ANTOLOGÍA    POÉTICA

 

LA MANÍA DE ESCRIBIR

 

 

 

DE

JOSÉ  MARÍA  TORRES  MORENILLA

 

 

 

LA MANÍA DE ESCRIBIR

(1959-2022)

 

 

   Poemas varios 

 

 

de

 

José María Torres Morenilla

 

 

 

CRONOLOGÍA

 

 

La visita

 

A toda luz robada,

mesa estrecha,

dos floreros,

bebe leche la criada

y tío Carlos

ceniceros.

 

Pintura toda encerrada

en los marcos

de maderos,

con polvo en la mirada

mira el cuadro

vinagreros.

 

Mi prima, tiesa, alzada

imagina

los saleros

cual la fuente salada

y bosteza

por braceros.

 

( Tras de la tarta helada)

como flor,

zalameros,

volveré el santo de Ada,

dicen dientes

embusteros

y los pies dando patadas

en la calle,

a los culeros.

 

 

Catutu come pétalos,

Osarda duerme en jaula,

sin marido

Catutu quiere ser flor,

Osarda un perro para morderle.

Osiris abre la puerta a Osarda,

Catutu llora y no lo comprende...

 

 

Isadora baila sobre una flor

Una mujer ríe,

dos colmillos de oro,

su mano es un cuervo

que atrapa a una rosa,

que es mi amor.

La diosa del lago regresa al fondo,

entre gigantes montañas,

espera que vuelva la noche,

duerme el arte,

duerme la vida,

el cielo está más pálido,

la rosa se marchita.

Sobre ella baila la diosa de los ojos azules,

vestida de muchos encajes,

arropada en las brisas,

sobre el lago amarillo.

 

 

(1959)

La ciudad de la muerte

Callada y dulce ciudad de muertos,

florida en lirios, tumbas y rosas,

de cruces caídas y gloriosas,

durmiente reina de todos los huertos.


El aire me trae los pensamientos

de los hombres que en tu paz moras

y el sensible morir de lentas horas,

en tus profundas voces, hoy ya vientos.

 

 

Blanco

Blanco, lima y papel, luna y desierto,

duro dolor de traza, leve de alma,

Carrera del Abecedario, de Darío fuerza,

blanco de Salazar, de no durar, de nada,

de temblar con el frío y de hundirse en el viento,

de flamear en los huecos de un cinamomo,

blanco del todo,

crac, crac, blanco hasta la pureza in marchita,

del sonido único en la nota que salta del piano,

blanco, blanco, blanco, puños de sal y de escarcha,

prisionero de un beso y de un sueño,

hasta morir de blanco.

 

 

Monte, monte

Monte, monte, montaraz,

montañas de cobre y bronce,

montaña, monte y el mar

y dos canciones de amores.


Caballos para trillar

el trigo de la dehesa

y un perro para ladrar

al que por ti pronto venga


Monte, monte, montaraz,

ríos de aceite y de viento,

piedras, rocas y un lugar

donde decirte te quiero.


Lluvia, nieve y el tronar

de los caminos del beso,

por besarte, por amar

por tu alma y por tu cuerpo.


Monte, monte, montaraz,

en el que juntos iremos,

un barquito en alta mar,

y un lunar en el lucero.

 

 

Una vieja torre de iglesia

mira al cielo ebria,

gentes ocultas, negras,

como sombras, recogen tierra,

horizontes eternos, rubios,

cielos manchados por altos,

voces lejanas, como de nieblas,

borregos sin lana lloran,

ríos sin agua,

gente sin vida, como muerta.

 

 

Me llevó una nube

Me llevó un nube

a tu casa alta,

caminé en el aire,

que era mi alma,


 

tú, que no me abriste,

eras toda agua;

grité con cristales

no tenía palabras,


 

te pedía mil besos

que tu no me dabas,

volví como vine,

la cabeza baja,


 

por unos senderos

llenos de esmeraldas,

por unos caminos

de azules de plata,


 

sobre aquellos ríos

pintados de nácar,

me llevó un nube

a tu casa alta


 

y eras tu la nube

porque eres agua.

 

 

Autorretrato

( Con santo y seña, con dolor y con amor)

 

Escribo al ser con santo golosino,

al sol dorado y al néctar de la vida,

escribo al mar, que nunca fue destino,

como si el mar me amara o me fuera en ello la vida.

Y no es así, así no soy y pienso que así soy,

no soy del mar, del mito o de los muertos,

soy un hombre sencillo, tal como voy,

no me llamaron del más allá ni de los puertos.

 

Con aire, en nada, y el fulgor quebrado,

esposo juvenil de sueños rotos,

ninguna herida se ha abierto en mi costado,

no cazo hombres ni al alma pongo cotos;

soy un hombre solo y ahora que lo pienso

solo me encuentro a mí y mucho más pequeño,

pues por no ser soy, y es todo mi empeño,

el pequeño cantor de un mundo inmenso.

 

 

ANTOLOGÍA    POÉTICA

 

( 1963 a 2020)

 

 

 

1

(1963)

El pastor de El Molar


Pastor, que cansado esperas

en tu soledad de monte,

que nadie viene a decirte,

cuéntame cosas , buen hombre


Y de qué podrías hablarle,

si apenas sabes llamar

a las ovejas perdidas

que por los riscos se van.


En el paisaje más puro

lanzas piedras sin mirar

como preguntas que haces

de las que nadie oirá.


Pastor, que cansado esperas

en tu soledad de monte,

fui yo feliz al decirte

cuéntame cosas, buen hombre.


Y no hubo juicio más sano,

ni escuché mejores sones,

que aquella palabra que usa

el idioma de las flores.


Motivos


¿Verdad que existe Dios allá en las cumbres?

Aún no puede haberse acabado del todo,

sobre la rosa, el silente sol, la sal, el hambre y la soledad

aún llueve Dios levemente...

 


3

 Motivos

Ah perfección, belleza, alma,

han de acusarte entre todo esto en que resaltas;

perseguir en tus ojos tan lúcidos,

para no verse a sí mismos,

para no verte.

Aún intentarán quemar la imagen de tu palabra en el viento

pero éste, bravamente, la encerrará por los siglos

tras un repentino amén, una cruz desbrazada y un beso.

 


4

 Contraversos en Verlain

Desandar ponientes rotos, descubrir los rostros

que desde nosotros nos miran, que esperamos ahora,

que resurjan y nos sumerjan enteros

en la purificación del verbo:

Vosotros, los cercanos,

los que aún oís mis versos,

como llanto de niño,

enfermos estáis de vuestra infamia,

esperáis que un poeta

os cambie, para mejorar

vuestros negocios,

y la poesía es ruina,

ruina del alma,

alma de los arruinados,

flor de papel y de tinta.


5

Itinerario

 

Mi verdadero mar es un saliente

 De la roca en el mar,

 Una vertiente del mar contra las rocas,

 y soledad.

 Soledad de un mar sin gente,

 Un canto que es incipiente

 y es el único del mar,

aunque  insistente.

 

Después  quedan las espumas 

 Que el mar deshace en más mar,

 Más mar que en su peso empuja

 Contra el saliente

 De una tierra muy dura

 Con  poca gente,

 Casi ninguna.

 


6

 Juegos de verano
 

 Tú borras mi tristeza y mi muerte encadenas,

me liberas del mal que hace nada sentí,

de ti huye lo necio y lo deforme al pronto,

no hay límite en el mundo para una mar tan bella,

ni siquiera las perlas podrían competir

con los brillos que salen de tu justa armonía,

la lúbrica poesía que adorna todo tu ser.
 


7

Juegos de verano

 

Pon tu mano en mi pecho,

Llega con tu calor de corazón extraño

Que dentro de mí sigue tus ritmos cadenciosos.

Tuya es su locura, tuyos son sus pasos.

Te acoge el barbecho de la tierra que mojas,

Como un cielo inmenso a una paloma hermosa.

 


8

A ti

 

Mi mano, mi corazón, mi vida,

todo lo que soy, seré o quise,

te lo llevaré adonde estés o no estés,

por ti me apuesto en un lejano día, sin tiempo ni allegada,

al aire, la razón, al buen hacer del día, al trabajoso llanto del corazón anegado,

callada la oscura campanada que después de ti persiste.


Nada hay más para la ilusión, pero es ilusión recordarte,

saber que sin ti mi futuro es imposible,

y que jamás se asomará otra hermosura o verso derramado,

¿Será algo más hermoso para mí que amarte sin más nada,

o que sin ti, nada más que en ti, y sólo por ti vive?

 


9

Los cascabeleos de mi caballo
 

Los cascabeleos de mi caballo corren

Por el paseo, la sombra alcanzan,

Y el repiqueteo de plata de sus hebillas

Ruidos de mar me traen entre las latas

De las canciones que mal entona

Un conductor alegre, desde Sevilla.


Desde Sevilla vino la mía comadre

A refrescar su culo en este aire.

Por sevillanas canta, también su madre

Cantó muy mal y este compadre

Que alegre lleva mi potro por esta calle

Que tiene acera de mar, ¡ qué mal lo hace!


Pero qué importa: ¡ qué bien suena la mar!

¡ Qué bien la potra! y su trotar ligero

Lleno de olas, con olor muy animal,

Y ese barullo que por mi cuerpo sube,

Mientras sacudo la tan antigua nostalgia

Con mar, caballo y brisa: ¡quién mejor supo!


10

Alhambra de Granada


Oh, flor de los mil colores,

átomo de los mil amores,

Oh, ruindad llena de gracia,

almena de la fragancia.

.

Reina del poderío,

fuente del amor mío,

paloma sin palomar,

Alhambra del bien amar.

.

Oh, reina más coronada,

carne de tierra encarnada,

en bosques oscuros encerrada,

soltada al cielo, soltada.

 


11

Generalife
 

Alameda florida, parque sin dueño,

flores que al paraíso salen huyendo,

y un viento frío que de la Alhambra vino

a mi delirio.

 


12

LLamadme con rocío

Cuando la doblada camisa se hunda en el armario,

llamadme con un nombre repleto de rocío,

como una calle húmeda, con el olor de otoño;

traed canastos llenos de piedras muy mojadas,

y habladme con sus musgos y rayos insonoros;

traedme un cuadro roto, plegado de lisuras,

y periódicos pasados ¡con sus noticias nuevas!

para tocar en el hombro de la ciudad que amé,

una sombrilla cerrada, que ya no habrá más soles

y podréis decir su nombre sin que me hagáis llorar.
 


13

 Soledad

Mi soledad de inútil empeño,

tantas las veces puestas,

tanto el corazón

en el baño blando de los sueños;

¿ para qué peinar sus hermosos cabellos?


¡Este piano desafina con las notas y con el tacto!

Alas de viento tiene y el grafismo fácil de lo perfecto.

Pero sin mi soledad, estoy todavía más solo,

y en esa muerte, me voy a dar la vuelta a eternidad.

 


14

La fuente

 

Un poema es tu vaso de cristal,

una lluvia de tu agua enamorada,

sonrisas de la luna acristalada,

una de tus miradas más calladas.

 


15

Sueños de la Alhambra
 

El hermoso zafiro de tus ojos,

las palmeras de tus torres y de tu piel,

el aire que has llenado de fragancias,

las ruideras de las aguas a tus pies.


Eres arroyo de sombras y de musgos,

eres el sueño enredado en el edén,

eres la ciudad más hermosa de este mundo,

eres el barro perfumado del ayer.
 


16

Subida a la Alhambra

 

Cómo llegar a ti, hermosa mía, tan alta,

tan soberana de ti, de ti tan llena,

como quedar en ti, tan perfumada,

tan antigua y tan noble, tan llena de Granada.

*
Me suenan  a música los cantos de tus aves,

 el ruido de los vientos que no mueven tus árboles;

en el frondoso bosque, el sol se multiplica,

y yo me hago más grande, embobado en belleza.

*

Cómo llegar a ti, hermosa mía, ocultada,

tan profunda en la altura, tan grande y arrobada,

tan antigua y tan noble, tan llena de Granada.

*

Nunca estuve más cerca del cielo, enamorado,

el tiempo entre tus torres apenas se detiene;

la ciudad te acompaña, parada en el abismo,

la palabra calla, tu belleza resplandece.

 


17

Las palabras

 

Cedo mi corazón, aquella parte oculta

que nunca ha sido mía ni busca mis disculpas,

cedo el amor glorioso, mis días pensativos,

los pasos transparentes por la Granada eterna;

abundo en mi tristeza, que es nada mía,

en dos ríos profundos de aguas marginadas,

debajo de mis palabras, en ellas fue mi vida,

el descanso inhábil encuentra la belleza,

paso por un mundo, tan sólo voy de paso,

por una ciudad oculta, vestida de silencio,

en bosques amurallada.

 


18

El silencio

 

El silencio es la brisa que se escucha en Otoño,

que nos deja un reflejo de una mar interior,

las ideas, los recuerdos, los calores y los miedos,

el llegar a la nada de la oscura estación.

 

El silencio está denso, lleva siempre un lamento

 de la tierra lejana que dijimos adiós,

 tiene tacto de música, de melodía añorada,

de paisajes vividos con el mayor amor.

 

No desdeña ni olvida, ni del todo calló:

dejó que tu ribera se llenara de cosas,

que te complementaras en el mundo exterior.

Pero estuvo al acecho de volver cuanto antes,

de reemprender el camino de los versos utópicos,

la utopía nunca calla, es la inspiración.

 


19

Lejos de Granada

 

No me arrulla la más hermosa con su voz suave,

ni me llena el pecho de sus estrellas ni de su aire.

No me levanta la trenza de su sierra zegrí,

ni su Alhambra la oculta, para mí;

 

que la llevo en mí y conmigo sale,

que entro en ella y estoy en cada calle,

 nunca calla del todo su presencia,

ella estará en mí y no más nadie;

 

amor, que en las corrientes frescas por las laderas corre

y en sus manos se serena y en sus ojos brilla,

cuanto más cerca, más lejos,

cuando más extraña, amiga;

 

oscuridad encumbrada,

soledad ensoñada, para mi estar,

inmensidad, más que del mar,

alhamar de la nívea enramada,

negra oleada de paz, sombra iluminada,.

vaciada luna acabada,

para soñar.

 


20

Canto a Granada


Granada, perla, señera,

en el brocal, bordada,

eres primera,

la joya de la corona,

belleza extrema,

sobre los montes subida,

sobre la Vega.

Granada, la encontradiza,

quién te tuviera

asomándote a mis ojos,

que me embelesas,

que me llenas de tu aire,

que me aprietas

con tu cordura y tus sombras,

con tus pechos y tu silueta,

Granada, la hermosa perla,

en mi corazón bordada

con vida eterna.

 


21

La Cruz


Qué limpia esta mi cruz, Señor,

qué poco duele el hombro que la lleva;

sobre una blanda tierra me sostiene

y en la miel de la poesía me deja.

Sóbrame las coronas sin espinas,

la sequedad de unos ojos deslumbrados

en sólo sueños, la suavidad del sueño,

mas fáltame la sed, el hambre, el llanto

de un dolor que mi alma pide a gritos

entre tantas dulzuras en las que yazgo.

Yo quedaría así siempre caído

si tú me dejas de extender tus manos.

 


22

Volver a aquellos días


Volver a aquellos días, ayer tan solo,

también aquellos días entonces fueron vuelta

de unos tiempos pasados en que también te amé.

Si no, nunca lo fueran, porque volver es siempre

encontrarnos unidos desde la misma carne.

No fueron por entonces las palabras unidas,

ni el recuerdo que ahora mira este amor:

son días muy antiguos de muy antiguos modos

de un mundo remoto que no entiende de cosas,

ni cuenta miserable esas pocas monedas

de rutinarias prácticas, sino la carne sólo,

cuando la carne es soplo que de tu boca sale.

 


23

Si vuelan las palabras


Si vuelan las palabras y como aves vuelan

y se agrupan y chirrían y como gritos suenan,

es que un poema se ha cruzado en el cielo,

y puede despertarnos y hacernos volar con ello;

porque volar es seguramente amar con versos,

llevar este dolor y el grito con su miedo

a la vida que se cruza contraria a lo poético.

 

Un circulo sagrado compone cada cielo

y se cierra y se acaba en la mirada sola.

Qué cerca y bondadosa recuerdo tu mirada,

para este ramo encendido de mis pequeñas flores,

te lleguen sus olores y se queden en tu espejo.


Mira, desde lo más fácil del alma escribo este poema

cuando una música tan tuya lo acoge con ternura,

y lo lanza con tus notas y lo inunda de tus vuelos,

con ecos de tus gritos, con ayes de tus miedos,

como un vuelo inaudito de madrugadoras aves

en un cerrado cielo.

 


24

El agua de la Alhambra

 

¡ Qué bien se oye  y bien suena el agua de la Alhambra,

que nace entre azucenas y canta pronto una zambra!

Cuando cae mira al cielo,

cuando pasa, apenas pasa,

bajada por los senderos,

de barandillas y cauchiles,

pasamanos de labranzas,

cantos de su agua hermosa,

tan perfumada y descalza,

tan profunda y juguetona,

 olvidada y encontrada,

al sol su rostro en las fuentes,

en blancos aljibes ocultada,

enmarañada en los bosques,

serenada en las estancias,

enfilada en los palacios,

por los montes encabritada,

como el sueño de sus ríos,

que, olvidados de ser ríos,

entre sus bosques quedaran.

 


25

Las palabras del pueblo


Si el pueblo canta y lo hace de verdad parece mudo,

como una verde planta se enreda en sus silencios,

entonces, casi Dios, sobre todo si sufre, se hace sabio.

Porque cantar no es levantar durísimas campanas

que sólo llegan bien a las manos del obispo,

ni tratar de estar alegres, sino decir verdad.

 

Un dulce vino rojo se enciende como pliegos

de incandescentes astros de un firmamento interno,

y calentando cae por sus verdades íntimas

con perfumadas ondas de vegetal unción.


¡ Abajo la tristeza, que cante siempre el pueblo!

que la verdad se anima y sale luego a golpes

con amoroso son.


No es música ni palabras, sino verdad tan solo,

ni un poema ajustado, pero suena a canción.

 


26

 

El arpa de Santal

(2012)

 

Victor Santal es un músico de arpa,

por las calles de Madrid.

Por las calles de Madrid hay un arpista

que llena de música la vida porque es artista,

viste de juglar oscuro, gótico esmero,

y se asienta en los Reales con su trasero,

serio y osado canta el hermano

la buena música al ciudadano,

buen arpista de negro nos encandilas

cuando frente a Palacio pones las pilas

y con reguero de claves nos espabilas

agolpando a la gente en muchas filas.

 

Ovación al cantor y a su sombrero

por hacernos el favor de su reguero,

por la música gratis en buena hora

paseando las calles linda y sonora.

 

 

***

A Santal

"El aire se serena

y viste de hermosura y luz no usada"

F. Luis de León

 

 

Del arpa de Santal salen escalas

  de sus notas brillantes chispas de estrellas,

ríos de cristal, hermosas cabelleras,

danzas arcanas, vestidas de doncellas.

 

Bandera del medievo, arcos de punta,

fuentecilla esmerada, claro escogido,

ojos de la amada, jardín unido,

escudos de metal, lances de justas.

 

Juglar de la armonía al sol sacada,

de la música extrema, embellecida,

en su jaula de oro, fuente salida,

 gozan los dulces aires su alegoría.

 

Al viejo modo lo nuevo se renueva,

suena más clara la luz del mediodía,

vuelan sobre castillos nubes que irisan

y en el azul radiante al baile invitan.

 

Al lado de lo mío oigo un buen sueño,

con alas de cristal, del arte dueño;

al lado de mi vida hay otra vida,

que suena más hermosa, mejor medida.

 

Los ruidos de la calle, sirenas oscuras,

forman guirnaldas grises sobre la acera,

en la cintura del humo su música viajera

arrebata a la ciudad con notas puras.

 

Ay, corazón que andas por las calles,

amiga de la música esta alma mía,

bajo los cielos pintados, oyendo tu armonía,

¡  qué bien suena el arpa callejera! ¡ nunca la calles!

 


27

 Nada en domingo


Que nada de lo dicho lo diga luego en mente,

de nada la ocasión en medio del domingo,

mariposee por turbio en su cristal insípido;

nada que ha dicho esté de vuelta en la página vuelta;

si el cartero que llama una y mil veces,

troceó la vida de tiempos inservibles,

de acompasadas muertes,

escribir no es morir cuando se escribe muerto.


Un seco calor de agua baña el domingo;

bórrame memoria aquellas horas largas

de números inexactos enseñados a sangre,

tan pronto el precipicio de la rutinaria estera,

soñar en los brazos del sueño, sueño en el sueño,

hasta pasado mañana por lo menos, mañana no,

si estoy de fiesta.

Besar para olvidar los besos domingueros,

letal la tarde que la noche inicia,

si la canción mascada se sienta oblicuamente,

con los pies mojados por la lluvia, enfrente.

 


28

Los relojes parados


Caracol de mi sombra, la línea azul se pierde

en las címbricas escalas de mi soprano sorda.

Vuelan los pétalos caídos de la flor luminosa,

en un punto la luz ha parado el reloj.

Pisando las prisas las multitudes salen,

los trenes los han traído con silbidos in crescendo,

ad libitum del aire se repite su olor.

El mundo sigue siendo a ratos como bello,

si cada andadura está ya caducada,

si la felicidad se guarda en cajas olvidadas en la estación del tren

o si paramos al pronto los relojes del miedo

y nos unimos todos bajo un mismo sol.

 


29

El poeta de las checas


Arrebol del aire, la palabra se quema,

como a todas las palabras el viento las lleva;

sus cenizas derramadas como lejanas nieblas,

hojas de un libro unidas, reposadas o quietas,

apiladas en los rincones oscuros, sin espera,

lo que se dijo porque se dijo, como si no dijera,

lo que no dijo como si se dijera,

todo huye, todo se aleja,

el eco cambia de alma cada vez que suena,

todo queda atrás, todo atrás no queda,

a todas las palabras

en los rincones el aire las quema,

a todas las lleva el aire, a todas las lleva.

 


30

Nada


Todo se ha dicho por decirlo sólo,

no puede ni debe contarse, el sinsentido ser

de las palabras dejadas en los rincones,

en escaleras que no suben a ninguna parte;

abajo, oscuras, ni nacidas ni muertas,

como un arroyo detenido sobre el barranco,

como las fuentes que borbotean en los fondos.

Nada. Nada se ha dicho por decirlo solo,

aunque nos suene a nuevo, todo está por decir.

 


(2012)

31

Cuando duele amar

 

Se me viene un  poema que sale sin palabras,

que no sabe lo que dice ni qué decir,

que habla por que habla,

que solo piensa en ti;

se me suelta un poema a modo de las lágrimas,

como el llanto y la pena, no lo sabe decir,

 en el cuerpo me duele y me duele en el alma,

que solo piensa en ti;

se me suelta un poema que es una plegaria

que digo entre los dientes, sin decir,

la rutina del cuerpo que desgrana palabras,

que solo piensa en ti;

se me suelta un poema dotado de la gracia,

que baila con la música, ( es un decir),

un poema que cambia el mal por su charanga,

y olvida que no olvida, que solo piensa en ti.

 


32

Canción de un hombre solitario

 

Yo soy del coro de hombres que hablan solos,

que solos se pasean y solos van a dormir,

tan solo estoy que hasta estarlo me da pereza,

mucho me pesa echar todo mi peso en mí,

a veces busco y escudriño de otro modo

por si aflorara un amor para mí,

mas pronto vuelvo a mi soledad cantada,

mejor estoy solo que mal acompañado, ¿ a que sí?

 


33

Espinos y alambradas

A los que vienen y mueren en las pateras

 

Erial del amor, noche de espinos,

tu corazón lastrado por doce caninos,

doce figuras dulces, llenas de alba,

doce manos abiertas de lirios y agua.


Veo en tus ojos verdes ramos de estrellas

y es la corona al viento tu cabellera,

vistes vientos suaves y entre tus trenzas

caen cascadas de luces, guiños de seda.


Ara de los vergeles, dame tu abrazo,

que quiero morirme pronto en tu regazo;

dame tus pechos y dormiremos juntos


en esta noche triste, como difuntos,

que el alba llegue y nos encuentre Aurora

unidos en un solo cuerpo y el alma sola.

 


34

Nunca te hice un poema


Escribo en el contramuro, el contrafuerte, la tinta indeleble,

el hombre transparente, tin-tin y la nada, corriendo más que yo,

escribo para leerte, para saber de ti,

para seguir huyendo, escribo por huir;

desde lo más remoto mi alma se complica e implica

en lo que siente rotura del cristal que la protege, excelso,

y por esta herida fluye sin cesar, corriendo, corriendo

como un río a galope, cuesta abajo, a la aventura,

nunca te escribo a ti, me escribo para seguir viviendo,

por seguir...

 


35

El patio verde granadino

 

Una cosa es segura, yo me pierdo

en la amplia geografía menuda, extensa,

del interior de mí, de mi pereza,

en que al buscarme a mí nunca me encuentro.

Pasajero de mí, en mí navego,

por nada tengo al mundo mío de lo íntimo,

extraño soy de mí, pequeño, ínfimo,

sin referencias en nada, tal me mantengo.

Algún día, una vez, extrañamente

de abigarradas nubes ocultado

un rayo de luz de mi interior he sacado

que me sorprendió a mí igualmente.

¿Seré valiente el día en que conmigo

trocaré en nada toda duda y levantando

la voz de mí no me dé por vencido

y al alma tuya dé mi voz de enamorado?

 


36

El mar

 

Hoy, por fin, he visto el mar,

pasó por la televisión,

brillaba fúlgidamente,

 sin las barcas, sin las olas, sin el olor a mar,

como un dios vestido hermosamente,

he pasado mi vida sin saber del mar,

 había llamado mar a las cosas marinas,

y no es así,

solamente brilla como un dios, extensamente,

de un azul bellísimo, apenas marino, más bien celestial.

 


37

La vida es un baile


No se me olvida el baile de una música

que dentro de mí bailaba, de las palabras

que yo unía para ti y tú las desatabas.

Yo nací cantando y por cantar nací,

fue así como aprendí a querer

y fue pasito a pasito como aprendí a vivir,

para volverte a ver, para volver,

he de bailar un baile que la razón no vuela,

pues sólo el amor es capaz de unir

lo que en la larga vida siempre será mi espera.

 


38

Las columnas del orbe

 

Sobre las altas colinas reposa la creación,

sobre la alta mirada sube la estancia,

mucho más alta,

vuela la imaginación sobre la recreación,

queda el alma serena, llena de amor,

mucho más alta

descansa la vida plena y luminosa ensueña

al gran universo que el universo ensancha...

mucho más alta,

a tu belleza, su gran belleza gana,

sobre las altas colinas, otra es más alta.

 


39

La vida siempre estuvo cerca

 

Mi vida es un reproche,

hay veces que miro atrás y estoy de cuerpo presente,

un río de amor ha discurrido sin que yo lo sienta,

llamé amor a mi asesino y hermano a mi devorador,

he sido para mí plenamente el peor impostor.

Me llora el alma del gran hombre oculto y acabado,

la buena prosa hablada con que se escribe el amor.

He dejado pasar a muchas muchachas para mí pintadas,

sin volver la cabeza, ni seguir su sombra.

Nítidamente entiendo que he perdido el tiempo,

la verdadera poesía es algo que ocurre raramente.

 


40

Quiero que me nombres en esta tarde

 

Yo quiero que te siembres en esta tarde,

y que, al posar tu cuerpo sobre mí, desnudo,

sobre mi pecho escribas con tus uñas afiladas

el instante más duro.

Quiero que me nombres y que mi nombre suene,

que se llene la tarde de mi nombre, tuyo,

quiero unir mi deseo de amor a tu deseo,

que me tengas también, que estoy cansado,

y deseando recibirte al otro lado del mundo.

Quiero ponerme serio, grave, rudo,

dejar que mi barba te escueza y que te arañe,

quiero notar la suavidad de tu piel,

quiero en ti como hembra desearme,

vaciarme del todo, que estoy acumulado, y de una vez, amarte y desamarte.

Me tienes paliativo, errático, trasunto,

me tienes fornicado, hurtado, moribundo,

estoy, por ti, levático y cornudo,

posa tu pelo de seda, inconstante y rubio,

sobre mi vientre, mi necesidad y mis muslos.

 


41

El viajero

 

Por la esquina de una calle viene un hombre,

tanto se parece a mí que podría decir soy yo,

es un  hombre despojado de muchas cosas,

más bien diría que no es un hombre sino una pintura oscura,

borrosamente oscuro, con una gabardina pálida,

 se adorna con un sombrero como yo nunca lo hice,

tiene mis años, pero desprendidos, como si no se notaran,

camina tan seguro como un cinematógrafo, mi viejo idilio,

y hasta en su delgadez me recuerda mis viejos tiempos,

sus pasos se pierden lejanos en el hueco de la tarde,

la soledad se viste de acero y se difumina como pintura negra

bajo el acero real de las nubes grises.

 


42

Libertad

 

Libertad, dame tu nombre escrito en mi desnudo,

tu sol de oro y tus manos suaves, dame tus alas

 para dedicarte la calle de mis venas y el mausoleo de mármol

de la plaza redonda de mi gozo.

 


43

(2007)

El patio

 

Una fuente me suena y es poesía,

reguerillo de un amor que está sonando,

chapoteo de palabras y de sueños

enredados en las lunas del mosaico.


Canta su agua ligera, entre los mirtos,

entre las verdes sombras sube su canto,

claridad del sol y de las aguas,

chorrillos de un amor que está cantando.


Le perfuman los cipreses y los arrayanes,

le dan carne los barros de los patios,

y los arcos prendidos de la arcilla

le sostienen primorosos alabastros.


Patio tan andaluz, cortado al cielo,

suspiro de un amor que han desterrado,

por la amplia geometría de la belleza

su mirada de tristeza se ha quedado.

 


( 2015)

44

La canción del amor

 

¿ Por qué amor se sienta al lado de un arroyo

y ve el agua correr suave y callado

y el corazón lo ahonda con mentiras

si sabe que no amó ni fue amado?

 

¿ por qué suspiros y cielos empedernidos

que en la sutil esencia cual pintados

subliman en lo excelso lo cantado

si saben que no amó ni fue amado?

 

¿ por qué la duda, la magia de la afrenta

aquel dolor hermoso del pecado

la sinrazón de tenerse enamorado

si sabe que no amó ni fue amado?

 

¿ y por qué la multitud gozosa

en plazas y tabernas alborotando

cantando todos la última canción

si sabe que no amó ni fue amado?

 


45

La mujer de mis sueños diurnos

 

En blancas sábanas el cuerpo desnudado,

soñando en poco y en lo mucho amado,

así es morena, su cuerpo a mi lado,

que espera mío su amor despertado.

 

¡ Despierta hermosa que al verte te hago mía!

a pleno día eres bella y la mejor poesía,

por la virtud de mostrarte me alzaría,

desnudo del todo a las claras del día.

 

Como el sueño en la mujer gozada

para el amante una mujer tan bella,

si además de querida es desnudada.

 

Así la quiero mía, como centella,

enciéndeme al instante mi bien amada

¡ y por mi vida, que mi vivir es de ella!

 


46

El enamorado madrugador

 

Necesito ponerte y que me pongas,

corra por mí el agua el arroyuelo,

alce mi prima el ojo de su abuelo

y métase mi prima en las mondongas.

 

Necesito abrirte y que me abras,

abras por mí tu dicha y la disfrute.

goce de ti en lo que más te chute

y mi campo are lo que en tu campo labras.

 

Te necesito amor, estoy contigo,

a tu lado encorajino y tiemblo al verte,

daría mi vida solo por tenerte,

 

quiéreme más a mí, como te digo,

los dos gozamos más y yo al beberte

si entre tus brazos muriendo sigo.

 


47

El ajo arriero

 

A veces el escribir es un deleite

cuando te escribo a ti enamorado,

cuando revivo mi verso desatado

y mojo el pan en delicioso aceite.

 

Y más gustoso me pringas con tu afeite

que más bella te luce y mejorado

redobla amor en mí multiplicado

el gusto de gustarte mi ajiaceite.

 

Soy más basto que el ajo de arriero,

más duro el pedernal de mi pecado

y más dureza cuanto más te quiero.

 

Eres tan bella, tan linda, que me muero,

no lo digo por decir mira qué ahorcado

está el palo de la horca, después de fiero.

 


48

Las tres graciosas venus

 

Las tres gracias encuentro y me alboroto

llegan al pecho y en el pecho cantan

como lo bello que a lo feo espantan

desnudas de verdad para la foto.

 

En un claro del bosque donde el loto

aflora blanco entre cañas que levantan

las doncellas desnudas soliviantan

mi desnudez vestida que me froto.

 

Oh gracias tan gentiles, mullidas, lindas

cogidas de los dedos en la luz pintados,

oh culos tan regordos regalados

de hoyuelos primorosos, cual celindas,

blancas y carnosas, sobre prados

verdes y celestes para mí encontrados.

 


49

Las grandes contradicciones

 

Estamos acostumbrados a ser llevados

por gentes sencillas de gran corazón,

pero que tienen tal lío en la cabeza

que nunca nos llevarán bien si no es a la locura:

gentes que dicen amar el bien y aman a los malos,

que se dicen decentes e inclinan la cerviz a los indecentes,

que se dicen limpios de corazón y solo miran a los indeseables,

esa buena gente tiene su lucecita en nuestros pechos

y alguna vez tuvieron nuestras lágrimas deslizadas como centellas,

pero solo nos llevaron a locura y la locura no tiene cura.

 


EN LA MESETA

Campos del Jarama

 

50

Río Jarama

 

Hondura de lo llano y de lo excelso,

de sombra cana, camino plateado,

río que ríe en clara luz pintado,

montaña en el azul, rojo montado,

cañas de plata, vides de hierro,

canta sonora voz en los jardines,

inalámbrica musa, ruidos del viento,

caído el oropel, sobre sus crines

vence la luna itálica de porcelana,

castellano hilo, tela tan blanca,

echada a hebras, pero a su modo

baja sonante el río con pies de plomo,

en riadas hermosas de su mirada

da sus piedras doradas, musgos comparte,

como el joven guerrero de Santillana,

tan suave dentro, mi acompañante

de mis mejores años y de mis tardes...

 


51

Campos del Jarama


Recodo obscuro sembrado de humedades,

sonoros caños bajaban ensoñando

campos de olivos, entrambos, y cantando

sumaban luz sembrada en las edades;


camino mío callado en claridades,

perfume a tierra en la que fui labrando

mi ser, mi alma, mi tiempo, acompañando

la paz sonora, un mundo sin maldades.


Campos de luz trabados en la añoranza,

moradas tierras y montes suavizados,

vides de oro y vientos de templanza,


que aún esperan momentos allegados

y en la colina, amor, y en su bonanza

recuerdan hoy a dos enamorados.

 


52

El pastor del Jarama


Como una espada de plata

saca su brillo el sol,

así baja el Jarama

por dentro del corazón,

riachuelo de virutas,

sonajero de risitas

que baja sereno un día

y otro baja con prisa,

llégate conmigo al lado

y enséñame blancas tus rutas

hechas de almendros y olivas

y viñas en casas de putas,

que soy pastorcillo amante,

el que cruza tus riberas,

tengo ojos de diamante

y amo dulce como fiera.

 

Por el lomo morado,

henchido y lleno,

bajase un sol de costado,

con los luceros.

 


53

El pastor escayolado

  

Verano del río,

su sonido de fuente en remansadas ondas,

haciendo círculos,

los peces pelean entre ellos por aturdidas moscas,

Virgilio se recrea

en la mano fresca del viento,

 

 

-       y qué te dijo ella

-       que a las siete no estará su marido:

                   tienen otra finca, en el límite de la provincia.

 

-          mientras el marido trabaja el campo, tú trabajas a su mujer; y eso que tienes el brazo escayolado.

-          (mueve su brazo blanco, con orgullo) y qué, esto no impide nada, a ella le gusta más así. ¡ Está engolfada con mi vicio!

-          ¿Y la de la casa vieja, hoy también? Un día sus maridos te van a moler.

-          A ésa no le toca hoy: sólo la paso los miércoles y los jueves, cuando él se va a la feria. Hay que aprovechar el tiempo...

-          Pero siempre con casadas...

-          Y qué, mejor lo saben.

 

       

Las ovejitas chirrían sus dientes a favor de la yerba,

pudiera parecernos que mascullan cómplices

que el buen pastor acerca su rebaño,

a la orilla de las casas placenteras.

 


54

La Sierra de Madrid

 

Bajaba melancolía

 Por la Sierra de Madrid.

 Como gotitas de anís

 Resbalaba espesas nieblas

 Que despacito caían

 en lo ido y por venir.

 

 En esto que un pastorcillo

 De los que andan despiertos

 Viola de llegar así.

 Alegre quitó sus velos

 Y la besó en todos ellos

 Y la hizo sonreír.

 

 Después salió el Sol,

 Tal su costumbre,

 Cuando tuvo que salir,

 Como generosa lumbre

 Que empina la alta cumbre

 Y la hace relucir,

 A modo de un  pastorcillo

De la Sierra de Madrid.

 


55

Madrigal a Madrid

 

Arroyo que a pedregales viste de oros,

patria entre montañas, luces intactas,

voces que entre los pájaros suenan a flautas,

campos de romerales, agua muy clara;

olmos sobre las sombras de las riberas,

aires sutiles y frescos entre las jaras,

castillo que las edades no han rebajado,

nubes que en sus alturas se hacen más blancas.

 


56

Manzanares

 

Manzanares río de las pocas aguas

y de mis muchos amores,

donde navegan mis versos

vestidos de embajadores.

 


57

Madrid

 

Preciosa, cuando vengas a Madrid será mi día,

los rayos de mil soles verán tu encuentro,

esplendoroso el mundo desde adentro

lo llenarán tus besos y tu alegría.

 

Conocerás mi prosa y mi poesía,

lo que es amar del todo desde el centro

la puerta del sol será epicentro

de tu mundo de verdad y de armonía.

 

Madrileña fetén, gloria del mundo

que paseas tu belleza con donaire

mírame graciosa con tu aire,

 

siente por mí desde lo más profundo

el placer que desprendes al socaire

y lléname más de amor que en tu gracia abundo

***

FIN DE LA MESETA


58

El amor es un monte Olímpico para los dioses

 

Tu cuerpo es monte cálido al que me arrimo

subo por sus riberas de curtidores,

abro la flor de loto de sus candores

beso en cada miasma con todo el mimo,

 

te quiero por ser constante y así me animo

a más quererte más, mi bien de amores,

tu nombre me ha sacado los colores,

vivo pendiente de ti y me redimo.

 

 Verdad del mundo que ante mí ha pasado,

 pues pasó amando la mayor de las veces,

llenó de amor el mundo y lo ha colmado,

 

rebasa amor, mientras, si no falleces,

pues todo es gozar de enamorado,

 tiempo que no me amaste: estupideces.

 


59

El tiempo de un enamorado

 

 Cuando reí, cuando pasé por fuera,

cuando mejor estuve y fue contigo,

cuando quise morir, y aún prosigo,

cuando perezca al cabo y cuando fuera.

 

Cuando estando tan solo no tuviera

ni ganas de abrazarte como amigo,

cuando me encuentre mal, como un castigo,

cuando me muera dentro y no me muera.

 

Cuando me escriba versos de la muerte,

cuando estando ya muerto y acabado

me asome con mi alma para verte,

 

será tiempo de amor si en lo callado

de lo más mío de mí, y por tenerte,

clame por ti mi voz de enamorado.

 


60

Paré por verte Deseada

 

Parose el tiempo por mirar sus días

y parado se quedó ya para siempre,

el que mira el ayer tan de repente

el ayer se lo traga para siempre;

yo me paré a verte, Deseada,

y la vida paré para tenerte,

el que mira el ayer tan de repente

el ayer se lo traga para siempre;

y luego de tragado y de venido,

llegué a más y me olvidé el presente,

el que mira el ayer tan de repente

el ayer se lo traga para siempre;

tragado estoy, soluto y digerido,

solo soy yo en lo que quiero verte,

el que mira el ayer tan de repente

el ayer se lo traga para siempre.

 


61

Poema de la rosa

 

Una rosa no es rosa si es la rosa,

si su fragancia suena más que huele,

si se describe rosa, si no vuele

parada en el jardín de cualquier cosa;

 

una rosa no es rosa si tú me quieres,

si me devuelves el aire de tu esencia,

si te haces de rosas a mi querencia,

si me regalas rosas, y me prefieres;

 

jamás será la rosa la simple rosa

que acaricia mi alma con su arrullo,

ni la rosa será el amor tuyo

cuando te miro exánime desde mi prosa;

 

que mi rosa es poema desbaratado,

todo lleno de amor y rotas hojas,

rosas de mi dolor, en flor sacado,

perfumado jardín de mis congojas;

 

y la rosa eres tú que andas y picas

con tu pasito en flor de enamorada,

la rosa es el manjar con que salpicas

mi alma loca a tu alma atada.

 


62

Poema al hombre, ahora que se le ataca

 

Un hombre, al fin, tan rudo de modales,

tan pronto en el requiebro y en la voz,

alzando con sus manos el aire también duro,

miradas de diamante, bajuras de tenor,

mi hombre hombre, teñido por la hombría,

por la palabra justa y por el desamor,

con su pecho cubierto de su osada manía

de hacer temblar las rosas tan llenas de pudor,

con brazos poderosos y poderosa frente,

voluntad de hierro, de prontos, de pavor,

seguro que mancilla lo femenino al diente

que en blandecidas fuentes manan alrededor,

hombre hombre, desde que fue un niño,

machote por los riscos del mariquita amor,

con pecho de un arcángel y recta su manía,

pureza de los montes, de lo viril clamor.

 


 

63

Árboles

Árboles, árboles, miles de árboles,

que la palabra aún no ha oscurecido,

en la clara luz, esencial, del sol,

sus verdes hojas de mil colores hechas,

sus vuelos estremecidos, sobre el flujo de los ríos,

en praderas azules el cielo de sus copas henchidas,

posadas sin peso al paso de las brisas,

¡ oh sueño inmortal de los árboles en el universo!

que perfuman el aire y al agua dan sus vestiduras

suntuosas, orillas de la tierra confundida en su vuelo;

árboles, árboles aún posados en las riberas

en el límite alto de la mirada, como centellas

del fuego frío de la creación, recreándose en los árboles,

la sinfonía de los colores verdes, la esencia de la música

suena como una inmensa pradera llena de verdor,

árboles, árboles que suben los cielos de su pureza

en la tierra hundida, apurando la economía del mundo,

las flores y los frutos, sus perfumes y sus sombras,

nervios de la vida, que respiran con sus pechos llenos

de árboles, árboles, miles de árboles, más que de estrellas,

más hermosos y rotundos en el paisaje,

a su costado, yo sueño el más justo de mis sueños,

como hijo suyo caído de sus copas, árboles, árboles...

 


64

El sol cuando amanece

 

Ardiente sol que en la montaña luces

tu disco alegre de radiantes brasas,

canícula estival que en la tierra abrasas

con paso inmortal que en rigor conduces;

 

brillante espejo de tu escudo aduces

lo más de ti que en el albor enlazas,

dorada siembra, irresistible, pasas

con fúlgido fuego de esplendentes luces.

 

Borra el cielo su azul en cuanto piensas

en tu bella tierra a la que enamoras,

eres su reloj sin pausa y sin horas,

 

y en los sutiles rayos, en paz, comienzas

a unir tu rostro y tus llamas intensas

con que, enamorado, a tu amada adoras.

 


65

La rana

 

El silencio aporrea la puerta del cielo

y el cielo insiste, insiste, en venir cada día,

cada día me solazo pensando en ti, vida mía,

desde hace muchos años, yo también insisto

aunque de ti sólo venga el silencio

y el silencio aporree mis ventanas para que yo te mire

te mire en mis paisajes de adentro,

aquellos que son oscuros como los ojos de un ciego

y me pongo ciego aporreando la puerta de tu paraíso,

que está vacío, que está muerto, que ya no existe,

te lo llevaste jugando a la otra parte de la vida

y solo puedo visitarlo como un turista en mi tierra,

te lo llevaste todo, hasta mis ganas de sufrir,

lo hiciste como la brisa que nos roba el cariño,

suave y acariciadora y con la otra mano se lleva la felicidad,

como lo hace la belleza que suele huir de nosotros,

como la propia riqueza que siempre fue esquiva,

no sé por qué digo esta cosas si tú no oyes

y por qué parece que te las digo a ti, que nunca me oíste,

croac, croac, la rana salta al charco y lo hace en inglés

para que nadie la entienda.

 


66

Los pájaros del zarzal

Montejaque

 

Tus ojos se perdían como un enorme zarzal

de ramas intrincadas de pinchos y de polvo,

venían los gorriones, siempre valientes,

y se enredaban ágiles en las ramas poderosas,

saltaban las espigas y las flores del zarzal

junto a unas moras olorosas y gordas

que incitaban a comerlas desde la prohibición,

tus ojos estaban cerca como el zarzal y dolían

con tus espinas y los alambres oxidados,

abajo el río cantaba y gemía

no era un canto era un quejido de hierro,

las tierras rojas sobre las rocas blancas,

se oía un canturreo y era un lamento duro,

contenido de lágrimas, a veces con sus frutos

caídos de la huerta, las ácidas manzanas,

flotaban sobre el río, tu duro corazón,

flotaba en el zarzal con tus moras gordas

dulces y maduras también prohibidas

y yo partiéndome el pecho por ti,

mi paso tieso, mi pena endurecida

y tú, lejana y alta, esquivándome en tu vientre

que cantaba poderoso un hijo que no tendrás.

 


67

Los rincones del amor

 

¿ En qué lugar del mundo queda el alma,

en qué lugar del alma la canción,

por qué canté y di mi alma al mundo

si el mundo ni me oye ni cantó?

 

¿ Por qué busqué el silencio y el olvido

y hallé tanto el sosiego y el dolor,

por qué amé si amando he perdido

por qué he sido otro siendo yo?

 

¿ En qué lugar quedaron mis rincones

qué había buscado para tener mi voz,

tan huecos, oscuros y ocultados

sin gentes, sin ruidos, tan sin Dios?

 

¿ Seremos dioses los que a divinas fuentes

palabras musitamos y olemos su olor

cuando enfrentamos tiempos y al hombre desterramos

para morir tan solos, tan divididos en dos?

 

Fragancia del lugar, macabra era

donde las gentes juegan con su devoción,

se oyen ruidos en las grandes fiestas

mas nadie sabe lo que el amor calló.

 


68

La llama amorosa

 

Ya liba de azul el sol dorado derretido

y sobre la mar vuelan las alas de la espuma,

a por la miel van las obreras aguerridas,

en campos del amor bullen premuras.

¿ Dónde estás tú, mi amada, llamada antes

que en la lejana aurora sangrara el sol?

Pues todo ama y es amor, mas yo estoy solo,

la soledad me pesa con su carga repleta

de manzanas mordidas toda una noche entera.

Ya llama Primavera y yo no puedo oírla,

echado como estoy sobre la misma espera.

 


69

La novia in marchita

 

40 años de novia y al fin me caso,

de blanco como las aguas del mar por la orillas,

más vieja es el mar que mi poesía,

no más tranquila,

más suspira el mar, mucho más se agita,

cultiva algas moradas con peladillas

y siegue siendo el mar, la mar, cosa magnífica.

 

Más de 40 años de novia y al fin me caso,

me caso como hicieron los antiguos,

sin luna de miel, ni paisajes, ni fotos,

sin comerme los postres de toda buena boda,

sin algaradas, ni nubes de arroces,

con los pies en la tierra y por delante,

( podría aprovechar para morir también)

 

Más de 40 años, cómo pasa el tiempo,

quién lo diría si ayer mismo empezó mi noviazgo,

tendremos que adoptar un niño,

niño yo te adopto y te adapto a dos vejestorios,

a dos lunas de miel de miel hurgadas,

a dos colinas blancas sin ningún picacho,

en fin que no me he muerto del susto pero casi.

 


70

Don melón

 

En carroza de esmeraldas en el huerto

un melón de la tierra meditaba,

su barriga de oro se llenaba

y él tan dulce quedó como tan cierto.

 

Perfumado como a pan recién abierto,

manjar de lo aquietado condensaba

un tiempo delicioso se entregaba

jugoso, elemental, contra el desierto.

 

Lo tomaron por tonto y es mente sola,

sin piernas, sin nariz y sin miradas,

elipsis primordial, gran universo.

 

Sorpresa que da la huerta y trae cola,

primo de los pepinos y confitadas,

si olvida a su familia y hace un buen verso.

 


71

Los paisajes y mi amada

 

Me gustan los paisajes, esa manera

de ser jóvenes aún y todavía

ese rutilante ser, esa armonía

que en calma irisan desde afuera.

 

A sus colores combinados y a la esfera

que partida en el mundo hacen vía,

corredor bajo los cielos con poesía,

naturales, embriagados, en espera.

 

Me gusta verlos y estar acompañado

de la hermosa mujer a la que quiero,

y a la que doy mi cariño, enamorado.

 

Paisaje y campo por cuya luz me muero,

frutos me dan a mi pecho exaltado,

y todo el amor del mundo verdadero.

 


72

Soneto de la nieve turbia

 

Tiemblo al verte y al desearte,

como la luz temblorosa encandilada,

turbio mi rostro roja la mirada,

pudoroso por ser y por amarte.

 

Agua que corre y quiebra con el arte

por oscuros senderos de Granada,

camino sin retorno, ciudad amurallada

en los contornos del ser y recrearte.

 

Oh murallas de la nieve templos malditos

que os enfrentáis a mí y derrotáis,

vertientes de los miedos rotos los gritos.

 

Por cuanto en muros blancos ocultáis

el oscuro mundo de los pechos infinitos

y me postráis, rendido y puro y me dejáis.

 


73

Lección de Anatomía

 

Dentro de mí a montones con mis huesos

las venas retorcidas se hacen jirones,

tragan saliva, el alma en nubarrones,

sacude el mundo un temblor de tentetiesos.

 

Todo es ritmo y canción, besos y besos

en alambique amor y en los tostones

picores de sabuesos y gorriones

las carnes sacudidas por excesos.

 

Mi esqueleto de grande calavera

a la vera de ti, estando juntos,

como alfombrado mar, como la era

donde el amor nos quiere y como yuntos

rumiadores de yerbas en salmuera,

amorosos del todo, quietos, difuntos.

 


74

El amante arrepentido

 

Si digo que te necesito, aun no lo creas

es porque sin ti ahora ya no vivo,

me olvidé de vivir, amándote y escribo

sin saber ni escribir por que me leas.

 

No sabes tú quién eres y aunque me veas

que parezco exagerar de amor obsesivo,

para mí eres tan importante que no concibo

más que vivir contigo, seas como seas.

 

Vuelve a mí que el aire se me espesa,

 la vista se me nubla y el alma aprieta

un dolor insoportable que me apresa.

 

Yo te pido perdón y no es por treta,

me duele haberte amado con mala cabeza,

aunque no lo merezco, perdona a este poeta.

 


75

De lo vivido a lo contado

 

Detrás del cogote y en la nuca

se acuna un escritor de mis modismos,

no exagero si digo que en los mismos

vive un ser que en mi mente se acurruca.

 

De allí me salen, detrás de la peluca,

ideas malsanas a modo de verismos,

fatuos me son también son los abismos

los canutos del ser de mi casuca.

 

Aún siendo corta la testa que ahí escribe

largo os habla del infinito, osado,

y cambia la verdad de su pasado.

 

Que en esto de escribir lo que se vive

 hace grande lo corto que revive

y da por hecho lo que no fue dado.

 


76

Soneto de pie quebrado

 

Gracias le doy a quien me hizo,

por hacerme delgado y hasta hermoso,

por aquellas mis piernas de goloso,

y por darme el pensamiento de su hechizo.

 

Gracias por la juventud que memorizo,

por las ganas de vivir antes dichoso,

por la alegría interior y el mundo de coloso

que me dio cabida, amigos y cuanto quiso.

 

Por todo cuanto fui en buena hora,

y sin querer, alegre disfruté,

entre mis sueños y la realidad sonora.

 

Por la buena música y la poesía que amé,

por la mujer a la que hice soñadora

y por cuantas cosas acompañan y acompañé.

 


77

A tu paso me llevas

 

El goce con que miro y me divierto

viene de ti al verte enamorada

pasa sin tiempo en la mujer gozada

entra en la mar serena de tu puerto.

 

Te quiero verde como el poeta advierto

con locuras de tu agua acostumbrada

a pasar por mi lado meneada

con caderas y rumbos de tu aserto.

 

Como mar, como agua, por sediento

en la frescura del calor viene mi amada

me ata su yugo el beso que presiento.

 

Bebo sin descansar y aún no gozada

en mí la siento mía y si me miento

la mentira es verdad cuando es gustada.

 


78

El soneto corto

Cortito me hizo Dios de un solo trazo,

ni piernas ni cuerpo dio para mi abrigo,

termino antes que empiezo y no prosigo,

primero llego al suelo de un batacazo.

 

Tan corto me hizo Dios que me lo digo

¿ no pudo hacerme entero y no un pedazo

y aún siendo esto grande, mejor retazo,

pues corto soy si empiezo y no me sigo?

 

¡ Cómo crecen las gentes a mi lado!

aún las mire de frente soy más bajito,

no les llego al cogote ni aún empinado.

 

Y en cuanto a las doncellas, no soy chiquito

de abajo, presumo de enamorado,

pues corto soy de talla no de palmito.

 


79

A la morcilla que el hortelano colgó de un árbol

 

Esa finura alzada en el árbol colgada,

tan negra, oscura, gusana sometida,

esa altivez malsana y atrevida

en el huerto que adorna ilusionada.

 

Sangre y comida es más que gozada,

por un guarro gritón que dio su vida

en una fría mañana y removida

del lebrillo salió por ser asada.

 

Bien sonante canción de especias suena

en las notas y escalas del gusto fino,

oh morcilla sutil, untuosa, buena,

 

tu cebolla, piñón y hasta el comino,

da la cumbre guanorra, y entrando llena

en la boca deshaces, oh flor, tu buen cochino.

 


80

La mujer

(2016)

 

Qué mágica la mujer y esplendorosa

cuando aparece al pronto y nos arroba,

nos deja el alma rota y la mirada boba

asombrados de tanta belleza la que goza.

 

Qué lindos sus contornos y lo que posa

recogidito en su lecho de caoba,

roja del todo, que en suave seda soba

guardando su virtud pecaminosa.

 

Me aturullo, me empalmo, me encamino

sin saber si me subo o me bajo,

me hago un lío tremendo y supino.

 

Quiero estar, quiero ser, quiero el trabajo

de gozarla y quererla y como el vino

cuanto más bebo de ella más me viajo.

 


81

El hombre

 

He crecido sabiendo día a día que soy pequeño,

entre las grandes cosas y enorme edificios,

las carreteras altas sobre los curvos puentes,

la enormidad me cubre con su abismo en mis pies,

hasta las mismas gentes me hicieron más pequeño,

he crecido hacia abajo, el gran mundo redondo

que desde los cielos gira, me hace aún más pequeño, disminuye mi ser,

se crece cuando sabes que nunca serás grande

y es inútil el empeño, se crece al revés.

 


82

No y no

 

No tienes que venir pues ya has llegado,

no tienes que querer pues no te quieren,

no tienes ya que ser porque ya eres,

ni tienes que dejar pues te han dejado.

 

No busques si nunca te ha buscado,

ni mires por mirar si así no tienes,

no andes por andar que así te pierdes,

ni quedes para estar pues ya has estado.

 

No bullas, no apabulles, no te atranques,

no sigas por seguir que ya has cambiado,

ni escribas por huir que ya has hallado.

 

Si piensas superar cuando adelantes,

no pares por parar por obligado,

espera, y déjate llevar, que ellos te canten.

 


83

Olivares de Jaén
 

Por los montes van los montes

vestidos solo de plata,

lenta quietud de los aires,

verdes copos de esmeraldas,

faldas de oro y de sangre

cubren sus piernas que danzan,

sutiles, como la premura,

etéreas como las auras,

voces calladas calientes,

riachuelos de la calma,

comen su pan de la tierra

y asentadas no descansan,

ay, viento serrano y frío

que en los amores abrasa,

a golpes de un leviatán

los olivos se levantan,

calla la tierra su canto

excelso, noble, de España.

 


84

Oh cielos que en las estrellas tenéis parada

 

Oh cielos que en las estrellas tenéis parada

y con estrellas fijos movéis su vuelo,

exactas en definición, conjuntas, velo

que en la noche brilla con luz contada.

 

Si acoge la grandeza enseñada

más hace vivir los sueños bajo el cielo,

la precisión es causa y su revuelo

de tanta luz es danza musitada.

 

Constelaciones, coros, los luceros

apuntan débiles su realidad tan fuerte,

el alto vivir de mundos verdaderos.

 

Veloces, temibles, sobre la muerte

el eterno virar de mundos perecederos

y la eterna belleza que parece inerte.

 


85

El canto de la luna

 

Oh luna que sin sentir la bruma ata

y esconde tras de sí todo un imperio,

oh mágica luna de carácter secreto

huyendo por huir en decibelios;

 

la luna canta y escupe al viejo modo

deja caer sus crines grises, perladas,

el aire se condensa y como un toro

la luna brama blanca sobre la sierra;

 

canta sirena al golfo pues engolfada

entre los riscos dura su gris criterio,

ay luna tan errática desbaratada,

hallada sin buscar, qué gran misterio.

 


86

Ante la muerte

 

Por qué tan mal herida el alma llora

y sufre sordamente en este tiempo,

un desazón del aire, un pecho lento

la deja sola en sí desasistida,

 

por qué la herida hiere sobre la herida

y dobla su dolor en medio pecho,

por qué el alma crece si muere dentro

y nada trae de su ser la amanecida,

 

todo es negror, un peso alto de monte

asciende oscuro por los recuerdos rotos,

nada en que creer si muere el hombre

y nada deja de sí si no es su vida.

 


87

El cóctel y la exposición

 

De paredes encontradas y atrevidas

cuelgan horrores cual chorizos fritos,

frituras de tormentos y de malditos,

soñados por gatos de mil vidas.

 

El tiempo lo fracturan y sus heridas

pintan cuadros, parados, cochifritos,

de fritangas torcidas y refritos

que el pintor dibujó en mil paridas.

 

Mejor que la pintura el vino en vaso,

las patatas, el jamón y la cerveza,

echar un trago y luego del vistazo

 

huir de autor que no tiene cabeza,

no sea quiera vender su arte escaso,

 y en la calle, ya libre, ver la belleza.

 


88

El juglar blanco

 

Yo no quiero cantar sino ponerme,

dejar mi sueño, mi sangre alborotada,

dejar mi carne, mi dolor, dejar mi entraña,

a mí dejarme hablando con el alma,

 

yo no quiero hacerme bello ni aún eterno,

sino fugaz en el tiempo y predecible,

quiero ser yo y como yo oírme

diciéndome verdades sin más trampa,

 

no quiero el ejercicio fortuito,

ni la voz quiero para acallar la vida,

quiero ser un torrente entre mentiras,

auténtico, veraz, el ser posible,

 

para cantar, por susurrar, callando,

entre mis versos habitarme silencioso

con el tiempo de ser un ser dichoso

sencillamente hablando, y conocible.

 


89

El amor se sienta en el dintel del jardín

 

Qué fragor tiene la herida de las flores

y mansedumbres de amor callado tienen,

la presencia inhabitable que sugieren,

todo el profundo amor que al mundo ponen,

 

qué bella es la flor del pensamiento

esa que adorna las risas de las bellas,

que saca luz y belleza a las estrellas,

la que sostiene el poder del Universo,

 

¡ tengo una flor, por ti tengo un te quiero,

tengo una rosa blanca, guardada y dura,

tengo un perfume a sal, mi empuñadura

por ti se eleva al aire cuanto yo puedo!

 


90

El espejo

 

Yo me miro en el espejo y el espejo me mira,

me regala el infinito,

la luz proyectada que vive tras las cosas,

el inmenso tiempo que contiene un instante,

si le acerco mi aliento se le nublan los ojos,

hasta el espejo me ama.

 


91

El mundo en un barco de papel

 

Se escapaba, como un pez que había comido bastante,

gustaba de tener el vientre cerca de la superficie y lo sumergía ágilmente,

hacía olas pespuntadas de blanco, efímeras y disolutas, las hundía,

sobre todo huía, se escapaba, acumulaba mi soledad en la superficie

de manera que yo podía verlo en todo momento cada vez más lejano,

la amistad era un carámbano frito en los aleros del tejado,

un terruño oscuro que ensuciaba las manos y las palabras,

montón de estiércol recogido en una mañana nevada con todo el frío del mundo,

un arcángel maravilloso de alas inmensurables a punto de desvanecerse,

estar en su amistad era para mí estar vivo y coleando,

pero los amigos siempre merecen algo más que yo mismo y prosperan fuera,

se escapan como peces llenos de baba escurridiza hacia otros sitios, siempre por delante,

yo creía que el mundo era angosto, efímero, vulgar, paralelepípedo, creído

y no era tal, el mundo es como un pez de vientre hinchado,

un barco de papel que se deshacía más a cada paso, solo yo sigo inmutable.

 


92

Lluvia de verano

 

El otro día, ayer, yo estaba cobijado en la chamuza gris oliva de una lluvia atroz que caía dolosamente sobre mi cabeza,

cobijado y meado, atrapado en la dura tela gris oliva que me ponía una piel de hipopótamo y me daba una figura atroz,

yo la oía tamborilear, a la lluvia, sobre el duro pellejo acartonado, retumbar dolosamente sobre mi cuerpo hirsuto,

creía morir, de siempre me ha dado miedo esa lluvia atroz que baja dolosamente sobre los inválidos cuerpos y los machaca,

creí morir, agonizar, lastimar el hirsuto pellejo blanco, lleno de lluvia, atormentado por los cielos que son verdaderos infiernos

y al tiempo, en el tiempo de los desmayos, creí desmayarme de tanto dolor soportado de quienes viven arriba,

arriba es el lugar donde han vivido todos los que me atormentaron, empezando por los porteros del chamuzo alto,

era impresionante ver que la lluvia desdibujaba los divinos cipreses y se reía de todos nosotros, niños, aves y cipreses,

un nauseabundo olor a tierra mojada, culos mojados, garrafas mojadas, cipreses mojados subía escaleras arriba,

una lluvia atroz todo lo ocupa, cuerpos y almas, vivos y muertos, escaleras y senderos, plazas vacías, fuentes llenas

pero sigue impertérrita demostrando que la que manda es ella y puede maltratar a los que viven abajo,

¿ no queríais agua? ¡ pues toma agua! todo el agua posible y la imposible, estáis malditos, llorad con la lluvia,

mis lágrimas bajaban y la lluvia las desalaba, llegaban a la comisura de los labios y la lluvia se las tragaba,

la lluvia me caía sobre el pernil como si yo me estuviera meando, chorrillos cristalinos convalecientes de apenas brillo,

era inconmensurable, devastadora, canora, opípara, secundaria, trementina, atroz, atroz, atroz, seguramente vacía

y no dejaba de caer, con el mismo tono, el ritmo atroz, bajando, bajando, llenando, vaciando, signo de la altura,

nunca había visto llover tanto, ya podía morirme tranquilo, nunca después podría repetirse, lluvia de verano.

 


93

La vereda

 

Vereda que a mar no va

no es mi vereda,

no es mi vereda

la que en el mar no se queda

solamente por mirar,

para mirarte de cerca,

y nada más;

 

del ultramar al violeta

tener todos tus colores

y embriagarme con ardores

solamente al rozar

en tus olas fragantes,

para en tu mar desnudarme

y entrar

 

en tus sedosas espumas

a bailar

con la danza de la luna,

 y luego salir del mar

y en una playa desierta,

regresar, regresar,

nada más.

 


94

Amanecer

 

Cuando todas las cosas, sorprendidas, juegan al escondite

y la luz tropieza, con sus manos por delante, en los rincones,

cuando una señora, llamada Alba, viste desnuda como una estatua

y a plomo se desvanecen los versos de un poeta estrellado,

cuando los barcos que se van parece que regresan

y alguna ave incluso tropieza en sus primeros vuelos,

cuando es demasiado pronto todavía para dejar de soñar

y la dulce primavera pone erecta la gran manzana de casas,

cuando la música pierde el brillo sagrado de su silencio

y se levantan ruidosos los incorregibles trabajadores,

cuando el día es una catástrofe inevitable de luz y de sonidos

y arrogante comienza su desfile militar apabullante,

cuando la asesina noche muere a manos de su cuchillo

y agoniza bellamente en los senos abundosos de la Aurora,

cuando soy consciente de que todo lo que dije no ha dicho nada

y me levanto de mis cenizas como un mástil sin velas,

el futuro se adentra en un mar que amanece

y sacará espumas efímeras al juego del cuerno inagotable.

 


95

El mar de Galicia

 

El mar tiene tus ojos, tu espuma y tus latidos,
 de ti tiene la sal, tu voz, y tus quejidos,
 el mar es mi esperanza de estar sobre tus rizos,
 cantar contigo hermosa, llenar de ti mis bríos.
 
 El mar tiene tu olor, tan viva es su fragancia,
 desacostumbra hacer, haciéndome lo mismo,
 hermosa camarada, esposa de mis ritos,
 que me acompañas siempre y siempre estás conmigo.
 


96

El mar de Galicia

 

No sabes navegar, velero de la alta mar,
con tus alas al viento solo me sabes volar,
la blanca espuma levantas y la vuelves a acostar,
mientras las nubes me miran y me dejan de mirar,
silencioso y presumido, de costado, al virar
como queriendo dejarte en las olas al rozar
y luego por levantarte, de un tirón, al despertar,
que la mar es solo un sueño y tú no sabes soñar,
monta en mí, en mí navega y deja de suspirar...

 


97

Resurrección

 

Resurrección yo quiero poner en mí los cantos de la historia,

cantar sus muertos, olvidar mi vida,

yo quiero errar cambiando mi camino

hacia un destino hermoso, como el del mar

y levantar conmigo a quienes cuantos la historia ha hundido,

vestir con galas y hermosos los colores al harapiento darle mi pan,

resurrección yo quiero que se levanten el pobre y el mugriento,

que sus carnes se laven en purísimo cristal,

que su mirada triste o vacía la sonrisa aparezca, súbitamente, total,

llenar sus carnes de toda mi alegría y darle mis poesías

quiero que la vida muestre su fondo de murallas y acompasadamente

acompañar

a cuantos solitarios vagan por el mundo, sin destino, en el mal

que la fiera ruja también por todos ellos el gran león de amar

y que reposen sus frentes en las doradas fuentes del bienestar,

resurrección yo quiero darles mi vida, mi corazón, mi cantar.

 


98

Desengaño amoroso

 

Cállate corazón, aún poderoso,

gritas, ahogas, asfixias mi grato corazón,

cállate cuando vuelas por paisajes ignotos,

con el presente atado en la desilusión

que fuiste mi tormento por no dejar de amarte,

que apuraste mi tiempo sin nada de tu amor,

que me llevaste mudo, llenado de palabras

que me dolían y duelen de amargo sinsabor,

cállate corazón y escribe solamente

de lo bueno del mundo, del aire o del sol

que son cosas que pasan, furtivas, en el presente

que nunca tuvo nadie y solo tengo yo.


99

FIESTA GALLEGA

 

Que felices os mozos veñen
¡Con tantas nenas!
tocar as gaitas suaves
as pandeiras, o tamboril,
os charrascos as tarrañolas,
que doce o mar de aquí,
dos azuis azuis,
os campos e os consellos,
Bailando un co outro,
agrupados en cortesías,
conchabados, tan bos,
cos seus vestidos de festa,
pellizcos no aire
e voltas de
alegría.

*

Qué alegres vienen los mozos

¡ con tantas mozas!

tocando las suaves gaitas

los panderos, el tamboril,

los charrascos y tarrañolas,

qué dulce el mar desde aquí,

de los azules brumosos,

los campos y los concejos,

danzándose entre sí,

agrupados en los cortejos,

conchabados, como buenos,

con sus vestidos de fiesta,

pellizquitos al aire

y giros de terciopelo.

 


100

La danza del mar

 

Y el mar danzó desde la picola siesta

danzó su luna azul derramada y furtiva,

las crestas de las olas y, con el viento, yo;

danzó la vida encerrada entre sus aguas

la carótida abierta de la blanca espuma

se derritió la montaña sobre su lomo azul,

y las minúsculas nubes se alborotaron pálidas,

también la sal puso sus pizquitas de luz

y los pies hormiguearon jugando entre los dedos,

el mar danzó dentro de su barriga ácida,

las perladas amapolas se destiñeron por blancas

y las oropelas en la brisa se hundieron en sus pestañas,

también la flor, oculta por el deseo, danzó como solitaria,

creo que dancé yo, yo me veo así, no lo aseguro

pero sobre todo el mar, el mar danzó

lleva muchos años danzando solamente

a veces con los abrazos, otras, con la cintura

en el vellocino blanco de su sexo derramado,

danzó el mar hacia el poniente totalmente salido

y la verdina sintió que lo siente excitado

 se arrimó a sus pubes, y en ellas fue cobijado,

al fin encontró que el amor es solo un danzante,

 que nunca cambia y siempre quiere cambiar.

 


101

La guerra de las palabras

 

Bien, bien, una guerra de palabras,

una clámide silenciosa sobre el acero montada;

suenan las chirimías y las voces centelleantes,

se levantan humaredas y las luces chirriantes,

se encienden los colmenares sobre las colinas henchidas,

se abajan los pensamientos y las miradas perdidas,

nada es consecuente así, pues nada sigue un hilo,

aquello, lo más hiriente, será lo más conseguido;

pasa un arroyo sereno, ajeno a la pelea,

también alumbra un lucero que contempla lo que sea;

se adivina, lejanamente, que el mundo había esperado

una guerra de palabras sobre el mundo levantado;

se apagan los viejos cines llenos de humos que huyen,

se acomodan en los asientos las voces de los querubes;

la gran montaña nevada brilla con senos picudos,

gravillas para sus faldas y para sus vergeles rubios;

picos, palas, oros, lienzos,

sobre el amanecer de plata brincan rudos los aspavientos.

Silencio tan capital, sobre la escena gigante,

repetir lo que se ha dicho es a veces lo importante.

Sin par, sin tregua, sin fin, que la guerra es la guerra,

el oro será el botín de aquel que se lo merezca.

Ah, qué descanso sereno duerme plácido el que vence,

la eternidad es el premio que concede a sus valientes.

 


102

El verdadero Amor

 

El verdadero amor nunca nació en nosotros,

ni habló nuestro lenguaje, sino el contrario,

no nos sonrió, ni se gustó mirándonos,

no fue río, ni mar, ni calor, ni asombro,

el verdadero amor, como inexistente,

siempre estuvo de nuestro lado.

 


103

La vida fue una pesadilla

 

Un día, ya cansado, en la remota estancia,

de la mágica presencia que está en un rincón,

despertaré, de pronto, será solo un momento,

e, inesperadamente, solamente seré yo.


104

Colorín, colorado

 

En la solemne traza de una lira suena una canción,

ay amor, que sola es la desdicha de no tener tu amor;

un precipicio se abre bajo mis pies tremendo

es ver que quería mirarte y solo estuve cayendo;

en la púrpura del mar bulle una copla,

es blanca y llena de sal como tu boca;

alivia el corazón solo pensarte,

me alivio con el dolor de no mirarte;

colorín colorado,

este cuento habrá acabado.


105

Los rincones del jardín

 

Nunca me iré de allí, de aquellos momentos blancos

en que el narciso hiere de pureza a la nube,

del instante más sereno en que plácido estuve

contemplando tus ojos que ocuparon mi llanto.

 

No me iré nunca de ti, aunque tú ya no estés,

de tu nombre sacado a lo más hondo del verso,

de mi borrado amor que se quedó como eterno,

del viento tan tranquilo que en mi suspiro até.

 

Me quedaré mirando los jardines que sueñan

con ser solo un jardín de una ciudad ruidosa,

los árboles que ocupan sus pies con tiernas rosas,

las palabras que pueblan indelebles un poema.

 

No dejaré de amarte en la nada absoluta,

mi sangre solo escarcha se encenderá de gozo,

te tendré con mis manos mirándote a los ojos,

seré tu compañero del alma que se ajunta.

 

Me sorprendió el rellano de la tierra en el campo,

la claridad del alba cuando amanece y muere,

la llegada del sol que al bajar su luz sostiene

su calor inmutable como un tierno regalo.

 

Se quedarán los días en que estuvimos juntos,

tú y yo, tan solos, unidos por nuestro amor, tan llenos,

cuando supimos hacer de nuestra nada un tiempo

que dejó para siempre un recuerdo impoluto.

 

No dejaré de estar en ese mundo que amé,

el que me mantuvo niño a pesar de mis años,

el que me sorprendió con su belleza, instantáneo,

al que dí el corazón y su corazón robé.

 

Seguramente el río que al pasar dibujaba

nuestros cuerpos desnudos en riberas amantes

con algo de lo nuestro quedará en esos mares

juntándonos otra vez y borrando nuestras lágrimas.

 

No dejaré de amarte,

ni dejaré de estar.

 

Rincones de mi jardín la luna llena

caracolas de su alegría y de su pena,

el agua, con su armonía, pone una alfombra

de su clara simpatía de bella sombra;

en mi jardín se quedan por todo el día

los versos que son las hojas de mi poesía.


106

Dejadme

 

Dejadme al fin cantar con la grandeza

que dentro de mí encuentro el mundo,

con la profunda verdad, con la llaneza

de amar y solo amar lo más profundo;

dejadme al fin soñar con mi poesía,

toda ella llena de música no frustrada,

relente de vivir, mi alma amada,

dejadme ser feliz, por solo un día;

yo quiero encontrar el ancho vuelo

que hacia dentro de mí hace lo grande,

mi corazón ya tiene alas, tiene el cielo,

es veraz y locuaz, que no se ablande;

yo quiero musitar con voz sentida

la exclamación más pura hacia lo bello,

 quiero cantar con goce, me va en ello

haber sabido vivir en esta vida.


107

Oh voces tan calladas, palabras huecas

 

Oh voces tan calladas, palabras huecas

las primeras que se aprenden y no se olvidan

esas para andar por la vida,

que casi siempre es parar,

 

oh voces sin voluntad, de prisa y sin fatigas,

de palabras que se escriban

perfiles de la rutina

que llaman eternidad,

 

oh paradas, nupcias, nieblas,

etéreas voces que tiemblan

y sacuden su nostalgia

con in salinidad,

voces que me atormentan

me lo tienen todo en cuenta

y nunca paran de hablar,

 

ay versos de mis pecados

en aulas frías encerrados

con tizas y con malvados

que se ríen por ser malos

de mi mal,

pues soy loco por amarte,

muerto de tanto mirarte

sin que tú, ni de tu parte,

puedas imaginarte,

cuánto sufro por amar.


108

Las ilusiones perdidas

 

A quienes lloraron sin tener que llorar

a los que levantaron y luego hundieron sin ningún motivo

a todos cuantos han padecido

el dolor insoportable de la humanidad,

a los pocos que honraron y luego los deshonraron

a los que luego dejaron perdidos en la oscuridad,

a los pobres que habitaron la tierra tras de las puertas,

a los que vistieron viejos y alimentaron mal,

a los niños que heredaron la ruina de la tierra,

a los que huyeron del mundo y el mundo los encontrará,

a los que habitan el desierto poblado por los fantasmas,

aquellos que se ilusionaban y quebrantaron fatal,

en fin a mis compañeros, del alma y del sonido,

amigos hombres, amigos, ya sabéis lo que es llorar.


109

 

Han cerrado tu casa

 

me han puesto una muralla de silencio,

un muro de silencio que se escucha aterrador,

unas calles vacías donde ya no bajan pájaros,

unas plazas abiertas que escapan hacia el cielo,

 

me han cerrado tu alma

 

ya solo puedo verte en tu ventana lúcida

cuando llega la noche y escucho tus latidos

tus latidos laten en mí y me dan la fuerza

una fuerza poderosa escapa a todas las horas

 

me han cerrado tu cara

 

te recuerdo en la foto parada con mis manos

en la ventana abierta donde solo baja el sol

en el ruido del agua cuando abro los grifos

en el agua transparente bajando por mis manos

 

me han cerrado tu boca

 

yo solo puedo oírme andando solitario

voy de balcón en balcón de terraza en terraza

tratando de encontrarte apretada en mis muslos

cuando serenamente recordar es placer

 

me han cerrado tus ojos

 

y ya no puedo verme en el fondo de un beso

ni puedo escucharme en tu respiración,

tampoco salto alegre al compás de tus senos

ni en tu vientre descubro el rostro de mi vida

 

me han cerrado tu templo

 

y nunca te visito, ni te adoro, ni emplazo,

estamos olvidados como pinturas muertas

que yacen acumuladas en sótanos umbríos

nadie puede vernos, ni oírnos, ni callarnos

 

me han cerrado tus alas

 

y unas viejas persianas te ocultan pobremente

solo me quedan versos y los versos se mueren

cuando ya no pueden verte, ni besarte, ni amarte,

solo calles solitarias prohibidas para mí.


110

 

Gozar tu mirada

Donde mira la dicha y como día

a mí viene vestida  de ataduras,

crisol azul, torrente de aguas puras

en silencio total, como alegría,

 

la dicha va en alas de poesía

y veraz se atreve a bajar alturas

con que amor escribe altos y llanuras,

y así amor me llega cada día.

 

Cada día muero en gozo al amarte

y por amar yo siento que soy amado,

no sé si muerto, vivo, o si encontrado

 

en ti encontré el amor que no en el arte

que no hay arte mayor que el ser gozado

por el gozo de amar solo al mirarte.


111

 

El silencio

Qué bien suena el silencio si tú lo llenas

y de música fragante es elocuente,

de la alegría de ser y cuanto siente,

el alma eleva a libertades plenas,

 

qué bien suena el amor en horas buenas

si solo calla y con su pecho ardiente

el aire llena de paz, brisa silente,

que la virtud camina en aguas serenas.

 

Una pausa, descanso, en otro mundo,

la paz que encuentra el ser cuando animado

se sienta a meditar y reposado

 

la luz le llega oscura de lo profundo

si amor se viene a estar y contra el mundo

el mundo anima a ser bueno y callado.


112

 

Andalucía

 

Andalucía llevada
Por los hermosos paseos de las palmeras.
Ola de la mar alzada, llena de sal,
Y del sudor, cantada por los poetas negros.
La huida al cobertizo de la historia
Completamente enamorada,
Amiga entrañable del estrecho paisaje.
Abrazo de la carne y de la sangre.
Boca besada con aprieto, huida
Hacia el fondo del alma, encontrada
Como un hermoso vergel, como un desierto
Partida en sí misma. Atalaya
De las frentes y de las manos. Insuperable
En su cálida allegada de las aguas.
Luz del caminante solitario, siempre vecina
A mano siempre de lo solidario.

La voz del Sur qué bien me llama
Y me atrae blanda y seguida,
Qué tibia su mirada, qué hondo su paso
Dentro de mí, cómo me salen las ganas
De vivir entre su gente, qué bien la sangre
Con su clámide insinuado, su amor
De piedra y de agua, de sol,
El reguero de sus casas, y de sus sombras
Entre el cálido cobijo de sus gentes.
Yo soy del Sur,
Andaluz.

 

 

***

El último poema

 

Mirarte fue la perfección, hundirse en la poesía,

nada más tenías qué hacer que estar al lado,

tú eras, en ese instante, el ser más perfecto;

la mirada flotaba por un tiempo infinito

con toda la belleza de un poema inexplicado,

nada quería el amor más que tu presencia,

el poema eras tú, absoluto y espléndido.

 

 

 

JOSÉ MARÍA TORRES MORENILLA

 

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