Teatro

 

 

EL DESERTOR

 

 

 

 

 

José María Torres Morenilla

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Casas pobres

                                                

A la mañana se cerraban los agujeros mágicos entre las casas y cantaba el cucú de la Fábrica del gas, también al atardecer, en el verano, cantaban el cucú y los grillos. Esto pasaba en el verano, en el invierno todo estaba muerto. Se abrían los agujeros mágicos para que los vecinos tuvieran la educación espiritual de visitar las casas de sus vecinos, sin ser vistos ni oídos. Estas vivencias compartidas enriquecían nuestros espíritus, éramos una comunidad, cada cual aprendía de cada cual. Pero con el tiempo no sabíamos quiénes éramos de verdad, si el poeta o el cuentista, el músico o el médico, nada he dicho de ser pintor, este otro vecino siempre estaba trabajando, a todas las horas, con unos cuadros enormes, de tamaño mayor que su casa, de manera que sus cuadros se salían por el tejado y él los tenía que pintar subido a una escalera, eran tan grandes que los empezaba con un tema y los terminaba con otro u otros, como hacen los escritores de largas novelas. Yo creo que se tenía por un Ribera por lo menos, por sus temas grandiosos, pero a mí entonces me gustaba la pintura de Saura. Fui un niño repipi que en el Colegio sabía que Goya pintaba descuidadamente y Saura con inteligencia. Adoraba la inteligencia.

En el fondo, y esa reflexión me la hago ahora, vivíamos en celdas, éramos juguetitos en manos del destino, viviendo en casas pobres como juguetes ricos, cada cual en la suya y en las de todos y nos hacíamos extraños a nosotros mismos, nos olvidábamos de nosotros, que así hacen los que miran sin introspección las cosas de este mundo. No lo pensaba entonces, la vida se vive como se vive sin más reflexión ni pesadumbre. Entonces tampoco pensé que pude meterme no solo en mi calle, sino en todas las calles de mi ciudad y en las casas de todos los ciudadanos, como hacen los totalitarios. Si lo hubiera hecho hubiera adquirido una gran cultura, como le llaman los dictadores. Cultura, qué gran contradicción: Solamente cuando atravesamos el agujero mágico y entramos en la casa del vecino nos vemos enteramente distintos y empezamos a conocernos, porque en el fondo somos el otro. Es cosa más de Física que de Química.

Y así, así, viajando, estuve mucho tiempo de niño aburrido. Luego lo olvidé, hubo cosas más serias en qué ocuparme. Cuando crecí, y eso sí lo sé, me hice un detestable mayor, opinión que siempre tuve de los mayores, a los que imaginaba llenos de lugares comunes, incapaces de conocer al otro, ni sus sentimientos, ni sus deseos ni sus intenciones o derechos, de adentrarse en el mundo complejo de los señores niños, que son prisioneros jugando en una Casa de Muñecas, para hacer lo que los mayores quieren. Sin protestar y sin ser niño.

 

 

 

 

El desertor

 

Obra en tres actos

SINOPSIS

Obra en tres actos, que trata del poder y sus muchos cambios para seguir siendo el mismo.

 

PERSONAJES

 

Ramón.......................  Hombre de unos cincuenta años, alto y fuerte

María.........................  Mujer madura

Mercedes.................... Muchacha joven, menuda, rubia

Pedro......................... Joven de veinticinco años

Fernando.................... Joven de veinte año

Rosa María................. Muchacha joven

Mujer......................... Señora anciana

Manolo....................... El desertor. Joven de treinta años

Camarero................... Anciano

Defensor.................... Hombre delgado

Fiscal......................... Hombre delgado

Recaudador................ Hombre mayor, gordo

 

 

ACTO 1º  Escena 1ª

 

 

En la casa

 

Interior de una casa. Habitación amplia, completamente desnudas de cuadros sus paredes; con una bombilla por lámpara. A la izquierda, una puerta comunica a un jardín; a la derecha, se ve un  trozo de escalera; al fondo y a la derecha una puerta comunica a la cocina. Por muebles unos  cajones cubiertos con telas blancas; uno, central servirá de mesa, los demás estarán  en torno a él. María está cosiendo una sábana exageradamente larga. Ramón está sentado y se levantará con gesto con gesto de enfado. dará unos pasos con postura napoleónica. Mientras habla, María seguirá cosiendo sin mirarlo. Ramón viste de militar a la antigua usanza; pero lleva un gorro de cocinero.

 

RAMÓN- No hay derecho, ¡ no hay derecho!

MARÍA- Qué pasa con el Derecho

RAMÓN- A la guerra. Yo podría...

MARÍA- ¿ Recuerdas cuando fuiste cabo primero?

RAMÓN- Luché como un cosaco. Todavía me quedan aires...

 Suena una marcha militar. Ramón da pasos marciales; María cose sin mirarlo.

RAMÓN- Qué, ¿qué tal lo hago?

MARÍA  Calla la música) (sin mirarlo- Bah, he visto cosas mejores

 Suena un timbre, reiterado y fuerte

MARÍA- Abre, será " la musa", que hoy está de aúpa

Ramón abre la puerta. Entra Mercedes sonriente, con un librito en su mano. Viste ropas largas

MERCEDES- ¿ A que no sabéis lo que os traigo?

 La miran con recelo. Ramón hace ademán de cerrar la puerta

MERCEDES- ¡ No! No cierres. Está escondido, es muy tímido

MERCEDES- ¡ Sal ( por Entra), hombre, que te están esperando!

Aparece Pedro, muchacho con aspecto tímido. Mercedes lo coge de su mano, que levanta al decir...

Mamá, papá: Pedrito, mi novio

MARÍA- Solo a ti se te ocurren estas tonterías...

 Ramón lo observa detenidamente, lo coge con sus dos manos por los hombros y lo zarandea. Mercedes cierra la puerta

RAMÓN- Abre la boca muchacho

MERCEDES- Ábrela, aquí es riguroso...

Pedro abre la boca

RAMÓN- Ajá, no está mal, buena dentadura. A ver, échame el aliento...¡ más fuerte! ¿ qué has bebido?

PEDRO- Una cerveza y patatas fritas

RAMÓN- Desde hoy te prohíbo terminantemente que bebas. Esta casa, más que un hogar, es una institución, por lo que la conducta de quien quiera pertenecer a ella ha de ser intachable.

MARÍA- Dejaros de idioteces y sentaos de una vez

María no levanta sus ojos de la costura. Los tres se sientan junto a ella, sobre los cajones

MERCEDES- Si nos vamos enseguida. Estábamos dándonos un beso; y creíamos más decente entrar para que lo conozcáis, ¿ Verdad que es guapo, mamá?

MARÍA- Con gesto displicente contesta

               No está mal.

María se dirige a Ramón Vete a la cocina y tráenos chocolate y churros...

Ramón se levanta refunfuñando

RAMÓN- Ramón... imitándola Ramón, siempre soy yo...

MARÍA-  Hazlo prontito, que tu hija tiene más ganas de que la besen...

Ramón hace mutis por la puerta de la cocina

MARÍA- Y qué dónde lo has conocido

MERCEDES- Estuve en el parque, leyendo este libro de poemas...me cansé. Y de pronto me entraron ganas de tener novio. Fui a un cine, luego a un Pub, pero nada. paseando, tranquilamente, y algo desanimada, sentí un roce en esta mano, la que lleva libros, luego un apretón, mientras Pedrito decía...Pedrito dile a mamá lo que me dijiste

 Pedro se levanta, poniéndose en posición de firme

PEDRO- Señorita, tiene usted una boca para comérsela, unos ojos para bebérselos y un cuerpo, un cuerpo...

MARÍA- Qué indigestión

MERCEDES- Siéntate Pedro. Y yo le di un beso, eso fue todo

 Baja las escaleras Fernando, mira al suelo en ademán de buscar

MERCEDES- Ay mamá, deberías esconderlo. Ya te dije que podría traeros un novio, no quiero que lo vean. Tiene espinillas.

MARÍA- Fernando, qué buscas. Llevas así toda la mañana

 Fernando termina de bajar los cuatro escalones y continúa mirando al suelo

FERNANDO- Mis narices, mamá, he perdido mis narices. ¡ No creáis que voy a presentarme a una competición sin mis narices, se juega con las narices!

                      Y éste quién es 

                      mirando a Pedro, sorprendido

                      Pero, ¡ oiga! Usted tiene mis narices ¡ Démelas, démelas!

Fernando coge por las narices a Pedro, forcejean, hasta caer los dos al suelo. María sigue cosiendo sin dar importancia a lo que sucede, Mercedes grita y llama a su padre

MERCEDES- ¡ Papá, ven, corre, se están pegando!

Aparece Ramón con gorro de militar y blandiendo un sable desenvainado en su mano derecha, que levanta...

RAMÓN- ¡ Quietos, quietos! Quiero paz en mi casa. Que haya paz en mi casa, ( aparte) antes la paz que el pan. Mirad que os doy un sartenazo (amenazando)

Los peleantes se separan. Se miran con rencor y miedo, jadeantes

MERCEDES- Es un bruto, papá. Quería quitarle las narices a mi pedro. Te da envidia, te da envidia ¿verdad? Pues son para mí y solo para mí.

RAMÓN- ¡ Silencio! A ver, que se expliquen. Primero el extraño, así se puede defender mejor mi hijo...

PEDRO- Verá Señor, su hijo bajaba buscando no sé qué cosa; de pronto quería quitarme mi nariz. Fue así, se lo juro.

FERNANDO- ¡Embustero, tú me has quitado mis narices!

RAMÓN- ¿ Te has atrevido a quitarle las narices a un hijo mío?

MARÍA- Se levanta sin dejar la costura

              Nada por aquí, nada por allá, no hay narices en este país para quitarme a mí mis narices

              Se vuelve a sentar

PEDRO- No señor, le doy mi palabra.

MERCEDES- Fue como te lo ha dicho Pedro, Pedrito mío. No hagas caso de Fernando lo pierde todo, es un perdedor, y luego nos echa la culpa a los demás. Vamos que este va a la guerra, la pierde y dice que la culpa de perderla la ha tenido el que le ha vencido.

MARÍA- Estoy harta de oír sandeces. A ver, Fernando, ¿ cómo eran tus narices?

FERNANDO- Rojas, doraditas, algo moradas, como las de todo el mundo, chatas, muy ricas...

MARÍA- Este tiene narizotas, no pueden ser las tuyas

FERNANDO- ¡ Pues es verdad!

MARÍA- Y tú, Ramón, a la cocina...y pronto.

RAMÓN- Yo quería...

MARÍA- ¡ A la cocina!

 Ramón se va hacia la cocina, tirando de la espada que arrastra la punta por el suelo, derrotado. Fernando y Pedro se miran amigablemente. Están los tres de pie. María cose. Mercedes los mira, complaciente. Al terminar de hablar Fernando subirá las escaleras y desaparecerá.

FERNANDO- Si no llega a ser por mamá...

PEDRO- ¿ Quieres que te ayude a buscarlas?

FERNANDO- No, déjalo, ya las encontraré en cualquier parte,

MERCEDES- Qué satisfacción veros tan unidos... Nos vamos, mamá.

MARÍA- Esperad al chocolate

              Pedro y Mercedes se cogen las manos

PEDRO- No señora, tenemos que seguir, estábamos en lo mejor; y lo hemos dejado solo por saludarle

MARÍA- En fin, como queráis. Tendrá que tomarse vuestra taza Rosa...

MERCEDES- ¡ Mamá! No le he hablado de ella.

MARÍA- Lo haré yo. Es mejor que se entere así; y no por los vecinos. Rosa es la mayor, tiene una niña...

              Mercedes sufre con el relato

PEDRO- ¡ Una niña! ¡ Qué bien! ¿ Es gordita, habla, tira de los pelos, se hace pis?

MARÍA- Verás, la tuvo por arte de...de...Porque le dio la gana, es soltera, quiso ser madre, constituir una familia monoparental...

              Mercedes está a punto de llorar. Pedro se pone serio, abandonando su postura falsa

PEDRO- Ah, ya, ya no puedo dejar a Merche, pero si me echo otra, será lo primero que le preguntaré si tiene una hermana así...

              Mercedes suspira aliviada

MARÍA- Hijo no esperaba otra cosa en ti.

MERCEDES- ¿Has visto mamá? Es un cielo; y tan cariñoso...¡ay!...¡ nos vamos!

PEDRO- Señora desde hoy la considero mi segunda madre...¿ me deja posar un beso sobre su frente coronada de plateada honra?

               María señala su frente y sonriendo contesta

MARÍA- Sí, hijo...son reflejos, no son canas, son reflejos...

              Ceremonioso, Pedro se inclina y la besa

MARÍA- En el bote de mermelada tengo el dinero, coge un poco y os invitáis

              Mercedes levanta un cajón que hay tras de ella y saca un tarro

MERCEDES- ¡¡ Ay!!

              Pedro y María se levantan y van donde ella

MARÍA- Qué te pasa

PEDRO- Vidita, qué te ocurre...

               Mercedes pone cara de asco mientras señala al bote

MERCEDES- Una...nariz

MARÍA- ¡ Este Fernandito! Cuántas veces le tendré que decir que para robar está la calle, mete las narices en todas partes. Anda, dame eso

              María saca una moneda que da a Mercedes

              Toma. Iros pronto; y no bebáis. A papá no le gusta. En todo caso aguardiente,

               es más barato...

Salen Pedro y Mercedes por la puerta que da al jardín. Pedro, en la puerta, se vuelve hacia María, que ya está sentada cosiendo la enorme sábana

PEDRO- Adiós, segunda madre; y gracias. Le prometo que no beberemos. Tal vez, coñac, es lo mejor...

MARÍA- Adiós, hijos. Sed buenos, acordaros de Rosa...

 Entra Ramón por la puerta de la cocina. Lleva en una mano una enorme jarra; y en la otra, un plato con picatostes. El mismo gorro de militar

RAMÓN- Ya están calentitos ¿ Y ellos?

MARÍA- En el jardín, hace una mañana muy buena.

              ¡Picatostes! Sabes que no me gustan...

RAMÓN- Yo, por no poner faltas en la calle, no nos queda harina

              Deja la jarra y el plato sobre el cajón central. se sienta

MARÍA- Eres un mamarracho. Y quítate esa gorra, estás indecente de feo

              Ramón se quita el gorro

RAMÓN- Mira que tener que quitármela, Mi único capricho.

             Ramón coge un picatoste. Como no ha traído tazas bebe de la jarra

MARÍA- Come y calla. No quiero monsergas.

              María coge la jarra, prueba un poco; pronto la retira, con desprecio

MARÍA- Este chocolate está frío.

RAMÓN- ¿Está frío? Sóplale un poquito...

MARÍA- No sabes hacer nada

               Suena el timbre

Ramón se dirige a la puerta que da al jardín y la abre. Aparece Rosa. Viste muy moderna

ROSA- Vengo contentísima

Mientras Ramón cierra, Rosa se sienta sobre un cajón, y coge un picatoste, que lleva despreocupadamente a su boca. Ramón la mira hosco y se acerca a ella mientras le habla con rigor, muy serio. María continua cosiendo

RAMÓN- No tiene derecho a estar feliz.  Tienes que llorar, llora, llora...¡ Qué pensarán los vecinos si te ven reír!

MARÍA- Déjala, es tonta la pobre.

RAMÓN- Una hija de nuestra familia que comete un acto de deshonor, como el tuyo, solo en la compasión por sus lágrimas puede mover nuestro perdón. ¡ejem! Si te ríes me obligarás a echarte de esta casa

 Rosa come el picatoste sin prestar atención

ROSA- He estado en el médico.

Ramón se sienta

MARÍA- ¿ En el médico?

ROSA- Sí, me ha dicho que voy a tener un hijo

 Ramón y María, al unísono

¡¡ Un hijo!!

ROSA- Bueno, fijo, fijo, no lo sé. Podría ser una niña. Todavía es muy pronto para saberlo.

María deja de coser y se lleva las manos a la cabeza con síntomas de desmayo. Ramón, apurado, se levanta y va a atenderla

MARÍA- ¡ Ay, madre mía!

RAMÓN- Cielito, vida mía, no sufras tú, mi amorcito

A Rosa

                ¡ Desvergonzada!

Vuelve, vuelve, no te vayas...

A Rosa

                ¡ Guarra!

Reina de mi vida y mi corazón...

María despabila pronto

MARÍA- No es nada, ya estoy bien... Tú, Ramón, ¡ a la cocina!

Señala con su índice la puerta del fondo.

Ramón se va, quejándose...

MARÍA- Y tú, so sinvergüenza, un hijo! ¿ pero te has dado cuenta de lo que has hecho?

ROSA- Mamá, yo...

María, coge su costura y sigue su labor mientras habla

MARÍA- Calla, calla. Quieres convertir esta casa en una guardería. Pues te has equivocado: el primero, pase, un descuido lo tiene cualquiera, pero el segundo, no. Así que en cuanto sea te vas con ese tío asqueroso que tienes por ahí.

ROSA- No es asqueroso, es Manolo...

Al decir esto llora

MARÍA- ¡Manolo! ¡ Y qué! Ya podría llamarse Pepe o Juan, lo que quieras; sigue siendo un sinvergüenza, como tú...

ROSA- No somos sinvergüenzas y quería traéroslo.

MARÍA- Aquí que no entre. ¡ Vaya un descaro! Esta es una casa decente.

ROSA- Nosotros somos decentes.

MARÍA- Sí, claro, trayendo niños de contrabando, a barullo...

ROSA- Estamos casados...

María, al oír esto,  deja de coser, con aspecto feliz

MARÍA- ¿ Es verdad? Ay, no sabes el peso que me quitas de encima

María continua cosiendo. Rosa sonríe.

El corazón de una madre lo da todo. Estaba segura de recibir esta alegría

ROSA- Esta noche quiero traerlo...

MARÍA- Por qué de noche...

ROSA- Es que de día está escondido.

MARÍA- Tanto secreto me intriga. Os casáis en secreto, no puede salir de día...¿ Ha hecho algo malo?

ROSA- No. Ha desertado.

María interrumpe la costura

MARÍA- ¡ Ha desertado! ¡ Ramón, ven!

ROSA- Mamá, no te pongas así...

Baja Fernando las escaleras, buscando...

FERNANDO- ¿ Han aparecido mis narices?

Entra Ramón, con un gorro de cocinero, por la puerta del fondo.

MARÍA- Sí, hijo, donde me robas.

Mientras Fernando coge del bote, de espaldas a la cámara, haciendo el ademán de ponérselas, ramón se acerca nerviosos al grupo.

RAMÓN- ¿ Qué te pasa?

MARÍA- Tu hija, que dice que se ha casado en secreto con un desertor.

Fernando sale por la puerta que da al jardín

RAMÓN- Una hija mía, ¡ con un desertor!

 

Fin de la escena 1ª


 

 

ACTO 1º  Escena 2ª

 

En el jardín

 

Bajo un árbol, Mercedes y Pedro están sentados. Mercedes tiene un libro abierto, en su mano. Pedro parece excitado.

 

PEDRO- Cariñito, llevas recitándome media hora ¿ No crees que debemos seguir como al principio?

MERCEDES- Ay, mi amor, no sabías el bien que me hiciste cuando te declaraste. Te necesitaba. Ahora ya tengo a quien contar mis preocupaciones, mis inquietudes, mis ansias, mis anhelos. En este libro está toda la problemática físico-anatoentiológica de mi poética metafísica...

PEDRO- Ya, ya sé que encierra muchas cosas, llevas media hora leyendo.

Pedro la abraza desesperado, mientras habla. Mercedes lo rechaza.

¡ Dime que me quieres! (Canta) ¡ Que me quieres más que a nada!

MERCEDES- ¡ Hijo, me has asustado! ¡ Qué vulgaridad! Yo no te quiero, te amo con una pasión al infinito...

PEDRO- Cada vez me gustas más. pero, por caridad, dame un beso, amor mío.

Se levanta, Ella hace gesto de complacer, no de buen agrado.

MERCEDES- Estás un poco pesado, pero este es el último...

Ella da una bofetada a Pedro

PEDRO- Cómo me gustan tus besos.

 

Fin de la escena 2ª


 

 

ACTO 1º  Escena 3ª

 

 

En la casa

 

Ramón está de pie, dando vueltas. María cose. Rosa mira fija, de frente.

 

RAMÓN- ¡ Con un desertor! ¡ Qué vergüenza!

MARÍA- ¿ Quieres decirme qué cosa es desertar?

RAMÓN- Una vergüenza.

MARÍA- Deja la vergüenza al lado.

RAMÓN- Pues, un desertor es un cobarde.

ROSA- Mi Manolo no es cobarde.

RAMÓN- No lo defiendas

MARÍA- ¿ Pero lo podremos esconder aquí?

RAMÓN- No sé, tendremos que hacer algo...

ROSA- Es tan bueno...

RAMÓN- Un hombre que deja sus armas, que abandona la lucha, es una vergüenza...

MARÍA- Mira Ramón, como sigas con la palabrilla ya sabes a dónde vas...

RAMÓN- Mi hija casada con un cobarde. Ahora mismo yo estaría dispuesto a ir a la guerra.

MARÍA- ¿ Y si dijéramos que es idiota?

RAMÓN- No sé, de todas formas...

ROSA- Está escondido en un carro de combate.

RAMÓN- Todo el mundo lo sabrá, seremos la...

MARÍA- ¡ A la cocina!

Ramón se va triste.

( A Rosa)

Preferiría que no te hubieras casado con ese birria...

ROSA- ¡ Mamá!

Entra Ramón

RAMÓN- María dile a tu hijo que no me meta los dedos en la sopa: mira, se ha dejado uno

MARÍA- Este Fernando. Lo que tiene que luchar una con los hijos.

 

Fin de la escena 3ª


 

ACTO 2º  Escena 1ª

 

 

En la casa

María y Mujer toman té, alrededor de la mesa. las dos est´n vestidas de negro.

MARÍA- Mi hija se casó con un muchacho excelente, gana mucho dinero. Todo lo que le diga es poco.

MUJER- ¿ Y Rosa?

MARÍA- De esos lo mejor es no hablar. Aquí viven con nosotros. ¿ No íbamos a esconder a nuestros hijos?

MUJER- Siempre habéis sido muy buenos padres. Ramón es tan dulce, tan cariñoso, tan bueno...Nunca se diría de él, tan valiente, tuviera por yerno a un desertor.

MARÍA- Ya ve, ya ve. Y luego, para colmo, de una guerra que no se acabará nunca...Mientras pase por idiota...

Mujer hacer el gesto de sacarse algo de la boca que hubiera encontrado en el té.

MUJER- ¡ Qué es esto! Parece una muela.

MARÍA- Mi Fernandito, el pobre está en la edad del pavo.

MUJER- Me va a decir a mí, que tengo cuatro cafres...

MARÍA- Le diré a Ramón que nos haga otro.

MUJER- No, no, no te preocupes. de todas formas el té se ve que es malo, sabía a cloroformo.

MARÍA- La veo más gorda...

MUJER- Otra cosa no, pero comer, en mi casa, comemos como salvajes.

MARÍA- Qué van a hacer, si son cafres...

MUJER- Aquí le traigo el regalo de boda, que aunque no me invitaron no por esto iba yo a faltar. Para estas cosas están las amigas.

Saca del bolso un tomate

MARÍA- ¡ Un tomate! ¡ Con lo caros que están!

MUJER- Qué menos; ellos se merecen más. Pero lo vi tan hermoso, tan coloradito, que me dije este se lo van a comer, con un pellizquito de sal, el domingo que viene, de desayuno, en la cama. ¡ Soy tan romántica!

¿Es bonito, verdad?

MARÍA- Riquísimo. Pero para qué se ha metido usted en nada...

Se levantan, primero Mujer e inmediatamente María

MUJER- Qué menos. A Rosa no le he traído nada...pero si le gustan los ajos, ¿ le gustan los ajos?

MARÍA-Supongo que sí.

MUJER- Les traeré una cabeza que sea digna de pintarse

MARÍA- Ramón quítate la gorra y ven a despedirla, que ya se va...

( Voz de Ramón: Ahora mismito)

Sale Ramón bajando por las escaleras con un cubo que deja en el suelo del piso.

MARÍA- Mira, lo que le ha traído a Merche.

RAMÓN- ¡ Un tomate! Esto sí que es un regalo. ¡ Un tomate!

Ha cogido el tomate que le ha dado María y lo deja con cuidado sobre el cajón central.

MUJER- Bueno, ya me voy, que ya es hora.

MARÍA- Adiós y muchas gracias, no sabe lo que se lo agradecemos

Da un beso a Mujer. Ramón se inclina y deja un beso en su mano, en gesto de inclinación exagerada

RAMÓN- Señora, a sus pies...

MUJER- Caballero, beso su mano. Qué gentil, está para hacerle un retrato

Ramón sonríe y guiña

Fin de la escena 1ª


ACTO 2º  Escena 2ª

 

 

En la casa de Merche y Pedro

 

Sirve el mismo decorado que el otro interior, solo que hay un visible aparador sobre el que hay una gruesa manzana. La escena se desarrolla lenta, enfática, a diferencia de las anteriores, con muchas pausas. Para dar un clima de superrealismo. La poca luz ayudará a esto. Mercedes actuará tímidamente; a diferencia, Pedro llevará sobre su sien una coronita y tendrá una voz misteriosa, con algo de morbo. Parándose en lo que dice.

PEDRO- Alcánzame la manzana

MERCEDES- No puedo, es demasiado grande...

PEDRO- Súbete a una silla...

MERCEDES- No podría. Sabes que de todas formas no podría.

PEDRO- Tu obligación sería alcanzármela

MERCEDES- No puedo, Pedrito; nunca podré...

PEDRO- Deberías conocerme enfadado...

Pedro, despacio, ceremonioso, se levanta. Mercedes lo observa con temor y admiración. Tomará la manzana del aparador y le dará grandes mordiscos

PEDRO- Mira qué fácil, ¿ves?

MERCEDES- Tú eres hombre y yo solo soy una pobre mujer...

Mercedes lloriquea un poco

Puede que con el tiempo...

PEDRO- No hay tiempo que valga: Interés. Tú no sabes hacer nada.

Se sienta y continua mordiendo la manzana

MERCEDES- No, eso no, no me digas eso Pedrito, te puedo cantar, decirte un chiste verde, sé muchos, y componerte un poema. Pedrito podría hacerte un poema...

PEDRO- Intenta siquiera coger mi mano

Pedro alarga su brazo en dirección a Mercedes. Mercedes sufre con esto mucho

MERCEDES- No...ay...no me pidas lo más difícil...

Pedro retira su brazo con mucha energía

PEDRO- ¡ No soy un cerdo!

MERCEDES- Yo no he dicho que lo seas.

PEDRO- No dices nada. Apenas sabes hablar.

MERCEDES- No me digas eso. te quiero mucho, Pedrito mío, te quiero mucho...

PEDRO- No era esto lo que quería oír de ti.

MERCEDES- Dímelo, lo haré, te lo juro

Pedro complaciente...

PEDRO- Anda, bueno, ponte de rodillas. Lo olvidaré por un día...Tuviste suerte de dar conmigo. Otro te habría arrojado a la calle, como a una perra.

Mercedes se pone de rodillas

MERCEDES- Lo sé, sé que eres muy bueno. Por eso te quiero tanto, Pedrito mío. Te quiero mucho

PEDRO- Cuando el dolor se haya dormido te levantas. Así te sentirás más desgraciada. Era esto lo que querías...

( Pausa)

Voy a abrirte el grifo del agua, hoy podrás beber agua...

Pedro se levanta

MERCEDES- ¡ Espera! Dame un beso, sólo uno...¿ me levanto?

PEDRO- Levántate pero deprisa, tienes que seguir así mucho rato...

Mercedes se levanta. Pedro le da una bofetada.

MERCEDES- Cómo me gustan tus besos...

Fin de la escena 2ª


ACTO 2º  Escena 3ª

 

 

En una cafetería

 

No hay público. Mesitas pequeñas, poca luz. Entran recelosos Manolo y Rosa. Se sientan en una mesa. Él le da un beso en la mano. Se acerca un camarero

CAMARERO- Qué van a tomar los señores.

MANOLO- Lo de siempre, dos cafés con leche.

CAMARERO- Muy bien, ahora mismo se los traeré a los señores

Sale el camarero

MANOLO- ¿ No te importa llevar esta vida?

ROSA- No, porque estoy contigo. Eres toda mi vida, tú y los niños también. Te quiero tener a mi lado aunque no me hables, aunque no me miraras siquiera. Sólo por tenerte conmigo daría cuanto no tengo...

MANOLO- Son demasiadas privaciones, demasiado silencio...Es muy trsite nuestra situación. Muy triste. Sin embargo alguien me ha prometido una isla.

( música hawaiana, Somewere over the Rainbow)

Nos llevamos a nuestros hijos. Formaremos una nueva gente que odie la guerra, es el único odio que permitiremos. Allí serán nuestros amigos el mar, los vientos, las flores, el Sol...Tenemos que irnos pronto, mañana mismo. Estoy harto de estar encerrado, harto, harto de todo esto.

ROSA- Sí, nos iremos. Será maravilloso. Tanta dicha me parece falsa...no quiero ni ilusionarme por si luego no podemos.

MANOLO- Si todos nos siguieran esta guerra acabaría y no tendríamos que hacer un viaje tan largo a una isla que desconocemos. Pero no nos hacen caso. No hacen caso a nadie, ni a ellos mismos.

(Cesa la música)

¿ Tú crees que yo soy un cobarde?

ROSA- Eres el más valiente. El cobarde se arrima al que triunfa...tú no has traicionado. Has cambiado ese odio que te señalaban por el amor.

MANOLO- La vida ha de ser una lucha.

ROSA- Sí, pero no se ha de vivir para luchar, con el único fin de dominar, de dominar casi siempre al más indefenso. Tú has huido de otra guerra, no era la guerra que defiende lo suyo, sino la que acapara lo ajeno. Tú has huido de las mentiras y el servilismo, de favoritismos y de la corrupción. Yo solo soy una mujer, y apenas sé de nada, para poderte dar ánimos.

MANOLO- Dudo de haberme portado bien, de seguir haciéndolo

( Pausa)

Entra el camarero con una bandeja

CAMARERO- Aquí tienen los señores sus cafés con leche

Pone los cafés en la mesa

Y este papel es la factura. No se preocupen por pagarla ahora, yo no me moveré de por aquí hasta que no paguen...

MANOLO- Aquí tiene

Lee la factura y saca el dinero

CAMARERO- Les prevengo, por si son de esas parejitas que se llevan las cosas, que dos cámaras de televisión están captando todos su movimientos, al menor detalle...

Junta sus manos como si llevara unas esposas

ROSA- Nos ofende, ya nos conocen y saben que no somos así.

CAMARERO- Mi deber era avisarles, servirles. Esta casa se complace en mejor atender a sus clientes que conoce

Sale el camarero

ROSA- Qué hiciste para salir.

MANOLO- Nada, no quise seguir.

ROSA- Cómo conseguiste darte cuenta.

MANOLO- Un día lo pensé, eso es todo

Rosa ríe recordando a su padre

De qué te ríes

ROSA- Pensaba la cara que van a poner en casa cuando sepan que nos vamos a una isla.

MANOLO- Tu padre perderá el habla

Los dos ríen

Entra el camarero seguido de dos hombres, Fiscal y Defensor vestidos de negro y los dos con grandes bigotes, como los viejos detectives.

CAMARERO- Este caballero es el que buscan

FISCAL Y DEFENSOR- ( Al unísono) ¿ Es usted Manolo, Manolo el desertor?

MANOLO- Sí, qué quieren

FISCAL Y DEFENSOR- Queda detenido, se le acusa de deserción. Nosotros somos su Fiscal y su Defensor

El Fiscal baja la cabeza, el Defensor enseña los dientes

SOLO EL FISCAL- Con mucho respeto, nuestra perfecta sociedad le llevará a un campo donde será concentrado en una lata de tomate. Y luego, por si más le interesa, le diremos que será juzgado, perderá el juicio y será fusilado.

ROSA- ¡ No! No dejaré que se lo lleven.

Rosa se levanta. manolo también. Rosa llora y Manolo la coge por los hombros

MANOLO- No te preocupes, estos señores están de broma

FISCAL Y DEFENSOR- ¡ Vamos!

MANOLO- Déjenme, tan solo un momento, para despedirnos

FISCAL Y DEFENSOR- Hágalo pronto. ¡ Qué buenos somos!

ROSA- ¿ Y nuestra isla? ¿ Qué será de nuestra isla?

MANOLO- Ya verás cómo salgo bien.  No llores

ROSA- No quiero que te lleven, por qué, por qué te han de llevar.

Se abrazan y besan. Fiscal y Defensor lo toman cada uno por un brazo, mientras se lo llevan. Manolo vuelve la cara. Queda sola Rosa, mientras el camarero se lleva la silla de Manolo. El camarero sonríe maliciosamente y masculla "Tendí la trampa".

Rosa llora.

Fin de la escena 3ª


 

ACTO 3º  Escena 1ª

 

 

En la casa primera

 

María sigue cosiendo la enorme sábana. Baja Fernando sonriente por las escaleras. Se sienta a los pies de María, la mira a los ojos mientras le habla. María sigue cosiendo. Fernando está en pijama. Coge un extremo de la sábana.

FERNANDO- Mamaíta guapa, tengo que decirte una cosa muy buena

MARÍA- Qué cosa, rico, qué cosa...

FERNANDO- ¿ Te acuerdas que antes lo perdía todo?

MARÍA- ¡ La de cosas que he tenido que comerme!

FERNANDO- Pues desde hace unos días no pierdo nada. Ahora lo encuentro todo. Ya no soy adolescente. Ya soy todo un hombre, con mi complejo de Edipo a cuestas.

MARÍA- ¿ Tú crees que eso de Edipo es bueno?

FERNANDO- Claro, Amiel, Rafael, Miguel Ángel. Todos los hombres que han pasado a la historia lo han tenido, o casi todos.

MARÍA- Pues, hijo, no lo pierdas, que así llegarás muy lejos. Una madre lo único que quiere es lo mejor para sus hijos. Tú sigue, sigue siendo " ediposo"

Suena un timbre

MARÍA- Abre, que será tu padre que viene de la compra.

Fernando se levanta y abre la puerta. Entra Ramón, con un cesto lleno de compra. Dejan la puerta abierta.

RAMÓN- Está todo por las nubes, qué precios, cómo se nota que estamos en guerra. No dirás que no sé comprar ¿eh? Mira, mira, este pollo ¿ Y esta coliflor? ¡ Qué me dices!

María sigue cosiendo, sin mirar las cosas dejadas en la mesa. Ramón las coloca en su cesta.

RAMÓN- Nunca dices nada, no das valor a mi trabajo, como tú no vas al mercado...

Fernando sube las escaleras riendo. Ramón se dirige hacia la cocina. Queda sola María.

Pausa

Entra el Recaudador por la puerta del jardín que quedó abierta. Hombre gordo y vestido de negro (funcionario). Lleva una voluminosa cartera.

MARÍA- Qué quiere.

RECAUDADOR- Buenas tardes señora ¿ Puedo pasar?

MARÍA- Pase.

María sigue cosiendo

RECAUDADOR- ¿ Está don Ramón?

MARÍA- Sí, pero no puede salir. ¿ Quién es usted?

RECAUDADOR- Soy el recaudador. Verá señora es un asunto delicado.

El Recaudador se pasea por la habitación mirando todas las cosas.

RECAUDADOR- Buenos muebles, sí señor, muebles lujosos

MARÍA- De qué asunto se trata

RECAUDADOR- A ver, levántese, por favor. Buen estilo, jacobino. Me gusta. Siéntese, siéntese. Buen cristal de la lámpara, dará una luz magnífica.

El Recaudador pasea constantemente alrededor de María, observando todo detenidamente, midiendo, calibrando, con aire de excesivo interés. María no deja de coser.

RECAUDADOR- He venido para hablar con su marido sobre un asunto relacionado con la guerra.

MARÍA- Todos hablan de lo mismo.

RECAUDADOR- Y... cómo se lo diría yo, de su especialísima situación

MARÍA- ¿ Le van a subir la pensión?

RECAUDADOR- Todo se andará...Me he fijado en la fachada, buena casa, yo diría que casi solariega

MARÍA- Era de los abuelos

RECAUDADOR- Cuántas habitaciones

MARÍA- Siete y la cocina, el descansillo, un retretillo y un roperillo; el jardín, aparte...

RECAUDADOR- Vaya, vaya, ¿ en dos pisos?

MARÍA- sí señor, el de arriba tiene cuatro dormitorios, aquí abajo hay tres y todos los "illos"

RECAUDADOR- Arriba habrá un servicio

MARÍA- Magnífico, pero no tiene agua

RECAUDADOR- Eso no tiene importancia.

Entra Ramón con un pollo de goma en una sartén. El recaudador está de espaldas y ramón no lo ve

RAMÓN- Vidita, me han vuelto a engañar en la pollería y el pollo es de goma.

RECAUDADOR- ¿ Ramón? ¿ Usted es don Ramón?

RAMÓN- Sí señor, para cocinarle.

MARÍA- Es el Recaudador viene por un asunto delicado sobre la guerra.

RAMÓN- Me llaman a filas

RECAUDADOR- Todo se andará. Mi misión  es desagradable...

El Recaudador saca de la cartera un montón de folios.

Aquí está desarrollado; pero para ahorrarles tenerlo que leer, se lo voy a decir de viva voz: "Nuestra sociedad perfecta, por unanimidad de su grupo activo, ha creído necesario que ustedes tienen que abandonar esta magnífica mansión"

María deja de coser y Ramón suelta la sartén que cae ruidosamente al suelo. Los dos quedan absortos.

RAMÓN y MARÍA- ¡ Qué!

RECAUDADOR- Sí, señores, así ha sido acordado...

Ramón lloriquea al hablar

RAMÓN- Pero si somos muy buenos, si no pretendemos cambiar nada. Si nos llevamos con todo el mundo muy bien.

MARÍA- Tiene que ser un error.

RECAUDADOR- No señora, no es un error afortunadamente para las siete familias que van a vivir aquí no es un error.

RAMÓN- ¿ Que van a vivir aquí?

RECAUDADOR- Aquí les sobran habitaciones, nuestra sociedad ampara a todos por igual, por igual. Además, es la guerra. Alquilaremos a las siete por idéntica cantidad que abonan ustedes. Comprendan que multiplicando aumentan los ingresos y esta sociedad está necesitada de ello.

RAMÓN- Pero no pueden echarnos, hay papeles firmados

RECAUDADOR- Papeles, papeles. Su obligación como buen ciudadano es aceptar sin rechistar, no nos ponga peros. Dentro de ocho días tendrán que irse.

MARÍA- Y a dónde, a dónde nos vamos...

RECAUDADOR- Señora, es cosa de ustedes...Son libres. En fin, no creo les cueste trabajo comprender: ustedes ya no luchan...

RAMÓN- Yo también he luchado. Mire, mire qué heridón me hicieron en esta pantorrilla.

RECAUDADOR- Eran otros tiempos. Ahora es todo distinto.

MARÍA- Déjese de pamplinas de ahora ni de luego. Esta casa es nuestra y seguirá siendo nuestra...Y tú, Ramón, ¡ a la cocina?

RAMÓN- Mujer son cosas muy serias

MARÍA- Que no tenga que decírtelo dos veces

Ramón se dirige, refunfuñando, a la cocina

RECAUDADOR- Señora, he sido sordo a lo que ha dicho de pamplinas

MARÍA- Como si no quiere serlo. Yo de aquí no me muevo.

RECAUDADOR- Señora, entendámonos, no queremos nada por la fuerza... Podrán quedarse

El Recaudador cambia el tono al hablar, dulcificándolo. Al oír lo de poder quedarse entra Ramón deprisa

RAMÓN- Ah, ¿sí?

MARÍA- A la cocina Ramón

RAMÓN- He venido a por esto

Ramón recoge la sartén. Sale Ramón de escena

RECAUDADOR- Podrán quedarse en el "roperillo"

MARÍA- ¿ En el roperillo?

RECAUDADOR- Y aún eso lo tendría que proponer yo. Naturalmente que, si lo propongo yo, seguro se lo conceden.

MARÍA- Pues sigue siendo una injusticia.

RECAUDADOR- Señora, sigo siendo sordo. Ahí le dejo los escritos. Aquí donde pone " y voluntariamente" me firma su marido. ¡ Buena casa, sí señor!

El Recaudador sale. Ha dejado a María un montón de folios. María, sin mirarlos, los deja sobre la mesa.

Entra Ramón

RAMÓN- Lo he oído todo. Son buenos, nos dejan una habitación.

MARÍA- Calla, so idiota, nos quitan todo...No quiero ni pensarlo.

Llora

RAMÓN- No llores, mujer, hay que saber adaptarse

MARÍA- Ya te dije que no se puede vivir de las rentas.

RAMÓN- Pero si me tienes todo el día en casa, qué puedo hacer yo.

Si nos fuéramos con Merche.

MARÍA- Con ésa, ni pensarlo

RAMÓN- Es muy buena.

MARÍA- Pero está casada con un loco...¿ quieres que nos tenga a todos de rodillas?

Ramón se sienta . María cose.

RAMÓN- Son felices.

MARÍA- Nada te cambia. Siempre reaccionas como un tonto. Sabes de sobra cómo es Pedro.

RAMÓN- ¿ Y qué hacemos con los desertores?

MARÍA- ¡ Esa es otra!

RAMÓN- Funda uno una casa, crea una familia, continúa la tradición prehistórica y mira cómo acaba todo...

MARÍA- Menos mal que nos queda Fernandito, que es " ediposo" y llegará muy lejos...

Rosa entra por la puerta que da al jardín, que la abre con una llave. Está triste, los ojos con llanto

ROSA- ¿ Y los niños?

MARÍA- Durmiendo

ROSA- Se lo han llevado

Rosa rompe a llorar, mientras cae sobre un cajón.

MARÍA- A quién

ROSA- A Manolo. Estábamos en una cafetería y vinieron dos y se lo llevaron.

RAMÓN- Esto os pasa por salir de día.

ROSA- No sé el daño que haya podido hacer. A nadie le gusta esta guerra, es cruel, absurda, pero nos callamos. Él ha sido el único que ha sabido desertar. Íbamos a ser muy felices. El pobre tenía escogida una isla, lejos de todo esto.

MARÍA- Bueno y qué, se lo han llevado, no tiene solución. Podrías haberte casado con otra clase de hombre

ROSA- Es el mejor, no hay otro como él.

RAMÓN- Mujer, tanto como el mejor...

ROSA- Muy bueno.

MARÍA- También tu padre es muy bueno y mira cómo nos va. Nos echan de la casa.

ROSA- Os echan de la casa. Son así de malos. Por lo de Manolo, será en represalia.

MARÍA- No hija no, por tu padre, dicen que ya no lucha

ROSA- Voy a morirme

RAMÓN- Ahora no, que no estamos para entierros...

MARÍA- ¡ Ramón!

ROSA- Ay, qué desgracia.

MARÍA- Mira el panorama... En fin, por una hija se sacrifican los padres, es nuestro deber. Nos iremos con Merche, aunque nos tendremos que comprar unas rodilleras, como los futbolistas. No te desesperes, hija mía, que tú pierdes un chalado, pero nosotros perdemos esta casa. No sé qué ganarán con esto.

Rosa se levanta. María deja de coser y la mira con preocupación

ROSA- A mis hijos les han quitado un padre, pero conmigo no podrán. Yo os aseguro que me los llevo. No os tenéis que preocupar por nosotros. Tenemos una isla.

MARÍA- Hija, no cometas ninguna locura, que mira cómo ha acabado Manolo

ROSA- ¿ Locura? Esto, cien veces esto, es una locura.

RAMÓN- Así se habla, muy bien.

MARÍA- ¡ Ramón!

RAMÓN- Ni Ramón ni narices, esta hija se parece a mí. Así era yo.

ROSA- Ahora mismo nos vamos.

MARÍA- Antes tiene que haber un juicio. ¿ No esperas al juicio?

ROSA- ¿ Para qué?

Fin de la escena 1ª


ACTO 3º  Escena 2ª

 

 

En casa de Mercedes

 

Mercedes está de rodillas, cara a la pared, tiene los brazos extendidos con libros sobre las manos. Pedro está sentado, de espaldas a ella, leyendo un libraco

MERCEDES- Pedro, Pedrito, cú, cú, ¿ Puedo quitarme los libros de una mano?

PEDRO- No, rompiste el jarrón adrede

MERCEDES- Pedrito, corazoncín, me pica la cabeza

PEDRO- Apóyala en el muro.

MERCEDES- Es que es cerca de la coronilla.

PEDRO- Anda, yo lo haré

Pedro se levanta y rasca la cabeza de Mercedes. Mercedes llora un poco.

MERCEDES- Qué bueno eres Pedro, qué bueno. Con razón dice todo el mundo que eres muy bueno, no lo saben bien...

PEDRO- ¿ Vale así?

MERCEDES- Sí, Pedro ¿ Te has cansado?

Pedro vuelve a sentarse y continua leyendo el libraco

Pausa

PEDRO- ¿ Sientes las rodillas?

MERCEDES- No, Pedro, se me han dormido

PEDRO- Te levanto el castigo

Mercedes se levanta con mucho esfuerzo, deja los libros sobre la mesa y se sienta a los pies de Pedro

MERCEDES- Eres un santo, un verdadero santo

PEDRO- Todos tenemos que saber perdonar. Ahora nuestra lección diaria. Este es un ejemplo de amor conyugal. ya sabes cómo tienes que ponerte...

Mercedes se levanta y se coloca haciendo el potro, como en el juego de niños. Pedro coloca el voluminoso libro sobre las espaldas de Mercedes

PEDRO- Atiende bien que te voy a leer hoy el segundo tomo de las Aventuras de don Quijote. Luego te lo preguntaré de memoria. Así que escucha con los cinco sentidos.

MERCEDES- ¡ Qué bueno eres Pedro!

Fin de la escena 2ª


ACTO 3º  Escena 3ª

 

En la casa primera

 

María cose la larguísima sábana, mientras Ramón lee un periódico. Ramón ya no viste militar sino de paisano.

MARÍA- ¡ Pobre Manolo! Morir de la peste en este siglo...

RAMÓN- Como en los calabozos hay tan poca ventilación...

MARÍA- Sin embargo tu hija dice en la carta que ella y los niños son felices, nos enviará las fotos, aquello es muy bonito. Ella ha sabido escoger, ha tenido ánimo; pero nosotros a partir de mañana tendremos que irnos con Mercedes. No lo quiero ni pensar...

RAMÓN- Podríamos quedarnos en el roperillo, Claro que íbamos a estar un poco apretados. Dormiríamos en una litera

MARÍA- Como gallinas. Qué bien "carburas", da gusto oírte reflexionar, decidir.

RAMÓN- Mujer, yo lo digo por animarte.

MARÍA- ¿ Compraste las rodilleras?

RAMÓN- Sí.

MARÍA- Es lo principal...Y ya sabes, en cuanto pregunte el " muy malas ideas" que si se nos han dormido las rodillas le dices que sí.

RAMÓN- Sí, mujer, sí.

MARÍA- Eres un calzonazos; otro en tu lugar estaría tirándose de los pelos.Conformista. No cambiarás nunca

Pausa

Ramón mira maliciosamente, como nunca. María deja de coser y parece preocupada, con temor.

MARÍA- Qué te pasa, ¿ te ocurre algo?

RAMÓN- No, nada, pensaba, solamente pensaba

MARÍA- En qué

RAMÓN- En lo del cambio...No vas del todo descaminada.

MARÍA- Termina de una vez, me estás inquietando.

RAMÓN- ( Con vozarrón) ¡ María!

MARÍA- ¡ Hijo, qué susto!

RAMÓN- ( Señalando con el dedo la cocina) ¡ A la cocina!

María temblando lo mira con miedo mientras se dirige a la cocina.

Ramón queda solo.

 

Ramón coge la sábana y cose

 

 

FIN

 

 

 

José María Torres Morenilla

 

 

Madrid, 17 mayo de 1967

Última corrección: Madrid, marzo 23, 2023

 

 

 

 

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