Teatro
EL DESERTOR
INTRODUCCIÓN
Casas pobres
A la mañana se cerraban los agujeros mágicos entre las casas y cantaba el cucú de la Fábrica del gas, también al atardecer, en el verano, cantaban el cucú y los grillos. Esto pasaba en el verano, en el invierno todo estaba muerto. Se abrían los agujeros mágicos para que los vecinos tuvieran la educación espiritual de visitar las casas de sus vecinos, sin ser vistos ni oídos. Estas vivencias compartidas enriquecían nuestros espíritus, éramos una comunidad, cada cual aprendía de cada cual. Pero con el tiempo no sabíamos quiénes éramos de verdad, si el poeta o el cuentista, el músico o el médico, nada he dicho de ser pintor, este otro vecino siempre estaba trabajando, a todas las horas, con unos cuadros enormes, de tamaño mayor que su casa, de manera que sus cuadros se salían por el tejado y él los tenía que pintar subido a una escalera, eran tan grandes que los empezaba con un tema y los terminaba con otro u otros, como hacen los escritores de largas novelas. Yo creo que se tenía por un Ribera por lo menos, por sus temas grandiosos, pero a mí entonces me gustaba la pintura de Saura. Fui un niño repipi que en el Colegio sabía que Goya pintaba descuidadamente y Saura con inteligencia. Adoraba la inteligencia.
En el fondo, y esa reflexión me la hago ahora, vivíamos en celdas, éramos juguetitos en manos del destino, viviendo en casas pobres como juguetes ricos, cada cual en la suya y en las de todos y nos hacíamos extraños a nosotros mismos, nos olvidábamos de nosotros, que así hacen los que miran sin introspección las cosas de este mundo. No lo pensaba entonces, la vida se vive como se vive sin más reflexión ni pesadumbre. Entonces tampoco pensé que pude meterme no solo en mi calle, sino en todas las calles de mi ciudad y en las casas de todos los ciudadanos, como hacen los totalitarios. Si lo hubiera hecho hubiera adquirido una gran cultura, como le llaman los dictadores. Cultura, qué gran contradicción: Solamente cuando atravesamos el agujero mágico y entramos en la casa del vecino nos vemos enteramente distintos y empezamos a conocernos, porque en el fondo somos el otro. Es cosa más de Física que de Química.
Y así, así, viajando, estuve mucho tiempo de niño aburrido. Luego lo olvidé, hubo cosas más serias en qué ocuparme. Cuando crecí, y eso sí lo sé, me hice un detestable mayor, opinión que siempre tuve de los mayores, a los que imaginaba llenos de lugares comunes, incapaces de conocer al otro, ni sus sentimientos, ni sus deseos ni sus intenciones o derechos, de adentrarse en el mundo complejo de los señores niños, que son prisioneros jugando en una Casa de Muñecas, para hacer lo que los mayores quieren. Sin protestar y sin ser niño.
El desertor
Obra en tres actos
SINOPSIS
Obra en tres actos, que trata del poder y sus muchos cambios para seguir siendo el mismo.
PERSONAJES
Ramón....................... Hombre de unos cincuenta años, alto y fuerte
María......................... Mujer madura
Mercedes.................... Muchacha joven, menuda, rubia
Pedro......................... Joven de veinticinco años
Fernando.................... Joven de veinte año
Rosa María................. Muchacha joven
Mujer......................... Señora anciana
Manolo....................... El desertor. Joven de treinta años
Camarero................... Anciano
Defensor.................... Hombre delgado
Fiscal......................... Hombre delgado
Recaudador................ Hombre mayor, gordo
ACTO 1º Escena 1ª
En la casa
Interior de una casa. Habitación amplia, completamente desnudas de cuadros sus paredes; con una bombilla por lámpara. A la izquierda, una puerta comunica a un jardín; a la derecha, se ve un trozo de escalera; al fondo y a la derecha una puerta comunica a la cocina. Por muebles unos cajones cubiertos con telas blancas; uno, central servirá de mesa, los demás estarán en torno a él. María está cosiendo una sábana exageradamente larga. Ramón está sentado y se levantará con gesto con gesto de enfado. dará unos pasos con postura napoleónica. Mientras habla, María seguirá cosiendo sin mirarlo. Ramón viste de militar a la antigua usanza; pero lleva un gorro de cocinero.
RAMÓN- No hay derecho, ¡ no hay derecho!
MARÍA- Qué pasa con el Derecho
RAMÓN- A la guerra. Yo podría...
MARÍA- ¿ Recuerdas cuando fuiste cabo primero?
RAMÓN- Luché como un cosaco. Todavía me quedan aires...
Suena una marcha militar. Ramón da pasos marciales; María cose sin mirarlo.
RAMÓN- Qué, ¿qué tal lo hago?
MARÍA Calla la música) (sin mirarlo- Bah, he visto cosas mejores
Suena un timbre, reiterado y fuerte
MARÍA- Abre, será " la musa", que hoy está de aúpa
Ramón abre la puerta. Entra Mercedes sonriente, con un librito en su mano. Viste ropas largas
MERCEDES- ¿ A que no sabéis lo que os traigo?
La miran con recelo. Ramón hace ademán de cerrar la puerta
MERCEDES- ¡ No! No cierres. Está escondido, es muy tímido
MERCEDES- ¡ Sal ( por Entra), hombre, que te están esperando!
Aparece Pedro, muchacho con aspecto tímido. Mercedes lo coge de su mano, que levanta al decir...
Mamá, papá: Pedrito, mi novio
MARÍA- Solo a ti se te ocurren estas tonterías...
Ramón lo observa detenidamente, lo coge con sus dos manos por los hombros y lo zarandea. Mercedes cierra la puerta
RAMÓN- Abre la boca muchacho
MERCEDES- Ábrela, aquí es riguroso...
Pedro abre la boca
RAMÓN- Ajá, no está mal, buena dentadura. A ver, échame el aliento...¡ más fuerte! ¿ qué has bebido?
PEDRO- Una cerveza y patatas fritas
RAMÓN- Desde hoy te prohíbo terminantemente que bebas. Esta casa, más que un hogar, es una institución, por lo que la conducta de quien quiera pertenecer a ella ha de ser intachable.
MARÍA- Dejaros de idioteces y sentaos de una vez
María no levanta sus ojos de la costura. Los tres se sientan junto a ella, sobre los cajones
MERCEDES- Si nos vamos enseguida. Estábamos dándonos un beso; y creíamos más decente entrar para que lo conozcáis, ¿ Verdad que es guapo, mamá?
MARÍA- Con gesto displicente contesta
No está mal.
María se dirige a Ramón Vete a la cocina y tráenos chocolate y churros...
Ramón se levanta refunfuñando
RAMÓN- Ramón... imitándola Ramón, siempre soy yo...
MARÍA- Hazlo prontito, que tu hija tiene más ganas de que la besen...
Ramón hace mutis por la puerta de la cocina
MARÍA- Y qué dónde lo has conocido
MERCEDES- Estuve en el parque, leyendo este libro de poemas...me cansé. Y de pronto me entraron ganas de tener novio. Fui a un cine, luego a un Pub, pero nada. paseando, tranquilamente, y algo desanimada, sentí un roce en esta mano, la que lleva libros, luego un apretón, mientras Pedrito decía...Pedrito dile a mamá lo que me dijiste
Pedro se levanta, poniéndose en posición de firme
PEDRO- Señorita, tiene usted una boca para comérsela, unos ojos para bebérselos y un cuerpo, un cuerpo...
MARÍA- Qué indigestión
MERCEDES- Siéntate Pedro. Y yo le di un beso, eso fue todo
Baja las escaleras Fernando, mira al suelo en ademán de buscar
MERCEDES- Ay mamá, deberías esconderlo. Ya te dije que podría traeros un novio, no quiero que lo vean. Tiene espinillas.
MARÍA- Fernando, qué buscas. Llevas así toda la mañana
Fernando termina de bajar los cuatro escalones y continúa mirando al suelo
FERNANDO- Mis narices, mamá, he perdido mis narices. ¡ No creáis que voy a presentarme a una competición sin mis narices, se juega con las narices!
Y éste quién es
mirando a Pedro, sorprendido
Pero, ¡ oiga! Usted tiene mis narices ¡ Démelas, démelas!
Fernando coge por las narices a Pedro, forcejean, hasta caer los dos al suelo. María sigue cosiendo sin dar importancia a lo que sucede, Mercedes grita y llama a su padre
MERCEDES- ¡ Papá, ven, corre, se están pegando!
Aparece Ramón con gorro de militar y blandiendo un sable desenvainado en su mano derecha, que levanta...
RAMÓN- ¡ Quietos, quietos! Quiero paz en mi casa. Que haya paz en mi casa, ( aparte) antes la paz que el pan. Mirad que os doy un sartenazo (amenazando)
Los peleantes se separan. Se miran con rencor y miedo, jadeantes
MERCEDES- Es un bruto, papá. Quería quitarle las narices a mi pedro. Te da envidia, te da envidia ¿verdad? Pues son para mí y solo para mí.
RAMÓN- ¡ Silencio! A ver, que se expliquen. Primero el extraño, así se puede defender mejor mi hijo...
PEDRO- Verá Señor, su hijo bajaba buscando no sé qué cosa; de pronto quería quitarme mi nariz. Fue así, se lo juro.
FERNANDO- ¡Embustero, tú me has quitado mis narices!
RAMÓN- ¿ Te has atrevido a quitarle las narices a un hijo mío?
MARÍA- Se levanta sin dejar la costura
Nada por aquí, nada por allá, no hay narices en este país para quitarme a mí mis narices
Se vuelve a sentar
PEDRO- No señor, le doy mi palabra.
MERCEDES- Fue como te lo ha dicho Pedro, Pedrito mío. No hagas caso de Fernando lo pierde todo, es un perdedor, y luego nos echa la culpa a los demás. Vamos que este va a la guerra, la pierde y dice que la culpa de perderla la ha tenido el que le ha vencido.
MARÍA- Estoy harta de oír sandeces. A ver, Fernando, ¿ cómo eran tus narices?
FERNANDO- Rojas, doraditas, algo moradas, como las de todo el mundo, chatas, muy ricas...
MARÍA- Este tiene narizotas, no pueden ser las tuyas
FERNANDO- ¡ Pues es verdad!
MARÍA- Y tú, Ramón, a la cocina...y pronto.
RAMÓN- Yo quería...
MARÍA- ¡ A la cocina!
Ramón se va hacia la cocina, tirando de la espada que arrastra la punta por el suelo, derrotado. Fernando y Pedro se miran amigablemente. Están los tres de pie. María cose. Mercedes los mira, complaciente. Al terminar de hablar Fernando subirá las escaleras y desaparecerá.
FERNANDO- Si no llega a ser por mamá...
PEDRO- ¿ Quieres que te ayude a buscarlas?
FERNANDO- No, déjalo, ya las encontraré en cualquier parte,
MERCEDES- Qué satisfacción veros tan unidos... Nos vamos, mamá.
MARÍA- Esperad al chocolate
Pedro y Mercedes se cogen las manos
PEDRO- No señora, tenemos que seguir, estábamos en lo mejor; y lo hemos dejado solo por saludarle
MARÍA- En fin, como queráis. Tendrá que tomarse vuestra taza Rosa...
MERCEDES- ¡ Mamá! No le he hablado de ella.
MARÍA- Lo haré yo. Es mejor que se entere así; y no por los vecinos. Rosa es la mayor, tiene una niña...
Mercedes sufre con el relato
PEDRO- ¡ Una niña! ¡ Qué bien! ¿ Es gordita, habla, tira de los pelos, se hace pis?
MARÍA- Verás, la tuvo por arte de...de...Porque le dio la gana, es soltera, quiso ser madre, constituir una familia monoparental...
Mercedes está a punto de llorar. Pedro se pone serio, abandonando su postura falsa
PEDRO- Ah, ya, ya no puedo dejar a Merche, pero si me echo otra, será lo primero que le preguntaré si tiene una hermana así...
Mercedes suspira aliviada
MARÍA- Hijo no esperaba otra cosa en ti.
MERCEDES- ¿Has visto mamá? Es un cielo; y tan cariñoso...¡ay!...¡ nos vamos!
PEDRO- Señora desde hoy la considero mi segunda madre...¿ me deja posar un beso sobre su frente coronada de plateada honra?
María señala su frente y sonriendo contesta
MARÍA- Sí, hijo...son reflejos, no son canas, son reflejos...
Ceremonioso, Pedro se inclina y la besa
MARÍA- En el bote de mermelada tengo el dinero, coge un poco y os invitáis
Mercedes levanta un cajón que hay tras de ella y saca un tarro
MERCEDES- ¡¡ Ay!!
Pedro y María se levantan y van donde ella
MARÍA- Qué te pasa
PEDRO- Vidita, qué te ocurre...
Mercedes pone cara de asco mientras señala al bote
MERCEDES- Una...nariz
MARÍA- ¡ Este Fernandito! Cuántas veces le tendré que decir que para robar está la calle, mete las narices en todas partes. Anda, dame eso
María saca una moneda que da a Mercedes
Toma. Iros pronto; y no bebáis. A papá no le gusta. En todo caso aguardiente,
es más barato...
Salen Pedro y Mercedes por la puerta que da al jardín. Pedro, en la puerta, se vuelve hacia María, que ya está sentada cosiendo la enorme sábana
PEDRO- Adiós, segunda madre; y gracias. Le prometo que no beberemos. Tal vez, coñac, es lo mejor...
MARÍA- Adiós, hijos. Sed buenos, acordaros de Rosa...
Entra Ramón por la puerta de la cocina. Lleva en una mano una enorme jarra; y en la otra, un plato con picatostes. El mismo gorro de militar
RAMÓN- Ya están calentitos ¿ Y ellos?
MARÍA- En el jardín, hace una mañana muy buena.
¡Picatostes! Sabes que no me gustan...
RAMÓN- Yo, por no poner faltas en la calle, no nos queda harina
Deja la jarra y el plato sobre el cajón central. se sienta
MARÍA- Eres un mamarracho. Y quítate esa gorra, estás indecente de feo
Ramón se quita el gorro
RAMÓN- Mira que tener que quitármela, Mi único capricho.
Ramón coge un picatoste. Como no ha traído tazas bebe de la jarra
MARÍA- Come y calla. No quiero monsergas.
María coge la jarra, prueba un poco; pronto la retira, con desprecio
MARÍA- Este chocolate está frío.
RAMÓN- ¿Está frío? Sóplale un poquito...
MARÍA- No sabes hacer nada
Suena el timbre
Ramón se dirige a la puerta que da al jardín y la abre. Aparece Rosa. Viste muy moderna
ROSA- Vengo contentísima
Mientras Ramón cierra, Rosa se sienta sobre un cajón, y coge un picatoste, que lleva despreocupadamente a su boca. Ramón la mira hosco y se acerca a ella mientras le habla con rigor, muy serio. María continua cosiendo
RAMÓN- No tiene derecho a estar feliz. Tienes que llorar, llora, llora...¡ Qué pensarán los vecinos si te ven reír!
MARÍA- Déjala, es tonta la pobre.
RAMÓN- Una hija de nuestra familia que comete un acto de deshonor, como el tuyo, solo en la compasión por sus lágrimas puede mover nuestro perdón. ¡ejem! Si te ríes me obligarás a echarte de esta casa
Rosa come el picatoste sin prestar atención
ROSA- He estado en el médico.
Ramón se sienta
MARÍA- ¿ En el médico?
ROSA- Sí, me ha dicho que voy a tener un hijo
Ramón y María, al unísono
¡¡ Un hijo!!
ROSA- Bueno, fijo, fijo, no lo sé. Podría ser una niña. Todavía es muy pronto para saberlo.
María deja de coser y se lleva las manos a la cabeza con síntomas de desmayo. Ramón, apurado, se levanta y va a atenderla
MARÍA- ¡ Ay, madre mía!
RAMÓN- Cielito, vida mía, no sufras tú, mi amorcito
A Rosa
¡ Desvergonzada!
Vuelve, vuelve, no te vayas...
A Rosa
¡ Guarra!
Reina de mi vida y mi corazón...
María despabila pronto
MARÍA- No es nada, ya estoy bien... Tú, Ramón, ¡ a la cocina!
Señala con su índice la puerta del fondo.
Ramón se va, quejándose...
MARÍA- Y tú, so sinvergüenza, un hijo! ¿ pero te has dado cuenta de lo que has hecho?
ROSA- Mamá, yo...
María, coge su costura y sigue su labor mientras habla
MARÍA- Calla, calla. Quieres convertir esta casa en una guardería. Pues te has equivocado: el primero, pase, un descuido lo tiene cualquiera, pero el segundo, no. Así que en cuanto sea te vas con ese tío asqueroso que tienes por ahí.
ROSA- No es asqueroso, es Manolo...
Al decir esto llora
MARÍA- ¡Manolo! ¡ Y qué! Ya podría llamarse Pepe o Juan, lo que quieras; sigue siendo un sinvergüenza, como tú...
ROSA- No somos sinvergüenzas y quería traéroslo.
MARÍA- Aquí que no entre. ¡ Vaya un descaro! Esta es una casa decente.
ROSA- Nosotros somos decentes.
MARÍA- Sí, claro, trayendo niños de contrabando, a barullo...
ROSA- Estamos casados...
María, al oír esto, deja de coser, con aspecto feliz
MARÍA- ¿ Es verdad? Ay, no sabes el peso que me quitas de encima
María continua cosiendo. Rosa sonríe.
El corazón de una madre lo da todo. Estaba segura de recibir esta alegría
ROSA- Esta noche quiero traerlo...
MARÍA- Por qué de noche...
ROSA- Es que de día está escondido.
MARÍA- Tanto secreto me intriga. Os casáis en secreto, no puede salir de día...¿ Ha hecho algo malo?
ROSA- No. Ha desertado.
María interrumpe la costura
MARÍA- ¡ Ha desertado! ¡ Ramón, ven!
ROSA- Mamá, no te pongas así...
Baja Fernando las escaleras, buscando...
FERNANDO- ¿ Han aparecido mis narices?
Entra Ramón, con un gorro de cocinero, por la puerta del fondo.
MARÍA- Sí, hijo, donde me robas.
Mientras Fernando coge del bote, de espaldas a la cámara, haciendo el ademán de ponérselas, ramón se acerca nerviosos al grupo.
RAMÓN- ¿ Qué te pasa?
MARÍA- Tu hija, que dice que se ha casado en secreto con un desertor.
Fernando sale por la puerta que da al jardín
RAMÓN- Una hija mía, ¡ con un desertor!
Fin de la escena 1ª
ACTO 1º Escena 2ª
En el jardín
Bajo un árbol, Mercedes y Pedro están sentados. Mercedes tiene un libro abierto, en su mano. Pedro parece excitado.
PEDRO- Cariñito, llevas recitándome media hora ¿ No crees que debemos seguir como al principio?
MERCEDES- Ay, mi amor, no sabías el bien que me hiciste cuando te declaraste. Te necesitaba. Ahora ya tengo a quien contar mis preocupaciones, mis inquietudes, mis ansias, mis anhelos. En este libro está toda la problemática físico-anatoentiológica de mi poética metafísica...
PEDRO- Ya, ya sé que encierra muchas cosas, llevas media hora leyendo.
Pedro la abraza desesperado, mientras habla. Mercedes lo rechaza.
¡ Dime que me quieres! (Canta) ¡ Que me quieres más que a nada!
MERCEDES- ¡ Hijo, me has asustado! ¡ Qué vulgaridad! Yo no te quiero, te amo con una pasión al infinito...
PEDRO- Cada vez me gustas más. pero, por caridad, dame un beso, amor mío.
Se levanta, Ella hace gesto de complacer, no de buen agrado.
MERCEDES- Estás un poco pesado, pero este es el último...
Ella da una bofetada a Pedro
PEDRO- Cómo me gustan tus besos.
Fin de la escena 2ª
ACTO 1º Escena 3ª
En la casa
Ramón está de pie, dando vueltas. María cose. Rosa mira fija, de frente.
RAMÓN- ¡ Con un desertor! ¡ Qué vergüenza!
MARÍA- ¿ Quieres decirme qué cosa es desertar?
RAMÓN- Una vergüenza.
MARÍA- Deja la vergüenza al lado.
RAMÓN- Pues, un desertor es un cobarde.
ROSA- Mi Manolo no es cobarde.
RAMÓN- No lo defiendas
MARÍA- ¿ Pero lo podremos esconder aquí?
RAMÓN- No sé, tendremos que hacer algo...
ROSA- Es tan bueno...
RAMÓN- Un hombre que deja sus armas, que abandona la lucha, es una vergüenza...
MARÍA- Mira Ramón, como sigas con la palabrilla ya sabes a dónde vas...
RAMÓN- Mi hija casada con un cobarde. Ahora mismo yo estaría dispuesto a ir a la guerra.
MARÍA- ¿ Y si dijéramos que es idiota?
RAMÓN- No sé, de todas formas...
ROSA- Está escondido en un carro de combate.
RAMÓN- Todo el mundo lo sabrá, seremos la...
MARÍA- ¡ A la cocina!
Ramón se va triste.
( A Rosa)
Preferiría que no te hubieras casado con ese birria...
ROSA- ¡ Mamá!
Entra Ramón
RAMÓN- María dile a tu hijo que no me meta los dedos en la sopa: mira, se ha dejado uno
MARÍA- Este Fernando. Lo que tiene que luchar una con los hijos.
Fin de la escena 3ª
ACTO 2º Escena 1ª
En la casa
María y Mujer toman té, alrededor de la mesa. las dos est´n vestidas de negro.
MARÍA- Mi hija se casó con un muchacho excelente, gana mucho dinero. Todo lo que le diga es poco.
MUJER- ¿ Y Rosa?
MARÍA- De esos lo mejor es no hablar. Aquí viven con nosotros. ¿ No íbamos a esconder a nuestros hijos?
MUJER- Siempre habéis sido muy buenos padres. Ramón es tan dulce, tan cariñoso, tan bueno...Nunca se diría de él, tan valiente, tuviera por yerno a un desertor.
MARÍA- Ya ve, ya ve. Y luego, para colmo, de una guerra que no se acabará nunca...Mientras pase por idiota...
Mujer hacer el gesto de sacarse algo de la boca que hubiera encontrado en el té.
MUJER- ¡ Qué es esto! Parece una muela.
MARÍA- Mi Fernandito, el pobre está en la edad del pavo.
MUJER- Me va a decir a mí, que tengo cuatro cafres...
MARÍA- Le diré a Ramón que nos haga otro.
MUJER- No, no, no te preocupes. de todas formas el té se ve que es malo, sabía a cloroformo.
MARÍA- La veo más gorda...
MUJER- Otra cosa no, pero comer, en mi casa, comemos como salvajes.
MARÍA- Qué van a hacer, si son cafres...
MUJER- Aquí le traigo el regalo de boda, que aunque no me invitaron no por esto iba yo a faltar. Para estas cosas están las amigas.
Saca del bolso un tomate
MARÍA- ¡ Un tomate! ¡ Con lo caros que están!
MUJER- Qué menos; ellos se merecen más. Pero lo vi tan hermoso, tan coloradito, que me dije este se lo van a comer, con un pellizquito de sal, el domingo que viene, de desayuno, en la cama. ¡ Soy tan romántica!
¿Es bonito, verdad?
MARÍA- Riquísimo. Pero para qué se ha metido usted en nada...
Se levantan, primero Mujer e inmediatamente María
MUJER- Qué menos. A Rosa no le he traído nada...pero si le gustan los ajos, ¿ le gustan los ajos?
MARÍA-Supongo que sí.
MUJER- Les traeré una cabeza que sea digna de pintarse
MARÍA- Ramón quítate la gorra y ven a despedirla, que ya se va...
( Voz de Ramón: Ahora mismito)
Sale Ramón bajando por las escaleras con un cubo que deja en el suelo del piso.
MARÍA- Mira, lo que le ha traído a Merche.
RAMÓN- ¡ Un tomate! Esto sí que es un regalo. ¡ Un tomate!
Ha cogido el tomate que le ha dado María y lo deja con cuidado sobre el cajón central.
MUJER- Bueno, ya me voy, que ya es hora.
MARÍA- Adiós y muchas gracias, no sabe lo que se lo agradecemos
Da un beso a Mujer. Ramón se inclina y deja un beso en su mano, en gesto de inclinación exagerada
RAMÓN- Señora, a sus pies...
MUJER- Caballero, beso su mano. Qué gentil, está para hacerle un retrato
Ramón sonríe y guiña
Fin de la escena 1ª
ACTO 2º Escena 2ª
En la casa de Merche y Pedro
Sirve el mismo decorado que el otro interior, solo que hay un visible aparador sobre el que hay una gruesa manzana. La escena se desarrolla lenta, enfática, a diferencia de las anteriores, con muchas pausas. Para dar un clima de superrealismo. La poca luz ayudará a esto. Mercedes actuará tímidamente; a diferencia, Pedro llevará sobre su sien una coronita y tendrá una voz misteriosa, con algo de morbo. Parándose en lo que dice.
PEDRO- Alcánzame la manzana
MERCEDES- No puedo, es demasiado grande...
PEDRO- Súbete a una silla...
MERCEDES- No podría. Sabes que de todas formas no podría.
PEDRO- Tu obligación sería alcanzármela
MERCEDES- No puedo, Pedrito; nunca podré...
PEDRO- Deberías conocerme enfadado...
Pedro, despacio, ceremonioso, se levanta. Mercedes lo observa con temor y admiración. Tomará la manzana del aparador y le dará grandes mordiscos
PEDRO- Mira qué fácil, ¿ves?
MERCEDES- Tú eres hombre y yo solo soy una pobre mujer...
Mercedes lloriquea un poco
Puede que con el tiempo...
PEDRO- No hay tiempo que valga: Interés. Tú no sabes hacer nada.
Se sienta y continua mordiendo la manzana
MERCEDES- No, eso no, no me digas eso Pedrito, te puedo cantar, decirte un chiste verde, sé muchos, y componerte un poema. Pedrito podría hacerte un poema...
PEDRO- Intenta siquiera coger mi mano
Pedro alarga su brazo en dirección a Mercedes. Mercedes sufre con esto mucho
MERCEDES- No...ay...no me pidas lo más difícil...
Pedro retira su brazo con mucha energía
PEDRO- ¡ No soy un cerdo!
MERCEDES- Yo no he dicho que lo seas.
PEDRO- No dices nada. Apenas sabes hablar.
MERCEDES- No me digas eso. te quiero mucho, Pedrito mío, te quiero mucho...
PEDRO- No era esto lo que quería oír de ti.
MERCEDES- Dímelo, lo haré, te lo juro
Pedro complaciente...
PEDRO- Anda, bueno, ponte de rodillas. Lo olvidaré por un día...Tuviste suerte de dar conmigo. Otro te habría arrojado a la calle, como a una perra.
Mercedes se pone de rodillas
MERCEDES- Lo sé, sé que eres muy bueno. Por eso te quiero tanto, Pedrito mío. Te quiero mucho
PEDRO- Cuando el dolor se haya dormido te levantas. Así te sentirás más desgraciada. Era esto lo que querías...
( Pausa)
Voy a abrirte el grifo del agua, hoy podrás beber agua...
Pedro se levanta
MERCEDES- ¡ Espera! Dame un beso, sólo uno...¿ me levanto?
PEDRO- Levántate pero deprisa, tienes que seguir así mucho rato...
Mercedes se levanta. Pedro le da una bofetada.
MERCEDES- Cómo me gustan tus besos...
Fin de la escena 2ª
ACTO 2º Escena 3ª
En una cafetería
No hay público. Mesitas pequeñas, poca luz. Entran recelosos Manolo y Rosa. Se sientan en una mesa. Él le da un beso en la mano. Se acerca un camarero
CAMARERO- Qué van a tomar los señores.
MANOLO- Lo de siempre, dos cafés con leche.
CAMARERO- Muy bien, ahora mismo se los traeré a los señores
Sale el camarero
MANOLO- ¿ No te importa llevar esta vida?
ROSA- No, porque estoy contigo. Eres toda mi vida, tú y los niños también. Te quiero tener a mi lado aunque no me hables, aunque no me miraras siquiera. Sólo por tenerte conmigo daría cuanto no tengo...
MANOLO- Son demasiadas privaciones, demasiado silencio...Es muy trsite nuestra situación. Muy triste. Sin embargo alguien me ha prometido una isla.
( música hawaiana, Somewere over the Rainbow)
Nos llevamos a nuestros hijos. Formaremos una nueva gente que odie la guerra, es el único odio que permitiremos. Allí serán nuestros amigos el mar, los vientos, las flores, el Sol...Tenemos que irnos pronto, mañana mismo. Estoy harto de estar encerrado, harto, harto de todo esto.
ROSA- Sí, nos iremos. Será maravilloso. Tanta dicha me parece falsa...no quiero ni ilusionarme por si luego no podemos.
MANOLO- Si todos nos siguieran esta guerra acabaría y no tendríamos que hacer un viaje tan largo a una isla que desconocemos. Pero no nos hacen caso. No hacen caso a nadie, ni a ellos mismos.
(Cesa la música)
¿ Tú crees que yo soy un cobarde?
ROSA- Eres el más valiente. El cobarde se arrima al que triunfa...tú no has traicionado. Has cambiado ese odio que te señalaban por el amor.
MANOLO- La vida ha de ser una lucha.
ROSA- Sí, pero no se ha de vivir para luchar, con el único fin de dominar, de dominar casi siempre al más indefenso. Tú has huido de otra guerra, no era la guerra que defiende lo suyo, sino la que acapara lo ajeno. Tú has huido de las mentiras y el servilismo, de favoritismos y de la corrupción. Yo solo soy una mujer, y apenas sé de nada, para poderte dar ánimos.
MANOLO- Dudo de haberme portado bien, de seguir haciéndolo
( Pausa)
Entra el camarero con una bandeja
CAMARERO- Aquí tienen los señores sus cafés con leche
Pone los cafés en la mesa
Y este papel es la factura. No se preocupen por pagarla ahora, yo no me moveré de por aquí hasta que no paguen...
MANOLO- Aquí tiene
Lee la factura y saca el dinero
CAMARERO- Les prevengo, por si son de esas parejitas que se llevan las cosas, que dos cámaras de televisión están captando todos su movimientos, al menor detalle...
Junta sus manos como si llevara unas esposas
ROSA- Nos ofende, ya nos conocen y saben que no somos así.
CAMARERO- Mi deber era avisarles, servirles. Esta casa se complace en mejor atender a sus clientes que conoce
Sale el camarero
ROSA- Qué hiciste para salir.
MANOLO- Nada, no quise seguir.
ROSA- Cómo conseguiste darte cuenta.
MANOLO- Un día lo pensé, eso es todo
Rosa ríe recordando a su padre
De qué te ríes
ROSA- Pensaba la cara que van a poner en casa cuando sepan que nos vamos a una isla.
MANOLO- Tu padre perderá el habla
Los dos ríen
Entra el camarero seguido de dos hombres, Fiscal y Defensor vestidos de negro y los dos con grandes bigotes, como los viejos detectives.
CAMARERO- Este caballero es el que buscan
FISCAL Y DEFENSOR- ( Al unísono) ¿ Es usted Manolo, Manolo el desertor?
MANOLO- Sí, qué quieren
FISCAL Y DEFENSOR- Queda detenido, se le acusa de deserción. Nosotros somos su Fiscal y su Defensor
El Fiscal baja la cabeza, el Defensor enseña los dientes
SOLO EL FISCAL- Con mucho respeto, nuestra perfecta sociedad le llevará a un campo donde será concentrado en una lata de tomate. Y luego, por si más le interesa, le diremos que será juzgado, perderá el juicio y será fusilado.
ROSA- ¡ No! No dejaré que se lo lleven.
Rosa se levanta. manolo también. Rosa llora y Manolo la coge por los hombros
MANOLO- No te preocupes, estos señores están de broma
FISCAL Y DEFENSOR- ¡ Vamos!
MANOLO- Déjenme, tan solo un momento, para despedirnos
FISCAL Y DEFENSOR- Hágalo pronto. ¡ Qué buenos somos!
ROSA- ¿ Y nuestra isla? ¿ Qué será de nuestra isla?
MANOLO- Ya verás cómo salgo bien. No llores
ROSA- No quiero que te lleven, por qué, por qué te han de llevar.
Se abrazan y besan. Fiscal y Defensor lo toman cada uno por un brazo, mientras se lo llevan. Manolo vuelve la cara. Queda sola Rosa, mientras el camarero se lleva la silla de Manolo. El camarero sonríe maliciosamente y masculla "Tendí la trampa".
Rosa llora.
Fin de la escena 3ª
ACTO 3º Escena 1ª
En la casa primera
María sigue cosiendo la enorme sábana. Baja Fernando sonriente por las escaleras. Se sienta a los pies de María, la mira a los ojos mientras le habla. María sigue cosiendo. Fernando está en pijama. Coge un extremo de la sábana.
FERNANDO- Mamaíta guapa, tengo que decirte una cosa muy buena
MARÍA- Qué cosa, rico, qué cosa...
FERNANDO- ¿ Te acuerdas que antes lo perdía todo?
MARÍA- ¡ La de cosas que he tenido que comerme!
FERNANDO- Pues desde hace unos días no pierdo nada. Ahora lo encuentro todo. Ya no soy adolescente. Ya soy todo un hombre, con mi complejo de Edipo a cuestas.
MARÍA- ¿ Tú crees que eso de Edipo es bueno?
FERNANDO- Claro, Amiel, Rafael, Miguel Ángel. Todos los hombres que han pasado a la historia lo han tenido, o casi todos.
MARÍA- Pues, hijo, no lo pierdas, que así llegarás muy lejos. Una madre lo único que quiere es lo mejor para sus hijos. Tú sigue, sigue siendo " ediposo"
Suena un timbre
MARÍA- Abre, que será tu padre que viene de la compra.
Fernando se levanta y abre la puerta. Entra Ramón, con un cesto lleno de compra. Dejan la puerta abierta.
RAMÓN- Está todo por las nubes, qué precios, cómo se nota que estamos en guerra. No dirás que no sé comprar ¿eh? Mira, mira, este pollo ¿ Y esta coliflor? ¡ Qué me dices!
María sigue cosiendo, sin mirar las cosas dejadas en la mesa. Ramón las coloca en su cesta.
RAMÓN- Nunca dices nada, no das valor a mi trabajo, como tú no vas al mercado...
Fernando sube las escaleras riendo. Ramón se dirige hacia la cocina. Queda sola María.
Pausa
Entra el Recaudador por la puerta del jardín que quedó abierta. Hombre gordo y vestido de negro (funcionario). Lleva una voluminosa cartera.
MARÍA- Qué quiere.
RECAUDADOR- Buenas tardes señora ¿ Puedo pasar?
MARÍA- Pase.
María sigue cosiendo
RECAUDADOR- ¿ Está don Ramón?
MARÍA- Sí, pero no puede salir. ¿ Quién es usted?
RECAUDADOR- Soy el recaudador. Verá señora es un asunto delicado.
El Recaudador se pasea por la habitación mirando todas las cosas.
RECAUDADOR- Buenos muebles, sí señor, muebles lujosos
MARÍA- De qué asunto se trata
RECAUDADOR- A ver, levántese, por favor. Buen estilo, jacobino. Me gusta. Siéntese, siéntese. Buen cristal de la lámpara, dará una luz magnífica.
El Recaudador pasea constantemente alrededor de María, observando todo detenidamente, midiendo, calibrando, con aire de excesivo interés. María no deja de coser.
RECAUDADOR- He venido para hablar con su marido sobre un asunto relacionado con la guerra.
MARÍA- Todos hablan de lo mismo.
RECAUDADOR- Y... cómo se lo diría yo, de su especialísima situación
MARÍA- ¿ Le van a subir la pensión?
RECAUDADOR- Todo se andará...Me he fijado en la fachada, buena casa, yo diría que casi solariega
MARÍA- Era de los abuelos
RECAUDADOR- Cuántas habitaciones
MARÍA- Siete y la cocina, el descansillo, un retretillo y un roperillo; el jardín, aparte...
RECAUDADOR- Vaya, vaya, ¿ en dos pisos?
MARÍA- sí señor, el de arriba tiene cuatro dormitorios, aquí abajo hay tres y todos los "illos"
RECAUDADOR- Arriba habrá un servicio
MARÍA- Magnífico, pero no tiene agua
RECAUDADOR- Eso no tiene importancia.
Entra Ramón con un pollo de goma en una sartén. El recaudador está de espaldas y ramón no lo ve
RAMÓN- Vidita, me han vuelto a engañar en la pollería y el pollo es de goma.
RECAUDADOR- ¿ Ramón? ¿ Usted es don Ramón?
RAMÓN- Sí señor, para cocinarle.
MARÍA- Es el Recaudador viene por un asunto delicado sobre la guerra.
RAMÓN- Me llaman a filas
RECAUDADOR- Todo se andará. Mi misión es desagradable...
El Recaudador saca de la cartera un montón de folios.
Aquí está desarrollado; pero para ahorrarles tenerlo que leer, se lo voy a decir de viva voz: "Nuestra sociedad perfecta, por unanimidad de su grupo activo, ha creído necesario que ustedes tienen que abandonar esta magnífica mansión"
María deja de coser y Ramón suelta la sartén que cae ruidosamente al suelo. Los dos quedan absortos.
RAMÓN y MARÍA- ¡ Qué!
RECAUDADOR- Sí, señores, así ha sido acordado...
Ramón lloriquea al hablar
RAMÓN- Pero si somos muy buenos, si no pretendemos cambiar nada. Si nos llevamos con todo el mundo muy bien.
MARÍA- Tiene que ser un error.
RECAUDADOR- No señora, no es un error afortunadamente para las siete familias que van a vivir aquí no es un error.
RAMÓN- ¿ Que van a vivir aquí?
RECAUDADOR- Aquí les sobran habitaciones, nuestra sociedad ampara a todos por igual, por igual. Además, es la guerra. Alquilaremos a las siete por idéntica cantidad que abonan ustedes. Comprendan que multiplicando aumentan los ingresos y esta sociedad está necesitada de ello.
RAMÓN- Pero no pueden echarnos, hay papeles firmados
RECAUDADOR- Papeles, papeles. Su obligación como buen ciudadano es aceptar sin rechistar, no nos ponga peros. Dentro de ocho días tendrán que irse.
MARÍA- Y a dónde, a dónde nos vamos...
RECAUDADOR- Señora, es cosa de ustedes...Son libres. En fin, no creo les cueste trabajo comprender: ustedes ya no luchan...
RAMÓN- Yo también he luchado. Mire, mire qué heridón me hicieron en esta pantorrilla.
RECAUDADOR- Eran otros tiempos. Ahora es todo distinto.
MARÍA- Déjese de pamplinas de ahora ni de luego. Esta casa es nuestra y seguirá siendo nuestra...Y tú, Ramón, ¡ a la cocina?
RAMÓN- Mujer son cosas muy serias
MARÍA- Que no tenga que decírtelo dos veces
Ramón se dirige, refunfuñando, a la cocina
RECAUDADOR- Señora, he sido sordo a lo que ha dicho de pamplinas
MARÍA- Como si no quiere serlo. Yo de aquí no me muevo.
RECAUDADOR- Señora, entendámonos, no queremos nada por la fuerza... Podrán quedarse
El Recaudador cambia el tono al hablar, dulcificándolo. Al oír lo de poder quedarse entra Ramón deprisa
RAMÓN- Ah, ¿sí?
MARÍA- A la cocina Ramón
RAMÓN- He venido a por esto
Ramón recoge la sartén. Sale Ramón de escena
RECAUDADOR- Podrán quedarse en el "roperillo"
MARÍA- ¿ En el roperillo?
RECAUDADOR- Y aún eso lo tendría que proponer yo. Naturalmente que, si lo propongo yo, seguro se lo conceden.
MARÍA- Pues sigue siendo una injusticia.
RECAUDADOR- Señora, sigo siendo sordo. Ahí le dejo los escritos. Aquí donde pone " y voluntariamente" me firma su marido. ¡ Buena casa, sí señor!
El Recaudador sale. Ha dejado a María un montón de folios. María, sin mirarlos, los deja sobre la mesa.
Entra Ramón
RAMÓN- Lo he oído todo. Son buenos, nos dejan una habitación.
MARÍA- Calla, so idiota, nos quitan todo...No quiero ni pensarlo.
Llora
RAMÓN- No llores, mujer, hay que saber adaptarse
MARÍA- Ya te dije que no se puede vivir de las rentas.
RAMÓN- Pero si me tienes todo el día en casa, qué puedo hacer yo.
Si nos fuéramos con Merche.
MARÍA- Con ésa, ni pensarlo
RAMÓN- Es muy buena.
MARÍA- Pero está casada con un loco...¿ quieres que nos tenga a todos de rodillas?
Ramón se sienta . María cose.
RAMÓN- Son felices.
MARÍA- Nada te cambia. Siempre reaccionas como un tonto. Sabes de sobra cómo es Pedro.
RAMÓN- ¿ Y qué hacemos con los desertores?
MARÍA- ¡ Esa es otra!
RAMÓN- Funda uno una casa, crea una familia, continúa la tradición prehistórica y mira cómo acaba todo...
MARÍA- Menos mal que nos queda Fernandito, que es " ediposo" y llegará muy lejos...
Rosa entra por la puerta que da al jardín, que la abre con una llave. Está triste, los ojos con llanto
ROSA- ¿ Y los niños?
MARÍA- Durmiendo
ROSA- Se lo han llevado
Rosa rompe a llorar, mientras cae sobre un cajón.
MARÍA- A quién
ROSA- A Manolo. Estábamos en una cafetería y vinieron dos y se lo llevaron.
RAMÓN- Esto os pasa por salir de día.
ROSA- No sé el daño que haya podido hacer. A nadie le gusta esta guerra, es cruel, absurda, pero nos callamos. Él ha sido el único que ha sabido desertar. Íbamos a ser muy felices. El pobre tenía escogida una isla, lejos de todo esto.
MARÍA- Bueno y qué, se lo han llevado, no tiene solución. Podrías haberte casado con otra clase de hombre
ROSA- Es el mejor, no hay otro como él.
RAMÓN- Mujer, tanto como el mejor...
ROSA- Muy bueno.
MARÍA- También tu padre es muy bueno y mira cómo nos va. Nos echan de la casa.
ROSA- Os echan de la casa. Son así de malos. Por lo de Manolo, será en represalia.
MARÍA- No hija no, por tu padre, dicen que ya no lucha
ROSA- Voy a morirme
RAMÓN- Ahora no, que no estamos para entierros...
MARÍA- ¡ Ramón!
ROSA- Ay, qué desgracia.
MARÍA- Mira el panorama... En fin, por una hija se sacrifican los padres, es nuestro deber. Nos iremos con Merche, aunque nos tendremos que comprar unas rodilleras, como los futbolistas. No te desesperes, hija mía, que tú pierdes un chalado, pero nosotros perdemos esta casa. No sé qué ganarán con esto.
Rosa se levanta. María deja de coser y la mira con preocupación
ROSA- A mis hijos les han quitado un padre, pero conmigo no podrán. Yo os aseguro que me los llevo. No os tenéis que preocupar por nosotros. Tenemos una isla.
MARÍA- Hija, no cometas ninguna locura, que mira cómo ha acabado Manolo
ROSA- ¿ Locura? Esto, cien veces esto, es una locura.
RAMÓN- Así se habla, muy bien.
MARÍA- ¡ Ramón!
RAMÓN- Ni Ramón ni narices, esta hija se parece a mí. Así era yo.
ROSA- Ahora mismo nos vamos.
MARÍA- Antes tiene que haber un juicio. ¿ No esperas al juicio?
ROSA- ¿ Para qué?
Fin de la escena 1ª
ACTO 3º Escena 2ª
En casa de Mercedes
Mercedes está de rodillas, cara a la pared, tiene los brazos extendidos con libros sobre las manos. Pedro está sentado, de espaldas a ella, leyendo un libraco
MERCEDES- Pedro, Pedrito, cú, cú, ¿ Puedo quitarme los libros de una mano?
PEDRO- No, rompiste el jarrón adrede
MERCEDES- Pedrito, corazoncín, me pica la cabeza
PEDRO- Apóyala en el muro.
MERCEDES- Es que es cerca de la coronilla.
PEDRO- Anda, yo lo haré
Pedro se levanta y rasca la cabeza de Mercedes. Mercedes llora un poco.
MERCEDES- Qué bueno eres Pedro, qué bueno. Con razón dice todo el mundo que eres muy bueno, no lo saben bien...
PEDRO- ¿ Vale así?
MERCEDES- Sí, Pedro ¿ Te has cansado?
Pedro vuelve a sentarse y continua leyendo el libraco
Pausa
PEDRO- ¿ Sientes las rodillas?
MERCEDES- No, Pedro, se me han dormido
PEDRO- Te levanto el castigo
Mercedes se levanta con mucho esfuerzo, deja los libros sobre la mesa y se sienta a los pies de Pedro
MERCEDES- Eres un santo, un verdadero santo
PEDRO- Todos tenemos que saber perdonar. Ahora nuestra lección diaria. Este es un ejemplo de amor conyugal. ya sabes cómo tienes que ponerte...
Mercedes se levanta y se coloca haciendo el potro, como en el juego de niños. Pedro coloca el voluminoso libro sobre las espaldas de Mercedes
PEDRO- Atiende bien que te voy a leer hoy el segundo tomo de las Aventuras de don Quijote. Luego te lo preguntaré de memoria. Así que escucha con los cinco sentidos.
MERCEDES- ¡ Qué bueno eres Pedro!
Fin de la escena 2ª
ACTO 3º Escena 3ª
En la casa primera
María cose la larguísima sábana, mientras Ramón lee un periódico. Ramón ya no viste militar sino de paisano.
MARÍA- ¡ Pobre Manolo! Morir de la peste en este siglo...
RAMÓN- Como en los calabozos hay tan poca ventilación...
MARÍA- Sin embargo tu hija dice en la carta que ella y los niños son felices, nos enviará las fotos, aquello es muy bonito. Ella ha sabido escoger, ha tenido ánimo; pero nosotros a partir de mañana tendremos que irnos con Mercedes. No lo quiero ni pensar...
RAMÓN- Podríamos quedarnos en el roperillo, Claro que íbamos a estar un poco apretados. Dormiríamos en una litera
MARÍA- Como gallinas. Qué bien "carburas", da gusto oírte reflexionar, decidir.
RAMÓN- Mujer, yo lo digo por animarte.
MARÍA- ¿ Compraste las rodilleras?
RAMÓN- Sí.
MARÍA- Es lo principal...Y ya sabes, en cuanto pregunte el " muy malas ideas" que si se nos han dormido las rodillas le dices que sí.
RAMÓN- Sí, mujer, sí.
MARÍA- Eres un calzonazos; otro en tu lugar estaría tirándose de los pelos.Conformista. No cambiarás nunca
Pausa
Ramón mira maliciosamente, como nunca. María deja de coser y parece preocupada, con temor.
MARÍA- Qué te pasa, ¿ te ocurre algo?
RAMÓN- No, nada, pensaba, solamente pensaba
MARÍA- En qué
RAMÓN- En lo del cambio...No vas del todo descaminada.
MARÍA- Termina de una vez, me estás inquietando.
RAMÓN- ( Con vozarrón) ¡ María!
MARÍA- ¡ Hijo, qué susto!
RAMÓN- ( Señalando con el dedo la cocina) ¡ A la cocina!
María temblando lo mira con miedo mientras se dirige a la cocina.
Ramón queda solo.
Ramón coge la sábana y cose
FIN
José María Torres Morenilla
Madrid, 17 mayo de 1967
Última corrección: Madrid, marzo 23, 2023
©JOSÉ MARÍA TORRES MORENILLA