vivo para dejar mi huella impresa,
antes que el tiempo nazca, antes que venza,
vivo para dejar mi sin vivir.
Quiero que se fomente una quimera
que salga pronto en mí la bienvenida,
quiero coger el mundo para mi vida,
para que siga pronto lo que él quiera.
Canto para gritar - canto le llamo-
pinto con mis sonidos y mis palabras,
surco la Primavera con mis ventanas,
abro la dicha al pronto para ese canto.
Lloro, si es que llorar es suplicarte,
por un amor antiguo que llevo dentro,
abro las dos ventanas del pensamiento,
río por no llorar tanto de amarte.
Quiero que me acompañes en esta noche,
salga tu corazón unido al mío,
beses en mis recuerdos y con tus guiños
alegres mi alegría con tu derroche.
Callo, que solo risas mueve mi canto,
ríes y no suspiras si viene el alba,
olvidas que yo por ti te di mi alma;
nunca sabes de mí, no sabes nada.
El corazón se enamora
Del aire, en la razón, en la nada traspuesta
llevo una corola puesta de tu esencia sutil,
eres la primavera, del cielo, en la tormenta,
el ruido de los rayos y el silencio gentil;
eres, de no sé dónde, el amor que me has dado,
que regalas, hermosa, solo con tu vivir,
los cielos estrellados que ensimisman y me llenan,
la plácida caricia del viento más sutil;
eres mi noche oscura que atravieso sin miedo,
que de mí traspasa tu grande corazón,
los días sin escarcha, la mañana más clara,
que haces alegre y alivias todo a mi alrededor.
El silencio se acumula día a día,
instante a instante el silencio construye su montaña;
al principio parece como la nada, indolente y poco peligroso,
pero su densidad llegará a pesar con el tiempo,
como cuando niños abríamos los brazos al correr
y tocábamos las formas del aire, voluptuosas y densas;
entre tú y yo hemos puesto por medio demasiado aire,
mucho espacio silencioso, como una brisa de silencio,
y hará una enorme montaña que nos separará por siglos,
que nos llevará al olvido si no lo rompemos antes con la palabra.
Las flores
Yo quisiera regalarle al pobre hombre un ramito de flores,
ya sé que suena mariquita, pero las cosas que regalamos a los hombres importantes son algo mariquitas:
una medalla, un discurso, un espantoso abrazo
y a estos otros hombres no les regalamos nada.
Las flores en unas manos trabajadas son más frágiles,
sus colores son mucho más hermosos,
el poco perfume de las flores de los hombres de a pie no huele a casi nada,
parece que son más flores, más distintas a la vida
y nunca les regalaron flores a esos niños que miraban secos y admirativos,
que nunca fueron niños del todo, con la gravedad del hambre:
cuesta mucho llegar a ser hombres tan mal alimentados
y siempre han estado a nuestro lado, no hay que irse a África,
un ramito de flores solamente sacado a mi tiempo,
un poco de humanidad tampoco me viene mal.
El rosal de cristal
Cogeré tus momentos más felices
y en mí haré vivirlos para siempre,
regaré con mi agua a tu huerto,
donaré con mis ojos lo imposible;
cantaré tus canciones más escritas
con un gusto indecible por lo nuestro,
me haré amor, me haré tu siervo,
quien decline para ti lo increíble;
tendrás mi pecho y mi corazón sangrante,
la clara luz que alumbra tu camino,
tendrás mi voz, mi cuerpo dolorido,
tendrás mi fe, mi mundo incambiable;
también tendrás tus horas más pacíficas,
aquellos tus momentos, los más solos,
el paisaje callado, una palabra en paz,
yo creo que al final vas a tenerlo todo.
Por ti, por ser quien eres y no eres nada,
por un mundo infeliz nunca a tu lado,
porque todas las injusticias se han juntado,
se hará justicia de una vez, serás cantada.
Del álamo en la pradera
Todo es virtud, del álamo en la pradera,
en el viejo bosque con árboles verdecidos,
en la paz de los cielos en silencio mecidos,
en la llana verdad que en el alma se uniera;
todo es virtud, de una infancia repleta
de buenas intenciones e ilusionados sueños,
en la fe que tuvimos en los suaves empeños
por ser los mejores y por llegar a meta;
mas luego, pronto, de la mano del tiempo,
trocó la vida entonces su rumbo equivocado,
cambiaron las cosas llenadas de pecado
por crecer y crecer y jugar por pasatiempo;
estando en nada, virados en la fortuna,
lo justo quedó atado en un lejano centro,
aquello fueron montes en demasiado adentro,
apenas vislumbrados de tan alta tribuna;
bajó la mar, mucho más honda y llana,
y más quedó sin agua y mucho el cielo puesto,
falsa inquietud de aquel centro dispuesto,
referencia de mundos en alma casquivana.
Contra mí también
Se desata el poeta lujurioso
y acostumbra a cantarte enamorado,
es poeta de tumba y de pecado,
cantador de la noche envidioso,
suena oscuro su desgarro en que esconde
los mil sueños que ha roto el destino,
es humano y aún se cree divino
por el humano afán que a vanidad responde,
es poeta de un día y de un saber,
ligero como la nube que huye,
canta sonoro en río que fluye
sin más meta que ser, y solo ser.
La vida
La vida que me enseña amar, tan bella,
que tan profunda exhala lo mejor,
la vida se ha cruzado cual centella
y me ha dejado en el alféizar una flor.
Yo bebo el elixir de su locura,
de su dorado néctar la belleza,
me embriaga amor con su delicadeza,
prendado quedo della y su hermosura.
Quiero cantar al sol de mis amores,
a la patria ardiente de mis pasiones,
quiero encender en mí unas canciones
alegres, luminosas, de colores.
Estoy enamorado, ¡ ilusionado!
me gusta esta vida y su premura,
para acabar del todo, bien amado,
en su fuente luminosa de agua pura.
Poema al lucero del alba
Mi luz te ha perseguido y te ha rozado,
clavado en ti mis uñas angelicales,
ganado en ti los sueños de cristales,
dejado a ti mi amor atormentado.
Yo soy tu ángel en cera derretido,
por la miel de tu boca y de tu alma,
yo soy tu ciego hablador, tu mar en calma,
y romperé, cuando lo quiera, lo que yo he sido.
Aquello que me llamó
Me llama la inspiración:
¡ ya voy!, le contesto yo
y entre vueltas y revueltas,
escribo lo que os escribo
que en nada es parecido,
de aquello que me llamó.
Si el poeta es muy grande,
no tan grande el escritor,
incapaz de expresarse,
con maestría y donaire,
sin salirse del guión,
de aquello que me llamó.
Pero en raras ocasiones
gana más el escritor
y canta con gran belleza,
sin utilizar la fuerza,
la perfecta evocación,
de
aquello que me llamó.
La noche
Llega la noche cargada de todo el tiempo pasado,
vuela con muchas estrellas y sus espacios intactos,
pasea por el sendero y lo cubre de montañas,
oscuras como son los barcos que enfilan por su mar ancha;
sobre las torres veladas pone una copa gigante,
negra como son los velos con que se cubre la sangre;
alas tiene de azafrán en el horizonte huido,
ojos negros de alquitrán y de cristal los colmillos;
sobre los cuerpos desnudos enciende fuertes pasiones,
tan fría, desnuda la noche, entra en sus corazones;
una luna de verdad pasea hermosa y manchada,
lleva arañas en su blusa y está ciega su mirada;
qué cerca queda la noche que se pierde a mi vista
a dos palmos de mis ojos y solo es noche si miran;
cuando te acuerdes de mí vendrá la noche descalza,
vestida de ajonjolí, con manos llenas de escarcha.
Paloma
Paloma, que en el pretil de amor posas mi sueño,
que vuelas con mi ilusión tus alas blancas,
que cruzas por el desierto llena de agua,
que cantas, con tu silencio, mejor que hablas;
paloma, que, ilusionada, buscas mi vuelo,
por el monte tan duro, rojos los besos,
que colmas con tu volar todos mis sueños,
que habitas en mi lugar, como yo quiero;
¡ vuela junto a mi fuente que brota limpia!,
que gorgojea de amor sembrando ondas,
que bulle con tu mirar brillando fija
en tu pico amoroso, y no lo notas.
Poesía en oros y azules
Aún te falta por hacer y no has nacido,
alas de oro te puse sobre campos azules,
sueños blancos, tan puros como balidos
del sol y del viento, en la alegría te tuve.
Aún te falta por ver que soy muy hermoso,
lo más bello de ti y aún no he sido,
fulgurante y vulgar, en la virtud, gozoso,
ardiente y juvenil, como la fe de un hijo.
Yo soy el imán que atraigo la nostalgia,
de la ruin razón saco producto,
soy la voz ronca que tiene la montaña
y las dunas azules de la palabra tuyo;
soy la rivera del proceloso río
que en olas blancas se deshace en ritmos,
yo soy el amor, en la verdad, errante,
soy lo más puro.
Marina
Al otro lado del mar, la mar callada,
pasan las horas bordando, bordando nada;
cuentan farolas de espumas y vaciadas caracolas,
los días que pasan y quedan, estando a solas;
por la vereda manchada suben las nubes,
al otro lado del mar brincan querubes;
los pececillos se embeben las mismas aguas
que mojaron las camisas y las enaguas;
olas de serpentín ya están llevando
rollos de verde marfil de contrabando;
baravolea, a contra mar, llena de espumas,
la brisa de alejandrinos y rojas brumas.
¡ Ay mar, que mal te destiñes al otro lado,
callando mis versos muertos que has matado!
El humo de un cigarrillo...
Algún día, alguien os tocará en los hombros y os dirá
amigo, despierta de tu sueño absurdo: yo soy el hombre.
Como estaba a vuestra espalda, os parecerá al acecho
y cogeréis un miedo tremendo y repentino: despertaréis.
Qué queríais ser sobre la historia y la verdad de las cosas,
a vuestra ignorancia supina le llamasteis ciencia, a vuestra torpeza arte,
el hombre fue un tontito al que llevasteis de aquí para allá,
como no oís, no sabíais que estabais solos con lo vuestro.
Hasta que venga el hombre que nunca habíais conocido
y todo vuestro presente se diluirá como el humo de un cigarro...
El silencio
Hay un silencio en torno a mí
que en silencio ahoga toda mi vida,
una callada siembra, un callado vivir,
una rota esperanza, una mentira.
Todos los mundos otros, antes del mío,
de mis palabras, con las que me oigo solo,
en nada me conocen, nada han sabido,
para ellos no soy más que otro.
La cierta soledad de cada hombre
es muralla que no le guarda,
ni es abrigo que le esconde,
que es la nada feroz negándole hasta su alma.
Corazón de piedra
Tu corazón rodando con el mío es como de piedra,
salta sobre los montes, grita como las cuevas,
con voz oscura le oigo cantar por cantar su treta;
tu corazón es de nieve y se derrite de cera,
se crece con mis pesares, se diluye con mi fuerza,
pasa de un cielo a otro como una noche serena
pero es solo mentira y no cambia mi tristeza;
rueda, que rueda, que rueda, la piedra sobre la piedra,
el trigo se hace harina, pero tu corazón es más piedra,
cuando cambies el corazón ya estaré en otra tierra.
La paz del poeta
Al fin el poeta tuvo la paz,
la consonante pura, el buen consejo,
tejió sobre la muerte su gracejo,
dijo lo que predijo su poesía, y más, mucho más;
ser poeta fue un quiero y no puedo al tiempo,
por cada verso escrito, medio fruto,
por cada palabra herida, lo que no hiere;
empezó cual montaña el entretiempo,
una gloriosa fuente, labrada en bruto,
y acabó por salir como saliere
una cosa distinta en absoluto;
medio poeta, medio hombre, sin acabar del todo,
lastrado por la infancia y las cacofonías,
cuando la muerte llegue le traerá calma,
y el silencio sonará en su poesía;
sus no lectores le darán una calle y en acomodo,
en la lejana estera,
brillará con las estrellas su buena alma,
envuelta entre la nada y sus naderías...
Esto, que es música solo y es malsana,
de la canción más triste de mi vida,
es la callada copla en mi partida
a un tiempo que ha pasado sin mañana.
Alegoría del mar y del universo,
del común manantial de la desgana,
todo grande y oscuro, historia vana
de unas letras sacadas a lo disperso.
Mas es amor también si en lo callado
de lo más mío de mí y más inverso
te llamo y clamo y me declaro adverso
de cuanto ahora es y no he amado.
El mar
Hoy, por fin, he visto el mar,
pasó por la televisión,
brillaba fúlgidamente,
sin las barcas, sin las olas, sin el olor a mar,
como un dios vestido hermosamente.
He pasado mi vida sin saber del mar,
había llamado mar a las cosas marinas,
y no es así,
solamente brilla como un dios, extensamente,
de un azul bellísimo, apenas marino, más bien celestial.
Poema de silencio a lo grande
El silencio me une a todas las cosas grandes,
el talento, los mares, el universo oscuro,
el pasado que perdió los valores increíbles,
la espada del guerrero, del amor también la causa;
en silencio se suturan los poblados del alma,
llenos de otras gentes, de otras gentes el lenguaje;
un mar más silencioso se acerca en lontananza
como futuro que viene vestido de la libertad.
Si yo canto al silencio y publico sus hazañas,
si me uno al silencio y confirmo su grandeza,
las manos del silencio me unen al Ser Supremo
y hacen que por momentos participe de la esencia,
de aquello que mueve el mundo de manera ejemplar.
Rebeldía
No por ahí, ni más la izquierda poderosa,
el ave sin las alas, la ciudad sin rumbo;
las medias palabras, los ruidos de los dientes;
quiero dejar de ser, de pronto y sin saberlo,
dejar la palabra ociosa y el comentario anexo;
para vivir me basto yo mejor que todo:
los que habitamos el campo nunca lo vemos.
Retrato de la ciudad y sus escombros
Corriente, gélida luz, de pálidas palabras,
en torno a ti sellada, la ciudad sin mundo,
en ti repleta está de murallas y de silencios;
cerca de tu vientre contigo sube y baja
el rojo sol de tu boca derramado;
estás sembrada en ti, de ti pasa la herrumbre
con las ramas torcidas y los ramajes que ocultan el agua;
son hojas que se mueren como labios de tus lágrimas,
de las espinas que aguijonean tu alma;
estás pinchada de silencio y el tiempo ya se ha muerto,
resoplada por los vientos, por la honda huella de la nada;
llenada estás de olvido, como una campana vacía que suena a que está callada,
eres río de agua herrumbrosa y sabes corrosivamente a agua.
Te gustaban los ríos, los dejaste pasar,
corrían haciendo surcos, llevándote en sus ruidos
eran como un lamento prolongado hacia el mar;
te gustaban los riscos, los dejaste subir,
subían por extramuros, llevándote en sus nichos
eran como un desierto endurecido en la paz;
te gustaban los gritos, los dejaste cantar,
venían de otro mundo, llevándote en sus ritmos
eran como el veneno, bebiste sin pensar;
te gustaban los niños, los dejaste reír,
reían en lo más profundo, llevándote como hijos,
eran como el anhelo de tu alma inmortal;
te gustaban los mitos, los dejaste estar,
vivían en los crepúsculos, llevándote en sus ritos
eran como tus sueños que nunca fueron verdad.
Mi novia de nieve
Quiero llevarte a mí, que estoy bien cerca,
tan cerca estoy de ti que estoy unido,
estoy en tu palabra, yo soy el brillo
con que adornas tu rostro y tu grandeza;
que te traigo mis manos llenas de orgullo,
mi apostura viril que en nada agachas,
mi alma varonil que en ti se emplaza,
en tu jardín de amor, solo en tu mundo.
Quiero que te acerques mucho más cerca,
tan cerca estés de mí que des la vuelta
a mis cosas pasadas, a mi pereza,
para gozar tu amor y ser vencido.
Siempre tiene el amor una última mirada,
aunque los cielos turbios estén en fiera tormenta,
aunque la soledad les ponga el manto de la muerte,
aunque el ruido de la gente nos dejen sin palabras;
siempre nos mira el amor y nos acoge,
recuerda de nosotros nuestros días felices,
parece que los sueños los ató el amor
y cuando amor nos mira nos devuelve sus lágrimas.
Oh amor, que nunca conocemos los mortales,
que nos llevas en tus cruces, en tus hombros nos llevas,
con la soledad encumbrada, con los pasos enterrados,
con el volar de las almas en la sublime luz.
¡ Eres hermosa!
Te dije hermosa pero no lo eres,
tu rostro nunca tuvo perfil ni tus manos acariciaron mi rostro,
tu cuerpo, que era parte del mío, se ocultaba en la nada;
yo jugué contigo como en un paraíso encontrado;
besé tu boca jugosa diariamente
y de ti extraje un amor que se vestía de gris.
En la soledad del campo, entre libros y poemas,
mi amor saltaba como palabras bulliciosas
que brincan alegres con la alegría de vivir.
Eras diosa de mis sueños y de mis desilusiones,
mi refugio dorado con el olor a la yerba del arroyo;
esa ruidosa estancia de sonidos a piedras y del correr del agua,
de los musgos y las praderas y del vetusto sol;
libros, papeles, citas, el dulce sonar de círculos que da el silencio,
y la otra página de la vuelta, que se hizo exclusiva,
que nunca me dejó y a la que nunca dejo,
sin rostro ni perfil, enteramente atada
que está, como mi sombra, repetida en mis pasos.
Quiero a los grandes hombres que por el mundo van,
cargados de años duros llevados con elegancia,
de pocas palabras dichas y textos de contenido,
a los que andan ligeros con pasos cortos e inhiestos
y tienen palabras ciertas cuando observan las pinturas,
a los que habitan las calles y se sientan en las terrazas
que aún conservan en su alma la juventud sostenida,
cristalinos como el vaso del tiempo que han soportado,
caballeros de lo escueto, sin manchas visten sus trajes,
ciudadanos de la grey que el mundo los hace suyos,
a los que cubre la edad con dignidad y entereza.
Los versos de la memoria
Hoy me levanto ripioso y dieciochesco,
como un poeta en bata roja y con fatiga,
como un señor en torno a su barriga,
como un hombre de hoy tomando el fresco.
Por ello escribo desde el inicio en necio,
en necio y paramecio, en mi palabra,
canto del rucio y mirada de la cabra,
sin decir de nada y con desprecio.
Paramecio el rubor del cocodrilo,
lo que en otro ríe en él lo calla;
lo mío callo y pongo una muralla,
me río de otros con ruidoso estilo.
Soy yo y mi circunstancia, boca arriba,
gentil de modos y rústico en mi enseña,
posada en obras, sin vino y sin dueña,
ni doy mi tiempo, ni gasto en saliva.
Que me lleve en taxi el demonio,
que leviten por mí los dromedarios,
que no se use verdad ni diccionarios,
mi memoria es fatal por matrimonio.
Quién soy yo, nunca del todo sé;
soy rojo o azul según me toque,
azul para el dinero, el canje o troque,
y rojo cuando hablo en el Café.
Es escribir
Esta vocación de piedra que dura canta,
que quiere volar en el aire para caer en tierra,
esta vocación de dar más que sangre la palabra,
que quiere solamente estar aunque no haya nadie.
Este estar sobre estar, este mal vivir y ser,
este olvidar y tener tan poquito de ti,
este morir o vivir tan plenamente leído;
este ser para el oscuro rincón de los recuerdos
y llorar, aunque los otros del llanto rían ajenos,
es escribir, mal vivir, mal soñar con unos versos,
discurrir por las sentidas fuentes claras del deseo,
contar las innumerables estrellas de la noche vacía,
hundir los secretos dedos en los vientres de las vírgenes,
con más amor que deseo, llenar de humanidad el cielo,
recoger luego la estopa y la azada juntos en los caminos,
trillar con dorados polvos sobre los inmóviles lechos,
andar y andar en círculos cerrados e inciertos
y luego darse a la mar, tan extensa, tan sin tiempo
es escribir, mal vivir, mal soñar con unos versos.
La piedra
Corazón de la roca, de piedra quiero ser
sin color y sin forma solamente dureza
dureza de la mar cuando se embebe dentro,
del campo aún mullido y duro como entraña,
de la sumisa nieve que aplasta mi pisar,
de golpeados lirios que han sufrido la afrenta
y de las palabras tiernas cuando escribo amor,
dureza de los toros, mejor es no saberlo,
de verdecidos troncos que se yerguen macizos,
de las manos tan ávidas empuñando las armas,
de todo cuanto es duro y me golpeó en la vida,
corazón de la roca, de piedra quiero ser
y subir a los cielos en agujas sublimes
adornado de hojas y con grifos bestiales,
y para nunca el sol, y fundirme del todo
como mueren las rocas, y se hielan los versos.
Dura costra habitada por mi ser indefenso,
digan lo que me digan seré la piedra,
un día puedo salir y hacerme solo de carne,
la carne que me habita y ahora la llevo dentro,
dentro de mí está intacta, es incorruptible,
no como esas momias que hablaban con los dioses
y los dioses se reían de sus dientes podridos,
ni como los vencejos alados que parecen gritones,
ni como la bella aurora que siempre estará muda,
sino la carne habitada por sueños y por deseos
que se desata sola sin que yo me lo proponga,
pues mi carne no es de piedra sino una buena amante,
las piedras solo sirven para tapar sepulturas.
El error acierta cien veces
Estoy en uno de esos tiempos aniquiladores
tan poético como el inconsciente,
es un día sin fijos, prefijos, ni sufijos,
en el que la vida pasa por una calle cerrada,
en una ciudad cerrada, en un país del error
y en el que recuento mis equivocaciones,
que deben ser muchas según me pesa el alma;
estoy de puntillas ante el filo de la navaja,
quiero ser otro siendo siempre el mismo,
suele pasar que el hombre razona mucho en la locura,
y lo hago desde la severidad del arrepentido,
aunque ciertamente y aunque parezca mentira
siempre acerté más veces cuando erré.
Las lágrimas
Una lágrima para ti, quizá la última,
la lágrima del primer día en que lloraste,
cuando miraste triste porque te faltaba algo,
y dormiste en los brazos de la noche;
una lágrima para tus sueños, a tu loco corazón,
a tus palabras y tus gestos destemplados,
a tus besos suplicados, a las caricias
que te dejaron aún por dinero;
una lágrima para ti que estás solo,
solo de verdad, no como yo,
debajo de las estrellas que se te abren,
entre la tierra que aún parece quererte,
que no rechaza tus huesos
y no borra tu nombre y lo llena de musgos,
un rayo de la luz baja del cielo
y te coloca el calor que tuvo tu corazón,
una última lágrima
porque eres tu nombre y todavía estás
entre nosotros aunque no lo parezca.
El aire
En el hueco del aire están todos los mundos clásicos que fueron,
las ollas vacías, las ollas llenas, el tufillo del hambre,
los buenos versos que Ovidio y otros dejaron,
están los pliegues de las faldas, las planchas calientes,
los muslos lustrosos los pechos encendidos,
en el hueco del aire están las cosas que se fueron,
no los busquéis en las tumbas todas iguales,
nada queda de los hombres que pasaron en la tierra,
todos se fueron al aire y el aire los acogió,
les dio cobijo por un momento secó sus lágrimas,
la vida es un colosal monumento construido por ellos,
seguramente perdió lo más maravilloso de sus colores,
la intacta vida que hace agradable los días y las noches,
también las lágrimas que en esencia son arte,
arte que llora por la humanidad que muere
se muere sin dejar rastro, no busquéis sus tumbas,
las tumbas solo se llenan de la falta de un hombre,
en el aire vuelan todos los rostros clásicos,
el aire los recogió el día que faltaron
y en el aire están las cosas que la tierra desprecia.
El niño
Hoy me han dado más de la cuenta
y todos reían de mí,
un hombre bajo, de negro, me cogió de las patillas
me izó del suelo y zarandeó en el aire,
el dolor me hizo saltar lágrimas,
y todos reían de mí,
dijo palabras incomprensibles,
al parecer yo no sabía su lección,
luego hizo otras cosas peores
y todos reían de mí,
el villano nunca pidió perdón luego.
Soy
El que no hace ruido para no hacer llorar al niño que llevamos,
el que miró al contrario como si fuera yo y no quiso herirlo,
el que ama a la gente buena por encima de cualquier cosa,
el que quiere llevar la paz a los corazones que gritan,
muchas más cosas soy, pero para qué decirlo, es obvio.
Los nuevos
Están sin llamar, están sin ser,
son muchos, son todos, es la virtud,
poderosos y ruidosos, aunque benévolos,
un ejército se ha levantado sin ser convocado,
estaban en nuestros genes y salieron silenciosos,
subieron sobre nuestros hombros
nos traen la nueva virtud del cuerpo poderoso,
la complacencia del alma sin recovecos,
la inmortalidad soñada que es un presente único,
nos acompañan como los dioses nos habitaban,
beben nuestro aire y auxilian nuestros sueños,
son los ángeles renovadores de la nueva patria,
llenan nuestras calles, el mundo ruborizan.
La mirada más pura
Perdóname agua por no haberte dejado brincar contra las rocas,
perdóname rayo por no entender tu lenguaje sublime entre las nubes,
perdóname noche por no saber sacar tus secretos brillantes,
y tú, fragante mar, abierto como la gran flor esculpida, perdóname también,
pues sois lenguaje sublime y nunca os entendí,
los hombres desgraciadamente duramos muy poco
y nos cuesta aprender las cosas sutiles y sencillas de la naturaleza
nos vamos sin saber nunca qué cosa es auténtica pureza
y todas las cosas repiten y una mil veces qué es pureza...
El viviente
El camino anda con mis pasos, el paisaje se mueve conmigo,
el universo estrellado gira macroscópicamente con mis ojos,
sostengo las sagradas columnas de la creación en mi mente,
los ríos se me humillan a los pies frescamente
me lisonjean con besitos grises vestidos de la luz,
mis pasos son agasajados por el polvo del camino,
el universo, con todo su enorme peso, dentro de mí es liviano,
todo cabe en mí, el infinito incluso, pues yo soy el que vive.
Oh campo discurrido, feliz cuando te encuentro,
paraje ilusionado, delicia en este mundo,
oh hermosura entredicha entre las cuatro frases
del universo inmenso caído de los cielos,
llenado de vigores de sosegadas fuentes
en que el pasado pasó con cristalinos pasos
y sus sombras mercenarias acabaron agotadas,
oh páramo primordial, poesía inédita,
escrita en cuatro letras con frases desoladas;
Ahora viene el silencio con su camisa a cuadros,
con sus alas bordadas de premuras y olvidos
con las cornisas rubias cogidas en la ventana
y la barriga abierta que asoma entre botones.
Ahora viene el preludio porque se ha acabado todo
y los ángeles duermen si se salen del sueño,
ahora viene ahora y me lo estoy perdiendo,
he perdido mi vida cuanto más seguro estaba
Y me consuelo a solas cuando te escribo a ti,
es igual, me dirías, si tú me lo leyeras,
Pero no es igual, nunca lo ha sido,
el tiempo ha callado los cristalinos versos.
El silencio se sale como dorada lluvia,
que canta solitario, caliente y amarillo,
no hay vuelta atrás, todo sigue intacto,
pálido y agachado, con la bragueta abierta.
La vida son etapas
A veces tengo que escribir para recordar las cosas,
así lo hice siempre pero hoy lo reconozco
quiero escribir lo último que considere aceptable
porque es bueno escribir para cambiar el sitio,
como la vida misma que hubiera sido hecha
en etapas sucesivas, hay que pasar la página,
una vida vivida donde todas las salas
hubieran sido cerradas y yo me he quedado dentro;
es bueno escribir y quedar sin recuerdos,
no volver a vivir el pasado, solo se vive lo nuevo,
haber gozado antes con las otras cosas
y, superado el tiempo, encontrar nuevas las que lleguen
que merecen tener su vida y tu propio tiempo,
porque la vida no es sino en etapas sucesivas
y los recuerdos son muertos que solo viven escritos.
La calle se llena de la madrugada quieta
vacía de gentes que caminan de dos en dos,
o de uno en uno, de cabeceantes bicicletas de la duda,
de las lámparas torcidas del contenedor,
de la farmacia oblicua y el lento discurrir del taxi,
de ti y tu silencio maldito que tanto daño me hizo;
la calle huele a calle y mi poema no huele a nada,
un poema perfumado para ti desde mi estro,
donde si hablo de todo de nada conozco,
la calle me pinta, me deja pintado, me muestra la vida
y la vida pasa de manera distinta a mi poema,
no me extraña que nadie quiera escribir cuando está vivo.
porque vivir es tocar la calle del deseo, acariciar su piel
y decirte, encendidamente, me consumo en tu fuego,
en tu fuego brillo con luz propia, la que me gusta gastar.
Qué hermosos tus cabellos si brillan con tus rizos,
la rubia cabellera que cae sobre tus hombros,
la dulce manera tuya de mirarme tan plácido,
y, sobre toda cosa, la vieja costumbre aquella de contarme tus cosas,
seguramente estás en tu mejor momento, después nada será parecido,
la vida se va y nunca vuelve esa vida y si vuelve nunca es vida,
por eso me enamora y me hinca tu hermoso precipicio donde vuelo sin alas,
sin alas se menea el viento de la ira y huye también, todo huye, todo escapa por el alero del tejado,
se cae la teja y la paloma asesina saca su vientre oscuro y vuela como si nada,
el cielo está manchado de palomas oscuras que vuelan ruidosamente,
solo tú me miras plácido como un mar que también sabe estar quieto,
la paz infinita que habita en tus ojos y el brillo de tus cabellos sobre tus hombros lúcidos.
En el viejo oscuro jardín las flores centellean
y placidamente se entregan a sus juegos amorosos,
una fragancia sutil hace que la vida sea útil,
mejoran los dorados brocados del jardín,
y la dulce estancia se alfombra de cosas humildes,
una araña se pasea con cuidado, tened cuidado de ella.
En una de sus calles me perdí para siempre
y cuando quiero encontrarme vuelve la calle
pero las calles no hablan, nunca me hablan
y yo sigo perdido tratando de buscarme;
¿ qué buscaré de mí que de mí no sepa,
tal vez la inconsistencia de mis sueños truncados,
o tal vez la otra palabra que me edifique nuevo
o todas las palabras juntas, todas inútiles?
¿Seré yo, quien si me habito, lo más cerca de mí,
como a las grandes cosas, no las percibo?
¿ Por qué no escucho el viejo poema por alguien escrito
que dice no busques más de lo que ya es tuyo?
Amigo del alma, amigo
en uno de mis versos te he dicho más verdades que a todos mis amigos juntos,
me desvelo por ti y por ti trabajo sin descanso, ni horarios, eternamente,
y luego seguiré esforzándome, te buscaré con pasos inaudibles,
te miraré con los ojos que hay detrás de mis ojos,
sentirás mi aliento en tu rostro,
la amistad es un bien inaudito, algunos mueren si haberla conocido,
pero yo la disfrutaré siempre solamente tú estés cerca.
Soledad
Otra vez me has dejado solo ante la belleza,
gana la luz mucha más fuerza ante la nada,
las estrellas son malas compañeras de viaje,
tampoco es que el silencio me ayude algo;
otra vez me has dejado solo como es costumbre,
te espero para que vuelvas remota y cautiva,
para que nazcas nueva y llegue mi alegría;
otra vez me dejas solo con la miel en los labios
con el corazón sangrante de armonías
en la escapada a tus rincones favoritos,
la luz se encoge con palmeras y con olvidos;
otra vez me dejas solo y ya ni lo cuento,
seguramente la vida me dejará, pero tú antes,
los cristales tienen transparencia porque son duros
y los personajillos solo somos solidarios;
otra vez mi corazón en las alas de la música,
que me acoge en sus brazos y me arrulla de notas,
puedo cerrar mis ojos y no darle un nombre,
sus pasitos en las nubes, moviendo el firmamento;
otra vez solo, me fumo un cigarrillo,
la vida no podemos enlatarla para luego,
ni reservar caricias, ni guardar palabras,
la vida se derrocha, se tira, se desgata también solitaria...
El arte de amar
Ya no sé si la odio o la sigo queriendo,
si sentarme a no verla o si verla después;
nada sé de este arte amatorio tan vago,
del hedor de la química y la vieja poesía
que me mide distancias y en la línea se mira
si es verdad que la quise o la quiero olvidar,
no lo sé, creo que ni me lo pregunto;
nada sé de sus rasgos y sus modos solemnes,
del análogo don o del dispar motor,
solo creo en lo que estando ausente,
ni siquiera en lo puro tiene para mí valor,
el enigma es que ella tal vez me quiso.
Palabra compañera me irritas cuando callas,
cuando te pido besos y solo me das reproches,
cuando voy alucinado y tú me ves en sombras,
cuando camino derecho y tú entiendes torcido,
pérfida palabra que eres solo palabra
que no calientas mi cupo con tus monedas calientes,
ni haces de la noche un rito y de los ritos la nada,
palabra consejera que acumulas tu muerte
y enseñas un camino sembrado por abrojos,
palabra, vieja palabra, corrompes a los hombres,
incluso cuando cambias.
*
Quiero sentir el fino roce de la gente
que repita mis palabras muy despacio
hundirme en su alma y con alivio
llegar después donde no haya nada,
quiero extinguir del todo y con fortuna
no quede más de mí, solo palabras
como el fuego que dentro quema
y escrita deje solo solas las brasas,
quiero morir también, y es muy chocante
porque la vida me gusta plena del todo,
pero cumplo mi sino si yo lo escribo
y alguien tras de mí pone su alma.
Tus manos
Necesito tus manos para amarte,
tus manos son mis ojos, mi inspiración, mi dicha,
todo lo bueno del mundo lo cojo con tus manos
y más allá todavía, lo de dentro de ti,
tus manos caminan siempre por un cuerpo que alborotan
por un cielo que encienden rojo como el atalar árabe
y ocupan el firmamento en un instante,
tus manos detienen el tiempo y me hacen feliz,
en lo más torpe mío son lo más hábil,
nacieron de la sabiduría se adornaron sus alhajas,
en mi boca dibujaron flores estremecidas
en mi cuello la caricia que eriza mi cuerpo,
en mi pecho son delicias caídas del mismo cielo,
en mi vientre son árboles misteriosos de tu bosque cálido
en mis muslos son fuego, en mi espalda tu abrazo,
tus manos siempre descienden desde tu altura,
te tengo en lo más alto,
dame tus manos en estos instantes eternos
que ellas me abren el oscuro firmamento que no existe
es un cuento inagotable para el incrédulo.
Cantares de la piedra
Cuando cante el cantor, cuando se encante
y de la lumbre de amor saque su fuego,
cuando me diga hermoso lo que te quiero,
que vivo en ti y salgo del letargo
de estar herido tuyo y no saberlo,
de huir perdido en tantas cosas yerto
sin encontrarte a ti y sin quererlo,
ay fuente de mi amor que así te callas
y ocultas oscura cuando me das tu agua
ay agua venenosa que me apura
y no quita mi sed y me quebranta,
ven pronto cantor, que entre tus rimas,
suene en tus caminos la poesía,
abra senderos ocultos donde suene
la voz quebrada de la herida mía
y yo vuelva a ella, por cuyo ser muero
y quede para siempre mi querer,
mujer que quise y me amó también.
Peter Pan
Qué fácil vuelo contigo
si voy dónde tú te vas,
me llevas como un amigo,
nadie más me llevará,
fácil encuentro los signos,
que nadie recitará
las canciones que me llevan
al país de nunca más,
o, si regresas conmigo,
tus canciones me vendrán,
como vivos remolinos;
ay mar negro de espumas,
ay luna arrepentida
que mira, blanca, la mar,
ay mar, mar,
en la costa serpentinas
sobre la orilla del mar
y me llevan con sus olas
al país de nunca más,
encuentro todas las notas
me las sé y muchas más,
cantando como un piano,
do, re, mi, fa, sol, si, la,
la pradera se me ensancha
como un pecho al respirar,
aspiro hondo y saciado,
con todo el vuelo del vals,
porque estoy enamorado,
alegre estoy de verdad
y vuelo como entre nubes
al país de nunca más.
La silla
Sentada sobre sí, doble y sencilla,
está la silla en el jardín;
no se levanta si paso por su lado,
ni me saluda inclinándose sumisa,
ni se me arrima,
solamente es una silla en el jardín
y parece que me espera y no me espera
que se ofrece solícita
para que pare y descanse
y vea las flores o el encaje
de las sombras y de la luz.
Y no es así,
mejor, no es y lo es al tiempo
si se comprende,
si solamente se entiende
qué cosa más sencilla es una silla
y qué otra más compleja es un jardín.
En mis ratos calurosos,
con tiempo muy bochornoso
entre sus tablones abiertos
sol y viento se colaron
y sus tablas calentaron
hasta el punto levantaron
olor a maderas fritas,
a pinturas desconchadas;
en otros, muy cabreados,
las lluvias sobre abundaron,
sus colores apagaron
y sus listones sobaron.
Y la silla sigue ahí.
Indistinta y consecuente,
como mirando de frente,
invitándome al pecado
de estar solamente sentado
en la historia de mi vida,
en un rincón escondida,
tan recta y solo sencilla,
sin mullidos almohadones,
una silla de jardín
inventada para mí,
de parecida estatura,
que parece ser muy dura,
y mi culo reblandece,
acaba por ser mullida
entre las nalgas metida
y tener muy buena vista
por las cosas que divisa
desde el suelo a las cornisas,
las nubes que el sol irisa,
un gorrión en el aire,
destapada, una hoja que se cae,
la sombra gris de la higuera
y de indistinta manera
me mira a mí si le queda
algo todavía por ver,
y yo veo por una vez
qué es una cosa que es silla,
que nada es en la vida,
y parece tan sencilla
y no lo es.
El bailarín
Erguido cual Leviatán,
con los brazos levantados,
las piernas muy estiradas,
los músculos estriados
y una flor en ambas manos,
salta, gime y se levanta
agachado se encoge,
mira de perfil hundido,
vibra estremecido
y da vueltas y cabriolas,
giraldilla sorprendida,
girando sobre la vida
que a tal punto languidece
y al mismo árbol estremece,
estatua de porcelana,
crepúsculo de marfil,
gira y dobla sobre Ella,
la sostiene como estrella
el bailarín
desde la remota escuela,
uno, dos y trampolín,
las barras que lo sostienen
los hombros muy arqueados,
los ojos muy repintados
escultura que se mueve
como cuerpo articulado,
va y viene y se allega
a la esquina de la escena,
¡ salta!, gira, corre, vuela...
Como ayer mismo
Lejanamente tú estando cerca,
cuanto más te alejas de mí más te acercas,
tan cerca estás que vives dentro
y sales fuera sin hacer ningún ruido
como lo hiciste siempre, siendo yo mismo,
por esas calles que corren quietas,
la quietud es un paisaje que conserva tu mirada,
tú me miras, aunque yo no me lo haya creído nunca,
y no me esperas, esperar es un verbo absurdo que no se mueve,
tú solo sigues en mí en todas partes
y en una, que eres tú, más que en ninguna,
si alguien me quiere encontrar que no sea en ti,
no nos parecemos en nada, tú solamente me amabas.
El corazón
A veces el corazón es un cacharro roto
que se estremece y se rompe muy poco,
ruidillo seco sin ritmo, paso en falso,
el corazón lleva todo el dolor del mundo
y puede que más todavía el dolor de siempre
y es tan pequeño que el infinito no le cabe,
le sobra infinito por todas sus partes
y a esto los hombres le llaman sueño,
el corazón no sueña, no sabe ni partirse
se estremece con ruido para no hacer ruido,
silenciosamente se agota del todo y no para,
sigue latiendo, va a la oficina, toma café
y a veces recuerda con negrura el tiempo,
el tiempo siempre va lo suyo en la tormenta,
no le hace caso, sabe que no tiene remedio,
el corazón no vale nada, sus cosas son latidos,
como las estrellas que se estremecen en el Infinito,
pequeñas aunque llenen la noche y mudas.
El pájaro
El pájaro cantaba una canción triste,
sobre la mesa escrita quedó la cuartilla,
que hablaba de amor y de odio, cosas inseparables,
sobre la cuartilla el lápiz rojo y azul,
y de una contienda vieja,
sobre el lápiz descansaba el silencio,
y otras cosas que no me sé expresar,
todo el día las cosas siguieron quietas,
la ventana colaba la música, las sombras y la luz.
Siempre fueron otros
A otros les pegaron y los violaron
con la saña del viento que arremete en las puertas,
les doblaron la cabeza y les cerraron los ojos
con golpes que caían llovidos del infierno,
a otros los llevaron a las tapias mojadas
por el sudor del tiempo de verde oscurecidas
y los dejaron solos frente a los cementerios
y acribillaron, ceñudos, a base de estampidos,
a otros los metieron en vagones sellados
con los ojos hundidos y sus manos implorantes,
con ropajes manchados de ignominia y de ultrajes
a un destino fatal perdido en el paisaje,
a otros encadenaron en cuevas muy profundas
y los dejaron solos en literarios trances,
calados hasta los huesos, desnudos y con hambre,
por una palabra dicha o solo por mirarles,
siempre fueron otros los que sufrieron solos,
otros los desgraciados de momentos temibles
en que la vida pende de un hilo a los pobres,
y nada, de verdad, se hizo por pararles.
Ayer mismo
Yo soy de esos que nunca entienden nada,
de los que cuando los tiempos son otros
se dan la vuelta y no recuerdan nada de verdad,
de aquellos que se sorprenden con las cosas ya muertas,
de quienes únicamente ven como bellos los crepúsculos del Sol;
yo soy de los mortales que nunca entienden la muerte,
que aún me sorprende la muerte de los otros,
que nunca he de saber por qué los inocentes son matados,
llevados a las galeras, encadenados con hambre y soledad,
y marcados con signos, para matarlos a todos;
soy un ser extraño llamado hombre, mitad dios, mitad animal,
que miro el mundo cruel con la mirada inocente de la bestia,
que estoy casi siempre del lado del perdedor
o lo que es peor que nunca sé ponerme del buen lado,
del lado mío, pues comprendo tarde a mis enemigos;
me pueden engañar los más malos hablando de bondad
y puedo llorar con un final de película sin sentir el asco,
la náusea infinita que me producen los hechos asesinos,
que amontonan cadáveres sobre cadáveres, como muñecos rotos
y son capaces de acariciar las cabecitas de sus hijos soezmente;
el pasado siempre es injusto para aquellos que no lo reducen,
que no saben mirar el presente con su carga de futuro,
como dicen en España que no cogen el toro por los cuernos
y quiebran a tiempo la voluntad asesina sin contemplaciones,
con dos cojones, para parar el mal
y que luego no nos cuenten su película y nos hagan llorar tontamente.
El exilio
Camino, ya lejano, que hoy no ando,
perdido en la selva de mis amores,
de fuente luz, de aromas fui sembrado
oronda paz de arrullos y fulgores;
por la mano siniestra soy tenido
en aras de las sombras y del destierro,
de colores sin fin, por luz herido,
borrado en el arroyo, forjado en yerro.
Bandera de un país, aún más lejano,
de aquella tierra en ascuas y alegorías,
la patria que me crió me dio su mano,
por sus caminos fui todos mis días.
Una barca vacía me habita
Una barca vacía me habita y le doy cobijo.
Dentro de ella cabe el mar, las olitas pequeñas y redondas y un trozo de cielo
^ el mar frío como yo, distante, separado.
El mundo es una constelación azul,
un sol espléndido, más grande que el sol, se desvanece
también las olitas redondas, los recodos, se sumergen fríos y verdes,
transparentes, en la barca fría.
Todo es posible en mí, la educación, la soledad
^ nunca dijeron de mí nada cierto, pero escribo
^ detrás de todo hombre hay otro hombre al que se puede amar,
un hombre como mi barca vacía y mojada, oscura,
donde cabe el mar de las redondas olas.
Todos los hombres tienen un otro hombre detrás de ellos,
no perdáis la esperanza, escribidle.
Nunca si lo digo ahora me suena bien,
sólo atiendo un lejano temblor
que en las hundidas estancias de mi casa
me ha dejado tu ser como un regalo;
tan abajo estoy
que encuentro de mí huida hasta la in sentida falta;
nada he sido antes,
nada más seré,
retengo la tibia mansedumbre de tus pasos cerrados,
pasando por mi alma, sonándome sus ecos,
abriéndome ventanas de la alegría aún.
A quién hablaré que lejanamente oiga,
ni cuándo me leerá quien se acomode al canto,
cantarero soy de las palabras solas
que apenas sin esfuerzo aúno en mi trabajo.
Maldita sea la paz de mis canciones fáciles
y el ritmo de los sueños y las mentiras rotas,
malditas sean las musas que me inspiran deleites
de estos juegos sutiles que a mi alma aflojan..
Quiero que la verdad me ponga un canto
lleno de soledad, de claridad y de sombras.
¡ Verdad! verdad aunque ya no suba el día
que fúlgido amanece en la rosada aurora,
verdad,
aunque me falte la belleza y se muera la poesía,
si la verdad está conmigo, llenándome de vida,
mi mundo será mejor y yo no estaré a solas.
Mirad en qué lastimoso estado deja el amor al enamorado,
por todas partes roturas, pérdidas de la razón y de la hacienda,
unos mares que se vacían trágicamente y sus ríos agostados,
un inmenso campo de batallas perdidas con su cuerpo a tierra,
cañones de guerras muy antiguas que miran hacia el otro lado,
unos humos muertos que se olvidan bajos,
polvos, eriales, botas lustrosas para unas piernas rotas...
mas, de pronto,
una liga, un sostén, una boca de jugosos labios,
y el enamorado se anima,
tapadas sus heridas, silba alegre, con el hatillo al hombro,
vuelve a su tajo.
Amigo, en un valle perdido de la cercana huerta
se encuentran los caminos, ocultos entre las yerbas,
los caminos paseados están como esperándonos
y a la menor ocasión regresan a nuestra puerta;
y llaman con sus voces que ha suavizado el tiempo
y nos muestran, veraces, nuestra perdida faz,
las arrugas del tiempo las maquilló el recuerdo
de una canción, un camino, dedicado a nosotros,
entonces, las arboledas bailan con los vientos
y, a ráfagas, las brisas nos saludarán.
Semilla que me crece quieta
y que se muere agostada,
soledad de luna y brisa,
voz que si grita es callada,
cuando aún no ha nacido
trae en sus manos mis llagas,
paz en medio del ruido,
silencio y una música lejana
que me sube entre los hombres,
y que vuela con sus almas,.
a veces le entiendo todo,
pero yo sé que es la nada.
De antiguo vino con su ligera carga,
derramándose, como en un río tranquilo
y nos llenó el alma .
Luego muere, o se angosta, o se va de mudanzas,
pero es inmarchitable,
el tiempo es de verdad lo que nunca acaba.
España
Oscura patria que en la forjada lengua pares naciones,
olor de los mares, tacto de tierra, flor de los montes;
oscura sangre que en la mirada triste profunda vistes
los ropajes de las sombras, de los bosques y de los soles.
¡Ay, quién es el que puso en tus carnes su fiera boca,
quién te cubrió de vergüenzas y de sus oscuras olas!
Aliento que de mi espíritu, la unidad escondida,
enciendes con mis requiebros lo que es mi vida:
me ha parido tu nombre en una mañana llena
de amor y de vino rojo de tu gran cosecha,
en el campo amoroso que atesoras y alimentas.
Ahora que no te nombran y que te ponen triste:
¡ Madre de las naciones, poblada en hijos, seca tus ojos,
que quien vendrá a casarte ya te ha nacido!
La noche
Todo el día esperando que llegues tú,
mi amada, vestida de sutileza, oscura,
habituada a ocultar tu desnudada belleza;
toda la noche entera para tu amar
tanta delicadeza y trabajar contigo,
codo con codo, pieza a pieza;
amada, qué llena estás de las faltas
que en otros sobran, qué grande este lugar
si solo es trabajar amándote de verdad,
desde la oscura elocuencia.
Pon pon pon
Pon en mí la tristeza de tu rostro
pon en mí la belleza de tu amor
pon en mí las palabras que has callado
pon en mí tu divino corazón;
ponme tus gracias y tus desgracias,
ponme tus sueños y haré una canción
ponme tus días lejanos como lluvias
ponme tus cambios tus risas tu dolor;
pon las noches que te han dejado solo
ponme un nombre y no seremos dos
ponme la dicha infinita de quererte
pon en mí tu frente y tu sudor;
pon el fruto de tu cálida semilla
pon pon pon
que me llames alegre y estés triste
que oiga tu silencio con clamor
que la vida te espera y te busca
que eres todo para ella, lo mejor.
Gallo pinto, cornicabra,
paradas de las estrellas
para la noche embrujada,
bocas negras de las cuevas,
ruidos del ajonjolí,
pepinillos en vinagre
y dos ojos de perdiz,
por la calimba que tiembla
vienen negros taparrabos,
con ojos llenos de nieblas
y apagados los cigarros,
en la cordura del bosque
se desgañita una urraca,
robó gotas de la fuente
y el verdín de las carracas,
fuegos fatuos de la noche
llenan la noche de humo,
los luceros se conjuran
y se disipan por turnos,
y yo me digo una cosa
¡ a qué viene tal jaleo,
profanando la gran paz
de una noche de difuntos!
No puedo ser más ni esa es mi espera,
sino aquel que acostumbró su lira
a ser menos que tú y así consiga
no prometer lo mucho y su mal declina.
No quiero ser el mejor ni mejorar la rima
sino siervo de un ser que en tu favor se estima,
que más alcanza voz a conseguir su prima
si no es primera aún, sino después es vida.
Lo que se salva
Dos poemas, dos palabras
y aún esto es mucho,
si acaso una, no más,
o media si lo ajustamos.
Mucho y nicho,
poco o nada.
Que todo lo malo sobra
y peca lo menos en mucho
y falta lo que se cobra.
Una o dos, o media,
sálvese lo que se pueda
para no quedar en nada,
una o dos, o media,
lo que se gana.
Septeto
Quebrada pierna, ojo quebrado
muralla oscura, verso rimado,
y las palabras contravenidas,
cantan las faltas en las poesías,
si falta todo todo les sobra
que en la carencia
con mugre pagan lo que se cobran.
La morada de los dioses
Qué sería, sin los dioses, de las playas vacías que están llenas de piedras
y el mar repetido que se acerca a la orilla sin argumento alguno?
Qué sería, sin los dioses, la llanura azulina que se empina doblada
y es solamente agua aunque se mueve blanca?
Adusta es la materia, sin pensamiento, dura, solo el vacío condensa
¿ Será salir al hombre alcanzar el espacio que negro se refleja?
Los dioses, que ocupan las palabras en las cantadas liras,
olas son como el mar, del pensamiento el ser,
vacían nuestros cielos y en su destino llenan el destino de los hombres.
Poema
Matemáticas y no sé qué hacen poema,
también la música es musa,
que en esto de hacer el bien
todo lo malo se junta,
se juntan tan apretados
que todas las cosas juntas
forman un solo pecado,
llamémosle poema, o blusa
pues ocultan lo que han robado
poema, blasón y culpa.
Los tuyos con su jerga llenaron tus palabras,
fornicaron tus obras y las hicieron impuras,
te marcaron modismos, hicieron tus poemas,
no hay verdad que no mientan de tu alma serena.
Los tuyos han errado por siglos inauditos,
pasaron como errantes en largas filas negras,
arrastraron sus sacos llenados por sus mitos,
mugrientos del mal uso, cautivos de la vida.
Los tuyos, desde el día en que radiante viste
otro sol en el cielo que se parecía al tuyo,
te desposaron pronto con la más vieja ira
y se burlaron, crueles, de tu corazón seguro.
Poema de amor
Soy inmaduro pero contigo maduro al instante,
crezco por donde más me gusta,
me hago un hombre duro como el pedernal
y al tiempo mi boca es un manjar líquido,
saco reservas del aire y al instante las bebo,
tu amor es insaciable a ciertas horas, otras no,
soy tu soldado, chavalillo de los pantalones en punta,
que roza el cuello de tus piernas, y, presumido,
creo que tú no te enteras del todo,
somos los amantes que nunca se enteran del todo.
Adagio
No cansó querernos ni olvidarnos lejanos como el sol
que se cayó sin sombras
para morir también de poéticas palabras
que fluyen como nubes que cambian de color
y nadie vio jamás sin que se fueran,
amigo de mi ser compañero del alma.
A ti mi barca mi soledad mi mundo
mi músculo estriado mi metálico gozo
la flor de mi capullo todo mi sabor
la mañana rociada de un frío increíble
los besos anhelados los ojos regalados
el tiempo suspirado
tic tac mi corazón.
La tierra que yo piso
Cuando la ando solo
me fluye y me confluye con el uso,
me usa en sus jardines y sus paisajes,
los priscos, los apriscos, las veredas,
los surcos, los guijarros y sus valles;
me tiene sobre el mundo anchamente
me lleva dulcemente en su canción,
me sube, me enaltece, me encabrita,
me brilla con su luz y si oscurece
me da la fresca paz de su delicia
y cierra con su noche el corazón.
Para decir de ti, por encontrarte,
yo busco en las riberas cosas perdidas,
busco conchas de mar, aves mordidas
por el rubicón de amor, sin ello hallarte;
para cambiar, por ti, mundo y aparte,
escribo con luna llena y nubes vencidas
que no cubren el cielo, que están ardidas
de un corazón quemado solo de amarte;
escribo contra mi mal, sin fe ni parte,
en días cansados y grises, cosas sabidas,
repito el mar, repito lo de otras vidas
que nada son, solo para encontrarte.
El corazón que ama se hace el valiente,
da el primer paso y sigue sin temblor:
no hay dudas ni atascos de su fecunda fuente,
los átomos del alma se ponen a su favor;
y la vida se lanza en pos de la aventura,
se mueven las montañas, se enciende la ilusión,
la vida es consejera del corazón valiente
y late en sus latidos y fluye en su pasión.
Al fin te hallaste
Si tienes corazón y aún te sobra el tiempo
para en ti, por un momento, descúbrete de nuevo,
encuentra que tus pasos siempre llegaron ciertos;
un instante es el único infinito posible y tú lo habitas,
que tu sangre fluye ceremoniosa y olvidada dentro
y en tu mirada se adentra el mundo, tus pasiones son el orden,
descúbrete de nuevo encontrando las cosas que te buscan,
eres su hallazgo, tus palabras nunca cayeron en saco roto;
la vida eres tú, lo demás es sueño.
Sonoras fuentes
Denme los vientos que en mi alma vagan
y que doblaron los árboles y los ánimos,
lluvias que llovieron sobre los áridos
campos y los dejaron en alba,
ríos otrora tormentosos
que en barro y fango lo invadieron todo,
las noches estrelladas, la soledad del olmo,
las multitudes que han formado mi entorno.
Denme la misma vida que ha pasado
y que habita en mí en un sueño de siglos,
el despertarse ahora y los vestiglos
de horribles genios que durmieron a mi lado.
Como el aire que se ensancha
y las columnas abate extensamente,
como el viento huracanado en una plaza ancha
la libertad es el don de ser la gente.
¡ Libertad, libertad!, otras tus alas,
otros tus vuelos, indistintamente,
otra manera de ser, otras rehalas,
sin rumbo ni dirección, abiertamente.
Toda mi vida haciendo otra poesía,
una cárcel de bellas palabras que no vienen a qué,
y dentro de mi cárcel tú, Libertad, que nunca estabas,
con tus manos juguetonas, con todas tus pillerías,
con el ángel de cristal detenido entre otros ángeles,
no has vestido lujosamente, con tanto lujo como desaliño,
ni la poética belleza de la riqueza actual.
Toda mi vida bebiendo el dulce vino de la poesía,
un riachuelo tan pobre que no tiene un puente siquiera,
que no sabe dormir bajo la luna diáfana de N.Y.,
la ciudad más grande que nunca conoceré de verdad,
la verdad se me escapa, que eso es ser muy pobre,
y mis versos lo son, como hijos de otros poetas;
me besó la luna con la rutina que nunca fue del beso.
La reina de la noche tan blanca llena
desde el cielo encendido su luz virginal,
la vieja virgen se pasea silenciosa,
dulce y cristalina, jazmín esencial;
redonda como el Sol como el Sol navega,
la noche inunda de su luz cenital,
un ejército blanco desde el cielo riela,
jacintos y nardos Luna beberán.
Al viejo padre
Pum, pum,
Viejo padre sentado detrás de mis narices,
viejo olmo colmado de madera tan verde,
viejo sonido a mar y a las mujeres,
lo más viril de mí en tu frente dormido;
las espaldas, tan duras, sostienen a mi rorro,
me llevas con las piernas forradas de caricias,
tan dulce es mi perfume, como ignorante es mi boca,
soy el niño que engrandeces, saliéndote de mí;
eres el hombre forjado en los oscuros siglos,
amaneces pronto como el sol de mi ignorancia
y me dejas tus ramas, con nervios en sus dibujos,
oscuras y repentinas, con muchos siglos hechas.
Ay padre tan antiguo, en las rosas y el vino,
alcoholes del tiempo que yo bebo al instante,
en tu cristal tan nítido que a mi alma alimenta.
De grandes ventanales oscuros y cerrados
tengo una casa al día en el bancal del viento,
unas escaleras altas que suben sin peldaños
y una luz muy extraña que no es tampoco luz.
La silla
Maravillosamente estoy sentado ahora
en esta silla que cuelga del más profundo mar,
enteramente al paso el universo avanza,
mas no es lo que importa sino leer los versos
que otro escribió en su silla y que me suenan bien.
Borges
Alto, de la verdad suave fragancia,
lúcido, de incorregible lectura clásica,
voluntad en las estrellas, cielo profundo,
voz de la música, alegre tigre de oro,
prodigio de memoria, de blasonado techo,
biblioteca del mundo, cuento erudito,
poeta de los grandes con su paso habituado,
en lo alto de la Alhambra, también su fuente,
regalando un ciprés que en el cielo se desvanece...
Tú no estás
Otros rostros se acercan y no es el tuyo,
otros montes se abajan en mi destierro,
otras lunas me pesan y me miran,
otra vida se atasca en mis versos,
y tú no estás, nunca estás, solo hay muros...
otras rosas se cruzan por mis ojos,
son tan puras, hermosas y perfumadas,
otros vientos acarician por mi alma,
la belleza universal que me acompaña,
y tú no estás, ya no estás, solo hay muros...
Violeta el mar donde la dicha muere,
donde tiemblan y se estremecen mis sentidos,
donde se ahogan mis penas y mis olvidos,
donde miro este lugar solo por verte;
oscuro el cielo de mi noche única,
donde estoy traspasado por el frío,
donde vuela un amor que no fue mío,
donde busco la estrella de mi musa;
árido es el viento en la seca estepa,
tan larga y ancha de mi soledad ocupada,
remolinos de la pena que me llevan
por parajes que se alzan en mi alma;
blanca y temible me mira la montaña,
que la nieve mostró su corazón helado,
donde fulge un Sol que parece apagado
de tanto como falta el sol que amaba;
la calle se entromete con mis pasos,
también camina a mi lado, junta,
suena como infierno, borrosa, marabunta
del mundo ajeno, el compañero extraño;
violeta el mar donde la dicha muere,
donde muero yo todos los días,
donde tú y solo tú estás en mi poesía,
tan triste el modo con que el amor me tiene.
La rosa
Una rosa sorprende en el jardín,
tan minúscula, roja y esmerada,
inocente, pequeña, encontrada,
que ha nacido y vive porque sí,
entre ramas, el suelo y los abrojos,
abre un sol de pétalos encendidos,
es la flor, solo ella, entre ruidos,
precavida, valiente y total.
Desprecian tu mar rugiente, tu tiempo ocioso,
el cielo tan colorido de rojas sombras,
la tierra que, por ser tierra, es muy decente,
tus sueños que son capullos de tiernas rosas;
desprecian los sentimientos y tu alegría,
la venturosa dicha de ser gozoso,
desprecian tu humildad en tiempo adverso,
la generosa fuente de tus dos ojos;
desprecian la coloría de estar tan vivo,
de ser la humanidad, hoy claudicante,
son ellos la verdad aunque es mentira,
que los desprecios son para ignorarte;
deja que te desprecien pues siempre fallan,
huelen como los perros lo mal habido;
sube por las laderas del Sol triunfante
que aunque te lo desprecien los ha vencido.
Quiero plantar un huerto donde crezcan espinas y las rosas se marchiten,
que en días de lluvia salga la lombriz contorneándose roja como una corista
y lo atraviesen bichejos, incluida la araña que tiene muy mala prensa,
un huerto de tierra oscura, bien regado y fragante, que me adentre en el huerto,
lo sembraré de plantas, dejaré a las salvajes y que me crezcan todas,
incluso las margaritas que suelen salir de pronto y nadie las cuidó nunca,
también los escarabajos que parecen aturdidos con sus andares borrachos,
¡ Y las oropéndolas! no sé qué son, pero suenan bien, como palabras cultas,
será un huerto mío, pues animales y plantas seguro me lo dan, también la buena dulce tierra,
bizcocho oscuro que de niño comía y me llenaba de lombrices,
la vida es un huerto negro que nos deja vivir, sin reglas ni órdenes, completamente libres,
la divina indulgencia es una señora anciana que nos permite todo y por eso le regañan
aquellos que aún les queda mucho, si no se mueren antes, para ser sabios como ella,
pero al sembrar mi huerto antes me tengo que sembrar yo y hundir mis raíces en la Tierra,
que el Sol me pese sobre los hombros y me acostumbre a dejar que todas las cosas vivan.
En esta hora atroz en que la duda ofende
y los árboles y arroyos, a plena luz del día,
están hasta las narices de sembrarse inútilmente,
las orejas gachas, los pies fríos y la cabeza caliente,
yo te pido y suplico, he aquí lo último de lo último
de tus divinas sombras tus ojos como abrojos,
a pie juntillas deletreo las últimas palabras, y Acepto...
las veinticuatro horas del día, pero ni pizca más,
yo soy tu voz, pero más despacio, tu sombra alada,
quizás lo sea, no lo tengo claro, pero me parece bien.
Cenizas
Una brizna en el tiempo, una blanca ceniza en el tiempo posada,
un vuelo de solo mil años, quizás más, en las dos civilizaciones
cayendo a plomo sobre los tempranos días de la nuestra,
ayer mismo se dijo y hoy lo repetimos sin saberlo siquiera,
el tiempo es solo ceniza que no incomoda ni mueve,
que vuela, sin peso, con las alas blancas sin apenas fuerza,
aquello que nos quitamos de encima pues parece suciedad,
la nieve sumisa de la gran nevada que bajó ingrávida, sin fuerza,
solamente los surcos de la dura tierra sabe licuarlo y hacerlo como agua
y los sedientos beben ávidos como del mar de la memoria
y lo sienten duro, sienten que otra materia lo constituye,
pero pensad en lo más liviano e indefenso que conozcáis y llamarle tiempo,
aún eso es mucho, mejor ceniza, la liviana y diminuta mota que cae impoluta
y a los ardientes corazones les sirve de coraza, un corazón valiente puede con todo.
Mi niña ha hablado, no es lo que ha dicho,
hablar no es decir,
hablar es estar al lado de otro, meterse en el otro,
las palabras son latidos del corazón del alma,
salen de una en una, aunque lo hagan deprisa
y llegan a la otra alma y le dejan su perfume,
la palabra como la yerba huele a agua y a tierra,
mi niña ha hablado y me lo ha dicho: hablo
y yo al oírla he sido un hombre feliz, ya hablamos,
cuando dos amantes rompen un silencio hay amor,
hoy el amor ha hablado en los labios de mi niña,
porque hablar solo es amarse.
El lector de la noche
En esta hora de la noche no suena nada,
leo tus versos y derraman su cristal insonoro,
tus palabras que fluyen como arroyo armonioso
que me hablan seguras entre húmedos surcos,
su armonía tiene el brillo de los oscuros fulgores;
en la noche el poema nunca saca de dudas,
ni resuelve el problema del diario vivir,
solamente acompaña como estrella lejana
que se acerca al instante en la hora tranquila
y discurre tan plácido, al albur de sus formas;
lo recoge la noche, me lo devuelve intacto,
nunca perece el tiempo en las horas dormidas
ni la palabra grita para sobrevivir.
La vida es un baile
No se me olvida el baile de una música
que dentro de mí bailaba, de las palabras
que yo unía para ti y tú las desatabas.
Yo nací cantando y por cantar nací,
fue así como aprendí a querer
y fue pasito a pasito como aprendí a vivir,
para volverte a ver, para volver,
he de bailar un baile que la razón no vuela,
pues sólo el amor es capaz de unir
lo que en la larga vida siempre será mi espera.
La vida es así
Y pensar que al final yo voy a ser unas palabras,
pocas, pero bien escritas, que no parecerán escritas por mí,
al final no seré yo exactamente, que nunca estuve escrito.
Y no es justo, no es justo que abandone el camino
y no sea mi yo del todo, nunca acicalado,
que sean, si lo son, las palabras mis sucesoras,
ellas, que nunca supieron contar mi alegría,
que jamás se entristecieron con mis lágrimas,
se olvidarán de mí y ningún cielo me recogerá,
porque a nadie le importo, la vida es así,
no la he inventado yo.
Te regalo mi silencio para que escribas,
para que oigas de mí lo que se calla,
para que encuentres música en sus páginas,
para que sepas hablar como él habla;
te regalo mi silencio, que no se escucha,
que vive solo en mí como con alas,
y con sus alas vuela y no se acaba,
ni se interrumpe solo, solo es alma;
te regalo mi silencio, que no está escrito,
nunca dicen mis cosas las palabras,
callan lo que más quiero y yo callaba
cuando sobré en la vida, y yo sobraba.
Vida, qué eres tú que tan bien me tienes,
que eres más vida aún cuando me duermes
y más vida serás cuando me dejes,
que te acomodas a mí y me sostienes,
que vives solo por mí, que me quieres,
pues sin ruido me animas y sometes,
no te agotas del todo y fluyes tenue
unida a mí en lo llano y lo solemne,
que corriges mi cuerpo y lo mantienes,
porque, fiel y callada, en mi alma creces
y el infinito ensanchas indeleble,
en un rincón de mi ser, vida tú eres
lo más fiel de mí, mi amante siempre.
La piel fina
Mañana tendré la piel tan fina que cualquiera de mis palabras me causará dolor,
incluso la poesía, todos sabemos que la poesía es un ejercicio frívolo
que sus palabras son oropeles, imitaciones del oro auténtico, de la verdad,
hasta esas palabras en tiempos de tribulación pesan dolorosamente leerlas,
qué palabras decir , entonces, que puedan ser leídas cuando me encuentre triste,
cuando se encuentren tristes los hombres cualquier hombre,
de nada vale estar contento con un poema si el poema es un alfanje
que se clava doloroso en el pecho amoroso de un hombre triste,
por eso aquellos poetas que solo juegan a decir cosas sin sentido
son los buenos hombres que contribuyen a la felicidad ajena,
la vida es muy importante, no tenemos que darle ninguna importancia
para que fluya por sí misma y nos acompañe en los malos momentos.
Todo
Dejadme que me acueste doblado y que doblado escriba
escriba un ser extraño al que he llamado hombre
un hombre que me ocupa con su debido tiempo
el tiempo es la quimera al que entendí por ocio
y ociosamente escriba como lo hago todo.
Demasiado tarde para ser tan pronto
He dejado al muchacho de los vaqueros azules escriba mis poemas,
los muchachos son muy buenos poetas aunque no lo reconocen,
una nube cristalina los mira de frente todos los días y da brillo a su ojos,
son tímidos y rebeldes, humildes y ocupados, ayer mismo eran niños,
la juventud que es rama poderosa, entró en sus cuerpos y los ocupa alegre,
van de prisa siempre y dejan atrás los humos de las grandes ciudades,
llenan plazas y barrios y sitios más calientes bajo el rojo sol de la fuerza
y en los rellanos beben, beben feroces, los líquidos plácidos fermentados,
todos quieren besar a un tiempo y sobre las aceras grises forman sus grupos,
he dejado al muchacho de los vaqueros azules escriba mis poemas
me hacía falta cambiar, tener nuevas palabras, las palabras atan
y solo los muchachos saben desatarlas con sus lenguas brillantes,
con sus manos esculpen senos maravillosos besados ávidamente
y son tan poetas que ni un polvo sacan a los caminos secos y viejos,
gratitud, el joven recorrido por la ciudad dormida y el silencio de su humildad.
El niño
Alegre mi alegría
mi alegría suene
y hasta la calle se llegue,
con el Sol,
que calienta a la tierra
y me caliento yo,
trota el agua que borbota
en la fuente de mi patio
y la parra se alborota
de uvas doradas que enciende
y antes las escondió,
cuando el gato se estira
arqueando su barriga
y me mira de soslayo,
distanciado y con sopor,
qué alegre la alegría siento
jugando con mi pelota,
chuto contra los rincones,
rompo mis pantalones,
canto, grito, doy pavor,
en peligro los balcones,
enciendo los nubarrones
de los mayores gritones
que nunca son como yo.
El pasado no es Ser
La misma suavidad que tiene el hoy,
forzada es, de dureza inquebrantable
mirar ayer, pasado infranqueable,
en la manera en que viviendo estoy.
La misma senda y el alma me la doy,
quebrada estampa, mundo insuperable,
pues es presente, nada es inmutable,
y está cargado lo que en ser no soy.
Por mi dicha y amores irresolutos
por tanto azar cambiante entre las gentes,
del universo, pasos impolutos,
me hice radical y seguí a vivientes,
de un lado a otro fui de fiestas a lutos,
y acabé en las cosas intrascendentes.
El autoengaño
En estos tiempos de siempre hay gentes de siempre,
nos hablan con las mismas palabras y hacen los mismos hechos,
la gente nace sabiendo estas cosas, ¿ por qué mentirles?
¿ todavía quedan los que nos os conocen y queréis engañarlos?
Pensáis, nos saldremos con la nuestra porque somos inteligentes,
pero la inteligencia casi nunca sabe nada del todo y menos del futuro,
lo vuestro es el mal, todavía no estáis acostumbrados a vuestro mal.
Que no crezcan mis versos, ni maduren
que no se hagan señores con barriga,
que no fumen puros ni colillas
que no canten oscuros cuando sufres,
que se hagan violetas adormecidos,
oro fino de piel y de sonido,
grifos mudos de ser y con atino
te hagan reír también entre suspiros,
que te devuelvan rosas con mis manos
que te den la palabra y los recibas,
que se escriban de pie, aunque con prisa,
que pesen como la nada y sin trabajo,
que te digan adiós, se vayan pronto,
que los eches de menos en ese instante,
el vacío de mis versos sea lo constante,
duren solo un momento sin más logro,
no quiero madurar ni hacer maduros
sino locos de amor y de contento,
alegres como niños, siempre risueños,
vivos como la mar, en lo más puro,
y luego vuelen también y los olvides,
si nacieron en un día mueran pronto,
son versos que se agostaron, como un soplo,
que los recibas tú es lo que piden.
Lluvia de verano
El otro día, ayer, yo estaba cobijado en el chamizo gris oliva de una lluvia atroz que caía dolosamente sobre mi cabeza,
cobijado y meado, atrapado en la dura tela gris oliva que me ponía una piel de hipopótamo y me daba una figura atroz,
yo la oía tamborilear, a la lluvia, sobre el duro pellejo acartonado, retumbar dolosamente sobre mi cuerpo hirsuto,
creía morir, de siempre me ha dado miedo esa lluvia atroz que baja dolosamente sobre los inválidos cuerpos y los machaca,
creí morir, agonizar, lastimar el hirsuto pellejo blanco, lleno de lluvia, atormentado por los cielos que son verdaderos infiernos
y al tiempo, en el tiempo de los desmayos, creí desmayarme de tanto dolor soportado de quienes viven arriba,
arriba es el lugar donde han vivido todos los que me atormentaron, empezando por los porteros del chamizo alto,
era impresionante ver que la lluvia desdibujaba los divinos cipreses y se reía de todos nosotros, niños, aves y cipreses,
un nauseabundo olor a tierra mojada, culos mojados, garrafas mojadas, cipreses mojados subía escaleras arriba,
una lluvia atroz todo lo ocupa, cuerpos y almas, vivos y muertos, escaleras y senderos, plazas vacías, fuentes llenas
pero sigue impertérrita demostrando que la que manda es ella y puede maltratar a los que viven abajo,
¿ no queríais agua? ¡ pues toma agua! todo el agua posible y la imposible, estáis malditos, llorad con la lluvia,
mis lágrimas bajaban y la lluvia las desalaba, llegaban a la comisura de los labios y la lluvia se las tragaba,
la lluvia me caía sobre el pernil como si yo me estuviera meando, chorrillos cristalinos convalecientes de apenas brillo,
era inconmensurable, devastadora, canora, opípara, secundaria, trementina, atroz, atroz, atroz, seguramente vacía
y no dejaba de caer, con el mismo tono, el ritmo atroz, bajando, bajando, llenando, vaciando, signo de la altura,
nunca había visto llover tanto, ya podía morirme tranquilo, nunca después podría repetirse, lluvia de verano.
Ya no vendrás, no llamarás,
no oiré tus pasos al pasar,
no me dirás había mucho tráfico,
no acabarás en la mesa después de llamarte,
no me nombrarás, ya no estaré en la otra parte,
no asumiré que fuiste para mí lo deseado,
no asumirás que siempre me tuviste a tu lado,
no me tendrás no esperarás no suspirarás,
no querrás que tarde o que me pierda luego,
ni luego te arrepentirás y me dirás te quiero.
Aire
Aire que en mi boca duele,
cargado está de mi pena,
de la soledad del pecho
que en mi corazón se encierra,
aire que me da y no queda,
que me nubla la mirada,
que me llena de las lágrimas,
que me embebe de añoranzas,
soltado está de mi alma,
aire y soledad,
soledad tan mía que en el aire está.
Otrora, hace tiempo, un día
seguramente ayer, no lo recuerdo
con el tiempo vivo el olvido y le llamo recuerdo,
seguramente vivo una apóstrofe, una mentira atroz vestida de poema,
vivo oculto, en la parte de los otros,
¿ podría entender que soy yo en todo momento?
creo que no, el mundo es complejo y yo soy complejo,
no me gustan, de verdad, todas las cosas que me gustan,
hay que reconocer que en el gusto ajeno el gusto tiene mal gusto,
aquí o allá, unas pinceladas, unos acordes, unas palabras, aciertan,
a cuentas gotas con pocas gotas otros aciertan,
lo cierto es que al final le pediré unos pocos segundos más a la vida,
al fin, el mundo se parará y yo disfrutaré mi ser auténtico.
Con mi mano partí toda mi dicha rota,
en cada región de amor se me enconó la vida,
rondé al amor, pero sonó sin nota,
llenose el aire de mi soledad herida.
¿Se pena acaso, amor, estando tan sumido
en el deseo de amar, si sólo estoy herido
y no es amor lo que el deseo se deja?
Yo sigo enamorado, estoy comprometido
a no dejar de amarte y a mi deseo estoy unido.
El patio verde
Querido amigo: en los grandes días me acuerdo de ti,
cuando tengo algo que decir siempre quiero que seas tú el primero en oírme.
Hoy tenía una necesidad que arrastro hace tiempo: ser yo mismo.
Liberar mi hombre interior y lo hago con mi poesía,
para que me valga a mí y valga para todos: que ésa es la poesía.
Es por esto que hoy he escrito esta poesía necesaria,
la libertaria poesía que quite los disfraces del mundo íntimo.
Ataco en profundidad al meollo de todas nuestras desgracias:
no ser quienes somos de verdad.
Un abrazo y mi poema, para mí que logrado por esencial y con ritmo clásico que es el auténtico
***
Una cosa es segura, yo me pierdo
en la amplia geografía menuda, extensa
del interior de mí, de mi pereza,
en que al buscar en mí nunca me encuentro.
Pasajero de mí, en mí navego,
por nada tengo al mundo mío de lo íntimo,
extraño soy de mí, pequeño y mínimo,
sin referencias en nada, yo me mantengo.
Algún día, una vez, extrañamente
de abigarradas nubes ocultado
un rayo de la luz interior he sacado
que me sorprende a mí mínimamente.
¿Seré valiente el día que conmigo
sea el más fiel y mejor de mis vasallos,
trocaré toda duda y levantando
la voz en mí no me dé por vencido?
He de liberar en mí al hombre íntimo
que me soporta en más y al que hago menos,
cambiar las vestiduras de lo ajeno
por las mías propias que en la mentira asfixio.
Difícil
poema, desgarrado, intimista.
Es como
arrancar la piel del alma,
cuando
todavía algo de piel queda
y el
sufrimiento no es el despellejamiento mismo,
sino la
piel que todavía agarrada se aferra,
sabiendo que a jirones habrá de desprenderse,
como
las hojas en otoño van cayendo poco a poco,
aun
cuando alguna pegada aferrada se quede
por un
tiempo –mínimo- a su rama.
Alfonso Colodrón.
Te miro cuando pasas y me asombras,
la lividez del rostro, última pena,
cuando no se si vas o si regresas,
cuando mi alma está enterrada o muerta.
Te miro y no dejo de seguirte,
soy como un fiero león, montado en celo,
soy el oscuro burdel de los deseos,
entonces me espabila, de pronto, una mirada,
nos encontramos en puntos llenados de infinitos,
callamos como perros escarmentados
y nos ponemos a proseguir los hitos,
en ellos estás tú también, es ya cansino
que hayas muerto y te hayas ido sin llamarme,
y que sigas siendo tú, aún tan distante.
Ríe, alma, riendo como el Sol
cuyo pecado mayor es ser hermoso,
redondo y atento padre nuestro,
allá en los cielos esplendente, lleno de luz;
ríe, alma mía, que estás muy triste todavía,
recién salida a la vida para brincar de gozo
en el espacio ganado por el verdadero amor.
La dicha es una palabra que se queda en el alma,
que revolotea segura en oscuros rincones
del tiempo, es una plegaria que ha sido escuchada
y que de pronto salta como fuente interior;
una lluvia infinita riega los campos secos,
sobre los viejos olmos caen cortinas de amor,
se lavan las palabras, las oraciones fluyen,
ya todo es primavera tan llena de color.
La dicha es una estancia que estuvo ocultada
desde remotos tiempos de una vida anterior
y que de pronto sale y ya todo lo cambia:
¡ de verdad soy dichoso, así lo siento yo!
Sombras sobre mi pecho, mi amor contrito,
sobre mi amor la dicha, sobre mi bien lo escrito,
sobre la duda brisas, sobre la brisa el mar,
sobre la mar los días, sobre los días la sal,
sobre todas las cosas saber que tú me vienes
con tus alas fragantes con tu baile caliente,
que no me duela ayer con sus hirientes rosas,
que no me duela amarte, ahora, a todas horas,
y que luego me olvide serenamente
y no me quede en ti, que no me quede.
Mi teléfono dice no a todas las horas
Desnudo y brillante como un cisne negro,
como un calcetín echado en el desván de la cantante calva,
conectado a la central del miedo,
habla consigo en silenciosos universos,
juega al ajedrez con números noctámbulos,
a veces suena, " perdone, me he equivocado",
es mi alma contraria que me roba mi retrato,
yo hablo hasta por los codos con carcajadas sonoras,
hablo y hablo, me atasco al hablar, sueno como un reloj, tic, tac,
alegre como un trino, tengo timbre de mujer,
me desnudo a los amigos, abro mis piernas,
podrían cogerme de cualquier parte sin que les apartara mi mano,
decididamente no soy un teléfono negro tocándose los huevos.
Si yo alguna vez quisiera enamorar a una mujer me pondría al revés,
la cabeza en el suelo los pies en el aire mirando el firmamento,
la mujer es todo lo contrario del hombre o el hombre es lo contrario de la mujer,
si yo pienso blanco diría negro, si yo pienso negro diría cualquier color menos el negro,
pero no siempre lo he sentido así, yo era un brutote hablando en femenino,
hasta mis caricias más íntimas tenían más de mí en solitario que de amante,
ellas me sufrieron, a las mujeres les gusta sufrir, qué raras son,
me sufrieron con placer y lascivia, creo que pensando en otro
pues una cosa que nunca dije es que la mujer es infiel por naturaleza,
lo dicho, la cabeza en el suelo los pies en el corazón.
Desnudo, totalmente desnudo,
a espaldas de todas las ciudades en gran silencio,
desnudo y grande con fuentes y con arroyos,
con nubes in marchitas que van evaporándose
por las colinas,
desnudo de claridad inquebrantable frente a los astros,
vestido solo de mí, de mar y de arena,
desnudo de soledad, de hambre y de llanto,
de tanto penar la vida por los senderos rotos,
desnudo como los cables picoteados por las águilas,
alto del todo, allá en el aire, volando plácidamente,
desnudo como las sombras y como el agua refrescante,
cayendo plácidamente de mi lluvia ligera, casi de lluvia,
desnudo en las mañanas antes que el sol me vista de otredad
y solo me quede en mí, como mi arte.
Ah perfección, belleza, alma,
han de acusarte entre todo esto en que resaltas,
perseguir en tus ojos tan lúcidos,
para no verse a sí mismos,
para no verte.
No seas más por mí ni por la muerte
ni lleves en ti mi luz tan apagada
no acabes por mi mal por no ser nada,
pues digno eres de ti, pese a tu suerte.
Paradigma de lo bello y de lo fuerte
te lucieron como estatua iluminada
en palacios de terrores, dueños de nada,
te adornaron como joya para verte.
Aquí eres rey y en mis poemas mandas
paradigma de hombre por perfecto
mis palabras alumbras y las agrandas.
En aguas procelosas de lo recto
habitarás el espacio que tú expandas
en lo hondo y común del buen afecto.
Oh alegría vuelve a mí vestida de mí,
dame de nuevo tus horas insulsas, tus desnudos integrales,
la grata caricia del aire cuando no sabe mi nombre,
los espíritus altruistas que son buenos con todo el mundo,
dame de nuevo amor que parezco esperarlo
y sobre todas las cosas, tú, alegría, ese inmenso ser blanco
tan parecido a la bóveda celeste cuando la ocupa el Sol,
bien pensado nos es tan caro estar alegres como el estar tristes
y por el mismo precio la virtud de la alegría es poderosa,
ella nos cura, redobla nuestra inteligencia, nos hace ser mejores.
Compañero, cómo puede ser que el tiempo te haya cambiado tanto,
recuerdo cuando me picaba tu mirada y me inquiría algo que yo no entendía,
no entendía tu tribulación, ese meneo oscuro de tus ojos avergonzados
la palabra que llenaba tu boca in marchita y la vergüenza que te daba mirarme a los ojos,
son el tiempo en que el hombre se siente inseguro, seguramente niño,
lo sabías, sabías que yo era un enjambre de palabras siniestras
donde los cuervos graznan y las palomas huyen, como buitres, amansadas
sabías que lo sabías, pero yo era un procaz de sueños insensatos,
acurrucado siempre en la nostalgia del corazón, huyendo por Granada,
y un dulce colmenar me cubría con sus llantos,
es cierto que las persianas suenan llorosas cunado llueve al mediodía
cuando del sol solo hay luz, no el dulce picor de su calor siniestro,
compañero, me dejaste traspillado en tus sueños insensibles,
adormecido de ti, empapado de ti, corneado de ti, seguramente cadáver,
oye cómo el mar cruje como si quisiera decir algo, todo es mentira,
no habla el mar, solo yo hablo y solo hablo cuando escribo,
escribo tan deprisa que pongo el final al principio y cuando llega el final ya no queda nada,
ya no queda nada de ti, ni de mi, ni del viento ni de la escarola con ajos quemados,
solo
las palabras, palabras fritas y refritas, fritanga del sopor y la desolación,
nunca fue después igual.
Oh noche amorosa que de mí haces el amante,
noche atribulada que acercas mi amor y le convences,
cálida noche de caricias infinitas, sobrada mía, abundante,
noche temible del ser ignorado que soy yo mismo,
trémula noche, tibia y blanca, incontenible noche,
acurrucada conmigo, mi niña de infinitos besos
que luego pronto olvido en los oscuros días,
infinita noche arrastrada por los viejos tiempos,
como brillante lucero que denuncia las sombras,
grandiosa noche de rincones silenciosos, escrita sin palabras,
donde yo me recojo y disfruto recordando,
donde yo triunfo como amante entre sus sábanas
y nadie puede quitármela porque de nadie es.
La nada
Que nada de lo dicho lo diga luego en mente,
de nada la ocasión en medio del domingo,
mariposee por turbio en su cristal insípido;
nada que se ha dicho esté de vuelta en la página vuelta;
si el cartero que llamó mil veces,
troceó mi vida de tiempos inservibles,
de acompasadas muertes,
escribir no es morir cuando se escribe muerto.
Mar, devuélveme tus olas del gusto
y el papel garabateado de los finos cuchillos,
o tú, las tardes subidas a los altos cielos oscuros,
con tus astros protectores de escondidas cavernas.
Vida del pinar, verde reloj que dibujas ilusiones
con grandes risotadas sobre pequeños montes
y a socavones llamas entre las mismas calles.
Un seco calor de agua baña al domingo;
bórrame memoria aquellas horas largas
de números inexactos, enseñados a sangre,
tan pronto el precipicio de la rutinaria estera:
soñar en los brazos del sueño, sueño en el sueño,
hasta pasado mañana por lo menos, mañana no,
si hoy estoy de fiesta.
Besar para olvidar tus besos domingueros;
letal la tarde que la noche inicia,
si la canción mascada se sienta oblicuamente,
con los pies mojados por una lluvia, enfrente.
Ni así, ni si nadando en manojos de dedos
te encuentro sola. Yo te llevaba con siglos puestos,
dentro de mi, seguramente con ganas de salir
con tanta fuerza que hasta lo dulce duele
de la dureza inaudita llamada amor.
Mañana es muerte sentada sobre nada.
La terraza
Qué bonito Madrid cuando dormía a pelo
y en la terraza de la Gran Vía la taza de café fumaba,
se paraban los coches a contemplar la fiesta
y el gabán abrochado descubría la corbata.
Era un tiempo fatuo sin aves bajo el cielo
y el buen poeta llamado Carlos se hizo la foto,
nunca sería después tan joven y tan perfecto,
cuando el hombre con el niño más cercano
se para en la terraza, se embebe en sus versos
y da, con la patraña al fondo, sus alas del sombrero...
¿ Verdad que era mentira? ¿ No acabó así el comienzo?
quiero decir que me gusta contemplar tu foto,
el futuro rejuvenece tu exactitud magnífica,
pues pronto te sentaste en el literario templo,
y, digámoslo sin verso, eras un poeta feliz.
El pozo
El pozo se llena de las cosas que dejamos,
me refiero al gran pozo donde tienen cabida nuestras vidas,
también estarán las cosas que no hice, las que no escribí, las que no fui yo,
por simple matemática es lo posible, también las que yo hice, también lo que escribí
aunque cada vez se parecerán menos a mí, mis hechos no son del todo míos,
las cosas mías son las que pudieron ser, incluso las imposibles, seguro saben esto los sabios.
Se me viene un poema que no tiene palabras,
que no sabe lo que dice ni qué decir,
que habla por que habla,
que solo piensa en ti,
se me escapa un poema a modo de mis lágrimas,
como el llanto y la pena no lo sabe decir,
en el cuerpo me duele y me duele en el alma,
que solo piensa en ti,
se me viene un poema que es una plegaria
que digo entre dientes, sin decir,
la rutina del cuerpo que desgrana palabras,
que solo piensa en ti,
se me suelta un poema dotado de la gracia,
que baila con la música, es un decir,
y olvida que no olvida,
que solo piensa en ti.
Oh tú, extraña palabra, me has dejado cerca,
me has separado eternamente de mi tiempo,
a un paso solo, nunca acabas siendo lo que dices,
todavía siento en mi boca el sabor de tu no ser,
aún te vistas de hermosura y te perfume el ritmo,
eres más corta que mis ojos cuando cantas,
tus huecos sonidos suenan bien pero mienten
y el mundo pasa lleno, sobre todo de amor
el ser más invisible de cuantas cosas existen;
tú no lo cantas y si lo cantas lo perviertes;
el amor no es lo más bello ni se acoge bien,
es un escritor anónimo que escribe muy bien
y tú te lo has apropiado como dueña,
te apropias de todo con tu lengua de acero,
pero lo tuyo es el uso mercantil que te creó,
ahí las cosas son ciertas y tú la más elocuente,
¿ y si soy así, por qué escribes, me dirás?
Nunca lo sé.
Uno, dos, tres
Uno, el aire que tiene alas nos lleva,
dos, a un sitio muy alto donde estará el cielo,
tres, tú y yo somos dos y siempre más que dos,
uno, las cosas empiezan con uno de menos,
dos, pero seguidamente se complican,
tres, el infinito es de todos el número más pequeño,
uno, define mucho mejor nuestro amor,
dos, pero siempre somos más de dos,
tres, porque hay mucha gente en sus vuelos,
uno, vuela el aire hacia lo más alto,
dos, cogidos de las manos también subimos,
tres, vamos a la dicha de encontrarnos,
uno, solamente somos uno al final,
dos, los dos morimos eternamente,
tres, no cabe más dicha que amarse,
uno, porque hay un jardín de todas las cosas bellas,
dos, y el aire las disipa en su vuelo,
tres, las cosas importantes son las más pequeñas,
uno, no son tan bellas si se las mira deprisa,
dos, la belleza verdadera son todas las cosas juntas,
tres, para amarlas por separado una a una.
El jilguero
Ligero jilguero volando sobre el suelo,
girando y corriendo alegre en sus colores
en el aire dibuja elipses de jardín,
por la huerta y los prados en fuentes por riberas,
sin peso sus pasos cortitas sus fronteras
en el ciprés enseña su culito gris,
al lado de la gente como la gente misma,
suspiros en el cielo, colores pespuntados,
el amarillo fuerte y el rojo carmesí,
piquito bien armado, cantos esmerados,
parándose en la rama, saluda el caballero,
oscura su levita, quitándose el sombrero
se inclina ante mí.
Las grandes contradicciones
Estamos acostumbrados a ser llevados
por gentes sencillas de gran corazón,
pero que tienen tal lío en la cabeza
que nunca nos llevará bien si no es a la locura,
gentes que dicen amar el bien y aman a los malos,
que se dicen decentes e inclinan la cerviz a los indecentes,
que se dicen limpios de corazón y solo miran a los indeseables,
esa buena gente tiene su lucecita en nuestros pechos
y alguna vez tuvieron nuestras lágrimas deslizadas como centellas,
pero solo nos llevaron a locura y la locura no tiene cura.
Esta tarde que tan plana resplandece
en una mar tranquila, tan última y azulada,
tiene goces de amor, quietud y alas
rozadas por el azul, que en bien padece.
Posado forzosamente entre las nubes
por un amor que huyó, en un camino
hecho de plata y de rosadas pubes
se va mi amor en esta tarde herido.
Tengo mi pecho alzado a lo valiente,
puños tengo de acero en mi caricia,
un lupanar de hielo y por delicia
que no te tiene a ti de frente a frente.
Tengo la herida en tan ruidoso goce
quebrado mi dolor gorgoteando
un claro derroche de poesía manando,
en tu recuerdo, a la menor que roce.
Las fuentes
Beber, no harto,
las divinas fuentes,
viajeras prontas en los espacios quietos,
no cansarse el buscar, ganar los retos
y
en las brincosas aguas de sus frentes,
Oh mundo ávido en cabriolas silentes,
llenad las palabras, entre los setos,
con brillos y fugas, soles completos,
de la ruidosa paz, hallar sus mentes.
Fuentes que distéis todo a mi nada,
y del divino fulgor sois mi herida,
luminosa e irreal, grácil, la vida,
cuanto corréis veraz la Nada oscura,
ocuparéis su templo y en no cansada
se acallará esta voz de agua tan pura.
La tierra que yo piso
Me fluye y me confluye con el uso,
me usa en sus jardines y sus paisajes,
los priscos, los apriscos, las veredas,
los surcos, los guijarros y sus valles
me tiene sobre el mundo anchamente
me lleva dulcemente en su canción,
me sube, me enaltece, me encabrita,
me brilla con su luz y en buena sombra
me da la fresca paz de su delicia
llenándome de pecho el corazón.
Oh mi tiempo
dorado cuando el sol ponía
su mágica sombra en luz sobre mi cuerpo
y los campos hervían tan frescos y tiernos
y el agua de los arroyos se perdía cerca,
oh mi tiempo de estrellas apenas luminosas,
mis amigas que guiñaban cristalinas y fijas
y la noche encendida sobre los opacos sueños
cuando creía en mí y me amaba como un niño.
oh mi tiempo nuevo, de alegres los paseos
por las turbias callejas llenas de color,
y el trémolo vibrar de las almas tendidas,
sobre el sonido vacío de las gentes sin nombres.
Me cambian las
palabras que yo quiero cambiar,
me anudan y me llevan las que quiero llevar,
son ellas las que mandan y las quiero mandar,
se allegan como vuelos suaves de beldad,
parecen darse enteras y ocultan su mitad
yo creo que estoy en ellas y ellas no lo están.
Oh
grandes olas del ayer que fermentáis
el grandísimo mar que muere dentro,
ay aguas oscuras e infecundas
que dentro de mí oscuro me hacéis.
En esto de vivir diariamente
lo vivo vive y lo que no no muere,
no es lo mismo estar alegre y confiado
que piar por un pasado que fue horrible.
El nuevo Ser
Por voluntad donosa en bien se asienta
gloriosa la virtud que en ello ha estado,
de tanto bien lo colma el bien hurtado,
que lo donoso dio y el bien lo cuenta.
Es paso firme el alma en lo que asienta
el poderoso Ser cuanto ha ganado
lleva con dignidad crecido y aumentado
y hace nuevo el vivir, forma incruenta.
Por calles, plazas, aún ruidosamente
una juventud le crece virtuosa
con alma alegre, y aún silenciosamente.
va por el mundo decidida y pasmosa
y lleva la salud tan armoniosamente
que es nueva gloria del mundo y victoriosa.
La vejez
Mis carnes tan morenas de ayer se fueron canas
y muestran las arrugas del impoluto ser,
se caen y se sostienen sin la divina gracia
escarban por la arena buscando juventud,
solo encuentran soles perdidos en la ignorancia,
palabras y más palabras del verbo generar.
Amor no amado
¿ Por qué amor se sienta al lado de un
arroyo
y ve el agua correr suave y callado
y el corazón lo ahonda con mentiras
si sabe que no amó ni fue amado?
¿ por qué suspiros y cielos empedrados
que en la sutil esencia cual pintados
subliman de lo excelso lo cantado
si sabe que no amó ni fue amado?
¿ por qué la duda, la magia y la afrenta,
aquel dolor hermoso del pecado
o la razón de creerse enamorado
si sabe que no amó ni fue amado?
¿ y por qué la multitud gozosa
en las plazas y las tabernas alborotando
cantando todos la última canción
si sabe que no amó ni fue amado?
¿ Por qué corren los astros, veloces como
vientos,
que van de parte alguna y solo va corriendo,
en qué lugar nacieron si es que nacieron un día
y en qué lugar se mueren, por qué se van huyendo?
¿ por qué se quedan solos guiñando en lo oscuro
y por qué se agrupan juntos, bellísimas lumbreras,
por qué se exaltan pronto y cambian sus reflejos?
El único poema
Variopinto lugar lleno de escarcha
que en las salobres siembras sembró mi ruta,
buscando para hallar lo que trabaja
un día a otro cortar el dulce junco
y unir el desbarate de palabras,
aquí la arena seguida como el tiempo
cayendo siempre vaciándome el alma,
aquí rotunda la vida va seguida
en dulces notas se cae por la alambrada,
todo es voz y el gran fonema
hundido en mares de pleamar hundido
siguiendo el surco del único poema.
Sindéresis del espacio
Deletrear el universo y el espacio,
el frío atroz que reina por el orbe
el negro sol que ocupa todo el orden,
la voz callada que clama por abrazos,
volar, y sin caer, seguir volando,
abrir los brazos y esconder el rostro,
seguir, seguir, pues solo estando
ocupamos un lugar sobre los astros,
cada palabra, cada piel contiene
el polvo solitario de los caminos,
la grandeza del ser, el gran vacío
que a todos conduce en lo silente,
la vida es un hartazgo de belleza,
sostiene la grandeza en temas
que nadie esculpe y nadie contiene.
El otro
Beatíficamente me pudro en armonías,
anhelos llevo prendidos no sé los siglos,
paso de las batallas contra los istmos,
poso en lo más melifluo de la poesía;
abundo en la abundancia de la escasez,
por precipicios tengo mi gran constancia,
son mis palabras hijas de mi mudez,
y hasta mi tiempo pierdo con gran ganancia,
trato de ser afable y me contengo
aunque de pronto estalle con gran estruendo,
hijo del rayo soy lengua de fuego
lo que amo diluyo y voy perdiendo,
un día es a otro cabal en todo,
el reloj interior marca mis ritmos,
yo me creo autor de lo que escribo
y hasta lo nuevo en mí lo escribe otro.
Oh sombras del país que no conozco,
aliento húmedo de barros sin barrera,
cálidas alas de nube y primavera,
rincones solos en que paseo mis ojos.
Oh luna encendida brillándome en el rostro,
extracto de un jardín, aséptica en su esfera,
limpieza que aún me dura y en su lugar me espera,
para vivir mi vida, para gozar mi gozo.
Carámbanos y nieves sortean la cuartilla,
paisajes de cristal y de los fríos pausados,
picachos en los montes, riachuelos en la orilla,
donde me encuentro a gusto entre versos trabados,
ignorando a mi ser, la soledad que ensilla
un brioso corcel, sobre el hacer, montados.
Persigo sombras, negrores sin figura,
humo persigo y quiero atar mi cuerpo,
campos tan blancos llenan el firmamento,
perfiles tienen las rosas de mi musa;
lo etéreo es vano y no tiene sentido,
el fin lo ponen las hadas de mis versos,
huyen de mí, y a mí me dejan preso
del sueño que he tenido desde niño,
ser y no ser como es campo las flores
el ojo de los buitres huele su objeto
lo peor es no ver que solo es un eco
la ilusión tan falsa que huele a nubarrones.
Oh linda mariposa volando desterrada
por los antros tan anchos descubiertos,
palpitando en su fulgor y solo ansiada,
alegre como el Sol, entre sus blancos vuelos.
Mi barca no navega, sino que está en el mar,
a veces como que sueña y baila sola al compás,
solo se deja llevar y las ondas la levantan,
estremecida la empinan y al pronto plana la agachan,
de aquí para allá, en volandas, diría que solo se agita,
no tuvo nunca un destino, yo creo que la tengo ahíta,
o quizás ya no lo esté y el tiempo me la detiene
sobre el vientre de la mar con dura fragancia tenue,
huele a madera podrida y a la pintura roída,
mi barca no se estremece porque es dura de molla
pero en conjunto es un cuerpo que parece meditar,
incluso en tardes verdosas creo que canturrea además
como canciones que borra cuando cuchichea al trasmallo
tanto para animar como para callar cantando,
seguramente ha perdido su vida entera en el mar,
otra barca en su lugar hubiera viajado más
y aprovechado su cuerpo visitando otros cuerpos,
pero mi barca es muy parca, apenas es un velero
que si le gusta nadar no lo hizo con blancura,
las sábanas a toda vela, inclinada a la aventura,
por eso digo que está solamente sobre el mar,
sin ser libre en su destino apenas sin menear
por la mano solitaria que se encallece en los puertos,
abracadabra, en el mar, que se ha tragado a sus muertos.
Si la Tierra supiera hablarme yo la oiría con mi cara más infame,
pálida en la mañana, oscura al atardecer, invisible en la noche
y luego le diría no te entiendo nada hablas como una tonta,
confundes lo adjetivos y los artículos, no entiendes de colores,
eres más tonta que todos los antiguos que confundían las palabras
decían unas por otras, todos repetían lo que habían oído
y oyeron mal, empezando por los discípulos indisciplinados
que confiaron en la memoria y la memoria es lo más infiel de todo,
tierra me engañas y además hablas malamente de manera incorregible,
¿ se lo diría de verdad? ¿ o quedaría, de tan asombrado, loco de por vida?
La Tierra no me escucha, no sabe mi entusiasmo por sus paisajes,
me deslumbran como el escote de una gran muchacha recién vestida
que me tiñe mis canas y me relee sentada a la sombra de un bambú,
oh dulce sombra literaria, jamás fuiste escrita sino pensada...
No solloces de amor, ni tengas pena,
levántate de amor sobre ti mismo,
sube por tu mar angustioso,
bebe el amargo sorbo de la desdicha,
encuéntrate llorando una vez más,
necesitas ser el último de tus traidores,
levanta tu cabeza y escupe lejos,
atrévete a nacer, ahora mismo,
vivifica tu aliento en tu memoria,
esculpe una figura única, irrebatible,
los campos que te esperan, la plácida luz,
recoge de la vida los frutos inexpugnables,
de las gentes su odio, de ti la indiferencia
y lucha por ti mismo con todas tus fuerzas,
sé el último de tus traidores.
Zenobia
Zenobia era una novia
de amor bendita,
veladores de hierro,
olas y brisas,
alondra en corredores,
fiel a su planta,
educada y tan bella,
rosa que encanta,
vestía como las novias
de blanco excelso
y para los poetas
era un buen verso,
salpicada de gracia,
con su chispita
se reía de los otros
y de Afrodita,
reina y señora,
soberana,
encantaba salones
con su prestancia.
Una nube pasaba y otra venía
y esta, la más lejana, se detenía,
venían sedosas, siempre calladas,
llenas y blancas se paseaban,
una mano invisible las desgarraba
y otra, de oscuro sino, las condesaba:
¡ ay, qué tormenta
avisa un viento furioso, contra la puerta!,
suena un gran trueno...
que nos recuerda a todos el día primero,
mientras las nubes altas, antes altivas,
sobre la tierra caen, como cortinas.
Las lágrimas
Las lágrimas se mojan en las miradas
se cambian por palabras que tapan con su agua
se llenan de la música e inundan de dolor
ocupan en los rostros los ojos embellecidos
se ríen las desgracias no tiene precisión
son unos mundos bellos que han perdido el suelo
el agua sagrada que desunió el amor
se dicen y no expresan se cantan y no se hablan
se secan con el tiempo y queman con su ardor.
Mariposa de papel,
volando a saltos deprisa,
en las flores detenida
para las flores beber,
insecto de la delicia,
de colores presumida
con ojos puestos al revés,
vienes desde las cornisas
y salpicas e irisas
el jardín de mi edén,
ay mariposa alada,
en colores encerrada,
alegre y siempre contenta
cómo ha podido ser
que antes que el hombre naciera
la mariposa tuviera
su alegría por ser.
El dulce pájaro de la juventud
A Zizz, el viajero del músculo
Cuando te das cuenta que no eres nada de lo que creías,
cuando le das la vuelta al espejo y miras una imagen torcida,
cuando te dicen que tus temores fueron más ciertos que tu vida,
cuando te mueres, joder, de un golpe y sin ventanas,
entonces los árboles vienen con sus brazos a llenarte de sus risas,
y te besan en los ojos y te secan la frente y te dejan sus pañuelos:
estás jodidamente muerto, te cayó la tapia empujada por el viento,
te sepultó la sonrisa a plomo de un sereno, te dio un tomatazo un asesino,
y en la bandera de tu pecho una camisa blanca flamea, uncida trágicamente a tu destino,
tus pantalones solamente corren en tus piernas y en los insinuados arcos iris un pájaro,
llamado juventud, se vuelve opaco, gris como un cuchillo, y vuela, vuela...
a tu patria.
El amor es incansable
No se cansa mi amor de más amar
ni se agota del todo si agotado,
no me deja vivir si ha comenzado,
no me deja ni amar ni disfrutar.
Me suspira y me tiembla al mirar
y me ciega y me nubla si mirado,
se me tumba en mi lecho a mi lado
y no cesa de amar ni al despertar.
Me suplica y me lleva a amarlo todo
una brizna en el aire solivianta,
una perdida sombra es su acomodo.
Con belleza y fealdad une y encanta,
más que amor es señor sabelotodo
que me empuja y me pesa como manta.
El amor
El amor nunca cabe en un pecho,
como fuego entusiasmado quiere ser,
llegar alegre al amado,
romperse contra los sueños,
estallar en los deseos, ocuparse por querer,
quiere cantar y está mudo de tantas palabras lleno,
gozar, libre, en el cielo, infinito del azul,
liquidarse como verso en la corriente de un río
de aguas frescas y tan limpias, donde todo es esplendor,
quiere soñar y despertarse, el alma para arrancarse
y volverse a diluir,
quiere ser para estarse,
del amado acompañarse para morirse o vivir,
es un sueño deseado que acaba de despertar,
alumbre no iluminado,
orillas del río Amar,
por eso, cuando rotundo, se llena todo su Ser,
el amor parece ido asomado a la mirada,
se llena de la otra mirada
feliz por dejar de Ser.
El corazón de los valientes
El hombre valiente conoce al mundo y sabe acariciarlo,
no lo modela a su antojo solamente lo cuida,
tiene detalles viriles llevándolo de su mano,
en la fiereza del monte en el profundo mar en el vacío de las estrellas,
un corazón valiente se me antoja sagrado
es el vínculo indetectable del hombre y la eternidad,
así cuando muera ningún cobarde sabrá darle sepultura.
La ciudad escapada
La ciudad ha escapado por cada una de sus aceras,
se mueve libremente con aspecto dichoso,
miles de ríos le salen y confluyen sin confundirse,
están todos porque ninguno lo está,
si acaso alguno que hace tiempo perdió el norte
y vaga queriendo ser mirado sin ser visto,
la ciudad se hace más grande sin ensanchar sus calles
se viste juvenil y ha crecido su altura,
no choca contra sí, solamente se diluye en el tiempo.
A mi musa
Yo escribo para amar y si me canso
reposo sobre el brazo del olvido,
yo soy viejo rufián que no descanso,
corazón de niebla, de belleza huido,
te tengo para verte y contemplarte,
para mirarte tengo las dos varas que mido,
la una, exuberante, se vanagloria en tu arte,
la otra desperdicia un gran amor vivido,
te quiero por gustar con elegancia,
para elegirte me entiendo el elegido
y no soy más que tú con más prestancia,
ligeramente anciano, encanecido.
Llega un momento que escribir no es un arte ni una profesión
ni siquiera aquello que fue otras veces,
escribir, ahora, es un ejercicio físico,
escribo para hacer músculos, levanto palabras,
busco la belleza en mi cuerpo de hombre,
como el viejo sabor a mar en el vientre de los peces,
es algo delicado, y al tiempo viril,
escribir me hace más fuerte.
Desnudez
Desnudo, de cintura para arriba,
arrimando el hombro a las cosas de la vida,
seguramente turbio en contadas horas
también opaco y si me apuran siniestro
madrugando en los mendrugos
suspirando en los suspiros,
montado sobre sí cuanto antes y con exceso
a veces transparente y otras veces callado
es pintura sacada a las primeras horas del día,
un corazón fiel lo esculpe sordamente
nunca entiendo del todo que ese soy yo muchas veces.
El hombre de ahora
Quién diría que aquel niño rubio,
tan pálido y frágil sería luego el hombre delgado de hoy,
tan lleno de vitalidad, un campo hirsuto y fértil,
una palabra amable, llena de matices,
una profunda respiración azul cuando fumas
y todo el atlántico en un vaso de cristal si bebes,
multiplicas el oro de tus genitales,
engendras vida a cada paso a cada palabra,
verdaderamente haces felices a tus amigos.
Espinos y alambradas
A los que mueren en las pateras
Erial del amor, noche de espinos,
mi corazón lastrado por doce caninos,
doce figuras dulces, llenas de alba,
doce manos abiertas de lirios y agua.
Miran tus ojos verdes ramos de estrellas
y es la corona al viento tu cabellera,
vistes vientos suaves y entre tus trenzas
caen cascadas de luces, gritos de sedas.
Ara de los vergeles, dame tu abrazo,
que quiero morirme pronto en tu regazo;
dame tus pechos y volaremos juntos,
llenándonos de la noche, como difuntos,
que el alba llegue y nos encuentre Aurora
fundidos en un cuerpo solo y un alma sola.
El puño apretado
¡ Oh silencio dame tu cristal denso de la verdad!
verdad dame las llamas claras de tu agua,
agua dame la virtud donosa que ama a todo lo viviente,
viviente dame tu luz ensoñada, tu atardecer agotado y luminoso,
luz dame tu cuento frito, tus parábolas del ojo ciego,
ceguedad escríbeme todos los nombres que has olvidado,
olvido déjame a tu hijo escalando por los riscos inaccesibles,
altura dame tu suelo para que se echen al vuelo mis sombras,
sombras acordaos que sois la dulce siega y que mi siega os segó.
Cuántos años pasé queriendo estar contigo,
tan ciudadano me hice que me olvidé tu mar,
yo hubiera paseado a la luz de tus puertos
y en las mullidas aguas te hablaría sordamente,
oh ciudad tan hermosa, tan grande y descuidada
de agrestes oficinas y aguas embotelladas,
tan cálida en verano, tan fría los inviernos,
de esquinas rebosantes y andares ligeros,
me hubiera serenado leyendo a tus escritores
con ellos yo tendría tu humano corazón,
de hormigón armado se elevan puros sueños
y en grandes cristaleras reluce nuevo el Sol,
cuántos años pasé amándote con furia,
con el deseo más blanco y el negro trabazón
de una luz proyectada que estremecía al mirarte
por un niño en el cine que en tus calles jugaba.
Quizás se lo debía, habida cuenta el tiempo que estuve con ella,
aunque tampoco estoy seguro de haberlo hecho bien,
había muchas más cosas, era enorme y yo solo un niño,
el humo del cigarro se escapa ahora de mí cachondeándose,
no es lo mejor que he escrito, tengo el arrepentimiento ante la obra,
se lo debía, ahora parece que es ella la que me lo debe,
el tiempo es maraña de cosas inservibles, mejor me callo,
en cierto modo yo era feliz entonces, también con ella,
he disfrutado su ritmo solemne y apabullante,
pero ya soy otra persona, ¿ debería ser el otro de entonces?
¿ seguir siendo yo sin perder ninguno de mis ápices, estar en la cumbre del todo?
esa obra es poca cosa y la posteridad un cuento chino,
la colilla del cigarro ahora apagada acaba todo su cachondeo,
me preocupa ser con dignidad, disfrutar de mí,
me arrepiento de no haberme obsesionado conmigo,
ni ella, con toda su enorme grandeza, merece mi ensimismamiento.
Sueño o quimera
Nada me dices más cuando tú callas
y miras al otro lado estando enfrente,
cuando te vas de ti y de repente
buscas fuera de ti lo que tú amas;
nada dice mejor que un suspiro
que viene de tu ser vivo que vive dentro
y escapa a lo sutil con aire lento
y más te llena a ti cuando es alivio;
nada somos ni seremos si no es por fuera,
sólo nos encontramos si nos perdemos,
vivimos donde no estamos y no seremos,
llamémosle ilusión, sueño o quimera.
Pocos son y ninguno lo es
de este mar profundo solo puede sacarse profundidad
que es un concepto, no alegoría, ni modo, ni sustancia,
tan solo la distancia enorme que puede suponer la muerte,
cuanto más adentremos el corazón del hombre más necios parecemos,
pues que todo hombre acaba de nacer ayer mismo
y lo sostiene el cuidadoso amor que lo lleva por los hombros,
el que juega con él por los paseos y le hace sonreír;
hombres, no es que no améis al hombre sino que no sabéis hacerlo,
amar es un principio equivalente, paradigmático, secuencial,
necesita corregir y ser corregido y sobre todo disfrutar,
solazarse en el amor es ser clemente con los hombres
y querer para todos ellos la gran felicidad,
que nadie tuerza el gesto ante cualquier hombre,
pues todo hombre es digno de ser amado si somos inteligentes.
El hombre que estuvo más cerca
Se acerca un hombre que me llega del olvido,
hace años lo olvidé en una tormenta,
su rostro no me mira ni yo lo miré nunca,
sus ojos son mis pensamientos, sus besos lo fueron míos,
me dejó un corazón que es de lo más discreto,
podría decirle, sin faltar a la verdad, no te conozco,
hemos vivido tan cerca que así es imposible conocernos,
dicen que en la piel del Sol uno se muere de frío,
cuando las lágrimas le cegaron parecíamos estar aún más cerca,
pero las celosas mujeres llegaron para destruir el embrujo,
habíamos edificado una casa que no la destruyera el viento.
Solo tuve dos amigos en mi vida y por un momento solo,
uno que me contó sus fantasías y eran las mías también,
otro que le gustó mi cuento que escribí con suspense,
me lo decía al compás de su entusiasmo por la Literatura,
los dos, jovencísimos, se han quedado para siempre,
y fueron unos amigos de tres minutos apenas.
Tengo la sensación de que no volverán aquellos días especiales,
los días en los que pasaban cosas extraordinarias, no que fueran importantes,
cosas que ocurrían inesperadamente, las buenas cosas que nunca se esperan,
porque hace ya mucho tiempo que no tengo esos días especiales,
días para regalar a la gentes para las que yo escribo,
esas personas que son sensatas en los manicomios,
amantes en los infiernos, triunfadoras de la poesía aunque fracasen,
gentes que ha merecido la pena no conocerlas, pero intuirlas, pensarlas,
quizás viendo un personaje del teatro o de la televisión,
con las que me siento solidario, de la misma especie, del mismo Ser.
Ay pajarillo azul alza tu vuelo, aléjate de mí
yo suelo amar y amar tanto
que no me canso de amar ni de mirar,
como ser músico, nunca me hubiera cansado,
tenerte conmigo en cada pensamiento
de sobar tu nombre enfebrecido
y de estar por ti y para ti a diario,
extiende tus bellas alas de un color excitante
y con el blanco purísimo de tu plumaje alza el vuelo,
no haya jaulas para un ser tan hermoso y lúdico.
La voz tiembla cuando estamos solos y el mundo nos acompaña,
este mundo acompañante qué difícil es ignorar y más saberlo,
la emoción es uno grande de los sentimientos, tiene voz de cantante
y el trémulo ser que un día nació de un vientre,
habita dentro del alma junto a los triglicéridos y la testosterona,
también del corazón, la cuna andante de los sentimientos,
la voz te tiembla y yo me siento más unido a ti,
tienes tanta vida que me contagias tu fragilidad,
es el momento de gozarte, para luego olvidar del todo
que eres la belleza.
Esa voz que me habla es el yo que me habita,
un día cantó y hoy lo hace por otro,
cuesta dejar de ser el yo que hablaba ex cátedra,
desde el oscuro vértice de las palabras de otros,
llevamos sobre nosotros la otredad amurallada,
el auténtico Ser apenas si tiene espacio entre la ley y el pueblo,
nos hace, nos deshace, nos lleva y nos trae en el desconocimiento;
por eso, al olvidar mis versos, me rescato doblemente,
tengo nuevo rostro, otra voz me desacostumbra, otro sentir,
también un dolor vago que no sé localizar exactamente,
el extraño picor que juega a equivocarme,
no me da vergüenza estar en la ingle de los pueblos
y que ellos me lleven hacia el amor o hacia el desagüe,
solamente el campo, los árboles, el río, me hacen libre
con su palma de la mano llena de arrugas,
la constante y cristalina seguridad de las piedras,
el sonoro vacío que dejan los vientos y los rayos,
mis poemas olvidados.
Voy de muerto en la muerte
Ahora que sé escribir
me tengo que morir,
ahora que me leo bastante
y me corrijo con arte,
tengo que dejar de hablar
para irme a otro lugar
donde nos mientan con gusto
aquellos que nos dan disgustos.
En fin, qué se le va a hacer,
no me lo puedo creer,
me iré con todas las prisas
cuando caiga la cornisa,
y me dé en toda la chola,
esto de la muerte amigo
no será ninguna broma,
pero me correré de gusto
al daros un buen disgusto,
a los que decís amarme
y solo sabéis matarme
como los dioses ancianos
que todos han olvidado.
Ser para no ser y no encontrar la dureza del no ser,
ser también, y es hora de decirlo, la quintaesencia:
el mundo maravilloso, hermoso del pensamiento,
un ruido azul turquesa entre los montes azules,
yo mismo en cuclillas
colgándome faroles y palabras agarrotadas,
el dulce olor a esencia derramada
la primavera frugal en las esquinas del alma,
corriendo por praderas dulcemente frescas,
al tuntún del silencio, a veces un zumbido,
hago proposición de mis partículas elementales,
la fosforescencia de la fotosíntesis,
hoy pensé en mi casa, la puerta,
al abrir, si abro, al entrar me entro,
cada habitación es mi cuerpo en decúbito supino,
siempre pasó algo atrevido y placentero,
la luna de los espejos reflejando mi ser,
¿ soy yo o no soy yo?, pienso en los libros...
¡ qué bien descansarán en la biblioteca!
Al despertar del día volvemos a nacer,
podemos borrar en la noche los días anteriores,
son como frutos, algunos tan malos, que se deshacen
y van a parar con sus huesos y pieles a la basura;
cada día nos renovamos y cambiamos de nombre
ponemos el que más nos gusta, miramos
las mujeres que nos apetecen,
cada día morimos en nuestros brazos,
que no es cerrar, ni huir, ni cambiar, sino volvernos polvo,
el polvo enamorado y la libertad soñada.
Silenciosamente
Otra vez mañana me habré ido
esta vez para siempre, se quedará el paisaje,
los árboles cautivos, también las aves,
no me olvidaré los peces, sin peces no tengo amigos,
resonarán los aires golpeando las puertas,
es manía muy antigua el dejarlas abiertas,
se entonarán las nubes encendidas de rojos
y el sol tan rutilante te cegará los ojos
y yo me habré ido,
esta vez para siempre sin volver del olvido;
habrá días alegres que cantarán canciones,
las calles solitarias que amanecen tranquilas
y sonará en la fuente el agua que le sobra,
todo será igual a como hubo sido;
repicarán campanas, se jugará en las escuelas,
los mares llenarán turistas y clientelas
por la ciudad encendida subirá su luz
tan blanco como el ocaso brillará el grisú
y yo me habré ido
y todos, bien con mal, desde la misma gente,
no quedará jamás ni rastro de ponerme,
tal como vine me fui, silencioso, sin más ruido.
La vida sigue pisándonos el cuerpo
dejándonos sus pasos de huellas inhabitables,
largos caminos, salidas, bocacalles,
y el ancho mar, inmenso, intransitable;
la vida sigue con su dolor en el viento
saltando cumbres, esquinas, en las ciudades,
su espíritu fugaz, de hombres, acumulable,
se balancea y no la escucha nadie;
la vida escribe por el oído ajeno,
que no calibra y piensa mal si hace,
la que trabaja rudimentariamente,
la que nos lleva perdidos a sus finales;
oh vida escasa, fragancia de la rosa,
escrita en tablas y rota en sus murallas,
vida en paz conforme están las cosas,
tan bella es como tan pronto acaba.
Impensado mi otro yo se va conmigo
de mis ojos su vista es más alcance,
de su tiempo el amor imponderable,
al rigor de la verdad y de su abrigo;
otro ser, otro aire, el pensamiento
puro e inmarcesible vive dentro,
si por dentro yo manejo los detalles
él por fuera me maneja como nadie;
vino en mí mas por mí nunca se vino,
que ya contaba antes su presencia,
se hizo yo, mas pronto fue advertido
que no lo es en nada en esencia;
mi otro yo se insacula en mis manos,
sobre el cuerpo describe lo profundo
más que yo y siendo de este mundo
yo le dejo seguir mientras me acabo.
Rueda dentada que gira por el espacio
En la vida de un hombre un año equivale a otro año,
y todos los años juntos apenas son un año,
hemos pasado el tiempo tirando cosas arriba
que luego caen, impepinablemente, sobre nuestras cabezas,
cuando somos conscientes y radicales con nuestro Ser somos felices,
porque vivir plenamente nosotros mismos es lo deleitable,
aseados, bien vestidos, decididos, constante el ejercicio físico,
no hay gozo mayor para el hombre que gozar su existencia,
y no permitir, jamás, que otros la mancillen con sus tonterías.
En aquel tiempo yo respiraba,
cosa que no era poco en aquellos tiempos difíciles,
también comía y disfrutaba el sexo,
era un tiempo hermoso para mí,
fragante como flor nueva para mi mente clara,
pasaban nubes, terrores, furor y fuego
y de aquellas cenizas saqué sonrisas,
lo que tampoco es poco reír ante los malos tiempos,
¿ habré aprendido la lección y no escucharé
a las negras nubes, los terrores y el furor del fuego?
¿ sabré solo quedarme con mis sonrisas,
con la fragante flor nueva de mi pensamiento?
¿ o tendré piedad de los malos, que me suele pasar,
y pondrán su bota otra vez, sobre mi cabeza, a la menor ocasión?
Sin la palabra, tan solo con el cuerpo,
en la penumbra de la noche un día
me dí de bruces con la melancolía;
crucé mis dedos a modo de anticuerpo,
me cachis en la mar el mar está solo,
abruptamente verde como un olivo,
seguramente tiembla, de terror vivo
y solo con bramidos espanta el dolo;
sin la palabra, tan solo voy viviendo,
contando las partículas que me hacen,
el equilibro exacto, la paz que yacen,
mi solución es vivir hasta muriendo.
En aquellos tiempos yo era un hombre serio,
todas las gentes me parecían superficiales, algo estúpidas,
incapaces de estudiar completamente una teoría científica,
nada escrupulosos con la buena ciencia,
me decían que eran mis hermanos y yo no los quería ni como primos,
les gustaba el fútbol, las mujeres y hasta la fría cerveza,
menos mal que los tiempos cambiaron y me hicieron un estúpido más,
ahora todos me parecen sabios, lo cual también es sospechoso,
el espíritu del genio que nos habita y explica un poema de mil maneras,
el mismo que hace que en la paradoja la partícula sea y no sea al tiempo,
me temo influya en mi ánimo y algo me quiera decir con sus intrigas,
porque es lo cierto que el mundo sigue con sus tonterías,
solo que yo echo de menos a mi antiguo hombre,
sabía estudiar y nunca era superficial.
En aquellos tiempos había un dios que habitaba la tierra,
distinto, orondo, brillante como la piel de una manzana,
sabía distinguir el bien del mal y nos lo decía,
nos decía qué debíamos hacer para ser felices y lo creíamos,
en aquellos tiempos los hombres eran creyentes que es modo de ser sabios,
se peinaban al gusto de los dioses y caminaban con soltura,
cada hombre parecía el arquitecto del Partenón,
en cada hombre había la brillante disquisición del mínimo quantum posble,
conocíamos el remoto espacio de lo más pequeño, el peso del alma,
todo esto nos permitía soñar y crear nuestros propios dioses,
algunos austeros y otros no tanto,
en los hermosos cotos figuras mitológicas, de poca imaginación, vagaban etéreamente,
fueron tiempos magnánimos cuyos esqueletos aún permanecen
y en las dulces tardes, en los círculos de los vientos, se oyen como un murmullo,
en sus pechos se adivinan las mágicas mujeres.
Llorad con ojos, si así cantáis
y broten lágrimas que la canción oculta
aquellas del corazón y en la penumbra,
dentro de mí alma habitan y las mostréis;
cegad el mundo afuera donde brilláis
y sobre lo incierto fluya la eterna duda,
si ella fue la que amó o no amó nunca
y yo solo la amé y lo lloréis;
seguid el desconsuelo y así borráis,
de su letargo absorto, entre la bruma,
el tiempo que se detuvo, aquella pugna,
y, a mi dolor tan hondo, enamoréis.
Me ha bastado lo poco y aún lo mucho sobró,
no he sido hombre de elocuencias y grandes monumentos,
me basta la escasa biblioteca de un río
que baje cristalino casi pidiendo permiso
y no palabras y más palabras, los atracones de obras de arte,
algo he hecho mal cuando leo mis muchos poemarios,
todo lo mucho cansa y en mi caso hastía,
sobradamente sé que en la Naturaleza no hay sitio para la soberbia.
Enigma
Es al tiempo estruendosa y callada,
locura es para el autor y su víctima,
quebrar quiere del hombre su cuerpo y alma
hundir en las tinieblas al que está en la luz,
volver sedienta el agua y frío el calor.
Primero daña al actor antes que al otro,
quiere quitar la vida y pierde su alma
para romper el bien que nunca gana,
solo sabe perder, su lucha es vana
el Tiempo, que es hacedor, su mal repara.
Un poema breve nunca sale del corazón,
es una pizca, una centella, una estrella fugaz,
parece bellísimo, estremecedor, porque es veloz,
enciende la luz en los párpados,
si yo me lo digo es como un beso que me doy,
también necesito besos, quizás sea lo único que necesite,
amar enteramente, con todo mi cuerpo,
como si pasaran unos labios por mi pecho
y me dieran un gusto seco que me divida en dos:
a una parte estoy yo y amara a mi otra parte,
y el cuerpo se me partiera de tanto amor.
Escribo para mí, cuánto te quiero,
las tardes tienen un campo rubio lleno de sol,
abajo el río, pequeño, medio oculto, de hábiles profundidades,
discurre buenamente defendiendo sus peces,
los árboles se llenan de moradas ciruelas,
un humo quebrado sube y pronto se desvanece,
escribo para ti, no me interrumpas,
pongo cara de sapo sabihondo, escucho atentamente
en la esquina del jardín el trajín de los hombres,
no quiero alargarte el poema, quiero que sea veraz,
la verdad es una ofrenda fragante para la amada,
en este caso eres tú.
Cuando llega a la ciudad el río cambia de cara,
aún en lo farragoso del día atormentado ralentiza su cauce,
bajo el puente mira al pasajero que lo contempla
y se hunde levemente en la sombra de los arcos,
no precisa de Sol ni de viento, se la traen floja,
es un río ciudadano que ha conocido a miles de sinvergüenzas,
esos hombres que mienten desde niños y son unos golfos,
su filosofía es simple: no pasar dos veces por el mismo sitio,
tampoco ser transparente, en la ciudad está mal visto,
ni oler demasiado mal como huelen las acequias,
pero si alguna vez veis un pez en estos ríos ciudadanos
contempláis a un héroe, contra todo argumento, con esto lo digo todo.
Oh espacio que me acoges en tus divinos brazos
y restituyes mi alma en mayestática esencia,
oh luces y penumbras acogedoras
tendidas sobre mí abriéndome el espacio,
oh silencio que me acompañas in misericorde,
más adherido que mis huesos, mi sostén.
Los ríos coronados
¿ Cuantos chinarros estarán río arriba,
entre las blandas hojas de las aguas del río,
pellizcados por pececitos que mordisquean sus vellosidades?
Nadie escribe la historia de los ríos, realmente, con paciencia,
yo sí, porque los amo y no les quito ojo,
me gustan los ríos, la languidez de sus aguas,
hasta el runruneo sobre la poza me suena insinuante,
los ríos son todos excelsos y merecen la corona de las hojas de sus árboles,
están llenos de la fragante cultura, la que siendo de todos nunca es vulgar.
La nueva ciudad
Ciudad en rectas proyectada,
ventana que nadie abre muro borrado,
campos y más campos, lluvia de cristales rotos,
ciudad amontonada donde se pasean los cadáveres
que acumula rincones y cubos paralepípedos,
ciudad proyectada en volúmenes discordes,
ojos que nos miran, bocas que nos tragan,
polvos y más polvos, gentes famélicas, abrigos rotos,
sin un solo mural digno de Banksy, con borrones y manchas,
pisoteada por los cielos, meada por los perros,
su música es el canto agudo de las sirenas,
que nunca duerme del todo y nunca se levanta,
de ladrillos podridos y de caras pálidas
oh ciudad que siempre vive en barrios extremos
y se baña en los oscuros socavones que la socavan,
que es un grito anónimo de macetas no regadas,
con bares que se hunden en la oscura soledad
y campos improvisados de fútbol para chiquillos
que se entregan al juego como a un deber sagrado,
ciudad parada, en medio de los campos,
la pobreza se exhibe, las grietas no se tapan,
también la paz destruye la ciudad hasta con saña.
Las oscuras iglesias
En las oscuras iglesias los oscuros rincones rezan oscuramente,
el polvo de los siglos desenterró a sus muertos
y una oscura fragancia es salvífica oración,
por esos rincones muestro mi dolor profundo,
la caricia que el viento nunca acarició,
los rostros que se fueron, las risas que se perdieron,
los momentos atentos que prestaron atención,
cuando yo veo a un pobre andrajoso siempre lo pienso
nació un día, una madre lo tuvo en sus brazos, lo amamantó,
qué fácil es entonces que los oscuros rincones recen una oración
por los que se quedaron solos, tan solos como parece Dios.
Me gusta pararme ante las grandes cosas,
la Naturaleza, y no lo digo por ser un lugar común,
siempre me asomé a su grandeza desde los altozanos,
ya fueran bosques, mares o tierras solo,
hablar con el mundo vital y único,
frente a lo inmenso y no esperar que me devuelva el pensamiento,
el pensamiento suele hablar consigo y se contesta,
ya sé que parece locura, pero es cierto que nos hablamos solos,
basta que ese mundo enfrente sea tan callado y tan grande
que subir y contemplarlo sea en sí un acto de cultura.
Tengo una zanja en mi corazón,
tanto tiempo la llevo que no me doy ni cuenta,
seguramente llora en mis horas ocultas,
lamento de una fiera o de una constelación,
es una llaga luminosa que enciende la oscuridad,
la llama fría que me quema como el fuego;
tengo un dolor hondo que ni le pongo nombre,
me parte el pecho en dos y no me alivia,
seguramente una mano asesina me dio un tajo,
y otra mano asesina podría luego meter sus cinco dedos
y tocar el piano sobre mis blancas costillas,
dorremifasol.
La caricia
La caricia es la grafía del corazón en las antenas de los insectos,
así empezó la cultura.
Cuando los asesinos se enamoraron la muerte fue de cristal,
una cabeza de cuarzo que gira mayestática entre los rayos sólidos
que muestra el gran vacío de toda cabeza humana,
crisálida del mundo rueda por otros mundos,
los visionarios telescopios la tomaron por una estrella
pero solo es un lamento de la cristalizada materia,
gira mayestática con todas las constelaciones,
ni el frío la entumece ni el calor la acojona,
luego, derramada, más valiosa que el oro, se hace agua
yo la bebo, la bebo insustancial por mi sueño atormentado
hasta que mis entrañas gritan de dolor, porque tiene pinchos.
He crecido sabiendo ahora que soy pequeño,
entre las grandes casas de enorme edificios,
las carreteras altas sobre los curvos puentes,
la enormidad me cubre con su abismo a mis pies,
hasta las mismas gentes me hacen más pequeño,
he crecido hacia abajo, el gran mundo redondo
donde los cielos giran, me hace aún más pequeño, disminuye mi Ser:
se crece cuando sabes que nunca serás grande
y es inútil el empeño, se crece al revés.
En una ciudad pasa de todo
pero como los buenos escritores todo se cuenta fácil,
las gentes sufren, charlan y padecen en sus piernas,
las esquinas hacen de la vida una prostituta llevadera,
la ciudad es el poema insuperable,
millones y trillones de buenos versos,
cuando el sol pasa por ella, con discreción admirable,
me lo sube todo, hasta el coeficiente intelectual,
incluso la lluvia se civiliza cuando llega a la ciudad,
me gusta la ciudad, me da en las ingles un baño de inteligencia,
porque me deja pisarla y olerla y ser solamente yo, el Ser.
La ciudad es el museo de los poemas,
ningún poeta llega a ser nunca un gestor de poemas como lo es la ciudad,
nada escapa a los presentimientos en una ciudad grande,
detrás de los cristales escapan como lágrimas
que lloran luminosas en el frío cristal,
la estancia dibujada por las rectas de los muebles
en su techo hay una enorme calavera verde
que escupe un perfume sanguinolento de esta mañana mismo,
de un día negro y las noches de cristal.
España
Las campanas que tañen dolorosas
sobre campos quemados de rastrojos,
a oleadas de Sol, sobre los ojos,
son llantos que nos llenan la memoria.
España, que se quiebra atormentada
por sus hijos que nacen indefensos,
sobre un mar de murallas, en su pecho
acribillan a su alma sofocada.
¡ Sube España, aprieta y hazte la fuerte!
A llenar los campos con tu alegría,
a cantar con tus hondas melodías,
que vuelen nuestros sueños con tu suerte.
Vieja Patria quemada, que verdezcan tus eras,
que se nos llene de España nuestro corazón,
y fluyas en las corrientes aguas de tu amor,
¡ que nos fecunde nuevos tu nueva Primavera!
¡ Sube España, aprieta y hazte la fuerte!
¡ Tan grande y entrañable, la más valiente!
¡ Danos tu paz tan ancha, en nuestra frente
bésanos tu unidad, vence a la muerte!
¡ España, única e inquebrantable, Patria mía!
He mirado al mundo como un espejo a veces rutilante,
otras entendía que me quedé solo en los días más tristes,
ahora pienso que la felicidad estalla por sí sola,
la vida es un yo multiplicado que exige neutralidad,
el fracaso de unos nunca dejó de ser también nuestro fracaso,
las heridas que me muestran me duelen en lo más hondo.
Cada ser de este mundo es una constelación,
a veces titubeante como el insecto por el jardín,
el respeto se cartografía en la indiferencia y en la libertad,
respetar es no hacer lo innecesario ni gustar lo superfluo
para saborear el fracaso ajeno,
todo ser es centro de un universo y lo arrastra por el jardín,
solo el ojo sabio sabe romper el respeto con su mirada amorosa.
Soledad es la raíz de todos los árboles
Si cuento mis amigos me cuento un cuento,
mis amigos no cuentan si mi patria huye,
un consejo de dar siempre fue de recibir,
plañideras me lloraron por surcos interminables,
sus rastros por los paseos de las fuentes hoy secas,
todo está solo en la soledad de las ciudades,
los gritos no gritan, las miradas no miran,
amarga es la estancia de los dioses desocupados,
oh plomo derretido en las calaveras sin nombre,
augusto paseo de cipreses por caminos empedrados,
las capas voladoras, a galope tendido,
el duro sonido de los cascos acerca a un amigo,
la tarde se extiende como una esmeralda fulgente,
el imperio ha huido y deja las margaritas
que apenas se estremecen entre piedras cuadradas.
El sueño
Quedó dormido Antinoo entre las aguas,
unido al infinito tan cerca está del cielo,
un sueño tan profundo en su rostro aparece,
como un niño llenado que alimentó una diosa,
quedó dormido Antinoo y es trascendente
el tiempo detenido entre sus alas tenues,
dulzura de sus labios, de la fragante prosa
que dúctil la almohada a su rostro sostiene,
toda la estancia álgida su palacio parece
pues entre las blancas sábanas Antinoo duerme.
Todas las aguas juntas contra ti fabularon
y en sus mecidas ondas acabaron tu sueño.
El hombre
Un hombre con todo lo que llevo,
con todo lo que soy aunque lo ignore,
con todo lo que quiero y no lo soy,
con todo lo que quise o me lo crea.
Un hombre para bien y para mal,
para seguirme a mí aunque me pierda,
cuando me acabe al fin, cuando me muera,
porque lo quiera así aún no lo sea.
Sin más pena ni gloria que el pecho ansía,
ni más ventura el Ser o seguir siendo,
con la fortuna al revés, y aún perdiendo,
el hombre del que nací y al que voy.
Capaz de estremecerme con el llanto,
más si no es mío, aunque por mí lo sea
capaz de cantar a otro y en el encanto
callar también si la palabra afrenta.
Saber que nada sé y esto sea mucho,
para vivir al cabo en consecuencia,
sentir que fui y aunque la muerte venga
mirar la vida con alegría interna.
¿ Soy yo así o no lo he sido nunca?
¿ mi yo nació enterrado entre mis músculos'
¿o soy aquel que aunque no lo entienda
prosiga y siga amando en la contienda?
Descanse yo pues sobre mis versos ahíto,
parándose ante mí toda la enmienda
véngase la paz como postrera hacienda
y sea yo el que sea y como mío lo crea.
La luna magnífica se adelanta a la noche,
busca el punto más alto para reinar más plena,
su luz encorchada se abre como una azucena,
no es blanca, mas parece enteramente blanca,
no es oscura, pero borra densamente las sombras,
es azul o fulge como un escote expansivo,
es la luna, la hermosa, solitaria y uncida,
su rostro de mujer me ha bañado mi rostro,
como una mar, tan grande, más grande se realza,
me recuerda las flores que sin ruido se abren
gozosas de ser flor para su amante elegido,
la luna de los caballeros, con su espada brillante,
sobre los hombros les posa el mágico esplendor,
hermosísima luna, sin cabellos, se baña
en una tierra desnuda donde suelta sus prendas
que brillan suavemente y pasan por no ser luz,
su seno de mujer se ha posado en mis besos,
yo bebo su ternura que ilumina la noche
y en mi álgida carne se derrite su cera,
sobre los obscuros bosques, su esencia iluminada.
Dejadme
Dejadme al fin cantar con la grandeza
que dentro de mí encuentro al mundo,
con la profunda verdad, con la llaneza
de amar y solo amar lo más profundo;
dejadme al fin soñar con mi poesía,
toda llena de música no frustrada,
relente de vivir, mi alma amada,
dejadme ser feliz, por solo un día;
yo quiero encontrar el ancho vuelo
que hacia dentro de mí hace lo grande,
mi corazón ya tiene alas, tiene el cielo,
es veraz y locuaz, que no se ablande;
yo quiero musitar con voz sentida
la exclamación más pura hacia lo bello,
quiero cantar con goce, me va en ello
haber sabido vivir en esta vida.
Mi río eres tú
Oh río por quien pasaste
tantos los años, tantas las gentes
y te llevaste tanto de aires, tanto de sol,
herida de agua bajaste por las riveras,
alegre tu paso hermoso con pies tan fríos
y el alboroto de tus piedras
tan sabio y lento y escurridizo,
río de tantos años y tantos pueblos,
sabio, silente, acompañando
por los resquicios, tierras labradas
y gran hartura entre las nubes
que dibujabas en días calmosos
y reventabas con juventud,
el río de todos, generaciones
te contemplaron, se animaron a hundirse en ti
y te bañaron sus carnes cálidas,
trémulas, alborotadas
y tan gozosas de tenerte a ti,
entre tus brazos, tan tiernos siempre
y tan fríos, del mismo amor
que abre caminos y se desviste
por tus senderos
que has recorrido, desde siempre
mi río eres tú.
En tu pecho se mueve el Universo
En las ventanas de tu pecho se abre el universo,
son todos los astros juntos y ninguno lo es,
el gran sol oculto y negro lo engendra,
sus días no son miles, ni son más, ni un solo día,
bellamente salen los astros y duramente son bellos,
corazones de piedra y gases en fuego se consumen,
giran impávidos nunca pueden huir, pues todo es contingente,
y tú, la más hermosa, ¿ te paseas triste en tu hermosura?
Abre tus pecho y siente fúlgidamente la caricia de su vuelo,
te besarán las tetillas los gruesos labios de tu amante
y brotarán de tu pecho como bulliciosos astros
los ágiles espeluznos del mejor de tus amantes.
Lo pasado no es ser
La misma suavidad que tiene hoy
forzosa es dureza inquebrantable
mirar el ayer pasado infranqueable
en la virtud en que viviendo estoy.
La misma senda y el alma me la doy,
quebrada estampa de un mundo insuperable,
será presente mas nada es inmutable
si está cargado de lo que en ser no soy.
Por mis dichas y amores irresolutos
por tanto azar cambiante entre las gentes
el universo dio partidos impolutos.
Mas radical y por seguir sus entes
de un lado a otro fui de fiesta a lutos,
para acabar en cosas intrascendentes.
El Sol de la vida
Se ha puesto el Sol, ya se acaba,
la vida dura muy poco, lo que va de alba a alba,
sin terminar se termina, sin empezar ya quemaba,
quiero vivir lo siguiente y que el Sol rompa montañas
con sus rayos resolutos y su divina templanza
que me llene de su vida y dentro de mí se haga
para que muera conmigo y me llene de sus brasas
con sueños que no se cumplen, y palabras, muchas palabras.
La carretera
Al mundo se va por una carretera ancha,
que sube y baja, se esconde y aparece,
con tantas curvas como rectas definidas,
recodos y paradas, con bares para camiones
y un paisaje que cambia y en cada cambio quiere aparecer mejor,
más bello, más hondo, más regalado al viajero,
con casuchas del sexo y viejos cortijos vacíos,
con pobres animalejos que acaban atropellados
y unas nubes grises que parecen amenazantes y son pacíficas;
al mundo se va siempre por los mismos sitios
por donde van los mismos hombres entre señales idénticas,
hacia los mismos lugares donde el pasado espera
en esos instantes de felicidad que se sienten dolorosos,
pero el dolor no duele, asfixia, nos deja descontentos de nosotros mismos
y en ese dolor tomamos la carretera con los viejos bríos,
rejuvenecemos al pasar por los sitios que la juventud pasó,
nos esperan las cosas viejas de siempre que nos hacían jóvenes,
como si nada hubiera cambiado, porque el mundo nunca cambia,
aterra pensar que no pueda cambiar y que sea otro mundo,
el aterrador mundo de los otros cuyas verdades son inhabitables
porque los poetas vivimos mucho de los sueños
y los sueños, aunque se repitan, siempre dicen algo distinto,
ofrecen un destino en la ancha carretera, la que se va del mundo.
El paisaje
Cuántos paisajes vienen de los hombres,
la carretera callada, la tierra varada en el mar,
la mirada de los perros, incluso la puesta del Sol,
vienen de los desengaños, del miedo que dan los hombres,
la humanidad doliente de todos tiempos, la luz que apagan;
cuántos paisajes nacen dentro de nosotros, solitarios y pacíficos
son jardines edificados por la soledad y la indiferencia,
donde debió estar amor estuvo la incomprensión, donde la fe la duda,
el hombre nos lleva a sus paisajes desterrados donde hay paz
y el silencio nos abriga con sus callados brazos todavía calientes.
Añoranza de los campos
Oh montes, vida, lugar, espacio, materia,
oh divina soledad, vivida dentro de ella,
recorrer por sus caminos habitarlo como Tierra
que me sostiene y me alienta me endurece y me templa
tan cerca de lo vivido, tan lejos de la tibieza,
reposo de mi esperanza, esperanza de mis fuerzas
que empieza como termina, llena de sangre que estrena
donde descalzo el Sol sus pisadas me renuevan
con fuegos que duran siempre, con amor y vida eterna.
Yo escribo al borde del abismo
Al límite de un hombre muy limitado,
en el infinito insaculo de la fosforada
y en la alta profundidad de una olla vacía;
escribo y me sale un rollo en el que me convierto,
me lío y doy vueltas sobre lo mismo
como esas mariquitas del jardín que se hacen pelotas,
mi gran sabiduría fue encerrarme en mí,
como si el mundo acabara mañana:
Oh muerte escribe en mí tus manos frías,
llévame a la frialdad total que habitan los astros,
a la oscuridad remota, el límite del Ser,
el límite del bien, el límite del mal,
para que entienda de una vez la violencia de los hombres.
Siempre por delante vuestros yo no, yo sí,
nunca los otros;
y a los otros, que desnudáis sin sonrojaros,
los vestís luego con lo que no queréis.
¿Qué es amor un cielo bello, un Dios temible,
o el caos insepulto esperando su último día?
¿No será amor temblar con el que tiembla,
errar con el que yerra, sufrir con el que sufre?
El mundo con vosotros juega a la gallinita ciega
y el hombre, vuestro centro, cegado en él tropieza...
¿ Será la paz, entonces, que los otros lo hagan bien?
Cuando viene la lluvia
Cuando venga la lluvia será con tu anuencia,
con el acorde unívoco de tu mejor canción:
¡ otra lluvia, otro cielo, otra agua amansada,
que se alborote y corra y me deje su olor!.
Un poco más de tu música
Un poco más de amor, no para amarte,
para que yo me sienta el más amado,
para que yo te bese al ser besado,
para acabar en ti sin acabarte.
No está nada claro
¿ Soy una parte de lo bello y admirable que en el mundo veo,
o soy en ese mundo lo que yo no debo ver de ese mundo?
Si lo miro delicadamente exaltado me armoniza su belleza,
mas si pretendo tener su altura poco tengo qué hacer, digo yo,
aunque no está nada claro.
Los días pensativos
Hay días que me visten de persona
y anudan mi corbata y aprietan mis zapatos,
son días que bajan mis bolsillos hasta tocar el suelo,
no tengo mujeres, ni vino, ni en la cartera hay dinero,
me siento huido, en la jaula enorme, pisoteado por el aire,
me siento muerto y golpeado en mi pecho,
y nada hay peor que ese modo de mirarme
Poema puesto de pie
A este lado mío las cosas no están tan claras,
empezando por mí mismo de quien poco sé,
no sé nada de metabolismos ni de mis ritmos cardíacos,
lo más parecido a mí es el universo oscuro, el de los astros;
me diluyo en mi vida, y no sé cómo acabaré,
a este lado mío las cosas no están tan claras
La chica de la foto
La chica de la foto parece aturdida,
quizás en otro tiempo fue mi inspiración,
la que me dio su beso y olvidó mi olvido,
sus muslos serenos y su boca abundante,
sus abrazos calientes, su alegría y su olor;
la chica de la foto fue mi caricia
me regaló frescura, sonrisa a mi dolor,
yo la pasé en mi pecho y sentí su delicia
y su honda mirada vive en mi interior,
se durmió conmigo y despertó mi amor.
El optimista
Me quema el corazón y la razón me besa
y encuentro en la palabra un mundo por unir;
yo siento la hermosura pasar conmigo cerca
y siempre tengo sueños para poder seguir
Te miro
Te miro como la música que me mira transparente,
como te miro tapada y me desnudas al verte,
enamorado, alado, poético, evanescente...
como te mira la noche que se desnuda al tenerte,
anclado en las esmeraldas de tus pechos incandescentes,
corriendo en ti con los ríos de mis ojos insaciables y valientes.
Tu recuerdo
Qué bellas las palabras que acuden a la memoria
y la riegan tan fértiles con nuestros viejos sueños
y la escampan tal lluvia que nos regara mansa
formando arroyuelos, sonoros, en el tiempo;
que bello es el silencio que me recoge ahora,
que me levanta muros con muchos siglos puestos
y engrandece los bosques llenados de canciones
con la mudez también en que cantamos nuevos.
Todo es belleza, amor, si nuestro amor pervive.
Me gusta el mar
Me gusta el mar, y le traigo sin cuidado,
sin cuidado me lleva en sus senderos verdes,
sin cuidado me crujen los grandes terremotos,
con los rayos se sirve el cielo deferido;
no es cuidadoso el mundo, que va a lo suyo
y siempre estuvo vivo sobre mis páginas,
bajando en las perladas frentes del trabajo,
en las manos nudosas que amasaron mi pan,
en las suaves axilas de mujeres tan bellas,
en la triste sinergia de los días trabajosos.
Me da pena
Me da pena sentir haberme sido poco,
no haber sabido nunca a la altura llegar,
me da pena saber no he querido del todo
pues nunca he conjugado el verbo que es amar.
Me da pena querer con apenas entrañas,
sin las suaves caricias que tiene la verdad,
me da pena quedarme en medio de la nada,
siempre estaré solo, yo amé la soledad.
Te quiero
Te quiero con el mar que aún se queda en tu ropa,
con la presencia verde de tu mundo sutil,
te quiero con la rosa que aún aflora en tu cuerpo,
con la luz, con los ojos, más que me quiero a mí;
no hace falta me digas que tú me estás queriendo,
ni te esfuerces por verme, ni me quieras así,
yo te quiero y renuncio a otra cosa del mundo,
me basta con quererte, te quiero porque sí.
Hoy me han dicho que has muerto
y no me lo he creído,
el muerto era yo que estuve amándote,
no sé si por saber, si en un instante,
he sabido que no, que el muerto no era yo,
yo fui el amante,
el que no se muere nunca ni nunca nace,
tan lleno estoy de vida, de esta vida inconstante,
que mi amor se muere un día,
y yo no muero,
será que amor se muere si no es amante,
por ello has muerto tú, a quien yo amaba,
y no muero yo y sigo amándote.
Tú que vistes, habitas y desarraigas,
tú que siembras, seduces, como encoges,
tú, que en la negrura hembra te echas a despelote,
tú, que eres tú, y nada más que tú,
tú, ¿ me entiendes?, mi mundo se hace nuevo
y en este mundo estrecho desde tu anchura
seguramente yo, que en nada estoy creyendo,
por ti vuelva a creer.
Poema desde abajo
Quise llegar más abajo del todo,
para hundirme más del todo en mí,
para no creer más lo que me creí,
para ser más el que siempre fui.
Para parar de dar vueltas y
para no perderme dentro de mí,
descansar en lo que soy; en fin,
para llegar a quererme porque sí.
El espejo
Yo me miro en el espejo y el espejo me mira,
me regala el infinito,
la luz proyectada que vive tras las cosas,
el inmenso tiempo que contiene un instante,
si le acerco mi aliento se le nublan los ojos,
hasta el espejo me ama.
El amigo
Soy tu amigo del alma que nunca estuvo escrita,
ni con papel, ni en duda, en paisajes o en amor,
que no alimenta sangre, ni es luz, ni da las sombras,
sino que extrañamente te hago siempre mejor.
Alea
Quizás, por mí, desde la verde estancia,
el arroyuelo suene, quizás no suene,
quizás el silencio de la verdad lejana
aún me lleve a donde nunca lleve
y yo me vaya
yo me vaya como arroyo para mirarme luego,
y más lejano aún, desde el mañana, en nada quede,
en nada quede yo si cuando las cosas cambien
todo quede de mí y yo sea nada.
El lector de poemas
Qué alegría más grande me das cuando me lees,
cuando tu mente clara clarifica mis versos,
entonces son de verdad una palabra alada
que vuela en torno tuyo y bebe tu mirada;
los versos no se escriben sino se leen solo,
cuando el gran silencio los contiene también.
Amor irrebatible
Me dicen que has venido y yo me he ido,
me dicen que tú no estás y siempre estás,
me dicen que eres tú el bien querido
y qué dicen de mí, qué me dirán;
digan lo que me digan tú no te has ido,
nunca me faltas tú ni faltarás,
yo lo he sabido siempre, lo he querido
antes de que aprendiera a respirar.
Lejanamente un día, que viene pronto,
me acercaré a mirarte una vez más
será distinto el gozo y como otro
gozaré con mirarte la eternidad.
Así no
Así no, sembrador de la muerte,
llevando a los pobres la desolación,
destruyendo sus casas,
matando a las abuelitas,
trayendo una hilera de tanques y de garitas,
de guerreras sudadas y ojos polvorientos,
de cuchillos sangrantes matando a los vecinos,
así no, ni nunca,
asesinos.
El teatro romano
En las gradas del teatro titilan las margaritas,
aquí estuvieron miles de gentes que oyeron estremecidas
las trágicas palabras de los autores clásicos,
la vida entonces tendría un mágico argumento,
los versos fueron el fundamento de una buena teoría,
en las gradas del teatro titilan las margaritas,
el cielo sigue bello y aquellas palabras mágicas apenas si se leen escritas.
El monte
Oh gran monte, que no soy,
de praderas plantado, de muchas nubes besado,
gran montaña oscura del tiempo que pasó,
por donde suben la añoranza y lejanos los sueños-
el hombre dormilón pasa la vida durmiendo-
con sus caminos quebrados, que adelgazan en sus cumbres
¡ oh gran monte oscuro de mis mentiras repetidas!
de mis palabras derramadas sin vigor ni fundamento;
una hermosa montaña me habéis construido
de aquello que pude ser y que no soy,
que nunca fui, por elegir el mal camino de lo bueno,
el agrado de la música, la súbita inspiración de la indolencia,
también la mala suerte, suponiendo que la suerte alguna vez fue buena;
todo lo que no soy ahora es un monte, un monte oscuro,
mucho más alto que yo, aunque no sé si es tan feliz.
De lo malo, lo mucho
Con el bien de mi mal la vida dejo,
ay vida qué mal me dejas y no me quejo,
no me quejo de ti sí de mis bultos,
de mi mal que me herí, de mis insultos;
mas, si pensado, no es tanto mal aquello
que por más está de más, y con exceso,
de lo que está en mal también escaso.
Abundar en el mal, no es tanto mal,
que no hay peor desgracia si no es lo corto;
pues que estando de más la vida goza,
aunque sea más de mal, peor es poco.
Así, de golpe
Así, de golpe, en contrapunto, miro,
escribir es muy fácil cuando lo pides tú,
así es tu nombre escrito en cualquier parte,
palabras que yo digo para que las oigas tú;
en ti yo siento esa extraña presencia
que tiene la mar al lado debajo del azul
de un cielo musical en los versos sacado,
las ondas de un recuerdo verberado en azul.
Las nubes
Y las nubes cansadas se dejarán llevar,
dónde irán esas nubes, cuándo regresarán,
aunque vuelvan como iguales, otras serán de verdad,
tendrán la misma sustancia, la misma locuacidad,
y por dentro una coraza de cristal y de metal,
¿ son nubes o solo son agua? ¿ son cielo o solo son mar?
Ocupan espacios inmensos, como la suave humildad
y se llenan de sí mismas, también son la vanidad,
y aunque truenen y estén tristes gozan la eternidad,
velo que es solo agua, cuerpo desnudo integral,
no nacieron de lo alto, a ras de tierra, sin más,
y la tierra es muy pesada, nunca dejará de hablar.
Tú
De pronto, tú. Ni el abismo ni la montaña,
ni siquiera el arroyo que nace desconsolado,
ni el horizonte redondo del infinito,
ni las nubes fugaces y sus dibujos,
ni el hábil canturreo del pájaro temeroso,
tú, y nada más que tú, un momento siquiera,
cristal único, irrepetible ser.
Ahora mismo
No hay misterio que no cambie de puerta
ni en fatal encrucijada de las cosas su paso,
mil millones de mundos en sus cambios rotando,
mil historias contadas y ninguna por hacer;
a mí lado han pasado los pasos del misterio
cambiaron mi presente por la hábil osadía
de la común materia que me hizo la vida,
el presente es un capricho todavía por hacer...
¡ Oh hermosas ninfas, rescatadme!
Si ayer pasara por mi calle ni le hablara,
yo me iría a la otra acera al momento,
ayer fue un pasado cruento, mató mi alma,
y me dejó incruento;
si ayer me viera ni lo viera,
huiría de él como de un maldito,
me alejaría aún más lejos, al infinito,
que el ayer me matara y me doliera;
yo fui un niño feliz y desde entonces
se atravesó un borrico en mi vida,
me persiguió, me calumnió enseguida,
me quitó la moral e hizo incruento.
¿ Qué es un Ser que nunca fue temido,
hasta los niños se sentían valientes al ofenderlo,
ni judío por raza, ni sabio por lento
paseando por un ayer que lo hizo incruento?
¡ Oh hermosas ninfas, rescatadme!
preguntadme por las esquinas si quiero vuestro amor,
donadme, todas vosotras sois para mí una flor,
con mucho quiero gozaros hasta hartarme.
Que el pasado se me muera, y el mundo alegre,
más ligero lo digiera, yo lo escupe lejos
y el ayer me olvide para siempre.
Oh tú mi Sol en campo en mí llevado,
aliento y alma en mi poesía escrito,
oh tú mi bien, excelso tan bendito,
dentro todo de mí, mi bien amado.
Tan grande como bello e inaudito,
portento en uno de la virtud has juntado
el oro que regalas en aro descrito
y el halo de armonía que te ha lanzado.
Oh Sol que repetido haces historia
y traes y llevas por el campo atrevido
el trono de los dioses en tu gloria,
que a la Tierra llenas encendido
del calor que da vida en tu victoria
sobre las sombras, sobre tu luz uncido.
El gran misterio soy yo mismo
Dentro o detrás de mí, en alguna parte
vive un ser de verdad que a veces siento
es mi yo y no es mi yo, parte de mí, incruento,
que generosamente oculta su gran arte.
Mi yo sabe vivir sin mí y aunque reparte
su vida con la mía, no es Dios ni es mi cuento,
sino lo más completo de mí, mi aliento,
que de verdad me hace entero y me comparte.
Saber que yo no soy yo en adelante
parece como locura desatada,
pero es el misterio y lo importante.
El no saber de mí me da ganada
una vida, que oculta a un ser gigante
el que a ratos soy, y no es buscada.
El hombre que vino de la eternidad
Me refiero al hombre que vino de la eternidad para morir,
para gozar de una muerte incluso matemática,
para tener un ramillete de cosas buenas que solo tienen los mortales,
la libertad, la valentía, los días perdidos, el amor,
la astuta ignorancia que pasa por ser inocente.
Me conformo
Yo me conformo, si miro alrededor yo me conformo,
con ser como la rosa, que es efímera,
con soñar con las sombras,
con dormir por el día,
con recoger en mi frente
todo el frente dorado de la poesía,
con sembrar con mis pasos el triste paso de un hombre,
con mirar la belleza que a los grandes inspira,
con mirarte a los ojos, con oler tu perfume,
con oírte, reír, con callar, con morir, también,
que la vida me cansa y me da miedo perderte...
Tu cuerpo
Tu cuerpo lo recrea mi mirada, que te envuelve y se queda
totalmente acabada, que muero por mirarte y por sembrar mi fuego,
tu cuerpo lo mueves como un reloj oculto, cambiándole de horas y de mundos,
como un río que subiera a la montaña,
como una luz quemada que, en medio de la noche, se consume y me baña,
tienes el perfume de los bosques ancestrales,
llenados de malezas y de sublimes paisajes,
urdidos en las estepas y en los terrores viejos,
bajados a los ríos tranquilos, y a las rojas mesetas,
tu cuerpo es la soledad, la gran poesía hablada
la noche trasnochada, el lupanar, el delirio de mi mundo,
tanto querer estar, tanto quererte, que mis días ya no cuentan...
El amor
El amor es un sinfín, una espera,
llamaradas y fuegos en primavera,
una caricia, una delicia,
un sorbo de amargo vino a toda prisa;
es un volcán, ¡ ja, ja, ja!,
el no va más,
unas manos cogidas
para pasar a otra vida,
un beso que nunca acaba
una larga mirada;
es un paseo,
aprovecho que te veo,
es la locura
que con otro amor se cura,
es el deseo,
¡ espera!, que me lo creo...
Y nada más.
¡ Me he vuelto a enamorar!.
Quiero pintarte el cuerpo con mis deseo
poner en el lugar de otro mi austero corazón,
besarte con ternura sobre tus espaldas
hundir sobre mi pecho tu idolatrada voz;
quiero quererte joven y como alegre
al pronto levantarme y juguetear muy tierno,
amar con frenesí, que no esté quieto el amor,
saborear tus labios, sentir hundir su halago,
que brille austeramente la luz en su rincón,
sin despertar, caerme y reposar en tu pecho,
acompasadamente navegar en un soplo
en la blancura alada de nuestra juventud,
en un momento, breve, nos juntemos los dos,
que luego, jubiloso, después de haber amado,
sentir que reposado yo he renacido nuevo,
brillar, ya sin deseo, como brilla la luz
en un ocaso tenue, dormir, como se duerme el Sol.
Dentro del alma
Hay sembrado un rosal
que no da rosas ni espinas,
ni pulguitas blancas,
que solo sabe llorar.
Me gustas tú
Me gusta la consonante que no pesa,
la clara luz que escrita sigue clara,
me gusta verte, por una vez, en mi vida,
me gusta que me guste a quien yo gusto;
gústame de una vez por todas y al principio
este gusto que me sale inconocible,
esta crepitación del ser ese indecible
gusto de ser gozado imperceptible;
me gustas tú, y es hora te lo diga,
como un jardín en medio de la tarde,
como un verso atorado que se sale,
como una noche errada de regustos;
y cuando esté de gustos resabiado,
con cara de partida moribundo
que me guste la muerte y me guste mi olvido,
a la sazón mis versos derretidos
todos de un gusto amargo. Complacido.
Quiero que me nombres
Quiero que te siembres en esta tarde,
y que al posar tu cuerpo, sobre mí, desnudo,
sobre mi pecho escribas con tus uñas afiladas
el instante más puro.
Quiero que me nombres y que mi nombre suene,
que se llene la tarde de mi nombre, tuyo,
quiero unir mi deseo de amor a tu deseo,
que me tengas también, que estoy cansado,
y deseando recibirte al otro lado del mundo.
Quiero ponerme serio, grave, rudo,
dejar que mi barba te escueza y te arañe,
quiero notar la suavidad de tu piel,
quiero en ti como hembra desearme,
vaciarme del todo, que estoy acumulado, y de una vez, amarte y desamarte.
Me tienes paliativo, errático, trasunto,
me tienes fornicado, hurtado, moribundo,
estoy, por ti, levitado y cornudo,
pon tu pelo de seda, inconsistente y rubio,
sobre mi vientre, mi sexualidad y mis muslos.
Otoño
Esta dulce estación, benigna en una hora,
plácida la luz, del hombre su recuerdo,
este pasar al lado de la tierra
y sembrar con amor las paradas del tiempo,
me acerca a ti, pues estuve separado
y en lo más recóndito mío en ti me hallo,
yo soy el hombre tan simple y educado
tú eres la mar eterna de mis versos;
yo soy el hombre que nunca ve las cosas
si no es con tiempo y cuando la vida cambia,
tú eres la dicha, el Sol, la imagen ancha
de la divinidad total, incorrupta, el alma.
Por eso ahora, que vengo nuevamente
a respirar en ti el perfume de los bosques,
en ti hallo mi Sol, en ti mi hombre
alegre por tu
fuerza, mi día y mis noches.
Canción solitaria
Yo soy del coro de hombres que hablan solos,
que solos se pasean y solos van a dormir,
tan solo estoy que hasta estarlo da pereza,
mucho me pesa estar toda mi vida en mí,
a veces busco y escudriño de otro modo
por si aflorara un amor para mí,
mas pronto vuelvo a mi soledad cantada,
mejor estoy solo que mal acompañado, ¿ a que sí?
Eres el mar
Eres el mar porque me miras cerca,
porque te vas de mí tan pronto vienes,
porque te tiendes en mí y me sostienes
en la ancha soledad de tu entereza;
eres la brisa, mar, y tu color púrpura
en tus ojos y en tus brazos extendidos,
me llenas pronto, me tienes embebido
en tu corazón de mar y tu suave lucha;
sonríes como un mar desde la orilla,
sobre tus senos, apenas levantados,
más que el amor me tiendes un regalo
en tus caricias, espumas de mi dicha;
y eres tú, siempre la mar, eterna mía,
desde la sombra de mi duda, en el recuerdo,
la eternidad que vive en mis días,
incontestable luz, a quien más quiero
El amor se sienta en el dintel del jardín
Qué fragor tiene la herida de las flores
y mansedumbre de amor callado tienen,
la presencia inhabitable que sostienen
todo el profundo amor que al mundo ponen
y qué bella es la flor del pensamiento
esa que adorna las risas de las bellas,
que saca luz y belleza a las estrellas,
la que sostiene el poder del Universo,
¡ tengo una flor, por ti tengo un te quiero,
tengo una rosa blanca, guardada y dura,
tengo un perfume a sal, mi empuñadura
por ti se eleva al viento cuanto yo puedo!
De la mano del río
Yo vine con un río de la montaña,
con mi río bajé por precipicios,
con su agua me harté de tantos vicios
que son más del río que del que baña.
Llegué al prado, en mucha flor florido,
al verde lupanar del sol, ocioso,
osé en amor hasta acabar vicioso,
en otero vulgar, lindo y perdido.
Bajé por torrenteras muy ruidosas,
delincuente me hice en decibelios,
grité en el fútbol, callé mis evangelios,
ni amé a enemigos, ni rechacé a hermosas.
Fiero y espumoso fui por pedregales,
tan duro amé que acabé sin juicio,
llené mi fango, tallé mi precipicio,
hartito de acoger todos los males.
Y aquí me tienes, ya mudo y lago quieto,
espejo de los cielos que pintan aguas,
a punto de morir, el mar en enaguas,
cansado y viejo, y a la postrer discreto
A la vera de mi vera
Aquí la mar, el músculo y la playa,
el corazón cargado de alegría,
el portal de mi puerta, llenado por el sol,
frente a la gran ventana abierta de la huerta;
aquí mi consonante pura, frente al mundo,
frente a la mala bestia que me mira de reojo,
mi ser, mis sueños, mi elemental modo
de vivir diariamente sin tapujos;
Yo vivo en mi rincón plantado,
árbol soy de mar y cordilleras,
soy de un mar que el tiempo ha secado,
estoy a la vera siempre de mi vera.
La noche me guarda otro sol más mío,
más lleno de palabras y de silencios,
más de verdad mi amigo y compañero
que me hace nacer de mi destierro.
Y vuelvo día a día a ser mi yo,
mi ser más nuevo, por el que no ha pasado el tiempo,
me reconstruye a diario, la fiebre quita,
mi apariencia de hombre vive otro hombre dentro;
sale el primitivo hombre, desde la noche,
lleno de salud y de alegría,
me pone el cuerpo para sembrar de día
mi mar, mi músculo y mi playa,
con renovadas fuerzas, mi poesía.
A donde quiera el viento y vaya,
donde menos lo piense y cuando vuelva
yo también me haya ido para siempre;
viva la libertad que nos desarma,
a donde el viento quiera ir y de pasada
a los hombres que levante y a los que pierda,
con silencio amurallado, en lo tenue
viva la libertad que nos desata.
Quemarme quiero en tus ojos,
ahogarme contra tus labios,
morirme entre tus pechos,
edificarme en tus brazos,
te quiero a ti, vida mía,
sobre todos tus encantos,
aunque tú no me quisieras
te amaría mi desengaño.
Te quiero cuando es de noche,
si acaba de amanecer,
a pleno día te quiero,
mi tiempo es solo querer.
Por eso cuando de cerca
te acercas solo por ver
tiemblo como hierba luisa
sin poderme contener.
La sustancia dorada del sol y de la tierra
que gravita en las nubes y en el plácido azul,
la que lleva fragancias de dulzuras y de frutos,
se levanta bien pronto y nos ciega de luz;
es alegría que nace de nuestras cosas bellas,
la memoria que oculta en un velo de tul
la mirada aturdida que perdió los recuerdos,
todo lo que hizo buena a nuestra juventud;
es el aire que llena los espacios más anchos
que parece venir del más allá, la inquietud
que nos levanta sus faldas y nos lleva a sus prados,
la unidad de lo bello, primicia de virtud.
Yo no quiero cantar sino ponerme,
dejar mi sueño, mi sangre alborotada,
dejar mi carne, mi dolor, dejar mi entraña,
a mí dejarme hablando con el alma;
no quiero hacerme bello ni aún eterno,
sino fugaz en el tiempo y predecible,
quiero ser yo y como yo oírme
diciéndome verdades sin más trampa;
no quiero el ejercicio fortuito,
ni la voz quiero para callar la vida,
quiero ser un torrente entre mentiras,
auténtico, veraz, el ser posible;
para cantar, por susurrar, callando,
entre mis versos habitarme silencioso
con el tiempo de ser un ser dichoso
sencillamente hablando, conocible.
Los versos
Madre mía cuántas palabras usamos los poetas
y la vida es un soplo, una fantasía
que nadie puede atar y nadie puede coger;
los poetas somos unos inútiles metidos en la vaciedad,
tantas palabras son una grosería, el ejercicio menos poético,
la verdad se insinúa, el verso bueno no es explícito,
por eso voy a dejar de ser poeta, para escribir Poesía
como lo hicieron muchos tomados por extravagantes
pero que eran auténticos, sin versos acumulados.
Tus lágrimas lloro
Tus lágrimas lloro y me atropellan,
tanto me amaste que aún muerto me amas,
tanto suspiraste por mí que un río de lágrimas sale,
la vereda se retuerce, los árboles se rebelan,
las viejas torres retroceden,
tanto me amaste que hasta mi amor se olvida
y por amarte llora, llora tus lágrimas.
La auténtica dimensión
A esta hora del día solo quiero seguir siendo el que fui,
amar lo que amé, aborrecer lo que odié,
levantarme sin más peso de mí que lo justo,
vestirme con poco y adornarme con nada,
entero y verdadero, único, no es poco lo que pido,
me conformo con ser menos.
Tengo mis cuatro sentidos
y uno más que me he puesto
aquel que más me lo siento,
cuando me pienso contigo;
contigo por este mundo
yo me he sentido feliz
feliz es sentirte a ti
como lo bello y profundo,
que sale pronto de mí,
me endurece y me enternece
mis sentidos se estremecen
cuando yo te siento así
y no siento con palabras
ni con versos rimbombantes
que sentir es solo amarte
con el cuerpo y con el alma;
¿ dónde habitará la dicha
sentada tras de las rejas,
si oigo las calladas quejas,
tibiezas de su alegría
en mi sangre desatadas
de mi cárcel liberadas
hacia ti que eres mi vida?
.
El destino humano
Por todos los hombres cuyo destino no adivinaron,
por todos cuantos se asomaron a la vida navegantes del destino,
a cuantos la vida llenó de estrellas el firmamento,
de aguas procelosas, únicas para ellos, antes de nacer,
a los que levantaron sus pechos con valentía, dueños de sí
y a los más pobres de todos que nunca fueron hijos de nadie,
el destino es un lugar común que todos ellos habitaron
repartió olas y campos, árboles y musgos, piedras y sueños,
el gran barco partió hacia el final, salpicado de espumas, majestuosamente
y en la cubierta hubo quien se quedó dormido sin darse cuenta.
¿De qué me vale conocer enteramente a mis semejantes
cuando solo mi amor ha sabido dibujarlos suavemente?
¿de qué me vale ir por el mundo con pasos sabidos
poniendo y quitando amores de los débiles
si yo tan solo he amado y me he sentido bien?
mejor será que equivocado los entienda amantes
pues solo uno ama de verdad y nunca fue visto.
En la poblada máscara de la ciudad lejana
como alondras blancas en los muros de tus ojos
el suelo lo oscurecen las hojas que han caído
en los colores tirados por oros bermellones
los corazones enlazan sus llantos y sus alegrías.
Barlovento
Ríos de oro,
palabras que lleva el viento,
rosas de pitiminí,
pasitos de sentimientos,
ojos verdes de alhelí,
ruidillos de sentimientos,
barlovento, barlovento,
cuanto más te quise a ti,
menos me dije me quiero,
y luego se fue la vida
a vivir su vida lejos
y me dejaste tan solo
que escribí, loco, tu cuento,
que hablaba solo de amor,
como si amor fuera bello,
¿ cómo será bella la flor
si olvida a su jardinero?
¿ ni las palabras ser oro
sin el ruidoso silencio?
Te dije que me querías
y tú sabías no era cierto,
que volverías a mi lado
y te quedaste más lejos,
barlovento, barlovento,
ríos de oro,
palabras que lleva el viento.
La fuente
Canta la fuente debajo como por dentro,
bebe el agua la fuente de su canción,
brinca llena de espuma dando saltitos,
revienta pompas de aire, a lo guasón,
suena a fuente nueva que parlotea
con sus burbujas irisa su gris latón,
brilla al Sol y nos guiña pícaramente,
hace subir los ojos al lindo amor,
si me la miras tú, si yo te miro
una fuente nos sale del corazón.
De pronto
De pronto, y sin saberlo
un mundo se me echa encima,
es suave, es sin peso,
yo le llamo poesía;
quizá sea la rosa quien mejor lo dice,
quizá sea la nube lo que mejor lo expresa,
a veces es el mar,
a veces son los cielos cargados de tormentas,
los hombres celosos que levantan las grescas,
los desiertos pelados que discurren con dunas,
o los largos silencios de las noches estrelladas,
o la alegoría,
la sagrada fuente de los buenos sentimientos,
las palabras exaltadas
o la voz más sencilla;
no sé decirlo y lo sigo haciendo,
día a día,
me enredo en esta profesión tan desvalida,
y lo hago tan solo, con mi alma entre rejas
de una dulce cárcel en el cielo prendida,
me parece que vuelo con aires elevados
de la gran sinfonía:
el mundo, el universo, el hombre
discurren entre mis versos, con mi altanería
y nada tengo de ellos,
nada soy más que un hombre errado,
que al final sólo sabe hacer que hace;
quizá sea la rosa quien mejor lo dice,
quizá sea la nube lo que mejor lo expresa,
el mundo se me echa encima,
es suave, es sin peso,
yo le llamo poesía.
La alegría
Ser tan grande y tan pequeño al tiempo,
tan fuerte y débil, la perfección es sombra,
es vestido sutil, cualquier cosa,
callada y honda, profunda y armoniosa;
la perfección es agua y sangre elevada,
juego de luces y de palabras tenues,
óleo del mar, de tierra sus vaivenes,
parado sueño, en su perfil de siempre.
Es alegre y es triste y sigue siendo bella,
jovial y lúdica y seca como estrella,
del sueño es el vivir para vivir del sueño,
del ocaso es el tiempo y amanecer del día;
es el hombre y es dios, la dulce compañía,
ilusión por vestirse y por quedar desnudo,
es hambre no saciada y es manjar suculento,
de todos los regalos es dulce pensamiento:
es el sufrimiento
es la vida
es la alegría.
Sobre todo la nada
En medio de la nada quiero ponerme,
de nada quiero hacer el medio mío,
quiero poner por medio mi tronío,
quiero quedar en nada por tenerme;
no ser más yo de lo que nada soy,
ni estar más de mí aunque sea poco,
no tenerme más por quien no soy,
ni querer más lo mío aunque sea poco;
sino cambiar en todo y en cada parte
llevar, desde ahora, como un espejo,
delante de lo mío antes lo ajeno
y querer ser yo, sin más, de parte.
La nada me
pesa con dolor insufrible,
ser nada es
para mí como la muerte,
mi carga más
pesada, es ver sin verte,
lo peor de
mí si todo es inasumible.
Pero es paz
también y es mucho fruto,
salir al
campo y recibir caricias,
las primeras
del Sol que son delicias
que el
Universo acerca impoluto,
luego del
campo y la hermosa Tierra,
de tanta
flor sacada a lo estéril,
buscar a la mujer, no por lo fértil,
delicia es
tanto como de Sierra;
quedan pues
muchas cosas y los hombres,
que todo sea
un lugar lleno de asombro,
asómbreme
pues hombro con hombro
de lo mucho
que son todos sus nombres;
y en lo
poco,
que lo poco
también es, con grandeza,
pasar
desapercibido, una proeza
que buscan los animalejos por no ser presa.
Todo es
vida y la vida ayuda
a vivir,
que es lo mejor de todo,
a
respirar la vida y al acomodo
de las
cosas sencillas, sin más duda.
La voluntad de amarte
Si notas en la nostalgia que te falta mi muerte,
si aún guardas para mí un hermoso saludo,
yo volveré hacia ti si conservo la suerte
de seguir tu llamada bajo invisible escudo;
no dudes en nombrarme y de seguir pidiendo
que acuda a ti con mi enamorado aliento,
yo seré esa cosa que te ama sintiendo
deseos de unirme a ti como hoja al viento:
no soy más que amor, y amo tu nombre,
en la perdida senda de las cosas del mundo,
soy la serena verdad, el amor profundo,
la ardiente voluntad de ser tu hombre.
Llámame cuando las fuerzas te abandonen del todo,
renaceré de nuevo para amar solamente,
volveré a llenar tu soledad, a mi modo,
con mi apostura y mi alma, mi soledad y mi mente
Los expresos
No busquéis la verdad en mis versos que os digo,
ni busquéis la mentira que hace tiempo perdí,
no busquéis en mis sombras el Sol que se me ha ido,
ni busquéis en mis bromas la felicidad que hallé;
no busquéis en los versos que son un gran pecado
que os decimos los poetas de poco corazón,
buscad, eso sí, los libros que aprisa os han llegado,
expresos de la vida en la doble estación:
la una os lleva al arte, que es camino trillado,
la otra nunca llega ni sale ni se estanca: es desilusión.
Palabras
Cuántas palabras, palabras y más palabras,
enterrado en palabras como una muerte enterrada,
palabras que me ocultan mi verdadera palabra,
que me hunden en el fango, que no huelen a nada,
me aniquilan como el gas tóxico de las estufas
sin enterarme, sin luchar contra el vicio de escribir,
aquel que mata el corazón porque no sale del alma,
el que mata la Poesía porque es la poesía de otros,
cuántas palabras,
cuándo sabré callar como el Universo calla,
el gran silencio todo lo ocupa y lo separa,
en busca de la verdad, la libertad soñada.
La canción de la novia
Hoy tengo para ti las manos de armonía,
una flor que he llamado mi poesía
y que es solamente soy tu amante,
soy tu amante de flores y de besos,
de amaneceres limpios y de alegría,
de las noches pasadas en silencio,
de la paz de tu alma en cercanía,
de la bondad que rezuma de tu cuerpo
como luz, como espejo, como dicha,
eres la más bella flor de mi destierro,
perduras como aroma en lejanía,
te llevo imperceptible y olorosa,
tan joven y clara, tan excelsa y lista
que me tienes embobado y alucinado,
enteramente estoy en ti toda mi vida.
Yo te gozo con ese gran misterio
que del alma me sale cada día,
cada momento, cada instante en ti vivido
es un hermoso cantar tu lozanía.
Eres tan bella y dulce y armoniosa
que nada puedo ya si no es vivir,
vivir para quedar contigo,
cantar para contigo estar.
Yo rebajo mi canto y lo hago arroyo
en el prado de tu cuerpo, encarnecido,
yo me hago cantar, soy un fluido
por ti enamorado, lindo pimpollo.
Yo me hago nube y sin peso anido
alrededor de ti como un amante,
yo soy tu novio encanecido,
viejo rufián, lirio cantante.
Yo soy tu mar más bravucón,
aquel que en tus caderas su rostro amansa,
el que te quita la blusa y no descansa
aunque muera de amores el muy bribón.
La insoportable levedad del ser
Hay gentes que suelen dejarnos sus motos
otros sus pecadillos veniales
y los más su gran afición al fútbol,
quién me dejara a mí que estoy vagando de mí,
no me encuentro cuando estiro mis brazos,
cuando corro y el viento se hace espeso,
me da en el rostro como otro rostro,
me palpa las manos con su dureza,
pretendo volar, estoy como una moto,
en aquellos días los días amanecían radiantes
y mi mente no dejaba de pensar, chun, chun,
chum, chum, qué buenas maneras de ser bueno,
la tranquilidad me la dio tener un lugar en el mundo.
Poco y nada o mucho al mocho,
Poco, nada y mucho al mocho,
debo conformarme con ser el que soy
y seguir siéndolo, que es no dejar de ser;
en la vida nos acostumbramos a vivir en los otros,
a mirar para arriba si ellos dicen arriba
o a dejar de ser, o no haber sido nunca, si nos ignoran,
pero nunca somos más ni menos que lo que somos,
por esto yo sigo escribiendo sin ponerme nota
y cuando me la puse siempre debió ser alta;
es mi mundo, mi necesidad, mi sustancia,
algo tan invariable conmigo como mi sangre,
a los otros puede manchar pero a mí me da la vida,
si yo dejo de escribir los truenos y los relámpagos,
la música escandalosa, ocuparían su sitio.
Ay flor, que en mis brazos te sientas
campo rubio y orondo de un jardín que celeste
encaprichas mi alma y a mi alma sostienes,
Ay luz, repentina, de la carne tan solo
de mi carne completa que de mí te viniste,
y allegaste tan pronto y me hiciste feliz.
A mi niño
Se me ha perdido un niño en la noche,
se me ha perdido la noche de ser un niño,
por las estrellas se oye su vocecita,
su voz me llena de estrellas y de alegría,
me llama en los jardines y en las calles,
llamo a un niño que es mío y nadie lo sabe,
se esconde entre sus risas y sus miradas,
tiene cara de ángel entre sus dos alas.
Si me oyen hablar, como en sueños, a mi hijo,
que no me despierte nadie, que no se ha ido.
El albañil
Hago una casa de adobe, con salivilla y con barro,
unto en las mamparas y fijo bien los marcos,
mezclo con la arena y embadurno las paredes,
subo por las fachadas y las piernas de las mujeres,
llego hasta un buen día en que luce el sol,
el sol todo me lo apaga con su gran esplendor,
rasco en los recodos y mido bien los codos,
de todos los albañiles soy el más sordo.
El agua
Dame la claridad del agua y su sino de cristal,
su llanto que sin pena pasa y su alma de metal,
dame los alambres que enredan los versos del más allá,
las palabras, los recuerdos, su sencillez elemental,
que no huele, que no piensa, y que sabe a la verdad,
dame el agua somnolienta que no deja de soñar,
que canta entre veredas y no la calla ni el mar,
que susurra como amiga y no se cansa de amar,
que se levanta sin ruidos y que llueve sin parar,
que todo lo ocupa y entra y se desborda en la paz,
mansa como una cordera, violenta como el vendaval,
dame el agua y su tormenta, es la misma eternidad.
La noche desvelada
Mi corazón volando en dulce compañía,
las horas pasa y su dolor atenúa,
la noche cubre con silencio mi alegría
y su sopor de sombras al sueño lo adecua;
no paso, sin pasar de un modo a otro,
ni miro, pues mirar sería imposible,
al callado vivir sereno me acomodo
y al tiempo que discurre en lo indecible;
la dulce compañía es mi desvelo,
su nombre es nada y para mí lo es todo;
mi corazón es modo de llamar a lo que quiero,
volar es para mí leerlo solo;
cualquier poema empieza de repente,
si al poco para y la razón se ofusca
prosigue pronto, de manera indeleble,
cambiará de rumbos en otras rutas;
pero es igual, del mal lo menos,
pues si digo a veces cosas sin sentido
las leo después como un preciado nuevo
que habla más lo ajeno que lo mío;
¡ ay noche tan lunática y repetida!
que en las paradas horas me detienes,
pues parezco buscar en mí la vida
para encontrarla luego en lo de siempre;
este rostro de la nada es tan bello,
tan dulce y bueno parece al nuevo día
que es mi amigo del alma y son sus versos
un regalo precioso de Poesía.
Puede que mañana, o puede que otro día,
vendrá, desde lo lejos, lo que siempre amé,
parece que a mis tiempos se los llevó el anhelo
y ahora, tarde o nunca, no sé lo que tendré...
Yo alargo una mirada a los siglos pasados
y en la absoluta nada espero aquella luz,
no nublan mis deseos saber lo que me viene,
simplemente me busco en lo que amabas tú.
A veces un poema dura poco,
tan poco dura que apenas si leído nunca vuelve,
la poesía tiene mucho de olvido, de recuerdo olvidado,
de simplemente estar sentados sobre el ser.
A veces un poema parece descuidado,
de las cosas que se dicen sin prestar atención,
de una extraña música que parece cantamos
sin dejar nuestras venas, o con poca ilusión.
También será poesía soñar con los deseos,
querer ponerle albricias a lo que es amor,
pero borrado el verso, la palabra se ilumina
de esa otra cosa oculta que encierra nuestro yo.
Nada hay que merezca que nos pongamos tristes,
a no ser que la tristeza sea una forma de amar,
la felicidad es posible y está llena de versos,
y es tan pura y nuestra que la debemos callar.
Los humos negros
Ululan las sirenas de las antiguas prisiones,
como en las fábricas del terror y del hollín,
las manos no dejaron de encontrar las migajas,
en los bellos oteros temblaron los alhelíes;
campanas de la gloria sembraron viejos miedos,
un vino muy amargo se derramó en el mantel;
pasaron los vapores de barcos siniestrados,
los ríos de los hombres no dejan de salir;
una madre no es madre aunque tenga a sus hijos,
ni porque entone a ellos una dulce canción,
una madre no es bella solamente en las fotos,
ni por mirar con ternura, ni por darles su soplo,
si los ríos de sus puentes tiemblan de su amor;
al fin, España reencontró sus otros hijos,
los cónsules del miedo se llenaron de horror,
en la mirada oscura abrieron nuevas brechas,
barcos enfilados flotaron de dolor...
Matar a un ruiseñor
Se cayó el pajarillo,
la tierra rezuma una oscura tristeza
de un día sin Sol aunque lo esté,
y de las horas que se secan en la oficina.
Se cayó el cantor,
el silencio puso veredas en la mirada,
y una oración en la boca traidora
que a la inocencia pudo llamar pecado.
Tan plácido es amor
De cuanto la tormenta al ir
quedarse
invita al tímido la aventura incierta
así de la doblez el alma pena
por
ser y no ser al tiempo cosa cierta.
Así me siento yo si estoy herido
del amor tuyo, pues me dejaste,
por ir y venir a ti por encontrarte
y sigo aquí y sin tu amor no baste.
Sóbrame el amor si el amor falta
las dos cosas son una y a cual peor
nada es contigo y sin ti no es mejor,
pues tengo y no tengo al tiempo el dolor.
Me duele el alma y el corazón me duele,
echo en falta mi tiempo infortunado
cuando vivíamos juntos separados,
tú en tus cosas y yo por otro lado.
Tan plácido es amor y tormentoso
que las dos cosas junta y las hace una
vivíamos y sufríamos las disputas
mas hoy memoria ese dolor disfruta.
Por el barco va una mar
Por el barco va la mar sembrada de luz y sueño,
caminos van a un lugar donde me dices te quiero,
oh noche tan trastocada pintada en verdes luceros,
la luna está trucada, las nubes como encontradas
y en clara luz el cristal lo atraviesan los recuerdos;
por el barco va una mar vestida de sentimiento,
se levantan sus espumas y se prenden en el viento,
se oye el runrún del mar asomándose a las islas
y en forma de caracola toda la mar suspira,
sobre cabellos de algas peinados verdes irisan;
por el barco va una mar azuleada y muy lenta,
lleva collares de lágrimas y olor a verdes canelas,
acerolas en tu boca que dentro mi boca encuentra,
lirios que tiemblan de puros, espasmos de las tormentas,
olas se van y vienen y escupitajos se llevan.
La mirada
La mirada me borra a mí del todo,
me pinta el mundo exterior, inmenso,
casi nada me hace, todo está hecho
de manera distinta a lo que yo estoy hecho.
La luz de los crepúsculos casi nos roza,
María,
tiembla sobre el pozo, y las sombras de la parra se iluminan,
lo llena todo tu ausencia remontada.
No me acostumbro a tu no ser y quiero seguir hablando,
quiero oír tu voz cerca de mí, que se acerquen las rosas,
y sentir su fragancia, aunque tú ya no vuelvas.
Agua de la hermosa fuente
que a las estrellas parece,
agua de cristal, inmensa
subatómica y repleta;
consuelo de los sedientos,
de los enamorados tiempo,
fluir del mar y las palabras,
acomodada y completa,
acariciadora fresca,
susurradora del sueño,
fotografiado universo,
de ti sale, hermosa mía,
el oasis de mis versos.
Grata y sonora amiga que acompañas,
que vienes alta y morirás profunda,
hermosa levedad de la montaña,
que cantas clara y con tersura juntas,
madre de madreselvas y de juncos,
delantal de los musgos y los helechos,
aromática y tan fresca en tus pechos
para beber de ti en lo más puro,
por tus veredas el aire se humedece,
lo llenas de fragancia inmaculada,
grata es tu voz que de la piedra arranca
la sinfónica unidad que nos sostiene,
hermana de la luna, prima del cielo,
bondadosa regadora de los campos,
semilla abierta, errática en tus lechos,
fecundas tierras con virginales pasos,
mi boca te ha besado, en ti he bebido,
el corazón tuyo del astro diste,
el alma para cantar con que naciste
llenó todo mi amor en ti seguido,
natural es tu enseña y es tu surco
de sequedad el mar que has conquistado,
viajera inquebrantable, lo ha llenado
tu esencia en luna de tu espejo pulcro.
Del estanque, en la ribera, mal plateada,
fluye viscosa y densa, con apresto,
es agua, bien que decirlo es presto,
pues más que agua es solo pesada;
como corriente inhábil en ducha fría,
tibia fluye servil por las rendijas,
no tiene color ni saca sus uñas fijas,
discurre sin virtud por recta vía;
parece mal vivir de los recuerdos,
pues siendo agua no es, digamos, lo bebible,
más bien tóxica y letal, lo futurible,
aquello de más peso en muchos lerdos;
pero es agua al fin, y saldrá del sueño,
se lavará en más agua y con aprieto
transparente se volverá en parapeto
para la sed esencial de cualquier dueño.
Agua viscosa, de gorda hache llena,
golondrina caída de embarrizado nido,
agua frugal que por ser lela han traído
a la trampa mortal de radiactiva trena.
Vuela pluma de tinta sobre la blanca página,
deletrea en tus signos esas palabras mágicas
que duermen los poetas con privada presunción;
aflorarán los bosques, las lunas de otras noches,
los colores soñados serán nuevo color.
Vuela pluma en azules derritiendo el crisol
donde la palabra tiene un destello de amor
y amorosamente sácala de sus dudas,
escribas lo que escribas, te sonará mejor,
como hoyos del aire donde se cuela el sol.
Vuela pluma panzona como dardo de Dios
contra la dura roca de la desilusión,
inscribe en su cristal la eternidad en pos
de aquella buenas obras del mundo interior,
cuando la dicha vuela de un mismo corazón...
El tiempo no nos suena y nos sigue asumiendo,
nos devora sin prisa, somos tierno manjar,
y nos deja en los huesos, tiritando de miedo,
transparentes de huecos, senderos del más allá;
el tiempo nos recoge con su nula presencia,
nos arropa, nos guía a un mismo lugar,
unas hoyas sombrías en la meseta eterna,
donde es música excelsa y su profundo mar.
Poema cerrado
Yo creo que por perecer,
por más gusto que añoranza,
por simplemente semblanza,
por callar, o por perder,
o simplemente por ser,
sigo abierto en la vía
donde fluye la armonía
que la siembra mi dolor,
la soledad y lo peor,
y ello solo es mi guía.
El último poema
Mirarte fue la perfección, hundirme en la poesía,
nada más
tenías qué hacer que estar al lado
tú eras, en ese instante, el ser más perfecto;
la mirada flotaba por un tiempo infinito,
con toda la belleza del poema inexplicado,
nada quería mi amor más que tu presencia,
el poema eras tú, absoluto y espléndido.
Madrid, diciembre 04, 2024
***
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